- ... nueve de cada diez países del mundo han sido invadidos, en algún momento de su historia, por los británicos? O sea, 178 de los (aproximadamente) 200 que existen hoy en día.
- ... en el transcurso de un congreso del Instituto de Geología de San Petersburgo celebrado en el siglo XIX, se sirvieron a los asistentes filetes de carne de mamut, procedentes de ejemplares encontrados congelados en Siberia?
- ... la Trimeresurus vogeli es una especie de víbora propia del sudeste asiático que se descubrió en 2001... en un restaurante tailandés?
- ... los avestruces son las únicas aves que poseen vejiga urinaria?
- ... el nü shu es el único caso conocido de un lenguaje escrito exclusivamente femenino? Utilizado por las mujeres de la etnia yao en la provincia china de Hunan, tiene su origen en torno al siglo III y era utilizado porque las mujeres tenían vedado el aprendizaje de la escritura. Consta de unos 2000 caracteres silábicos y cayó en desuso tras la revolución china, cuando las mujeres empezaron a tener acceso a la educación. La última persona que lo entendía, una anciana llamada Yang Huanyi, falleció en 2004.
- ... una ley local de la ciudad de Chico (California) castiga con una multa de 500 $ a quien haga detonar una bomba atómica dentro de los límites de la ciudad?
- ... un plato típico en algunas zonas rurales del Sur de EEUU es la roadkill jambalaya: un guiso de arroz con carne de animales atropellados?
- ... en diciembre de 1961 Albania, bajo la dictadura estalinista de Enver Hoxha, rompió sus relaciones con la URSS? El motivo: el Partido Comunista albanés opinaba que Kruschev, sucesor de Stalin, se había desviado del ideario comunista. ¡El gobierno de la URSS les parecía poco comunista!
- ... uno de los preceptos del confucionismo prohíbe el matrimonio a dos personas con el mismo apellido, aunque no estén emparentadas?
- ... Albert Einstein rechazó en 1952 el ofrecimiento de ser presidente de Israel?
- ... la denominación original del Mitshubitshi Montero es Mitsubishi Pajero? Hace referencia al Leopardus pajeros o gato de las Pampas, un felino propio de Sudamérica. Se le cambió el nombre en los países hispanoparlantes y en EEUU... por motivos obvios.
- ... la conocida raza canina "Dobermann" fué creada por el alemán Friedrich L. Dobermann a finales del siglo XIX? Trabajaba como recaudador de impuestos y buscaba un perro agresivo que lo protegiera en situaciones "incómodas".
miércoles, 27 de febrero de 2013
domingo, 24 de febrero de 2013
La crisis de los tulipanes
El género Tulipa, perteneciente a la familia de las Liliáceas, comprende más de 150 especies y una incalculable cantidad de híbridos obtenidos artificialmente. Se cree que los orígenes del género se sitúan en las estepas kazajas y la cordillera del Pamir, desde donde se extendieron hacia Irán (al Sur), a Afganistán y China (al Este) y Turquía (al Oeste). La planta produce semillas, pero éstas tardan varios años en germinar y producir una flor, por lo que en su cultivo generalmente se utilizan los bulbos de las plantas ya germinadas.
Su cultivo alcanzó una amplia extensión en Turquía durante la Edad Media; de hecho, "tulipán" procede de la palabra turca "tülbend", que significa "turbante" y hace referencia al aspecto de la flor. Los primeros ejemplares que se vieron en Europa fueron cultivados en la Península Ibérica, durante la ocupación musulmana, en torno a los siglos XI y XII. Para su llegada la resto de Europa hubo que esperar al siglo XVI, en el que Ogier Ghislain de Busbecq, embajador austríaco ante el sultán otomano y floricultor aficionado, trajo varios bulbos a los Jardines Imperiales de Viena (1544). Luego irían llegando al resto de Europa, Francia, Alemania, Suiza, Inglaterra... y los Países Bajos.
Los primeros bulbos llegaron a Flandes en 1559, pero su verdadera explosión llegó a finales de siglo, cuando Charles de L'Ecluse, médico y botánico holandés, dejó su puesto en los Jardines de Viena para ser profesor de botánica en la universidad de Leiden, llevando consigo una colección de bulbos. El suelo neerlandés, húmedo y arenoso (en buena parte ganado al mar mediante diques) resultó ser idóneo para el crecimiento de los tulipanes y su cultivo se extendió a gran velocidad por todo el país. Por aquel entonces los Países Bajos eran un país enormemente próspero gracias al comercio, el dinero corría a raudales y se había creado una nueva clase social de comerciantes ricos. Además, el cultivo de flores era una afición muy extendida entre los holandeses. Los tulipanes no tardaron en convertirse en una posesión muy apreciada y en un símbolo de distinción y de estatus social, pese a que no tenía aplicaciones culinarias ni medicinales, apenas tiene fragancia y florece sólo unos pocos días al año. Además, en ocasiones los bulbos producían flores de colores totalmente diferentes a las originarias generando nuevas y bellísimas variedades (se tardó varios siglos en saber el motivo: una enfermedad vírica, el mosaico, transmitido por áfidos).
El precio de los bulbos comenzó a subir. Las variedades más apreciadas y exóticas, bautizadas con el nombre de personajes históricos y héroes locales (Admiral van Enkhuizen, General Bol), alcanzaban precios elevadísimos. Pero la verdadera locura se desató a partir de la década de 1620. La demanda de bulbos era altísima, mayor que la oferta, y los precios empezaron a subir como la espuma, desatándose una ola especulativa sin precedentes. Un fenómeno que se denominó Tulipomanía. La gente invertía todo lo que tenía en comprar bulbos de tulipán para luego venderlos con grandes beneficios, de hasta el 500 %. Se conocen transacciones en las que se vendían una casa o un molino a cambio de bulbos de tulipán. Los ejemplares más raros y cotizados se vendían por encima de los 1000 florines cada uno (el sueldo medio anual era de unos 150 florines). En 1635 se vendieron 40 bulbos por 100000 florines, y ese mismo año se batió el record: 6000 florines por un ejemplar de la variedad Semper Augustus. La burbuja de especulación se inflaba más y más. Empezaron a circular los primeros catálogos, donde los compradores podían ver las imágenes de las flores acompañadas de sus respectivos precios.
Entre 1633 y 1636, una epidemia de peste bubónica diezmó a la población, lo que, unido a la Guerra de los Treinta Años, redujo la disponibilidad de trabajadores. Sin mano de obra para los cultivos, el precio de los bulbos siguió disparado y se empezó a negociar ya no sobre bulbos existentes, sino sobre bulbos no recolectados; un demencial mercado de futuros que se llamó windhael (negocio del aire) que floreció sobre todo a pequeña escala, pese a que un edicto de 1610 lo prohibía expresamente. La gente vendía sus propiedades y se endeudaba hasta límites increíbles para comprar bulbos. Un marinero fué condenado a seis meses de cárcel por comerse un bulbo valorado en 3000 florines al confundirlo con una cebolla. La burbuja no podía durar eternamente. Y sucedió lo inevitable.
El 5 de febrero de 1637 se vendieron 99 bulbos por 90000 florines, propiedad de los herederos de un ventero apellidado Winkle; fué la última gran venta de la que hay constancia. Al día siguiente se puso a la venta otro lote: medio quilo por 1250 florines, algo modesto. Pero sucedió algo insólito: nadie pujó por el y la subasta quedó desierta. Eso bastó para que cundiera el pánico y el mercado se derrumbase estrepitosamente. Los inversores que se habían gastado todo lo que tenían en bulbos trataron de venderlos, pero nadie compraba. En apenas seis días, la economía holandesa se había colapsado, las bancarrotas se sucedían, centenares de personas de todas las clases sociales se arruinaron completamente. El gobierno se vió obligado a intervenir: se anularon los contratos posteriores a noviembre de 1636 y estableció que de los contratos de futuros se abonase sólo un porcentaje (entre un 5 y un 10%). La economía holandesa tardó años en recuperarse del desastre.
Sin embargo, el tulipán rendiría aún un valioso servicio al pueblo holandés, una especie de compensación kármica por los problemas creados. En los duros años de la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, el consumo de bulbos salvó a muchos holandeses de morir de hambre.
miércoles, 20 de febrero de 2013
Los que renunciaron antes que Benedicto XVI
Benedicto XVI
Casualmente, hace poco más de un mes contaba la peculiar historia de Benedicto IX, el Papa que en el siglo XI ocupó la silla de Pedro en tres ocasiones diferentes y fué de los pocos en renunciar voluntariamente a su cargo. Y ahora que el actual Papa Benedicto XVI ha anunciado su renuncia, no está mal dar un repasito a los otros papas que por voluntad propia (o no) dijeron adiós al papado.
El primero fué San Clemente I. Clemente es el cuarto de la lista oficial de Papas, pero es muy poco lo que se sabe de él. Apenas hay datos biográficos, y ni siquiera está clara la fecha en la que fué elegido. La información sobre él varía según los diversos autores, e incluso algunos le atribuyen haber sido el heredero directo de San Pedro, que luego habría renunciado en favor de Lino y Anacleto y vuelto a ser obispo de Roma tras la muerte de éste. Sea como sea, lo que parece bastante asumido es que, a finales del siglo I, fué arrestado y enviado al exilio por el emperador Trajano. Para que la Iglesia romana no quedara privada de un director, renunció a su cargo en favor de San Evaristo y marchó al exilio en Quersoneso (Crimea), donde, según la tradición, fué asesinado arrojándolo al mar con un ancla atada al cuello.
Luego viene San Ponciano. Su caso es muy similar al anterior. Elegido Papa en el 230, gozó de cierta tolerancia bajo el gobierno de Alejandro Severo, amigo suyo. Pero, cuando en 235 accedió al trono Maximino el Tracio, éste reanudó las persecuciones de los cristianos. Ponciano y su gran rival Hipólito (que no reconocía a Ponciano y se autonombraba Papa) fueron desterrados a las minas de sal de Cerdeña, donde fueron azotados hasta morir. Antes del destierro, ambos coincidieron en nombrar como sucesor a San Antero, solucionando así el cisma en el seno de la Iglesia.
Algo más complicado es el caso de San Silverio (536-537). Fué elegido Papa en contra de la voluntad del emperador bizantino Justiniano I y su esposa Teodora, quienes defendían a otro candidato, Vigilio. El general bizantino Belisario invadió entonces Roma para imponer a su candidato. Silverio fué depuesto acusado de conspirar con el rey ostrogodo Vitiges, y se nombró Papa a Vigilio. Silverio fué enviado a Patara (Turquía), y más tarde se le permitió volver a Italia. Pero la emperatriz Teodora lo hizo arrestar y lo desterró a la isla de Palmarola, donde murió poco después.
Luego tenemos el caso de nuestro viejo amigo Benedicto IX, y de sus coetáneos Silvestre III y Gregorio VI. Los tres fueron elegidos Papa de una manera poco ortodoxa y los tres fueron depuestos del cargo.
El siguiente de la lista es Celestino V. Un caso muy curioso: era un monje benedictino que hacía vida de ermitaño en una cueva de los Abruzos. En 1294 la iglesia llevaba más de dos años sin Papa, tras la muerte de Nicolás IV. Entonces, Pietro (que así se llamaba) viajó a Roma para hablar a los cardenales y anunciarles que debían elegir Papa porque la Iglesia no podía continuar sin lider. Y se volvió a su cueva... donde lo fueron a buscar poco después para comunicarle que el cónclave lo había elegido a el. Duró en el puesto sólo seis meses, de julio a diciembre de 1294. Viéndose incapaz de soportar las responsabilidades religiosas, políticas y económicas inherentes a su cargo, renunció en favor de Bonifacio VIII. No tuvo mucha suerte: muchos no entendieron su decisión (el propio Dante lo colocaría más tarde en el infierno junto a los cobardes en su Divina Comedia), y además Bonifacio, temiendo que se arrepintiera y tratara de recuperar el papado, lo hizo encarcelar hasta su muerte, en 1296.
Y el último hasta la fecha ha sido Gregorio XII. Elegido Papa en 1406, en lo más crudo del llamado Cisma de Avignon, durante el que convivieron más de treinta años dos papados, uno con sede en Roma y otro en Avignon (Francia). Finalmente, en el concilio de Constanza (1414-1418) se reunieron Gregorio XII y los antipapas Benedicto XIII (el llamado Papa Luna, natural de Zaragoza) y Juan XXIII. Gregorio XII y Juan XXIII renunciaron y Benedicto XIII fué depuesto. Finalmente, en 1417 fué elegido Martín V, con el consenso de todo el Concilio, y de nuevo la Iglesia volvió a tener una única cabeza visible. Tras su renuncia, Gregorio XII fué nombrado "Pontífice emérito de Roma" y se retiró a Recanati hasta su muerte.
Casualmente, hace poco más de un mes contaba la peculiar historia de Benedicto IX, el Papa que en el siglo XI ocupó la silla de Pedro en tres ocasiones diferentes y fué de los pocos en renunciar voluntariamente a su cargo. Y ahora que el actual Papa Benedicto XVI ha anunciado su renuncia, no está mal dar un repasito a los otros papas que por voluntad propia (o no) dijeron adiós al papado.
El primero fué San Clemente I. Clemente es el cuarto de la lista oficial de Papas, pero es muy poco lo que se sabe de él. Apenas hay datos biográficos, y ni siquiera está clara la fecha en la que fué elegido. La información sobre él varía según los diversos autores, e incluso algunos le atribuyen haber sido el heredero directo de San Pedro, que luego habría renunciado en favor de Lino y Anacleto y vuelto a ser obispo de Roma tras la muerte de éste. Sea como sea, lo que parece bastante asumido es que, a finales del siglo I, fué arrestado y enviado al exilio por el emperador Trajano. Para que la Iglesia romana no quedara privada de un director, renunció a su cargo en favor de San Evaristo y marchó al exilio en Quersoneso (Crimea), donde, según la tradición, fué asesinado arrojándolo al mar con un ancla atada al cuello.
Luego viene San Ponciano. Su caso es muy similar al anterior. Elegido Papa en el 230, gozó de cierta tolerancia bajo el gobierno de Alejandro Severo, amigo suyo. Pero, cuando en 235 accedió al trono Maximino el Tracio, éste reanudó las persecuciones de los cristianos. Ponciano y su gran rival Hipólito (que no reconocía a Ponciano y se autonombraba Papa) fueron desterrados a las minas de sal de Cerdeña, donde fueron azotados hasta morir. Antes del destierro, ambos coincidieron en nombrar como sucesor a San Antero, solucionando así el cisma en el seno de la Iglesia.
Algo más complicado es el caso de San Silverio (536-537). Fué elegido Papa en contra de la voluntad del emperador bizantino Justiniano I y su esposa Teodora, quienes defendían a otro candidato, Vigilio. El general bizantino Belisario invadió entonces Roma para imponer a su candidato. Silverio fué depuesto acusado de conspirar con el rey ostrogodo Vitiges, y se nombró Papa a Vigilio. Silverio fué enviado a Patara (Turquía), y más tarde se le permitió volver a Italia. Pero la emperatriz Teodora lo hizo arrestar y lo desterró a la isla de Palmarola, donde murió poco después.
Luego tenemos el caso de nuestro viejo amigo Benedicto IX, y de sus coetáneos Silvestre III y Gregorio VI. Los tres fueron elegidos Papa de una manera poco ortodoxa y los tres fueron depuestos del cargo.
El siguiente de la lista es Celestino V. Un caso muy curioso: era un monje benedictino que hacía vida de ermitaño en una cueva de los Abruzos. En 1294 la iglesia llevaba más de dos años sin Papa, tras la muerte de Nicolás IV. Entonces, Pietro (que así se llamaba) viajó a Roma para hablar a los cardenales y anunciarles que debían elegir Papa porque la Iglesia no podía continuar sin lider. Y se volvió a su cueva... donde lo fueron a buscar poco después para comunicarle que el cónclave lo había elegido a el. Duró en el puesto sólo seis meses, de julio a diciembre de 1294. Viéndose incapaz de soportar las responsabilidades religiosas, políticas y económicas inherentes a su cargo, renunció en favor de Bonifacio VIII. No tuvo mucha suerte: muchos no entendieron su decisión (el propio Dante lo colocaría más tarde en el infierno junto a los cobardes en su Divina Comedia), y además Bonifacio, temiendo que se arrepintiera y tratara de recuperar el papado, lo hizo encarcelar hasta su muerte, en 1296.
Y el último hasta la fecha ha sido Gregorio XII. Elegido Papa en 1406, en lo más crudo del llamado Cisma de Avignon, durante el que convivieron más de treinta años dos papados, uno con sede en Roma y otro en Avignon (Francia). Finalmente, en el concilio de Constanza (1414-1418) se reunieron Gregorio XII y los antipapas Benedicto XIII (el llamado Papa Luna, natural de Zaragoza) y Juan XXIII. Gregorio XII y Juan XXIII renunciaron y Benedicto XIII fué depuesto. Finalmente, en 1417 fué elegido Martín V, con el consenso de todo el Concilio, y de nuevo la Iglesia volvió a tener una única cabeza visible. Tras su renuncia, Gregorio XII fué nombrado "Pontífice emérito de Roma" y se retiró a Recanati hasta su muerte.
viernes, 15 de febrero de 2013
La heroica carga del Regimiento del Rey
Hoy en día se considera la carga del Regimiento de Línea del Rey la carga de caballería más brillante de la historia militar española. Tuvo lugar durante la batalla de Talavera, que enfrentó a las tropas inglesas y españolas, bajo el mando de los generales Wellesley (futuro duque de Wellington) y Cuesta, contra las francesas del mariscal Victor, el general Sebastiani y el rey José I, el 28 de julio de 1809.
El Regimiento del Rey se formó en 1661 en Milán, fruto de la unión de varias compañías de caballería no adscritas, aunque posteriormente cambió su nombre por el de Regimiento de Línea del Rey. A lo largo de su historia, participó en diversos conflictos en Francia, Italia o el Norte de África, así como en la guerra de Sucesión española y las guerras de coalición contra Francia tras la ejecución de Luís XVI.
A raiz de la alianza entre Napoleón y Manuel Godoy, primer ministro del rey Carlos IV, España ofreció al francés la llamada División del Norte: 14000 hombres, de diversos regimientos, para apoyar a Francia en sus numerosos conflictos armados con casi toda Europa. Y el Regimiento del Rey formaba parte de la División que, bajo el mando del Marqués de La Romana, fué destinada en 1807 a Dinamarca (país aliado de Napoleón), con el doble fin de proteger el país y preparar la invasión de Suecia. Allí les sorprendió el levantamiento de mayo de 1808 acantonados en Aarhus. Pese a que a partir de ese momento aquellas tropas pasaron a ser vigiladas de cerca por los franceses, el 9 de agosto dos tercios de la División logran evadirse de sus puestos en una brillante y arriesgada acción (con la ayuda de barcos ingleses), incluídos cinco escuadrones del Regimiento del rey (unos 650 soldados y 38 oficiales, aunque sin sus monturas).
Ya de vuelta en la Península, el regimiento se incorpora a las fuerzas que combaten a los ejércitos napoleónicos. Participa en encuentros menores con los franceses en Trujillo, Miajadas y Aljucén, y en la desafortunada batalla de Medellín (28 de marzo de 1809).
Tras la rotunda victoria de Medellín, el mariscal Victor se acantonó con su ejército en Mérida y sus proximidades, esperando la ocasión de acudir en ayuda del general Soult, que combatía en Portugal, en lugar de avanzar sobre Andalucía. Sin embargo, Soult había sido vencido por las tropas británicas de Wellesley, quien a continuación penetró en territorio español a petición de la Junta de Defensa, estableciendo su campamento en Plasencia (8 de julio). Por el bando español, el general Cuesta (derrotado en Medellín) había recompuesto su ejército y se había instalado en el municipio cacereño de Casas del Miravete. Ambos generales se entrevistaron para trazar un plan de acción conjunto y aunque diferían en cuanto al plan de batalla, llegaron a un acuerdo para avanzar contra los franceses. Estos, por su parte, se habían movido hasta las proximidades de Talavera, habiendo recibido refuerzos: tropas enviadas desde Madrid bajo el mando del mismísimo José Bonaparte y el IV ejército a las órdenes del general Sebastiani, hasta entonces establecido en Daimiel. En total, unos 47000 soldados, frente a 35000 españoles y 20000 ingleses.
Aunque los franceses esperaban la llegada de Soult con más tropas, su impaciencia pudo más y comenzaron las escaramuzas. Tras un primer encuentro, en el que Cuesta obligó a Victor a retirarse, los españoles persiguieron a los franceses; pero, al encontrarse de frente en Torrijos con las tropas de José Bonaparte, se vieron obligados a retroceder, apoyados por la 3º División inglesa al mando del general Mackenzie, que perdió a 400 hombres cubriendo la retirada española. El 27 de julio, las tropas hispanobritánicas se apostaban entre el Tajo y el Cerro de Medellín: los españoles a la derecha en tres filas, los ingleses en el centro y el flanco izquierdo. Ese mismo día, al anochecer, la división Ruffin ataca el Cerro, siendo rechazados por los británicos. Un ataque combinado de la caballería de Latour-Maubourg y la división de infantería alemana de Leval provoca el caos en las filas españolas, pero es finalmente rechazada con la ayuda de la artillería, el fuego de otras unidades y la acción del Regimiento de Caballería de Alburquerque. Irritado, Cuesta hace fusilar a 50 soldados de los cuerpos que han huido del combate, como escarmiento.
El ataque se reanuda al amanecer del 28. Los franceses vuelven a lanzar a la Ruffin contra el Cerro, pero los británicos han reforzado sus posiciones y los franceses se retiran tras perder a 1500 hombres en el ataque. José Bonaparte, su jefe de Estado Mayor, el general Jourdan, Victor y Sebastiani debaten si retirarse o continuar el enfrentamiento. Tras saber que Soult tardaría aún al menos una semana en llegar y que tropas españolas se aproximan, deciden continuar el combate.
Al mediodía los franceses vuelven a la carga. Primero, con artillería, y más tarde, con un ataque de la infantería a lo largo de toda la línea de batalla. En el ala izquierda del ataque francés la división Leval ataca a las fuerzas hispanobritánicas apostadas en el Pajar de Vergara. La división Leval formaba parte del IV ejército francés y estaba formada por tropas alemanas y holandesas: los regimientos alemanes de Frankfurt, Hesse-Darmstadt, el 4º de Baden y los holandeses del 2º de Nassau. Su avance resultó extrañamente desordenado y poco efectivo, y finalmente los defensores lograron rechazar su ataque merced al fuego graneado de fusilería y artillería. El general británico Campbell, envalentonado, envió a sus soldados en su persecución; pero los alemanes, vueltos a sus posiciones iniciales, lograron frenar el ataque inglés, poniéndolos en un serio aprieto. Ante las dificultades de los ingleses, el general Eguía ordena una carga de caballería sobre los franceses para aliviar su situación; carga que lleva a cabo el Regimiento del Rey.
La carga del regimiento fue asombrosa y brillante. Cayendo de improviso sobre la división Leval, sin que nadie pueda detenerlos, arrasando a los soldados enemigos y haciéndoles huir. De los 4267 soldados de la Leval, 1007 quedaron sobre el campo de batalla. El Regimiento del Rey perdió 74 soldados y 6 oficiales; su propio coronel, José María de Lastres, resultó herido durante la carga. Se capturaron diez cañones franceses y numerosas banderas.
La batalla terminó poco después. Tras un durísimo combate en el centro de las posiciones hispanobritánicas (sostenido principalmente por el 45º Regimiento de Infantería británico, bajo el mando del coronel Guard), al caer la tarde los atacantes se vieron obligados a replegarse. Al día siguiente, las tropas hispanobritánicas descubrieron asombradas que los franceses se habían retirado. Aunque Victor era partidario de continuar el combate, Jourdan y Bonaparte temían que la llegada de tropas enemigas (el ejército de la Mancha, bajo las órdenes del general Venegas; y la Legión Lusitana, soldados portugueses bajo el mando del general inglés Wilson) les cortara la retirada y llevara incluso a perder Toledo (lo que dejaría a los aliados el camino libre hacia Madrid). Así que, mientras Victor se retiraba a cierta distancia (ocuparía de nuevo Talavera unos días más tarde), José Bonaparte y Jourdan volvían a Madrid y Sebastiani aseguraba Toledo.
A su vez, Wellesley quiso enfrentarse a Soult; pero, tras saber que éste contaba con 30000 hombres y no con 15000, como creía, desistió de presentar batalla y retrocedió hacia la frontera atravesando Extremadura, mientras los españoles cubrían su retirada (finalmente se enfrentarían al ejército de Soult el 8 de agosto en la batalla de Puente del Arzobispo). Las bajas de la batalla de Talavera quedaron bastante equilibradas: 7400 franceses, 5000 británicos y unos 1200 españoles.Aunque no había sido un éxito rotundo, Wellesley recibió el título de Vizconde Wellington de Talavera.
Disposición de tropas durante la batalla de Talavera
domingo, 10 de febrero de 2013
Ole-Ole si me eligen
Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen (1835-1905)
Tras la abdicación de Isabel II a consecuencia de la revolución de 1868, se abrió un período de reflexión. Mientras se redactaba una nueva constitución heredera de la de 1812, los distintos movimientos implicados en el levantamiento (liberales, republicanos, moderados) discutían quién habría de dirigir el nuevo gobierno. Finalmente se impuso la idea de elegir un nuevo rey que acatase la nueva Constitución y la hiciese aplicar. Los generales Prim (como jefe de gobierno) y Serrano (como regente) empezaron a buscar candidatos al trono. Se barajaron numerosos nombres: Fernando de Sajonia-Coburgo (antiguo regente de Portugal), Alfonso de Borbón (futuro Alfonso XII), incluso el veterano general Espartero. Finalmente sería elegido el italiano Amadeo de Saboya, que reinaría brevemente (1870-1873) como Amadeo I.
Uno de los principales candidatos fué el príncipe Leopold Stefan Karl Anton Gustav Eduard Tassilo von Hohenzollern-Sigmaringen, jefe de una de las casas nobles de mayor abolengo de Europa. Leopold tenía el apoyo de Prim y del primer ministro de Prusia, Otto von Bismarck; pero el emperador francés Napoleón III se opuso rotundamente y frustró su candidatura (el desencuentro entre ambas naciones llevó a la guerra franco-prusiana de 1870).
Cuando la prensa española publicó el nombre del príncipe como candidato al trono se juntaron lo complicado de la pronunciación de su nombre con el habitual ingenio hispano... y el noble alemán acabó siendo conocido por el pueblo español como Leopoldo Ole-Ole Si Me Eligen.
Tras la abdicación de Isabel II a consecuencia de la revolución de 1868, se abrió un período de reflexión. Mientras se redactaba una nueva constitución heredera de la de 1812, los distintos movimientos implicados en el levantamiento (liberales, republicanos, moderados) discutían quién habría de dirigir el nuevo gobierno. Finalmente se impuso la idea de elegir un nuevo rey que acatase la nueva Constitución y la hiciese aplicar. Los generales Prim (como jefe de gobierno) y Serrano (como regente) empezaron a buscar candidatos al trono. Se barajaron numerosos nombres: Fernando de Sajonia-Coburgo (antiguo regente de Portugal), Alfonso de Borbón (futuro Alfonso XII), incluso el veterano general Espartero. Finalmente sería elegido el italiano Amadeo de Saboya, que reinaría brevemente (1870-1873) como Amadeo I.
Uno de los principales candidatos fué el príncipe Leopold Stefan Karl Anton Gustav Eduard Tassilo von Hohenzollern-Sigmaringen, jefe de una de las casas nobles de mayor abolengo de Europa. Leopold tenía el apoyo de Prim y del primer ministro de Prusia, Otto von Bismarck; pero el emperador francés Napoleón III se opuso rotundamente y frustró su candidatura (el desencuentro entre ambas naciones llevó a la guerra franco-prusiana de 1870).
Cuando la prensa española publicó el nombre del príncipe como candidato al trono se juntaron lo complicado de la pronunciación de su nombre con el habitual ingenio hispano... y el noble alemán acabó siendo conocido por el pueblo español como Leopoldo Ole-Ole Si Me Eligen.
domingo, 3 de febrero de 2013
Películas malditas
Hay películas que parecen marcadas por un sino fatal. Aunque no soy de los que creen en maldiciones y mal de ojo, es cierto que hay casos en los que parece que la mala suerte se ha cebado con determinados filmes.
Rebelde sin causa (1955)
Uno de los filmes icónicos de los años 50 cuyos tres protagonistas, curiosamente, murieron jóvenes y de muertes violentas. El primero en morir, el mítico James Dean, murió apenas transcurrido un año del rodaje, el 30 de septiembre de 1955, en un brutal accidente de tráfico. Natalie Wood, su partenaire, murió en noviembre de 1981, ahogada tras caer desde su yate en un confuso incidente. El tercero en discordia, Sal Mineo, falleció en febrero de 1976, apuñalado por un vagabundo cuando se dirigía a su casa en Los Ángeles. Otro de los actores secundarios, Nick Adams, murió en 1968 a causa de una sobredosis.
Vidas rebeldes (1961)
Los tres protagonistas de este filme de John Huston, tres de las grandes estrellas de Hollywood de la época, murieron en los años posteriores a su estreno. Clark Gable falleció apenas unas semanas después de terminada la película, en noviembre de 1960, de un ataque al corazón. Se dijo que los esfuerzos que tuvo que hacer en el trabajoso rodaje agravaron una enfermedad cardíaca previa. No llegó a conocer a su hijo Clark Jr., que nacería cinco meses después de su muerte. La inolvidable Marilyn Monroe fallecería en agosto de 1962, sin haber terminado de rodar ninguna otra película, en un extraño caso de suicidio/sobredosis nunca del todo aclarado. Montgomery Clift, asediado por sus problemas mentales y la adicción a las drogas, moriría en julio de 1966 de un ataque al corazón.
El exorcista (1973)
Se trata de uno de los casos de "películas malditas" más conocidos. El actor Jack MacGowran falleció durante el rodaje a causa de las complicaciones de una gripe, por lo que hubo que cambiar el guión y "matar" a su personaje. También murió Vasiliki Maliaros, actriz no profesional que daba vida a la madre del padre Karras (aunque hay que tener en cuenta que tenía 89 años). Hubo varios accidentes y murieron algunos miembros del equipo técnico, incluído un especialista y un vigilante nocturno. Pero además, mientras se rodaba el filme murieron el abuelo de Linda Blair (la niña poseída), el hermano de Max von Sydow (el padre Merrin), el hijo de Jason Miller (el padre Karras) y el hijo recién nacido del regidor del filme. Además, uno de los actores secundarios, Paul Bateson, fue encarcelado años después por asesinato y fue sospechoso de ser un asesino en serie responsable de la muerte y descuartizamiento de varios homosexuales en Nueva York. Oh, me olvidaba, durante la parte del rodaje que tuvo lugar en Irak, fallecieron cuatro trabajadores locales contratados por la productora.
Poltergeist (1982-88)
En este caso, es toda una trilogía la que parece marcada por el infortunio. Tras el estreno de la película original, la joven actriz Dominique Dunne, que interpretaba a la hija mayor de la familia en cuya casa tenían lugar los sucesos del filme, murió estrangulada a manos de un ex-novio celoso (tenía sólo 22 años). Después de estrenarse Poltergeist II: El otro lado (1986), fallecían los actores Will Sampson y Julian Beck, aunque hay que señalar que ambos ya estaban enfermos al comenzar el rodaje. Finalmente, durante el rodaje de Poltergeist III (1988) la protagonista de los tres filmes, la pequeña Heather O'Rourke, de sólo doce años, fallecía por complicaciones de la enfermedad de Crohn, que le provocó una oclusión intestinal que derivó en un shock séptico y un paro cardíaco.
Superman
Aquí la maldición afecta no solo a un filme, sino a un personaje. La "maldición de Superman" tiene su comienzo con George Reeves, actor que encarnó al superhéroe en una serie de televisión de los años cincuenta; murió de un disparo en la cabeza en lo que se catalogó como "suicidio" aunque los indicios apuntaban más bien a un homicidio. Saltando a las adaptaciones modernas, conocido es el caso de Christopher Reeve: el Superman más famoso de la pantalla fallecía en 2004 tras pasarse la última década de su vida tetrapléjico a causa de un accidente de hípica. No quedan ahí las desdichas, ya que la actriz Margot Kidder, que daba vida a Lois Lane, padeció graves desequilibrios mentales que la llevaron incluso a varios ingresos en un sanatorio psiquiátrico. Y el cómico Richard Pryor, co-protagonista en Superman III (1983) fué diagnosticado de esclerosis múltiple poco después de este rodaje, y murió en 2005. Al parecer, cuando se rodó un nevo filme sobre el personaje en 2006, hubo actores que rechazaron participar en el por miedo a la supuesta "maldición".
El caballero oscuro (2008)
La segunda ocasión en que Christopher Nolan dirigía a Christian Bale en la piel del sombrío superhéroe también tiene su ración de tragedias. No sólo murió un especialista durante el rodaje, sino que poco después Heath Ledger, que interpretaba al Joker, fallecía de una sobredosis. Y Morgan Freeman, Lucius Fox en el filme, sufrió un grave accidente de tráfico que casi le cuesta la vida.
Rebelde sin causa (1955)
Uno de los filmes icónicos de los años 50 cuyos tres protagonistas, curiosamente, murieron jóvenes y de muertes violentas. El primero en morir, el mítico James Dean, murió apenas transcurrido un año del rodaje, el 30 de septiembre de 1955, en un brutal accidente de tráfico. Natalie Wood, su partenaire, murió en noviembre de 1981, ahogada tras caer desde su yate en un confuso incidente. El tercero en discordia, Sal Mineo, falleció en febrero de 1976, apuñalado por un vagabundo cuando se dirigía a su casa en Los Ángeles. Otro de los actores secundarios, Nick Adams, murió en 1968 a causa de una sobredosis.
Vidas rebeldes (1961)
Los tres protagonistas de este filme de John Huston, tres de las grandes estrellas de Hollywood de la época, murieron en los años posteriores a su estreno. Clark Gable falleció apenas unas semanas después de terminada la película, en noviembre de 1960, de un ataque al corazón. Se dijo que los esfuerzos que tuvo que hacer en el trabajoso rodaje agravaron una enfermedad cardíaca previa. No llegó a conocer a su hijo Clark Jr., que nacería cinco meses después de su muerte. La inolvidable Marilyn Monroe fallecería en agosto de 1962, sin haber terminado de rodar ninguna otra película, en un extraño caso de suicidio/sobredosis nunca del todo aclarado. Montgomery Clift, asediado por sus problemas mentales y la adicción a las drogas, moriría en julio de 1966 de un ataque al corazón.
El exorcista (1973)
Se trata de uno de los casos de "películas malditas" más conocidos. El actor Jack MacGowran falleció durante el rodaje a causa de las complicaciones de una gripe, por lo que hubo que cambiar el guión y "matar" a su personaje. También murió Vasiliki Maliaros, actriz no profesional que daba vida a la madre del padre Karras (aunque hay que tener en cuenta que tenía 89 años). Hubo varios accidentes y murieron algunos miembros del equipo técnico, incluído un especialista y un vigilante nocturno. Pero además, mientras se rodaba el filme murieron el abuelo de Linda Blair (la niña poseída), el hermano de Max von Sydow (el padre Merrin), el hijo de Jason Miller (el padre Karras) y el hijo recién nacido del regidor del filme. Además, uno de los actores secundarios, Paul Bateson, fue encarcelado años después por asesinato y fue sospechoso de ser un asesino en serie responsable de la muerte y descuartizamiento de varios homosexuales en Nueva York. Oh, me olvidaba, durante la parte del rodaje que tuvo lugar en Irak, fallecieron cuatro trabajadores locales contratados por la productora.
Poltergeist (1982-88)
En este caso, es toda una trilogía la que parece marcada por el infortunio. Tras el estreno de la película original, la joven actriz Dominique Dunne, que interpretaba a la hija mayor de la familia en cuya casa tenían lugar los sucesos del filme, murió estrangulada a manos de un ex-novio celoso (tenía sólo 22 años). Después de estrenarse Poltergeist II: El otro lado (1986), fallecían los actores Will Sampson y Julian Beck, aunque hay que señalar que ambos ya estaban enfermos al comenzar el rodaje. Finalmente, durante el rodaje de Poltergeist III (1988) la protagonista de los tres filmes, la pequeña Heather O'Rourke, de sólo doce años, fallecía por complicaciones de la enfermedad de Crohn, que le provocó una oclusión intestinal que derivó en un shock séptico y un paro cardíaco.
Superman
Aquí la maldición afecta no solo a un filme, sino a un personaje. La "maldición de Superman" tiene su comienzo con George Reeves, actor que encarnó al superhéroe en una serie de televisión de los años cincuenta; murió de un disparo en la cabeza en lo que se catalogó como "suicidio" aunque los indicios apuntaban más bien a un homicidio. Saltando a las adaptaciones modernas, conocido es el caso de Christopher Reeve: el Superman más famoso de la pantalla fallecía en 2004 tras pasarse la última década de su vida tetrapléjico a causa de un accidente de hípica. No quedan ahí las desdichas, ya que la actriz Margot Kidder, que daba vida a Lois Lane, padeció graves desequilibrios mentales que la llevaron incluso a varios ingresos en un sanatorio psiquiátrico. Y el cómico Richard Pryor, co-protagonista en Superman III (1983) fué diagnosticado de esclerosis múltiple poco después de este rodaje, y murió en 2005. Al parecer, cuando se rodó un nevo filme sobre el personaje en 2006, hubo actores que rechazaron participar en el por miedo a la supuesta "maldición".
El caballero oscuro (2008)
La segunda ocasión en que Christopher Nolan dirigía a Christian Bale en la piel del sombrío superhéroe también tiene su ración de tragedias. No sólo murió un especialista durante el rodaje, sino que poco después Heath Ledger, que interpretaba al Joker, fallecía de una sobredosis. Y Morgan Freeman, Lucius Fox en el filme, sufrió un grave accidente de tráfico que casi le cuesta la vida.