miércoles, 28 de septiembre de 2016

De cuando Lord Nelson se dejó un brazo en Tenerife

El ataque británico a Tenerife (obra de Francisco Aguilar)

Corría el año de 1797 y España, como casi siempre, se hallaba en guerra contra Inglaterra. El 14 de febrero de ese año, una escuadra inglesa comandada por el almirante John Jervis había derrotado frente al cabo San Vicente (en el Algarve portugués) a un convoy español procedente de Cartagena de Indias. Cuatro navíos españoles habían sido capturados; pero el grueso de la flota había logrado ponerse a salvo en el puerto de Cádiz. Los ingleses, no queriendo renunciar a sus presas y a los tesoros que transportaban, bombardearon la ciudad y bloquearon su puerto en junio. Pero la defensa española hizo fracasar la operación y los ingleses, tras perder tres navíos, tuvieron que levantar el asedio a principios de julio.
Viendo así frustrado su principal objetivo, una flota británica, al mando del contralmirante Horatio Nelson, se dirigió hacia las islas Canarias con el fin de tomar la isla de Tenerife (y luego el resto del archipiélago), para de este modo comprometer el tráfico naval entre la península y las colonias americanas, y a su vez servir como base para la Royal Navy. Un plan que habían preparado con antelación, ya que se menciona en una carta de Nelson a Jervis del 12 de abril de 1797.

El almirante Horatio Nelson (1758-1805)

La flota británica estaba compuesta por tres navíos de línea: los HMS Theseus (como buque insignia), Culloden y Zealous; las fragatas HMS Seahorse, Emerald y Terpsichore; el cúter HMS Fox; y la bombarda Rayo, capturada a los españoles. Una vez iniciado el ataque se uniría a la flota un cuarto navío, el HMS Leander. En total, los británicos contaban con unos 4000 hombres, entre soldados y marineros, y casi 400 cañones. Mientras, en Santa Cruz de Tenerife había apenas 1700 defensores, de los que más de la mitad (900) eran milicianos locales de los regimientos de La Laguna, La Orotava, Garachico, Güímar y Abona, civiles sin apenas adiestramiento militar. Además, había unos 400 artilleros (de los que apenas 60 eran veteranos) para atender las 91 bocas de fuego de las 16 baterías que protegían la ciudad; 247 soldados del Batallón de Infantería de Canarias; 60 de las Banderas de Cuba y La Habana; y 110 franceses, tripulantes de la fragata La Mutine, capturada por los ingleses dos meses antes mientras estaba fondeada en la bahía de Santa Cruz. Al frente de los defensores, un veterano y curtido oficial, el general burgalés Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana. El general Gutiérrez sospechaba que un ataque británico era inminente; estaba seguro de que aprovecharían que la flota española estaba bloqueada en Cádiz y, además, buques ingleses llevaban meses estudiando la costa de la isla con un descaro absoluto.

Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana (1729-1799)
Por eso, cuando el 19 de julio un vigía situado en la Punta de Anaga avistó la flota británica, Gutiérrez ya había tomado medidas para recibirla. El primer intento de los británicos tuvo lugar la madrugada del 22 de julio, cuando una treintena de lanchas, con cerca de un millar de hombres al mando del capitán sir Thomas Troubridge, comandante del Culloden, trataron de desembarcar al noroeste de Santa Cruz, amparados en la oscuridad. Pero el desembarco fracasó debido al desconocimiento de los ingleses de las mareas y las corrientes de la isla; al amanecer fueron descubiertos y el fuego de artillería del castillo de Paso Alto los obligó a retroceder.
Nelson, contrariado por este primer revés, ordenó un nuevo desembarco. Sobre las diez de la mañana del día 22, luchando contra las corrientes y eludiendo la artillería española, un millar de soldados británicos desembarcaban en la playa del Bufadero. El plan de Nelson consistía en que sus tropas tomasen Paso Alto y desde allí bombardearan la ciudad, a la vez que la infantería atacaba por tierra hasta rendir Santa Cruz. Pero nada más desembarcar, los británicos quedaron encajonados en Valleseco, sin poder avanzar por lo escabroso del terreno, por la artillería de Paso Alto y por la presencia de 200 soldados españoles apostados en las salidas de Valleseco. Tras un día entero sin avanzar, bajo un sol abrasador y sin posibilidad de salir de aquella ratonera, Troubridge ordenó la retirada en la tarde del día 23.
Nelson no había previsto tantas dificultades. Había subestimado la combatividad de los españoles y el talento de su comandante. Impaciente e insatisfecho, cambió su estrategia y decidió dar un golpe de mano, un ataque directo y a gran escala. La noche del 24 de julio 1300 británicos, con el propio Nelson a la cabeza, se embarcaban en 30 lanchas, el Fox y una goleta capturada días antes, y se dirigían directamente hacia el puerto de Santa Cruz. Su objetivo era desembarcar a ambos lados del castillo de San Cristóbal, cuartel general de Gutiérrez, para tomarlo. Amparados por la oscuridad, con lonas cubriendo las lanchas para no ser vistas y en completo silencio, trataban de llegar a tierra inadvertidamente. Sin embargo, Gutiérrez, que había anticipado este movimiento, ya se había preparado, acumulando tropas en la ciudad y distribuyéndolas en lugares estratégicos.
A eso de la una y media de la mañana del día 25, los hombres de la batería del puerto descubrieron a la flotilla británica que se aproximaba y dieron la alarma. De inmediato, las baterías del muelle y las de San Cristóbal, Santo Domingo, San Pedro, Paso Alto, San Telmo y La Concepción abrieron fuego, alcanzando y dispersando a las embarcaciones británicas. El Fox fue alcanzado y hundido, y se fue al fondo del mar llevándose consigo armas, municiones, pertrechos y un centenar de hombres. Unos 700 hombres lograron desembarcar en la ciudad. Una parte desembarcó en la playa de las Carnicerías, desde donde se internaron en la ciudad, pero su avance se vio detenido en la plaza de Santo Domingo por la feroz resistencia local. Otra parte, entre los que estaba Nelson, desembarcó en la playa de la Alameda, cercana a San Cristóbal. Pero el almirante, antes de poner pie en tierra, ya había recibido el impacto de un cañonazo en su brazo derecho, destrozándoselo. Nelson salvó la vida gracias a su hijastro, el teniente Josiah Nisbet, que le hizo un torniquete con su cinturón evitando que se desangrara. Evacuado de urgencia al Theseus, el cirujano se vio obligado a amputarle el brazo por debajo del codo. Tradicionalmente, se ha atribuido el "mérito" del disparo al llamado Cañón Tigre, que disparaba a través de una tronera abierta expresamente en el muro del castillo de San Cristóbal el día anterior al ataque por iniciativa del teniente de artillería Francisco Grandi Giraud, y cuya metralla hacía estragos entre los británicos.

"Nelson herido en Tenerife", cuadro de Richard Westall (1806)
A pesar del duro castigo que estaban recibiendo, los británicos lograron tomar la batería del puerto, clavando los cañones para inutilizarlos, e incluso intentaron un asalto al castillo de San Cristóbal por su parte trasera, que fue rechazado sin problemas, dispersándose a continuación. Durante la madrugada se sucedieron las escaramuzas y los enfrentamientos por las calles de la ciudad entre los británicos y los españoles (tanto soldados como civiles), que desde las esquinas, las ventanas y los tejados acribillaban a los invasores.
El capitán Troubridge, que había desembarcado con algunos hombres en la playa de la Caleta, logró abrirse paso hasta la plaza de la Pila, donde se hizo fuerte. Pero, al ver que la situación no pintaba bien, Troubridge y los suyos abandonaron la Pila y se dirigieron hacia Santo Domingo, donde se reunieron con los que allí resistían. Sin embargo, ante el acoso de los españoles, se vieron obligados a atrincherarse en el convento que había en la plaza.
Troubridge y los suyos estaban en una ratonera. Rodeados por todas partes, acosados por los francotiradores españoles, el silencio de la ciudad les reveló que ellos eran los únicos combatientes británicos que todavía quedaban en la ciudad. Aún así, el capitán trató de buscar una salida y amenazó con "quemar el convento y la ciudad" si no le dejaban retirarse, quizá buscando ganar tiempo para que llegaran refuerzos. Pero el general Gutiérrez ya había movido ficha. Había enviado un destacamento al puerto para evitar la llegada de más tropas británicas y reforzado el cerco en torno al convento. Nelson, aún convaleciente, intentó hacer llegar refuerzos a los sitiados, mandando quince botes con soldados, pero la artillería española hundió tres de ellos, matando a treinta hombres y obligándoles a dar media vuelta.


Al verse atrapados y sin posibilidad de recibir ayuda, los británicos refugiados en el convento se vieron obligados a negociar. Gutiérrez, no deseando provocar un mayor derramamiento de sangre, fue generoso y accedió a que se negociase una capitulación honrosa, que permitió a los británicos retirarse con sus armas, y no una rendición. La capitulación fue firmada en el castillo de San Cristóbal la mañana del 25 de julio, por el general Gutiérrez por el bando español y el capitán Samuel Hood, comandante del Zealous, por los británicos. El almirante Nelson se comprometió a que ninguna escuadra británica volviese a atacar Tenerife, y a llevar a Cádiz una carta de Gutiérrez al gobierno español anunciando la victoria.
Los algo más de 300 soldados británicos que se habían refugiado en el convento fueron reembarcados en el puerto, en botes británicos y canarios, de vuelta a sus navíos. En total, los ingleses habían tenido 231 muertos (44 en combate y 177 ahogados), entre ellos el capitán de la Terpsichore, Richard Bowen; 123 heridos y cinco desaparecidos, amén de 300 prisioneros. Los españoles sólo tuvieron 32 muertos y 40 heridos. Nelson y Gutiérrez mantuvieron un cortés intercambio de cartas (las primeras que Nelson escribía con su mano izquierda), en las que el británico agradecía la consideración del general español y el buen trato dado a los soldados británicos heridos. Posteriormente, Nelson trataría de maquillar su derrota afirmando haberse enfrentado a 8000 defensores (justo el doble de sus efectivos) y diría que Tenerife había sido "el más horrible infierno que había tenido que soportar, y no sólo por la pérdida de su brazo".

El "Cañón Tigre"
La heroica victoria contra los ingleses le valió a Santa Cruz de Tenerife el título de Muy Noble, Leal e Invicta Villa, Plaza y Puerto de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, y numerosas condecoraciones a los que se habían distinguido (tanto soldados como civiles) en los combates. Hoy en día se conmemora en Tenerife la fecha con la celebración de la Recreación de la Gesta del 25 de Julio. En lo que queda del castillo de San Cristóbal, hoy convertido en museo, se dedica un amplio espacio a recordar este enfrentamiento, incluido el famoso Cañón Tigre. Además, en el Centro de Cultura e Historia Militar de Canarias se conservan dos banderas británicas, capturadas a los ingleses durante los combates.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Brenda Dean Paul

Brenda Irene Isabelle Frances Theresa Dean Paul (1907-1959)

Nació en una cuna privilegiada, rodeada de lujos y comodidades. Tenía dinero, fama, belleza, talento, inteligencia y una personalidad seductora. Pero en su vida se cruzó la heroína, llevándola a una continua caída que duraría hasta su final.
Brenda Irene Isabelle Frances Theresa Dean Paul, conocida habitualmente como Brenda Dean Paul, nació el 8 de mayo de 1907. Su padre era sir Aubrey Dean Paul, 5º baronet Paul, capitán del ejército británico y descendiente de John Churchill, primer duque de Marlborough; y su madre era Irene Régine Wieniawski, una reputada pianista y compositora belga que utilizaba el seudónimo Poldowski. Brenda, como era habitual en su círculo social, recibió una esmerada educación. Muy joven se despertó en ella el interés por la interpretación. Actuó en pequeños papeles en el teatro desde su adolescencia, y en 1927 viajó a Berlín a probar fortuna en el mundo del cine. Pero no tardó en quedar fascinada por la vibrante vida nocturna del Berlín de entreguerras. No consiguió el papel que buscaba, pero se divirtió de lo lindo frecuentando los cabarets berlineses.


A su vuelta a Gran Bretaña, Brenda se convirtió en uno de los rostros más conocidos de los llamados British Young Things, un grupo de jóvenes de familias acomodadas y aristocráticas, habituales de la crónica social por su estilo de vida bohemio y frívolo, entre los que se encontraban nombres que luego se harían célebres como el fotógrafo Cecil Beaton, los escritores Evelyn Waugh y Anthony Powell y el compositor William Walton. Brenda era una de las que más interés despertaba entre el público, que seguía con atención los relatos de sus andanzas. Su estilo a la hora de vestir era admirado e imitado por mujeres de todas las clases sociales, mientras ella vivía su despreocupada vida de fiestas y amoríos. Marcaba tendencias en cuanto a la moda femenina, convirtiéndose así en antecedente de lo que hoy se denomina una "it girl".


Pero todo cambió cuando entró en escena la heroína. Todo comenzó con un aborto (algunos dicen que provocado) que Brenda sufrió a finales de los años 20, que le dejó numerosas secuelas que la hicieron engancharse a la morfina, primero, y a la heroína, más tarde. Su adicción se agravó rápidamente, pese a los esfuerzos de su familia por ayudarla. Su comportamiento cada vez más errático acabó por provocarle problemas con la ley. En febrero de 1931 fue llevada ante un tribunal por primera vez, acusada de pagar con un cheque sin fondos. A esta acusación le seguirían otras como posesión de drogas peligrosas, obtención de bienes de manera fraudulenta e impagos, que acabarían llevándola a pasar una temporada en la cárcel de Holloway en 1932. Durante su encierro desarrolló un trastorno alimenticio que la llevó a pesar sólo 35 kilos, agravando más su salud.


Los siguientes años de su vida se convirtieron en una montaña rusa de subidas y bajones. Entraba y salía de clínicas de reposo, alternando periodos más o menos estables con otros de dejadez y consumo desaforado. En 1935 logró desintoxicarse y publicar su autobiografía, My First Life, anunciando su intención de retomar su carrera como actriz, pero no tardaría en recaer de su adicción. En 1939 fue desahuciada de su piso después de que su casero denunciara que solía ir desnuda por la casa e incluso abría la puerta de esa guisa. En 1940 volvió a los juzgados, acusada de efectuar compras en nombre de otras personas. Por supuesto, la prensa no perdía detalle de todos estos sucesos; las desventuras de la "drogadicta de la alta sociedad", como era llamada, ocupaban espacios importantes en las revistas de sucesos y cotilleos.
La misma tónica se siguió repitiendo año tras año. Periodos de lucidez intercalados entre otros de absoluto decaimiento. Todo tipo de rumores circulaban sobre ella: que había sido vista lavando una jeringuilla con el agua de los jarrones de un elegante restaurante de Londres, que ganaba dinero alquilándose para recibir palizas en sesiones de sadomasoquismo... En una entrevista concedida en 1951 afirmó estar curada y que pensaba abrir su propia clínica de rehabilitación, algo que nunca llevó a cabo. En 1952 consiguió un papel en el teatro como protagonista de la obra La princesa Zoubaroff, pero no tardaría en volver a las andadas.


En 1957 fue ingresada en un hospital psiquiátrico de Roma tras encontrársele en su poder un paquete con cocaína. Moriría en su piso de Londres el 26 de junio de 1959, por "causas naturales" (la causa real fue una sobredosis).

jueves, 22 de septiembre de 2016

El Estado Libre de Jones

Newton Knight (1837?-1922)

Recientemente se ha estrenado en los cines españoles la película Los hombres libres de Jones (Free State of Jones). Dirigida por Gary Ross (Seabiscuit) y protagonizada por Matthew McConaghey (Dallas Buyers Club), la película rescata uno de los episodios más curiosos sucedidos durante la Guerra de Secesión norteamericana, la revuelta del condado de Jones (Mississippi), en la que una milicia local mantuvo en jaque durante más de un año a las autoridades confederadas.
Antes del estallido de la guerra, Jones era un condado como muchos otros del sur, cuya riqueza provenía fundamentalmente de la explotación de la tierra. Cubierto en buena parte de bosques y pantanos, la mayoría de sus habitantes eran pequeños granjeros o leñadores. Pocos de sus habitantes tenían esclavos; éstos suponían apenas el 12% de la población total, la cifra más baja de todo el estado.


Uno de aquellos pequeños granjeros de Jones era Newton Knight. La fecha de su nacimiento es discutida. Algunos de sus familiares dijeron que había nacido en 1829 o 1830, aunque en el censo de 1900 él afirmó haber nacido en noviembre de 1837, fecha que al parecer coincidiría con los datos de otros censos previos. Newton, pese a ser nieto de Jackie Knight, un acaudalado granjero y uno de los mayores poseedores de esclavos del condado, no tenía ninguno. Sus hondas convicciones religiosas y morales le llevaban a rechazar tal institución. Miembro de la Iglesia Baptista Primitiva, era un hombre honrado, recto, trabajador y abstemio (en esto no se parecía a su padre ni a su abuelo).
A finales de 1860, la tensión entre los estados del sur y el gobierno de Washington llegó a un punto de no retorno. A lo largo del invierno de 1860-61, uno tras otro, los estados sureños fueron declarando su secesión de los EEUU (el primero fue Carolina del Sur, el 24 de diciembre de 1860) para formar los Estados Confederados de América, con capital en Montgomery (Alabama), que luego se trasladaría a Richmond (Virginia). Mississippi celebró un congreso para decidir si se separaban o no de los estados del norte. Todos los condados del estado enviaron delegados, y también Jones lo hizo. Su representante, John H. Powell, era opuesto a la secesión, como la mayor parte de los habitantes del condado. Votó en contra de la secesión en la primera votación, pero luego, presionado por los partidarios de la separación, acabó cambiando su elección y votando a favor en la segunda ronda, algo que no sentó nada bien en Jones.


Newton Knight se alistó en el ejército confederado en julio de 1861, como otros amigos y familiares suyos (perdería a dos hermanos en la contienda, William y James), pero seis meses después le concedieron una licencia especial para poder cuidar de su padre enfermo. En mayo de 1862 volvió a filas, alistándose junto a un buen número de amigos y vecinos de su condado en el 7º Batallón de Jasper County. Sin embargo, Newton pronto empezó a mostrarse disconforme con el funcionamiento del ejército confederado y el discurrir de la guerra. A la escasez de víveres se sumaban las preocupantes noticias que llegaban a los hombres de Jones desde sus hogares, donde sus familias, sin el trabajo de los ausentes, a duras penas lograban sacar adelante sus cosechas. Al propio Newton le llegaron noticias de que su cuñado, Morgan Lines, que había quedado al cargo de su familia, maltrataba a sus hijos. Pero lo que realmente colmó la paciencia de Knight fue la llamada Ley de los Veinte Negros. Esta ley, promulgada por el gobierno confederado en la primavera de 1862, eximía de prestar servicio en el ejército a aquellos propietarios que acreditasen ser dueños de al menos veinte esclavos. No sólo eso; por cada veinte esclavos adicionales que poseyeran podían librar del reclutamiento a un familiar. Aquello le enfureció; le convenció de que aquella guerra que libraban, supuestamente para proteger a la gente del sur, en realidad pretendía salvaguardar las fortunas de los privilegiados, de los terratenientes y los grandes cultivadores.
En octubre de 1862, Newton Knight fue declarado desertor. Él justificaría su deserción más tarde: "Si ellos tenían el derecho a reclutarme cuando yo no quería luchar contra la Unión, yo tenía el derecho a irme cuando lo quisiera". Según contaban sus familiares, viajó más de 200 millas de vuelta a su casa y lo primero que hizo fue matar a tiros a Morgan Lines. Capturado por las autoridades confederadas a principios de 1863, fue encarcelado (y posiblemente torturado) y, como escarmiento y aviso a otros desertores, su granja fue arrasada y quemada, dejando a su mujer e hijos prácticamente en la indigencia.


Pero Knight no tardó en escaparse y buscar refugio en los pantanos del condado, donde su buen conocimiento del terreno le permitiría mantenerse oculto. No era el único que había pensado en ello; en el pantano, Knight encontró a otros que como él tenían motivos para huir de las autoridades confederadas: desertores, partidarios de la Unión, esclavos huidos... Todos ellos no tardaron en organizarse y formar una milicia, bajo las órdenes de Newton, que desde entonces se dedicó a combatir a la Confederación; no sólo a los soldados, también a sus funcionarios (recaudadores, oficiales de reclutamiento) y a sus más destacados partidarios. Muy pronto, las autoridades de Richmond empezaron a recibir quejas que hablaban de ataques a conocidos partidarios confederados: granjas quemadas, familias obligadas a abandonar sus hogares. El comandante Amos McLean, enviado al condado para investigar la situación, fue tiroteado y muerto la noche del 5 de octubre de 1863, supuestamente a manos de Newton Knight. Apenas ocho días más tarde, el 13 de octubre, se establecía de manera oficial la llamada Knight Company, una milicia formada por fugitivos a las órdenes de Knight, cuyo objetivo declarado era proteger a los habitantes de la región de los abusos de las autoridades confederadas.
Los hombres de Knight empezaron a hostigar a los confederados con gran entusiasmo, persiguiendo con especial encarnizamiento a los encargados de recaudar impuestos y requisar víveres para el ejército. En la primavera de 1864, las autoridades confederadas admitían haber perdido competamente el control sobre el condado de Jones y que la recaudación de impuestos era virtualmente imposible. En marzo de ese año Knight y los suyos tomaron Einsville, la capital del condado, izando la bandera del norte en el juzgado. De nada sirvieron los soldados enviados por los confederados para sofocar la revuelta. Knight y los suyos tenían su principal campamento a orillas del río Leaf, pero se movían a sus anchas por los pantanos y bosques de Jones y de los condados adyacentes de Covington, Jasper, Smith y Perry. Poseían además un amplio número de simpatizantes y colaboradores, que les suministraban víveres e información. Una carta de uno de sus exploradores al general nordista John M. Palmer informando de la situación en Jones cifraba en unos 600 los hombres a las órdenes de Knight; pero éste, tras la guerra, afirmaría que su número nunca pasó de los 125.
Entre 1863 y 1865, cuando terminó la guerra, Knight y los suyos mantuvieron al condado de Jones independiente de facto del gobierno de Richmond, hasta un punto en el que se hablaba habitualmente del "Estado Libre de Jones". Durante ese periodo, hay documentados al menos 14 enfrentamientos con tropas confederadas. Tuvieron éxitos sonados, como la toma de la localidad de Paulding, en el condado de Jasper, donde capturaron cinco vagones de tren cargados de maiz y destinados a alimentar a los soldados del sur; los hombres de la Knight Company los distribuyeron entre la población local. Los esfuerzos de las tropas confederadas por dar con ellos eran infructuosos. Sólo tuvo un éxito relativo un batallón de soldados a las órdenes del coronel Robert Lowry, quienes, usando sabuesos, lograron capturar (y luego ahorcar) a diez miembros de la partida de Knight, entre ellos dos de sus primos, Benjamin Knight y Sil Coleman.
En varias ocasiones se rumoreó que el condado de Jones se había separado oficialmente de los Estados Confederados, aunque al parecer tal proclamación no llegó a producirse. Si se sabe que Knight trató de cruzar la frontera para unirse al ejército del Norte, pero no logró cruzar las líneas del ejército confederado.
Tras el final de la guerra, Newton Knight fue contratado por el gobierno de la Unión para distribuir comida entre las familias más necesitadas del condado. Posteriormente, regresaría a su granja, dedicándose al cultivo de cereales. También ejercería como US Marshall y como comandante del 1º Regimiento de Infantería de Jasper County, con el rango de coronel. En 1870 pidió al gobierno de Washington una serie de compensaciones económicas y pensiones para varios de los miembros de su compañía, incluidas las familias de los caídos, apoyando dicha petición con numerosas delcaraciones juradas de la lealtad de él y de sus hombres a la Unión. La petición fue denegada, por considerar que no estaba probado que se hubieran levantado en nombre de los Estados Unidos, ni que estuvieran inequívocamente del lado del norte durante toda la guerra.

Newton Knight, con uno de sus nietos (principios del siglo XX)
A mediados de la década de 1870, Newton Knight se separó de su esposa Serena Turner y comenzó una relación con una esclava liberada llamada Rachel, que en tiempos había sido propiedad de su abuelo. Newton, quien tenía nueve hijos de su primer matrimonio, tendría otros cinco hijos con Rachel. Es más, dos de los hijos de su primer matrimonio, Matthew y Molly, se casarían con dos de los hijos que Rachel había tenido de anteriores relaciones, Fannie y Jeffrey, conformando así una insólita triple unión familiar e interracial (además de ilegal, ya que la ley de Mississippi prohibía los enlaces mixtos). Una unión que, lógicamente, causó un notable escándalo en la época. Newton se instalaría con sus dos familias en una granja cerca del pueblo de Soso, en el noroeste del condado. Rachel falleció en 1889; Newton moriría en 1922 y, a petición propia, fue enterrado junto a ella (a pesar de que la ley tampoco permitía los enterramientos de blancos y negros en el mismo cementerio) en lo que hoy es el Knight Cementery, donde también yacen la mayor parte de sus descendientes. En su lápida, a modo de epitafio, la frase He lived for others (Vivió para los demás). Su esposa Serena (de la que nunca llegaría a divorciarse) fallecería al año siguiente, en 1923.


La figura de Newton Knight despertó grandes discusiones y aún hoy sigue generando controversia. Para unos fue un héroe, un visionario, un pionero en la lucha por la igualdad entre blancos y negros. Otros lo consideran, sin embargo, un traidor y un bandolero. Una discusión que se dio incluso en el seno de la familia Knight. En 1935, su primogénito, Thomas, publicó en un libro sobre su figura, The life and activities of Captain Newton Knight: And his company and the Free State of Jones County, donde lo retrataba como una suerte de moderno Robin Hood, un hombre recto y honrado que había rechazado luchar por una causa en la que no creía (aunque omitía el espinoso asunto de su unión con Rachel). Sin embargo, en 1951 la sobrina-nieta de Newton, Ethel Knight, publicaba su propia versión de la historia: Echo of the Black Horn: An Authentic Tale of  "The Governor" of the "Free State of Jones", en el que lo describía como un criminal brutal y sin escrúpulos, un traidor al sur, y afirmaba que la mayoría sus hombres no eran auténticos partidarios de la Unión,  sino personas a las que había engañado o coaccionado para unirse a su causa. También condenaba su relación con Rachel; curiosamente, a lo largo de los años, su familia mixta le valió más críticas que su condición de desertor y traidor a la causa confederada.

sábado, 17 de septiembre de 2016

El último golpe de Cowboy Bob

Peggy Jo Tallas (1944-2005)

Una mañana de mayo de 1991, una sucursal del American Federal Bank en Irving (Texas), a unos 20 kilómetros de Dallas, fue víctima de un atraco. Un hombre de pelo gris entraba en la sucursal, vestido con ropa holgada, gafas de sol, guantes, un sombrero vaquero y luciendo una llamativa barba, y se dirigió hacia la cajera. Sin decir una sola palabra, le alargó una nota que ponía "Esto es un robo. Deme el dinero. Ni billetes marcados ni fajos explosivos". La empleada le entregó un puñado de billetes, que el ladrón guardó en una cartera, y salió tranquilamente por la puerta, sin llamar la atención.
El FBI se hizo cargo del caso de inmediato. El agente Steve Powell, un experto en atracos a bancos con varias décadas de experiencia, no pudo menos que admirar la limpieza y la eficacia del ladrón. No había dicho una sola palabra, no había tocado nada, no había dejado pistas, había conservado la calma en todo momento, incluso había mantenido la cabeza gacha para que las cámaras del banco no captaran una buena imagen de su rostro. Tras observar las cintas de seguridad y hablar con los empleados, Powell se convenció de que se trataba de un criminal profesional con una larga experiencia como ladrón de bancos.
El misterioso atracador no volvió a actuar hasta seis meses después. En diciembre de 1991, el mismo atracador, con la misma ropa, se llevaba más de 1200 $ de una sucursal del Home Savings of America, también en Irving. En esta ocasión, varios testigos le habían visto irse en un Pontiac Grand Prix de los años 70, e incluso habían anotado la matrícula. Pero resultó una pista falsa; la matrícula estaba a nombre de una agradable señora que vivía no lejos del banco y que, hasta que los agentes del FBI fueron a visitarla, no se había dado cuenta de que alguien le había robado la matrícula de su coche (un Chevrolet). El ladrón (al que ya apodaban Cowboy Bob, por su sombrero vaquero) se había burlado de ellos.
Los atracos de Cowboy Bob continuaron, siempre con el mismo modus operandi, siempre en localidades del área metropolitana de Dallas. En enero de 1992 se llevó 3000 $ de una sucursal del Texas Heritage Bank en la localidad de Garland. Y en mayo, consiguió un botín de más de 5300 $ en el Nations Bank de Mesquite. En ese golpe, el ladrón demostró una vez más su habilidad, rechazando un fajo de billetes trucado que contenía una pequeña bomba de pintura, preparada para estallar cuando saliera de la sucursal.

Cowboy Bob en acción
En septiembre de 1992, Cowboy Bob se llevó 1700 $ del First Gibraltar Bank de Mesquite. De nuevo, un testigo anotó la matrícula de su coche... que resultó ser la de un habitante de Mesquite que no se había dado cuenta de que se la habían robado. Pero esta vez su modo de actuar cambió. Cuando policías y agentes del FBI estaban todavía en la sucursal recogiendo pruebas e interrogando a los testigos, recibieron un sorprendente aviso telefónico: alguien que respondía a la descripción de Cowboy Bob había robado en el First Interstate Bank de Mesquite, distante apenas una milla del primer atraco, llevándose más de 13700 $. Nunca hasta entonces el ladrón había actuado dos veces en un mismo día.
Una vez más, el vehículo del ladrón fue descrito como un Pontiac Grand Prix marrón, pero en este caso la matrícula era diferente, y permitió a los investigadores llegar hasta un hombre llamado Pete Tallas, que trabajaba en una fábrica de piezas de automóvil en la localidad de Carrollton. Tallas, al ser interrogado, admitió ser el dueño de un coche de esas características, pero que ya no estaba en su poder; se lo había regalado a su hermana Peggy Jo, quien cuidaba de su madre enferma y no podía permitirse comprar uno.
El FBI acudió al apartamento que ambas mujeres compartían en las afueras de Dallas. Allí vieron el vehículo y a Peggy Jo cerca de él. El agente Powell creyó que podía ser la novia del ladrón. Al ser interrogada, admitió que el coche era suyo y que esa mañana había salido a comprar fertilizante. Y efectivamente, había una bolsa de fertilizante en el maletero. Así que Powell le pidió permiso para registrar su apartamento. Y ella, tras dudar un momento, se lo concedió.
Cuando registraron el dormitorio de Peggy Jo Tallas, saltó la sorpresa: en el armario había una cabeza de maniquí en la que estaban la barba y el famoso sombrero de Cowboy Bob. Y bajo la cama, una bolsa llena de dinero. Peggy Jo, está usted escondiendo a un hombre, le dijo Powell. No hay ningún hombre aquí, se lo prometo, contestó ella. Entonces, Powell se fijó en algo en lo que no había reparado: Peggy Jo tenía restos de tinte gris en el pelo, y restos de pegamento en el rostro. Súbitamente, el agente del FBI comprendió la verdad: aquella mujer aparentemente corriente e inofensiva era el escurridizo ladrón de bancos al que llevaba persiguiendo más de un año.
Peggy Jo Tallas, nacida en 1944, tenía 48 años cuando fue detenida. Había quedado huérfana de padre muy joven, y su madre los había sacado adelante, a ella y a sus hermanos Pete y Nancy, con mucho esfuerzo. Peggy siempre había tenido un carácter aventurero y poco convencional. Dejó los estudios a los 16 años, diciendo que en la vida había muchas cosas que hacer como para pasarse los días en el instituto. Vivió un tiempo en San Francisco y luego regresó a Dallas, donde fue encadenando diversos trabajos (administrativa, repartidora), sin preocuparse demasiado del futuro. Tuvo una juventud un tanto alocada; le encantaba salir de fiesta con sus amigas y meterse en líos. En 1977, incluso, fue arrestada por uso ilegítimo de un vehículo (una camioneta que encontró con las llaves puestas a la salida de un bar) y fue condenada a cinco años de libertad condicional. Era una mujer atractiva, con el pelo castaño y los ojos verdes, pero nunca se casó ni tuvo hijos; sus amigos lo achacaban a un desengaño amoroso que sufrió cuando descubrió que el hombre con el que salía y del que estaba enamorada ya estaba casado. En los ochenta, cuando sus amigas se habían casado y sentado la cabeza, Peggy se fue a vivir con su madre, que sufría una enfermedad ósea degenerativa, para poder cuidarla.
La noticia de su detención cayó como una bomba entre sus allegados. Todos la describían como una mujer amable y generosa, la última persona de la que habrían esperado algo así. Ni su propia madre tenía la más mínima sospecha. Los que mejor la conocían hablaban de sus problemas económicos, derivados de las facturas médicas de su madre, de sus propios problemas de salud (había sufrido una mastectomía por un cáncer de mama, tenía problemas de espalda y tomaba ansiolíticos) o de que quizá se sentía insatisfecha con su vida. Pero Peggy apenas habló, ni al ser interrogada ni durante su juicio. El agente Powell tenía muchas preguntas: ¿por qué había decidido de repente empezar a robar bancos? ¿cómo se las había arreglado para elaborar un sistema tan sencillo y no cometer errores? ¿por qué había atracado dos bancos el mismo día? ¿y por qué había retirado las matrículas falsas de su coche tras el primer robo? Ella permaneció impasible. Admitió vagamente que había cometido el primer robo para pagar las facturas médicas de su madre, pero no por qué había seguido cometiendo robos.
El juez fue indulgente con Peggy Jo Tallas, en buena medida por no haber empleado armas durante sus atracos, y la condenó a 33 meses de cárcel, que cumplió en el penal federal de Bryan. Cuando salió de prisión volvió a vivir con su madre, con la misma rutina que antes de comenzar los robos, desempeñando trabajos como teleoperadora o cajera, donde jamás dio ni el más mínimo problema. Así pasaron los años hasta que en 2002 fallecieron su hermana Nancy (a causa de un cáncer de mama) y su madre. A partir de ahí, Peggy empezó a hacer planes; le dijo a una amiga que quería hacer algo con su vida antes de que su tiempo se acabase. En la primavera de 2004 se compró una caravana, dejó su trabajo, vendió su coche y sus cosas, y anunció a sus allegados que planeaba irse a México para vivir cerca del mar, como siempre había soñado.
Durante unas semanas, Peggy permaneció a orillas del lago Ray Hubbard, no lejos de Dallas, Luego, a finales del verano, partió con rumbo desconocido. No se sabe si realmente llegó a ir a México, pero semanas más tarde algunas personas afirmaron haberla visto recorriendo el este de Texas en su caravana.
Y en octubre de 2004, una pequeña sucursal del Guaranty Bank de la localidad de Tyler recibía una inesperada visita. Un personaje vestido con ropas anchas, gafas de sol, un sombrero y un llamativo bigote entró en el banco y, con una voz que luego los testigos describirían como "suave, un tanto femenina" le dijo al cajero "Deme todo el dinero. Ni billetes falsos, ni dinero explosivo", para luego irse tranquilamente con el botín. Nadie lo vio huir ni vio qué vehículo conducía. El FBI se puso a buscar sospechosos entre criminales varones de mediana edad. Nadie sospechaba quién podía haber sido el autor. Quizá el agente Powell podría haber tenido una vaga sospecha... pero llevaba varios años retirado.
Peggy Jo siguió viajando por Texas en su caravana, llamando de vez en cuando a su familia y amigos para decirles que estaba bien. Casualmente, el 4 de mayo de 2005, su hermano Pete se encontró con ella en el condado de Kaufman, en el noroeste de Texas. Pasaron juntos un buen rato, charlando y viendo viejas fotos de familia, y a él le pareció que estaba feliz y de buen humor. Se despidieron cariñosamente, prometiendo volver a verse pronto.
Al día siguiente, 5 de mayo, Peggy condujo hasta Tyler. Aparcó su caravana enfrente del Guaranty Bank que había sido atracado el pasado octubre y entró tranquilamente en el banco. Esta vez no iba vestida de hombre; llevaba un sombrero negro, amplias gafas de sol y un llamativo maquillaje. Tranquilamente, le dijo a la cajera "Esto es un robo. Deme todo su dinero y no pulse la alarma". La cajera le entregó más de 11000 dólares y Peggy se dispuso a irse. Pero esta vez había cometido un error; entre el dinero iba un fajo de billetes con una pequeña bomba de pintura que estalló nada mas salir de la sucursal, manchando de rojo los demás billetes y provocando una pequeña nube de humo que llamó la atención de los viandantes. Muchas personas la vieron subirse a su caravana y salir a gran velocidad, y llamaron a la policía.
La persecución no tardó en comenzar. De hecho, en la zona de Tyler había ese día varias patrullas de la policía local y del FBI, buscando a dos jóvenes afroamericanos sospechosos de varios robos en bancos de la zona. Peggy trató de huir por la autopista y luego, intentando despistar a sus perseguidores, se internó en un tranquilo barrio residencial, donde fue interceptada por dos coches patrulla. Los agentes, apuntando a la caravana, ordenaron salir a sus ocupantes. Durante unos minutos, nadie respondió. Es difícil saber qué pasó por la cabeza de Peggy Jo Tallas en aquellos momentos. Tal vez pensaba en que sus sueños se desvanecían, o en que no quería volver a la cárcel. Fuera lo que fuera, pasados unos minutos Peggy salió de la caravana empuñando una pistola, con la que apuntó a los policías, los cuales dispararon contra ella alcanzándola. Peggy murió poco después. La pistola que empuñaba era de juguete; en la caravana se encontró un revolver del calibre .357, cargado y en perfecto estado.
Tras su muerte, el FBI concluyó que lo más probable era que ella también hubiera sido la autora del primer robo del Guaranty Bank. Pero las incógnitas eran muchas. ¿Por qué había decidido volver a robar bancos, después de una década? ¿Por qué había robado dos veces el mismo banco? ¿Por qué había cambiado su manera de actuar, con otro disfraz y hablando con la cajera? ¿Por qué había cometido esos errores tan graves, como no ver el fajo explosivo o aparcar su llamativa caravana justo delante del banco?


Peggy Jo Tallas fue enterrada en el cementerio del condado de Kaufman, en una discreta ceremonia a la que acudieron sus familiares y amigos más próximos.

martes, 13 de septiembre de 2016

Curiosidades de canciones de Queen (II)



Solo tres canciones en toda la discografía de Queen incluyen el sonido de un órgano Hammond: Liar (Queen, 1973), Now I'm Here (Sheer Heart Attack, 1974) y Under Pressure (Hot Space, 1982)


Freddie Mercury compuso The Fairy Feller's Master-Stroke, editada en el disco Queen II (1974) inspirándose en el cuadro del mismo título obra del pintor inglés del siglo XIX Richard Dadd, famoso por sus obras llenas de elementos mágicos, oníricos y surrealistas. Es una de las canciones más complejas e intrincadas del grupo, con instrumentos poco corrientes como el clavicordio y las castañuelas, y efectos y arreglos complicados que Freddie coordinó personalmente. Queen jamás la interpretó en directo.


La canción Sheer Heart Attack iba a ser incluida en el disco homónimo de Queen publicado en 1974. Sin embargo, el grupo no logró terminarla a tiempo y no fue publicada hasta 1977 como parte del disco News of the World (1977).


La canción Death on Two Legs (A Night at the Opera, 1975) se interpreta como una "carta de odio" de Freddie Mercury a Norman Sheffield, su antiguo mánager y propietario de Trident Studios, la discográfica que había producido los primeros cuatro discos del grupo. Las relaciones entre Sheffield y la banda habían llegado a ser tan complicadas (los miembros del grupo se quejaban del reparto de los beneficios económicos de sus discos) que después de que Queen dejara Trident, Mercury se desquitó con esta canción, de la que admitía que "estaba tan llena de rencor que Brian May se sentía mal al cantarla"


Brian May compuso la canción Tie Your Mother Down en 1975 durante una estancia en Tenerife, a donde acudía de vez en cuando para trabajar en su tesis de doctorado en Astrofísica en el Observatorio Astronómico del Teide. En un principio se trataba de un divertimento, pero gustó tanto a todos que al final decidieron incluirla en su quinto disco, A Day at the Races (1976).


El vídeo de la canción We Will Rock You (News of the World, 1977) se grabó en el patio trasero de la casa del batería Roger Taylor.


En la canción Dead on Time, del disco Jazz (1978) se escucha el sonido de un trueno, seguido de la voz de Freddie Mercury gritando "You're dead!". El trueno fue grabado por Brian May con una grabadora portátil durante una tormenta, así que el grupo incluyó a Dios en los créditos del disco como responsable del sonido.


La publicación del single que contenía las canciones Bicycle Race y Fat Bottomed Girls (Jazz, 1978) causó una notable polémica. La portada original incluía la foto de una modelo desnuda, vista de espaldas y montada en bicicleta, y dentro del single se incluía una fotografía de un grupo de 65 modelos desnudas en bicicleta que habían participado en el rodaje del videoclip de Bicycle Race. Ante las críticas recibidas, la discográfica decidió cambiar la portada pintándole a la modelo un bikini que le tapaba el trasero, y no incluir la tan comentada foto (salvo en los singles vendidos por correo).


Brian May compuso Save Me (The Game, 1980) inspirado por el divorcio de uno de sus amigos más cercanos.


La versión original de la canción Cool Cat, del disco Hot Space (1982), incluía la colaboración de David Bowie, pero tanto Bowie como el grupo quedaron insatisfechos con el resultado y acabaron eliminando su aportación de la versión definitiva. Después de esto, Bowie y el grupo improvisaron una jam session en el estudio de grabación de la que saldría Under Pressure, uno de los mayores éxitos de Queen.


La intro de la canción It's a Hard Life (The Works, 1984) está basada en el aria Vesti La Giubba, perteneciente a la ópera Pagliacci, de Ruggero Leoncavallo.


Durante la celebración del Rock in Río (enero de 1985), varios periodistas preguntaron a Freddie Mercury si la canción I Want to Break Free hacía referencia a la liberación homosexual. Freddie se echó a reir y dijo "¡Yo que se! Esa canción no es mía, es de John Deacon, que es un hombre felizmente casado y con cuatro hijos".


Freddie Mercury y John Deacon afirmaban odiar Gimme the Prize (A Kind of Magic, 1986), una de las canciones que compusieron para la banda sonora de la película Los inmortales (1986)


La canción Too Much Love Will Kill You no pudo ser incluida en el álbum The Miracle (1989) por una disputa entre discográficas. Los co-autores de la canción, Frank Fuster y Elizabeth Lamers, tenían contrato con una discográfica diferente a la del grupo, que amenazó con demandarlos por derechos de autor si incluían la canción en su disco. La canción se incluiría luego en el álbum debut en solitario del guitarrista Brian May, Back to the Light (1992), y la versión grabada por Freddie Mercury aparecería en el disco póstumo de la banda, Made in Heaven (1995)


sábado, 10 de septiembre de 2016

Síndromes del viajero

Síndrome de París













Este trastorno psicológico afecta principalmente a turistas japoneses (sobre todo mujeres) que visitan la capital francesa. Debido a la notable idealización con la que la urbe parisina es tratada en los medios de comunicación nipones, muchos de sus turistas (especialmente si se trata de su primer viaje al extranjero) se crean unas expectativas tan altas que resulta inevitable que se vean defraudadas cuando, al llegar a París, descubren que se trata de una ciudad corriente (con sus atascos de tráfico, su suciedad en las calles, sus vecinos maleducados...), lejos de la perfección que habían imaginado. A algunas personas esta revelación les provoca una pequeña crisis que se manifiesta con ansiedad, desrealización, despersonalización, paranoia e incluso alucinaciones, mareos y taquicardias.
Este síndrome fue identificado por primera vez en 1986 por el psiquiatra japonés residente en Francia Hiroaki Ota, y se describió en 2004 en un artículo publicado en la revista francesa de psiquiatría Nervure. La misma revista publicó un artículo en 2012 en el que se citaban como causas, además de la idealización de la imagen de la ciudad, las barreras culturales e idiomáticas y el habitual cansancio asociado al jet lag y al deseo de visitar muchos lugares en poco tiempo.
La embajada japonesa en París tiene una línea de ayuda disponible las 24 horas para sus conciudadanos que sufran de esta alteración, e incluso les ofrece tratamiento hospitalario urgente si lo necesitan. Cada año atienden en torno a una veintena de casos.

Síndrome de Stendhal

Basílica de Santa Croce (Florencia)



















El síndrome de Stendhal o síndrome de Florencia es otro de los trastornos psicosomáticos asociados a los viajeros. En este caso, se trata de una reacción emocional cuando un individuo es expuesto en un breve periodo de tiempo a una gran cantidad de obras de arte, especialmente si son de gran belleza. Los que se ven afectados sufren taquicardias, confusión, temblores, palpitaciones e incluso alucinaciones.
Su nombre se debe al escritor francés del siglo XIX Henri-Marie Beyle "Stendhal", quien en su libro de viajes Nápoles y Florencia: Un viaje de Milan al Reggio describe una reacción muy similar tras visitar la basílica de Santa Croce en Florencia:

Estaba en una suerte de éxtasis, por la idea de estar en Florencia, cerca de los grandes hombres cuyas tumbas había visto. Absorto en la contemplación de la sublime belleza... Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme

Aunque muchos visitantes, célebres y anónimos, experimentaron síntomas similares e incluso llegaron a perder la consciencia visitando los monumentos de la ciudad, el síndrome no fue descrito como tal hasta 1979, por la psiquiatra italiana Graziella Magherini, quien obsevó y describió un centenar de casos entre turistas de paso por la ciudad.

Síndrome de Jerusalén














Otro de los síndromes psicológicos asociados a los viajeros es el llamado síndrome de Jerusalén. En realidad, se trata de varios trastornos con una sintomatología común, en la que una persona que llega a Jerusalén empieza a sufrir una psicosis que se manifiesta como un delirio religioso en el que se identifica con algún personaje bíblico, actuando como tal. Este desorden afecta tanto a cristianos como a judíos y musulmanes, y se da incluso entre personas sin profundas creencias religiosas.
Aunque hay registrados posibles casos entre la Edad Media y el siglo XIX, este síndrome fue descrito por primera vez por el psiquiatra Heinz Herman en la década de los 30. También se han descrito casos similares en otros centros de importancia religiosa, como Roma o La Meca.
Se distinguen tres tipos dentro del síndrome de Jerusalén:
- El Tipo I incluye a personas que ya presentaban un trastorno psicótico previo a su viaje. En muchas ocasiones, estas personas viajan a Jerusalén como parte de un plan previo, en el que por ejemplo se imaginan ser el nuevo Mesías y ven necesaria su llegada a la ciudad santa.
- El Tipo II son personas que, sin tener una enfermedad mental, si que tienen profundamente enraizadas una serie de creencias que los hacen más susceptibles al significado religioso de Jerusalén.
- El Tipo III, el más estudiado. Son personas aparentemente estables y equilibradas, a veces incluso sin profundas convicciones religiosas, que empiezan a mostrar síntomas psicóticos al poco de llegar a la ciudad. Suele seguir una serie de pasos o comportamientos típicos: nerviosismo e intranquilidad; búsqueda de soledad; búsqueda de purificación mediante baños o duchas prolongadas; cambio de su vestimenta habitual por una túnica o toga, generalmente blanca; recitar en voz alta salmos o pasajes bíblicos; peregrinaje por los lugares santos de la ciudad; y pronunciación de un discurso en público, generalmente en algún lugar sagrado.
Generalmente, este delirio es transitorio, y suele desaparecer pocos días después de que los afectados abandonen Jerusalén. Aunque no hay estadísticas oficiales, se estima que en torno a un centenar de personas sufren estos síndromes cada año, de los que menos de la mitad necesitan atención psiquiátrica.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

¿Sabías que...

-... el físico alemán Arnold Sommerfeld fue nominado al Premio Nobel 84 veces, entre 1901 y 1951, pero nunca lo ganó?
-... durante los funerales del que fuera presidente de los EEUU Andrew Jackson hubo que retirar a la que había sido su mascota, un loro, porque no dejaba de repetir las numerosas palabras obscenas y malsonantes que había aprendido de su amo?
-... generalmente, el pecho izquierdo de una mujer es más grande que el derecho porque está más próximo al corazón?
-... una sola compañía, la japonesa YKK, fabrica más de la mitad de las cremalleras del mundo?
-... la prisión de la isla de Alcatraz fue en su día la única prisión federal de los EEUU que disponía de duchas de agua caliente para los presos? Creían que los presos acostumbrados al agua caliente no soportarían las frías aguas de la Bahía de San Francisco durante un intento de fuga.
-... en la isla filipina de Luzón hay un lago, el Taal, en el que hay una isla, en la que hay un lago, en el que hay una isla? O sea, es una isla en un lago en una isla en un lago en una isla.
-... las semillas de manzana contienen cianuro? Veinte corazones de manzana contienen suficiente cianuro como para matar a un hombre adulto.
-... en marzo de 1942 32 hombres de la tripulación del crucero británico HMS Trinidad murieron cuando su buque fue alcanzado por uno de sus propios torpedos?
-... el poeta alemán Heinrich Heine dejó toda su herencia a su esposa, con la condición de que se volviera a casar, porque "así habrá al menos un hombre que lamente mi muerte".
-... en 2010 un niño británico de 3 años llamado James Hyatt, jugando con el detector de metales de su padre, encontró un colgante de oro datado en el siglo XV y valorado en cuatro millones de dólares?
-... la película de 1965 La batalla de las Ardenas tenía tantas inexactitudes que el general Dwight D. Eisenhower, ex-presidente de los EEUU y comandante de los ejércitos aliados en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, volvió de su retiro únicamente para dar una rueda de prensa y denunciar los errores del filme?
-... tradicionalmente, cuando la reina de Inglaterra acude al Parlamento británico para dar su discurso de apertura, uno de los miembros del Parlamento permanece en el Palacio de Buckingham a modo de rehén? Esta tradición comenzó siglos atrás como una manera de asegurar el retorno del monarca al palacio en caso de ser recibido por un Parlamento hostil.

domingo, 4 de septiembre de 2016

La incursión de Jameson


Los primeros colonos europeos en instalarse en Ciudad del Cabo fueron holandeses llegados en torno a la mitad del siglo XVII. Durante siglo y medio, la colonia permaneció bajo el control de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, hasta que en 1806, aprovechando el caos que había en Europa a causa de las guerras napoleónicas, los británicos la ocuparon militarmente. El Tratado de París (1814) oficializó el pase de Ciudad del Cabo a manos británicas.
Los colonos de origen holandés, llamados bóers o afrikaners, no vieron con buenos ojos la llegada de los británicos, por la afluencia de centenares de nuevos colonos británicos y por la aplicación de las leyes británicas. La gota que colmó el vaso fue la abolición de la esclavitud en 1834, que llevó a la ruina a muchos bóers. Éstos respondieron con lo que se llamó el Groot Trek (Gran Viaje): entre 1835 y 1845, en torno a 12000 colonos, en su mayoría pastores y agricultores de la región más oriental del Cabo, partieron buscando nuevas tierras más allá de la frontera de la colonia, dirigiéndose fundamentalmente al norte y al este. Estos aventureros (a los que se conocía como Voortrekkers, pioneros) acabaron fundando tres nuevas colonias: Natal (anexionado por los británicos en 1843), el Estado Libre de Orange (fundado en 1854) y la República de Sudáfrica o Transvaal, establecida como tal en 1857.


Las cuatro regiones, pese a las discrepancias políticas, tenían fuertes vínculos económicos entre ellas. El interés de los británicos aumentó repentinamente cuando en 1869 se descubrieron grandes yacimientos de diamantes en el Estado de Orange. Los británicos hicieron una primera tentativa de anexión en 1877 (que desembocó en la Primera Guerra Bóer y que termino con el Transvaal independiente pero "tutelado" por los británicos).
En 1886 se descubrieron nuevas riquezas en Transvaal: un gran yacimiento de oro en las cercanías de lo que hoy es Johannesburgo que atrajo a la colonia una gran afluencia de colonos de origen europeo, fundamentalmente británicos. A estos recién llegados los bóers los llamaron Uitlanders (forasteros), y su afluencia fue tan grande, que en 1895 ya duplicaban el número de bóers (unos 60000 uitlanders frente a 30000 bóers). Para evitar perder el control del Transvaal a manos de los recién llegados, el gobierno bóer promulgó una serie de restrictivas leyes tales como exigir a los recién llegados ciertos años de residencia para tener derecho a votar, e imponiendo grandes impuestos a la industria minera. Estas medidas provocaron el descontento entre los uitlanders.
Los roces entre Transvaal y la Colonia del Cabo fueron a mayores poco después, a consecuencia de la llamada "crisis de los vados". El gobierno bóer impuso elevadas tasas a los productos británicos que circulaban por su parte del ferrocarril que unía Ciudad del Cabo y Johannesburgo. Para no pagar esos impuestos, los comerciantes británicos empezaron a enviar sus mercancías en caravanas a través de los vados del río Vaal, a lo que respondió el presidente de Transvaal, Paul Kruger, ordenando bloquear los vados.

Sir Cecil John Rhodes (1853-1902)
El entonces primer ministro de la Colonia del Cabo, Cecil Rhodes, con importantes intereses comerciales en los yacimientos auríferos, decidió aprovechar toda esta tensión acumulada para conseguir la anexión del Transvaal. Su plan era incitar a los uitlanders a sublevarse; entonces, una fuerza británica previamente apostada en las proximidades de la frontera entraría en el país con el fin de "restaurar la paz y el orden", estableciendo un régimen de protectorado que culminaría en la incorporación de Transvaal al Imperio Británico.
Dicha fuerza militar se concentró en Pitsani, cerca de la frontera, bajo las órdenes de Leander Starr Jameson, administrador del protectorado británico de Matabeleland, y estaba formada por unos 600 hombres, de los que 400 eran miembros de la Policía Montada de Matabeleland y el resto, voluntarios. Iban armados con rifles, ametralladoras Maxim y artillería ligera.

Sir Leander Starr Jameson (1853-1917)
Sin embargo, la esperada sublevación no acababa de producirse, debido a las disensiones dentro de los uitlanders. Tras varias semanas de espera, Jameson acabó por perder la paciencia y decidió actuar por su cuenta. El 29 de diciembre de 1895 envió un telegrama a Rhodes advirtiéndole de sus intenciones ("A menos que se me indique lo contrario, partiremos mañana por la tarde"), y poco después envió un segundo telegrama ("Partimos esta noche hacia Transvaal"). Un problema de las líneas impidió que Rhodes recibiera ambos telegramas hasta la mañana siguiente, cuando los hombres de Jameson ya habían cortado la línea telegráfica y no había manera de detenerlos.
La precipitación de Jameson puso en un aprieto a las autoridades británicas, quienes, temerosas de las implicaciones si se descubría que había altas personalidades implicadas en la conspiración, pidieron a los uitlanders británicos que no facilitaran apoyo alguno a Jameson. Este, a su vez, contaba con tener a su favor el factor sorpresa, pero sus hombres habían fallado al cortar la línea telegráfica que comunicaba con la capital, Pretoria, que supo casi de inmediato de su incursión.
Los hombres de Jameson tuvieron su primer enfrentamiento el día 1, al toparse con un puesto avanzado del ejército bóer. Poco después, en el pueblo de Krugersdorp, los británicos veían detenido su avance por la presencia de un pequeño contingente de soldados bóers que habían cortado la carretera hacia Johannesburgo y preparado posiciones defensivas. Tras varias horas de combate, en las que pese a su superioridad numérica los británicos fueron incapaces de romper las defensas enemigas, perdiendo varios hombres y un gran número de caballos, Jameson decidió retirarse y dirigirse al sudeste, tratando de flanquear a los bóers. Su movimiento sólo les sirvió para encontrarse con una nutrida columna bóer, armada con artillería, que los esperaba algo más lejos, en Doornkop. Tras un intercambio de disparos en el que murieron una treintena de británicos, Jameson comprendió que su situación era insostenible y se rindió al comandante bóer, Piet Cronjé. Los británicos fueron tomados como prisioneros y encarcelados en Pretoria.


El gobierno de Transvaal devolvería más tarde a los prisioneros, para ser juzgados por los británicos. Jameson y los otros cabecillas fueron juzgados en Londres; Jameson fue condenado a 15 meses de cárcel, que cumplió en la prisión de Halloway. No obstante, la opinión pública británica se mostró a favor de Jameson, especialmente tras saberse que el káiser alemán Guillermo II había enviado un telegrama al presidente Kruger felicitándolo por su éxito y calificando a los hombres de Jameson como "bandas armadas de invasores y perturbadores de la paz". Además, el gobierno de la Colonia del Cabo indemnizó a Transvaal con casi un millón de libras como compensación. A su vez, el gobierno bóer encarceló a varios de los líderes uitlanders, como el coronel Frank Rhodes (hermano de Cecil), a los que condenó a muerte por traición (la condena sería luego conmutada por la de 15 años de prisión). En cuanto a Cecil Rhodes, se vio obligado a dimitir como consecuencia de su implicación en la conspiración.

Stephanus Johannes Paulus "Paul" Kruger (1825-1904)
Más graves fueron los efectos de la invasión en Matabeleland. Aprovechando que la mayor parte de las tropas británicas habían abandonado el protectorado, las tribus de los matabele y los shona se rebelaron, asesinando a centenares de colonos británicos en la llamada Segunda Guerra Matabele, que no fue completamente sofocada hasta octubre de 1897.
Sólo tres años después estallaría la Segunda Guerra Bóer (1899-1902) que culminaría con la derrota de los bóers y la definitiva anexión de Transvaal y Orange al Imperio Británico. Jameson sería nombrado primer ministro de la Colonia del Cabo en 1904, y sería uno de los principales impulsores de la Unión Sudafricana, la fusión de las cuatro colonias (El Cabo, Natal, Orange y Transvaal) bajo un único gobierno (luego se les añadiría el África del Sudoeste Alemana tras la Primera Guerra Mundial). Jameson moriría en Londres en 1917, convertido en un héroe nacional (hasta Rudyard Kipling le dedicaría su célebre poema If); su cuerpo fue trasladado a África y enterrado en Gwanda (actual Zimbabwe) al lado del de Cecil Rhodes.

jueves, 1 de septiembre de 2016

El telegrama de Ems

Otto Eduard Leopold von Bismarck-Schönhausen (1815-1898)

Cuando el rey Guillermo I de Prusia nombró primer ministro a Otto von Bismarck en septiembre de 1862, el recién elegido canciller tenía un objetivo primordial: unificar los distintos estados surgidos del desmembramiento del Sacro Imperio Romano Germánico a principios del siglo XIX en un único reino bajo el control de la casa real prusiana, pese a las reticencias de la Cámara de Diputados. Para ello, se basó en el poderío militar del ejército prusiano y en una agresiva política de expansión territorial a costa de otras potencias vecinas.
La primera de las llamadas guerras de unificación tuvo lugar en 1864. Ante la intención del rey de Dinamarca Cristian IX de anexionarse los ducados fronterizos de Schleswig, Holstein y Lauenburgo (de población mayoritariamente alemana y bajo el control político danés, aunque pertenecientes a la Confederación Germánica), Prusia, aliada con Austria (el otro gran reino germánico), declara la guerra a los daneses. Tras la victoria, Prusia se hace con Schleswig y Lauenburgo, mientras que Holstein queda bajo gobierno austríaco.

Guillermo I de Alemania y Prusia (1797-1888)
Dos años después la alianza se torna en enemistad. Decidido a ganar para Prusia la hegemonía en la Confederación Germánica, y tras haberse asegurado la neutralidad de Francia y Rusia y el apoyo de Italia, Bismarck inicia una serie de hostilidades que cristalizan el 14 de junio de 1866 en una declaración de guerra por parte de Austria. La derrota de los austríacos es total; son expulsados de la Confederación Germánica (sustituida poco después por una nueva entidad, la Confederación de Alemania del Norte), conjurando así la posibilidad de una reunificación de los estados alemanes en torno a Austria. Prusia se anexiona Holstein, Hannover y Hesse-Kassel, a la vez que se gana el apoyo de estados como Baviera y Sajonia, cercanos a Austria, en parte por su fuerza militar y en parte por una hábil estrategia económica.
Este crecimiento acabó por preocupar al emperador francés, Napoleón III, quien temía que la posición de dominancia francesa en Europa se viese amenazada. A su vez, Bismarck veía en un enfrentamiento contra Francia una buena oportunidad para espolear el sentimiento nacionalista alemán y atraer a su bando a aquellos estados que todavía dudaban de la alianza con Prusia. Ambas naciones se preparaban para un inevitable enfrentamiento cuya chispa inicial, curiosamente, tendría un cierto sabor español.

Leopold Stephan Karl Anton Gustav Eduard Tassilo Fürst von Hohenzollern-Sigmaringen (1835-1905)
Tras el derrocamiento en 1868 de la reina Isabel II, mientras el general Francisco Serrano y Domínguez ejercía la regencia, se abrió una especie de casting o concurso de méritos en busca de aspirantes al trono español. Se buscaba a un rey moderno y progresista, que llevase adelante las reformas democráticas que muchos exigían. Entre los aspirantes pronto destacó la candidatura de Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen, hijo del príncipe Carlos Antonio de Hohenzollern-Sigmaringen, jefe de la casa Hohenzollern, una de las familias más ilustres de Europa. Leopoldo (conocido jocosamente en España como Leopoldo Ole-Ole Si Me Eligen) tenía importantes apoyos dentro de España; el más destacado, el del general Prim, presidente del Consejo de Ministros. Pero Napoleón III no quería de ningún modo a un príncipe alemán en el trono español; en caso de un conflicto con los estados alemanes, era previsible la intervención de España, lo que dejaba a Francia entre dos países hostiles. Por ello, la diplomacia francesa inició una intensa campaña de presiones hasta lograr que el príncipe Carlos Antonio retirase públicamente la candidatura de su hijo el 12 de julio de 1870.
Pero eso no bastaba a los franceses. Temían que se tratase de una maniobra diplomática de los prusianos y que pasado algún tiempo Leopoldo volviese a pretender el trono español. Por eso el ministro de Asuntos Exteriores francés, Antoine Alfred Agénor, duque de Gramont, que se había mostrado muy crítico con la actuación de la diplomacia prusiana, ordenó a su embajador, el conde Vincent Benedetti, obtener de Guillermo I una garantía escrita de que no apoyaría la candidatura de un Hohenzollern como rey de España. Benedetti se encontró con el rey el 13 de julio, en la ciudad de Bad Ems, en cuyo célebre balneario veraneaba la familia real de Prusia. Interpelado por Benedetti, el rey Guillermo rechazó sus pretensiones, cortés pero firmemente. Y luego, ordenó a su asistente y consejero, Heinrich Abeken, que informara a Bismarck de la entrevista.
Abeken envió al canciller un largo telegrama en estos términos:

Al canciller federal, conde Bismarck. Su Majestad el Rey me escribe:
"M. Benedetti me interceptó en el malecón a fin de exigirme con más insistencia que yo le autorizara a telegrafiar de inmediato a París, que habré de comprometerme, de ahora en adelante, a abstenerme de dar mi aprobación para que la candidatura de los Hohenzollern se renueve. Rehusé hacer esto, la última vez con cierta severidad, informándole que uno no se atrevería ni podría asumir tales obligaciones à tout jamais (para siempre). Naturalmente, le informé que no había recibido ninguna noticia aún y, ya que él había sido informado antes que yo por la vía de París y Madrid, él podía fácilmente entender por qué mi gobierno estaba otra vez fuera de la discusión.
Desde entonces, Su Majestad ha recibido un envío del príncipe (padre del candidato Hohenzollern al trono español). Como Su Majestad ha informado al conde Benedetti que él estaba esperando noticias del príncipe, Su Majestad misma, en vista de la exigencia arriba mencionada y en consonancia con el consejo del conde Eulenburg y mío, decidió no recibir de nuevo al enviado francés, sino informarle a través de un ayudante, que Su Majestad había recibido, ahora al príncipe, confirmación de las noticias que Benedetti ya había recibido de París y que él no tenía nada más que decir al embajador. Su Majestad deja a juicio de Su Excelencia comunicar o no, de manera inmediata, a nuestros embajadores y a la prensa, la nueva exigencia de Benedetti y el rechazo de la misma".

Bismarck recibió el telegrama esa misma noche en Berlín, mientras cenaba con el mariscal Helmuth von Moltke, jefe del Estado Mayor, y el general Albrecht Graf von Roon. El canciller, pensativo, se llevó el telegrama a su despacho, y allí, con su propia pluma, redactó el comunicado que al día siguiente se distribuiría a la prensa y a las embajadas. Un comunicado que incluía una versión condensada del telegrama de Abeken, sensiblemente reducida y con numerosos cambios, que variaban notablemente el sentido y el tono general del original:

"Después de que los reportes acerca de la renuncia del príncipe heredero de Hohenzollern fueran oficialmente transmitidos por el Gobierno Real de España al Gobierno Imperial de Francia, el embajador francés presentó ante Su Majestad el Rey, en Ems, la exigencia de autorizarle a telegrafiar a París que Su Majestad el Rey habría de comprometerse a abstenerse de dar su aprobación para que la candidatura de los Hohenzollern se renueve.
Su Majestad el Rey, por lo tanto, rechazó recibir de nuevo al enviado francés y le informó a través de su ayudante que Su Majestad no tenía nada más que decir al embajador"

La versión de Bismarck había sido cuidadosamente redactada para no dejar a nadie indiferente. Más aún, para enfadar tanto a alemanes como a franceses. A los alemanes, porque daba la impresión de que el embajador francés se había extralimitado presentando al rey poco menos que un ultimátum; y a los franceses, porque se podía interpretar que el rey había ninguneado al embajador. El comunicado tuvo el efecto que Bismarck esperaba: el 19 de julio, Napoleón III declaraba la guerra a Prusia, con lo que, al tratarse de una agresión extranjera, los reinos germanos se alinearon con los prusianos de forma unánime.

"Proclamación del Imperio Alemán" (Anton von Werner, 1877)
La guerra fue más corta de lo esperado. Las tropas prusianas, mejor armadas y entrenadas, derrotaron sin demasiados problemas a los franceses. El 2 de septiembre de 1870, tras la incontestable victoria alemana en Sedán, el ejército francés, con Napoleón III a la cabeza, se rendía, Días más tarde, las tropas prusianas cercaban París, donde se había formado un Gobierno de Defensa Nacional. El sitio se prolongó hasta el 28 de enero de 1871, cuando se firmó el armisticio que ponía fin a la guerra.
La guerra franco-prusiana supuso probablemente el mayor éxito de Bismarck. No sólo obtuvo generosas compensaciones económicas y la anexión de las regiones de Alsacia y Lorena, famosas por sus ricas minas de carbón y de hierro. También le sirvió para consumar su gran aspiración política: la unificación de Alemania. El 18 de enero de 1871, en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, la Confederación Alemana del Norte se transformaba oficialmente en el Imperio Alemán, con Guillermo I elegido como káiser.