domingo, 30 de junio de 2019

Pequeñas historias (XIX)

En 1997 un joven estudiante de instituto de 14 años llamado Nathan Zohner entregó a 50 de sus compañeros un folleto titulado "Monóxido de dihidrógeno: el asesino silencioso", alertando de las peligrosas propiedades de dicho compuesto (tales como corroer el metal, provocar ahogamiento en las personas o formar parte sustancial de la lluvia ácida), y logró que 43 de aquellos 50 estudiantes apoyaran su prohibición. En realidad, el monóxido de dihidrógeno es lo que vulgarmente se conoce como "agua" y todo formaba parte de un experimento llamado "¿Qué tan crédulos somos?" que Zohner pretendía presentar a un concurso de ciencias. Zohner no solo ganó el concurso, sino que además inspiró el término "zohnerismo", definido como "el uso de un hecho para inducir a un público científicamente ignorante a una conclusión falsa".
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El 2 de febrero de 1970, durante unas maniobras de combate aéreo, un interceptor Convair F-106 entró en barrena. Su piloto, el capitán Gary Faust, incapaz de recuperar el control del aparato, se vio obligado a saltar en paracaídas. Sorprendentemente, ya sin piloto el F-106 recuperó la estabilidad e incluso aterrizó suavemente sobre su panza en un prado nevado en Big Sandy (Montana), sin sufrir apenas daños. Aquel avión acabó siendo conocido como el "Cornfield Bomber" ("El bombardero del campo de maíz") a pesar de que, como el propio Faust reconocía, no aterrizó en un campo de máiz ni era un bombardero.
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El llamado "Millwall brick" es un arma improvisada que se fabrica con un periódico, enrollado de forma muy apretada y luego doblado, que se usa como maza. Empezó a utilizarse en los años 60 en estadios ingleses de fútbol, en peleas entre aficiones rivales, después de que la policía endureciera las medidas de seguridad y comenzara a confiscar a los espectadores de los partidos objetos que pudieran ser empleados como armas. Recibió ese nombre por los aficionados del club Millwall FC, con fama de ser especialmente violentos.
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Wolfgang Amadeus Mozart sentía una profunda antipatía hacia la cantante de ópera Adriana Ferrarese del Bene. Por eso, cuando se dio cuenta de la tendencia de la prima donna de bajar la cabeza en las notas graves y alzarla en las agudas, el compositor escribió en su ópera Cosi fan tutte el aria "Come scoglio immoto resta", con saltos constantes de notas bajas y altas, porque según decía, quería verla mover la cabeza arriba y abajao "igual que un pollo" en el escenario.
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El Rh nulo (carencia total de antígenos Rh) es el tipo sanguíneo más raro que existe. Solo se conocen 43 personas en todo el mundo con este tipo de sangre, pero su sangre es especialmente valiosa porque sirven como donantes universales para personas con Rh poco comunes. No obstante, el Rh nulo provoca alteraciones en los glóbulos rojos y mayor riesgo de anemia, además de que si necesitan una transfusión solo pueden recibir sangre de otra persona con Rh nulo.
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El asesino del presidente de los EEUU James A. Garfield (1831-1881), un abogado y escritor llamado Charles J. Guiteau, eligió específicamente para su crimen un revólver con culata de marfil, porque pensó que se vería mejor cuando fuese expuesto en un museo después del asesinato.
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El llamado "Árbol dueño de sí mismo" es un roble blanco americano situado en la confluencia de dos calles en Athens (Georgia), y que según la tradición, es el dueño legal de sí mismo y de la tierra que lo rodea. Según se cuenta, un acaudalado terrateniente de principios del siglo XIX, encariñado con el árbol y queriendo protegerlo, cedió al roble en su testamento su propiedad y la de la tierra alrededor de él. La historia genera muchas dudas; el testamento nunca fue hallado y aunque existiera, hay fundadas sospechas de que no sería legal. Se cree que todo pudo ser un bulo periodístico surgido a finales del siglo XIX. No obstante, tanto el ayuntamiento como los propietarios de los terrenos que lo rodean aceptan tácitamente la historia, y el árbol se ha convertido en una de las señas distintivas de la ciudad.
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Los granjeros indonesios fueron los primeros en desarrollar la técnica para criar peces en los campos inundados donde cultivan el arroz. Esta técnica es sumamente ventajosa, ya que no solo los peces son una fuente más de alimento para los granjeros, sino que además devoran insectos perjudiciales para los cultivos, fertilizan los campos con sus deposiciones, y mejoran la circulación del oxígeno en el agua con sus movimientos. Se estima que la acción de los peces incrementa en un 10% la productividad de los arrozales.

lunes, 24 de junio de 2019

Lealtad


Hachikō

El famoso Hachikō, un perro de raza akita llamado así porque tenía las patas delanteras algo torcidas, lo que hacía recordar al kanji japonés que representa el número ocho (en japonés, Hachi), era propiedad de un profesor de la Universidad de Tokio llamado Hidesaburo Ueno. Todas las mañanas, Hachiko acompañaba a su amo hasta la estación de Shibuya (Tokio), donde tomaba el tren hacia su trabajo. Y todas las tardes Hachiko repetía el mismo camino para esperarlo a su vuelta. Pero hubo un día en el que ya no regresó: el 21 de mayo de 1925, el profesor Ueno sufrió una hemorragia cerebral mientras daba una clase, y falleció.

Sin embargo, el leal Hachiko siguió acudiendo a la estación a esperarlo durante años, hasta hacerse una figura conocida por los trabajadores y los pasajeros de la estación. En 1932, un artículo publicado por Hirokishi Saito, antiguo alumno de Ueno y que se convertiría en un experto en la cría de perros akita, convirtió a chuken Hachiko (Hachiko el perro fiel) en una figura tremendamente popular en todo Japón, siendo puesto a menudo como ejemplo de fidelidad, e incluso disparó la popularidad de los perros akita, una raza que hasta entonces estaba al borde de la desaparición. En abril de 1934, aún en vida de Hachiko, se erigió una estatua de bronce en su honor en la estación de Shibuya. La estatua, destruida durante la Segunda Guerra Mundial, fue sustituida por otra en 1948, que a día de hoy sigue siendo uno de los lugares más visitados por los turistas en Japón.

Hachiko fue encontrado muerto el 8 de marzo de 1935, tras pasar más de nueve de sus once años de vida esperando el retorno de su amo. Su muerte fue causada por un cáncer y una infección parasitaria en el corazón. Sus restos fueron incinerados y sus cenizas enterradas en el cementerio de Aoyama, junto a la tumba del profesor Ueno. Cada año, el 8 de marzo, se celebra en la plaza frente a la estación de Shibuya una ceremonia conmemorando su figura.



Greyfriars Bobby

Aunque hay varias versiones sobre su historia, la más común dice que este pequeño Skye terrier era propiedad de un vigilante nocturno llamado John Gray. Cuando Gray murió a causa de la tuberculosis en 1858, fue enterrado en el cementerio de Greyfriars, en Edimburgo. Bobby siguió el cortejo fúnebre de su amo, y desde entonces, según pudieron atestiguar los trabajadores del cementerio, durante los siguientes 14 años, hasta que Bobby murió en 1872, a la edad de 16 años, no pasó ni una sola noche lejos de la tumba de su amo. Tras su muerte, fue enterrado fuera de la puerta del cementerio, no muy lejos de la tumba de Gray. Un año después, la filántropa lady Angela Burdett-Coutts financió la construcción de una fuente coronada con una estatua de Bobby.



Shep

Shep era un perro pastor propiedad de un ovejero de Fort Benton (Indiana), que falleció en agosto de 1936 en el Hospital St. Claire. Tras su muerte, su familia en el este reclamó su cuerpo, que fue llevado a la estación y subido a un tren. Siguiendo al ataúd llegó Shep a la estación. Tras ver como partía el tren que llevaba los restos de su amo, Shep permaneció en aquella estación durante casi seis años, esperando pacientemente su regreso, cuidado y alimentado por los empleados del ferrocarril, hasta que falleció atropellado por un tren en enero de 1942. Sus restos fueron enterrados en una colina, en una ceremonia a la que asistieron numerosas persona e incluso se leyó el célebre Elogio del perro. En 1994 se inauguró una estatua en su memoria.



Fido

A finales de 1941, un empleado de una fábrica de ladrillos llamado Carlo Soriani, residente en el pueblo de Luco di Mugello, encontró en una cuenta a un cachorro mestizo callejero, hambriento y herido. lo llevó a su casa, lo cuidó hasta que se restableció, y finalmente su mujer y él decidieron adoptarlo y le llamaron Fido (leal).

Durante dos años, Fido acompañó cada mañana a Soriani hasta la parada del autobús que lo llevaba a su trabajoen Borgo San Lorenzo, y luego acudió por las tardes para esperar su retorno. hasta que el 30 de diciembre de 1943 Borgo San Lorenzo fue víctima de un intenso bombardeo aliado. Numerosas fábricas fueron destruidas, y decenas de trabajadores, entre ellos Soriani, murieron. El leal Fido acudió esa tarde como tantas otras, pero su amo no estaba. Regresó a su casa, pero en los 14 años que le sobrevivió, siguió acudiendo a diario a aquella parada, buscando infructuosamente a su amo.

Fido murió el 9 de junio de 1958. Por aquel entonces su historia era ya bien conocida por el público italiano, ya que numerosas revistas se habían hecho eco de ella. Incluso en 1957 el alcalde de Borgo San Lorenzo había condecorado al animal por su lealtad.



Ruswarp

El 20 de enero de 1990, un senderista llamado Graham Nuttall desapareció junto a su perro, un border collie de 14 años llamado Ruswarp, mientras recorría los llamados Montes Cámbricos (Gales). El 7 de abril otro senderista descubría cerca de un arroyo de montaña los restos de Nuttall, y a su lado a Ruswarp, que no se había separado de él a lo largo de aquellas 11 semanas. Ruswarp estaba famélico y tan débil que apenas sobrevivió unos días, muriendo poco después de asistir al entierro de su amo. hay una estatua suya en la estación de tren de Garsdale.



Heidi

En 2001 un senderista escocés murió accidentalmente al despeñarse por un barranco. Su perra, un Jack Russell Terrier llamada Heidi, que lo acompañaba, no solo se las arregló para salvar un precipicio de 150 metros de profundidad para llegar junto a él, sino que además permaneció a su lado dos días, hasta que su cuerpo fue encontrado.



Canelo

Canelo era un perro que acostumbraba a acompañar a su amo al Hospital Puerta del Mar de Cádiz, adonde acudía a someterse a sesiones de diálisis, esperándolo pacientemente en la puerta. Pero un día de 1990 su amo no regresó; sufrió un súbito empeoramiento de su enfermedad y murió en el hospital. El fiel Canelo permaneció doce años esperando el regreso de su dueño, despertando la admiración y el cariño de toda la ciudad. Nunca le faltó quién lo alimentara, lo ciudara o simplemente le hiciera compañía durante un rato. Murió en 2002, atropellado por un coche que se dio a la fuga, y la ciudad de Cádiz le puso su nombre a una calle cercana al hospital.



Kostya

En el verano de 1995, un terrible accidente de tráfico en una autopista cercana a la ciudad rusa de Tolyatti costó la vida a un hombre y a su hija. El único superviviente del accidente fue su perro, un pastor alemán que a partir de aquel momento permaneció en el lugar del accidente. Inmune al calor y al frío, independientemente de la época del año, el fiel perro seguía en aquel lugar. Su actitud despertó la compasión de la gente de Tolyatti; le daban de comer, le construyeron un refugio, varios incluso trataron de adoptarlo, pero él siempre se escabullía y regresaba al punto donde habían muerto sus amos. Empezaron a llamarlo Kostya, un diminutivo de Konstantin (que a su vez significa "constante", "tenaz"). Siete años más tarde, en 2002, fue encontrado muerto en el bosque. Un año después las autoridades locales erigieron una estatua en su honor.

lunes, 17 de junio de 2019

Un bote abandonado en el fin del mundo



La isla Bouvet es uno de los lugares más remotos y hostiles para la vida humana en el mundo. Este desolado islote volcánico, de apenas 50 km2, cubierto en su mayor parte por glaciares, está situado a mitad de camino entre África y la Antártida y se lo considera el territorio más aislado del planeta, ya que no hay ningún tipo de tierra firme en 1750 kilómetros a la redonda. Acceder a ella por mar es complicado con buen tiempo, y prácticamente imposible en condiciones adversas, ya que la mayor parte de sus costas son acantilados escarpados o paredes de hielo. Desde 1927 se halla bajo soberanía noruega.

En enero de 1955, un buque sudafricano, la fragata Transvaal, visitó la isla, estudiando su costa, enviada por su gobierno, interesado en la posibilidad de instalar en la isla una estación meteorológica. El proyecto no llegó más lejos ante las dificultades que presentaba, pero la expedición sudafricana tomó abundantes apuntes sobre el lugar. Tres años más tarde, otro buque de investigación, el rompehielos norteamericano Westwind, llegó a Bouvet y descubrió que, en algún momento de aquellos tres años, se había producido una pequeña erupción volcánica en la isla que había formado una plataforma de unos 65000 metros cuadrados en la zona noroeste de la isla.

Seis años más tarde, en abril de 1964, dos nuevos buques enviados por los sudafricanos llegaban a la isla. Se trataba del patrullero de la Royal Navy HMS Protector y del buque sudafricano de suministro R.S.A. y su misión era el estudio de la plataforma volcánica, a la que los noruegos habían llamado "Nyrøysa" ("Nuevo montículo"). El 2 de abril de 1964 un equipo de exploración, bajo el mando del teniente Allan Crawford, aterrizó en la isla a bordo de un helicóptero Westland Whirlwind para llevar a cabo un reconocimiento rápido de la plataforma. Crawford fue el primero en reparar en un extraño e inesperado hallazgo: en una pequeña laguna de la plataforma, semihundido, pero en buen estado, había un bote salvavidas.

Imagen aérea de la isla Bouvet
Crawford se mostró muy sorprendido por el descubrimiento. ¿Cómo había llegado un bote a Bouvet? La isla estaba a cientos de millas de las rutas marítimas más cercanas. Ninguna de las expediciones anteriores a la isla mencionaron haber dejado allí un bote. Y tampoco era posible que el bote hubiera llegado a aquel lugar por sus propios medios, ya que carecía de vela o de motor. Además, la laguna estaba a cierta distancia de la costa, con lo que era razonable pensar que a bordo del bote habían llegado varias personas, las suficientes para arrastrar el bote tierra adentro. No obstante, en el reconocimiento que los británicos hicieron de la plataforma, no encontraron señal alguna de un campamento, ni más objetos que un bidón vacío, un par de remos y lo que parecía ser un tanque de flotación, pero no cerca del bote, sino posados en unas rocas a unas decenas de metros.

La primera idea que se nos ocurre es que se tratase de un bote salvavidas procedente de algún buque naufragado, pero ¿de cuál? El bote carecía de cualquier inscripción o distintivo que revelase su origen. Como ya he dicho, la isla está muy apartada de cualquier ruta marítima. Además, no había rastro alguno de los supuestos náufragos. ¿Cómo habían dejado la isla? Y si habían muerto allí, ¿donde estaban sus cuerpos? ¿Por qué no había rastro de un campamento ni de ningún intento por encontrar alimento y refugio?

Podía tratarse también de un bote que se hubiera caído accidentalmente de un barco, por algún problema técnico o arrastrado por una tormenta. Habría estado a la deriva quién sabe cuanto tiempo, hasta llegar a Bouvet. Explicaba la ausencia de señales de presencia humana, pero no como habían ido a parar los remos y los demás objetos a las rocas donde los encontraron. Y también habría sido una casualidad tremenda que el bote hubiera llegado precisamente a la única parte de la isla donde se podía llevar a cabo un desembarco seguro, en lugar de ser destrozado contra los acantilados, y hubiera acabado precisamente en un lugar a salvo conde no corría el peligro de ser arrastrado de vuelta al mar por la marea.

Queda entonces una tercera posibilidad: el bote había sido dejado allí por la tripulación de algún buque que había visitado la isla en algún momento entre 1955, cuando la plataforma aún no existía, y 1964, cuando el bote fue hallado. Por algún motivo, aquellos hombres habían dejado el bote abandonado en la isla y se habían ido por otra vía (en otro bote, quizá, o en helicóptero). Explicaría la ausencia de cuerpos y restos de presencia humana. Es la hipótesis más probable, aunque también tiene puntos oscuros. ¿Por qué abandonaron el bote, un objeto valioso y necesario para cualquier expedición? ¿Por qué se fueron precipitadamente, si, por las molestias que se tomaron en poner a buen recaudo el bote, tenían previsto quedarse algún tiempo en la isla?

Queda la cuestión de saber qué expedición podría haber sido la responsable de dejar atrás el bote. El historiador Mike Dash, que investigó el curioso caso tras saber de él, encontró un indicio: un artículo escrito por un biólogo soviético llamado G. A. Solyanik titulado "Algunas observaciones ornitológicas en la isla Bouvet", publicado en 1964, lo que parecía indicar que en algún momento a finales de los 50 o principios de los 60 había tenido lugar la visita de un buque soviético a Bouvet. La que posiblemente sea la pista definitiva fue hallada por otro investigador en las actas de 1960 del Instituto Oceanográfico de Moscú (disponibles en Google Books). Todos los años, los soviéticos enviaban una flota de balleneros a aguas de la Antártida, entre los cuales solía haber algún buque equipado con material para investigaciones científicas. En las actas se menciona de pasada la visita de uno de aquellos buques, el Slava-9 a Bouvet. Un grupo de tripulantes bajó a tierra el 27 de noviembre, pero un súbito empeoramiento del tiempo les impidió regresar al buque y los dejó tres días en la isla... hasta que finalmente el 29 de noviembre pudieron ser evacuados en helicóptero. Otro artículo, publicado en la revista moldava Kodry en 1972 da más detalles sobre el incidente: se trataba de 10 hombres, entre marineros y científicos, y entre ellos estaba Solyanik, que muy probablemente dedicó esos tres días de permanencia forzada para obtener los datos que luego le servirían para su artículo. Cuando el helicóptero Mi-1MG del Slava-9 logró sacarlos de allí, se llevaron con ellos el material que habían llevado a la isla, pero tuvieron que abandonar el bote en el que habían llegado. Misterio resuelto.

Se desconoce qué paso con el bote. La siguiente expedición que visitó Bouvet, en 1966, no encontró rastro alguno del bote. Lo más probable es que acabara hundiéndose en la laguna.

lunes, 10 de junio de 2019

A veces ser un espía es un trabajo fácil

AIM-9 Sidewinder


Josef Linowsky era un cerrajero polaco de origen judío que, tras sobrevivir a los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, se había instalado en la República Federal Alemana. No obstante, seguía viajando de cuando en cuando a Polonia a visitar a su familia, y durante una de estas visitas, en 1951, fue captado como agente por el MBP, el servicio secreto del gobierno comunista polaco. Cuando los soviéticos tomaron el control del ejército y los servicios de seguridad polacos, Linowsky pasó a depender directamente del KGB.

Además de sus labores de espía, Linowsky estaba encargado de captar nuevos agentes. Logró atraer para su causa a dos nuevos colaboradores: Manfred Ramminger, un acomodado arquitecto, playboy, mujeriego y aficionado a las carreras de coches, y Wolf-Diethardt Knoppe, un piloto de las fuerzas aéreas de Alemania Occidental que alcanzaría el rango de sargento.

Sus superiores del KGB fueron aumentando la dificultad de las misiones encargadas a Linowsky. Si en un principio se trataba de recolectar información sobre el ejército alemán y sus aliados norteamericanos, posteriormente llegaron a encargarle que robara un Litton LM-II, un complejo sistema de navegación usado por las Fuerzas Aéreas norteamericanas, e incluso que buscara el modo de hacerse con un avión F4 Phamton II, uno de los aviones más modernos de su arsenal, empleado tanto por la Armada como la Fuerza Aérea y los Marines de EEUU. Ambas misiones excedían las capacidades del pequeño círculo de espías, así que estos buscaron por su cuenta una misión alternativa. Una idea que se acabaría transformando en uno de los éxitos más ridículamente sencillos del espionaje soviético durante la Guerra Fría.

La tarde del 22 de octubre de 1967 Linowski y Ramminger entraban en la base aérea de Neuburg, situada en la ciudad bávara de Neuburg an der Donau, donde Knoppe prestaba servicio. Usando la identificación del piloto, aprovechándose de la espesa niebla que aquel día cubría la zona y de la escasa atención prestada por los vigilantes, lograron sortear sin mayor contratiempo la seguridad de la base. Ya dentro del recinto, Knoppe los guió hasta su objetivo, un depósito de munición, donde Ramminger escogió apropiarse de nada menos que de un misil AIM-9 Sidewinder aire-aire, una de las joyas de la Fuerza Aérea norteamericana. A continuación, cargaron el misil en una carretilla y, de nuevo amparándose en la niebla, lo sacaron tranquilamente de la base llevándolo hasta el coche de Ramminger, un Mercedes sedán que habían dejado aparcado cerca. Dadas las dimensiones del misil (tres metros de largo) Ramminger tuvo que romper el parabrisas trasero de su coche para que el misil cupiese dentro. Para no levantar sospechas, envolvieron el Sidewinder con una alfombra e incluso le colocaron un pedazo de tela roja a la parte que sobresalía, como exigía la ley. Y luego, con el misil en su asiento trasero, Ramminger condujo tranquilamente hasta su casa en Klefeld (a unos 400 kilómetros de Neuburg).

Manfred Ramminger en el circuito de carreras de Norisring (Nuremberg), tras sufrir un accidente con su Ferrari 250 GTO en los entrenamientos previos a una carrera (1964)
Si curiosa fue la manera de conseguirlo, igualmente sorprendente fue la manera que tuvieron de hacer llegar el misil a los soviéticos. Y es que, ya en su casa, Manninger desmontó el misil, empaquetó las piezas en una caja (salvo la espoleta, que entregaría personalmente a su contacto en el KGB)... ¡y las envió por correo ordinario a Moscú!. La caja con el misil (cuyo franqueo, debido al elevado peso del Sidewinder, unos 85 kilos, le había costado la considerable suma de 79'25 $ de la época) viajó por correo aéreo a Moscú declarada como "exportaciones de bajo valor" en un vuelo en el que iba el propio Manninger. Y por si no había habido suficientes desatinos en todo el proceso, debido a un error de facturación la caja con el misil regresó de Moscú a Düsseldorf, obligando a Manninger a regresar desde la URSS y reenviar el misil, que esta vez si llegó sin problemas a su destino.

Los soviéticos quedaron muy satisfechos con el éxito de sus agentes. En realidad ellos ya habían conseguido un Sidewinder tiempo atrás; se lo habían entregado sus colegas chinos, los cuales lo habían obtenido tras un enfrentamiento ocurrido en septiembre de 1958 entre MiGs chinos y F-86 de la Fuerza Aérea taiwanesa. Y de hecho, gracias a la ingeniería inversa, ya estaban produciendo a gran escala su propia versión del AIM-9: el Vympel R3-S. No obstante, les encantó recibir un ejemplar nuevo del misil norteamericano, con las modificaciones más recientes, lo que les serviría a su vez para fabricar una versión actualizada del Vympel: el R-13M.

El trío de espías sería capturado por las autoridades alemanas en 1968, siendo condenados a penas de entre tres y cuatro años, aunque merced a un intercambio de prisioneros entre ambos bandos serían puestos en libertad en 1971.