domingo, 21 de julio de 2019

El árbol casamentero

El Roble del Novio

En el bosque de Dodauer Forst, cerca de la localidad alemana de Eutin, se encuentra un peculiar árbol. El llamado Bräutigamseiche (Roble del Novio) es un viejo roble, de al menos 500 años de edad, que tiene la particularidad de no solo haber sido declarado monumento natural, sino que además es el único árbol del mundo que posee su propia dirección postal.


Lo realmente interesante de este árbol es que en su tronco, a unos tres metros de altura, hay un hueco que funciona como buzón: seis veces a la semana, el cartero deposita en su interior las cartas que llegan con la dirección del árbol, enviadas por personas que buscan pareja. El roble, de unos 25 metros de altura y 5 de diámetro, está rodeado de una valla de madera salvo por un camino que conduce a una escalera que permite el acceso al hueco del tronco. Dado que ese agujero tiene la consideración de buzón abierto al publico, cualquier persona puede acceder a él, leer y responder las cartas en él depositadas (la tradición dice que, si abres una carta y no la contestas, debes devolverla al árbol para que otra persona pueda encontrarla). Cada año más de un millar de cartas se reciben dirigidas al roble, mayoritariamente desde la propia Alemania, pero otras desde cualquier parte del mundo.

El origen de esta tradición data de finales del siglo XIX. A principios de la década de 1890, la hija del jefe de los guardabosques, una joven llamada Minna Ohrt, se enamoró de un joven llamado Wilhelm Schütte-Felsche, hijo de un chocolatero de Leipzig. Como el padre de la chica se oponía a la relación, los dos enamorados recurrieron a intercambiar su correspondencia amorosa de manera secreta, escondiendo sus cartas en el hueco del árbol para que el otro pudiera recogerlas. Cuando finalmente el señor Ohrt dio su aprobación a los dos jóvenes, ambos se casaron en una ceremonia que se celebró bajo el roble el día 2 de junio de 1891.


La historia del roble empezó a circular por la zona, llevando a muchas personas a dejar cartas de amor en el hueco del roble, esperando que les sirviera para encontrar a su media naranja. Enseguida empezaron a llegar cartas enviadas por el correo ordinario por gente que vivía demasiado lejos como para hacerlo en persona para ser depositadas en el roble. La costumbre arraigó tan rápido que en 1927 el servicio postal alemán decidió otorgar al árbol una dirección postal propia para facilitar la labor de los carteros.

No hay estadísticas oficiales, pero se dice que a lo largo de los casi 130 años que se ha mantenido esta costumbre, al menos un centenar de parejas han contraído matrimonio tras conocerse a través de cartas enviadas al roble. Incluso Karl-Heinz Martens, cartero retirado que durante más de veinte años llevó las cartas al roble, conoció a su esposa después de que ella le enviara una carta a través del árbol, tras verlo en un programa de televisión.

Boda bajo el roble (c. 1900)
También es costumbre que todos los Lunes de Pentecostés se celebre un oficio religioso bajo las ramas del roble. Igualmente se dice que si una joven soltera da tras vueltas alrededor del roble una noche de luna llena, pensando en la persona a la que ama y sin hablar ni reir, se casará antes de que pase un año.

El Castaño de Himmelgeist
El 25 de abril de 2009 se celebró un matrimonio simbólico entre el Roble del Novio y el llamado Castaño de Himmelgeist, un castaño de Indias de Düsseldorf que se había convertido en el segundo árbol con dirección postal propia. El "matrimonio" duró hasta 2015, año en el que el castaño murió y su tronco fue transformado en una estatua.

Si alguno está interesado en probar suerte, la dirección del Roble del novio es

Dodau 99 Dodau Forsthaus, 23701 Eutin, Schleswig-Holstein (Alemania)

domingo, 14 de julio de 2019

Los Trece Sucios



Fue una unidad militar singular. Broncos, indisciplinados, problemáticos incluso en algunas ocasiones. pero también tenían fama de ser los más duros entre los duros, los que eran encargados de las misiones más peligrosas. Su nombre oficial era el de 1ª Sección de Demoliciones del 506º Regimiento de infantería Aerotransportada, pero se hicieron célebres con un apodo mucho más explícito: The Filthy Thirteen, Los Trece Sucios.

Los Trece Sucios nacieron como una unidad especializada, destinada a misiones muy específicas y de alto riesgo tras las líneas enemigas: sabotaje, infiltración, exploración, asesinatos selectivos, destrucción de objetivos estratégicos. Encuadrados dentro del 506º Regimiento (célebre gracias a la serie de televisión Hermanos de sangre), la unidad estaba formada por dos grupos de seis hombres mas un sargento, a las órdenes del teniente Charles Mellen. Unos se unieron voluntariamente a la unidad, otros no tanto, pero todos tenían en común un cierto desprecio por la rígida disciplina militar, que les había causado (y les causaría más tarde) algún que otro problema con sus superiores. Sometidos a un intenso entrenamiento en suelo inglés, muchos dicen que su apodo, más que a su comportamiento, se debía a su costumbre de ducharse y afeitarse solo una vez por semana, para poder luego utilizar el agua para cocinar el fin de semana, generalmente alguna pieza de caza capturada de manera furtiva en los bosques cercanos a su campamento.

Durante el desembarco de Normandía, los Trece Sucios fueron lanzados en paracaídas tras las líneas enemigas con la misión de capturar o destruir tres estratégicos puentes sobre el río Douve, misión que coronaron con éxito pese a las grandes bajas que sufrieron: cuatro muertos (incluido el teniente Mellen, abatido al poco de tomar tierra), otros tantos heridos y tres capturados. La enorme cantidad de bajas hizo necesaria la llegada de nuevos hombres para reemplazar a los ausentes.

James Elbert McNiece (1919-2013)
Tras la muerte de Mellen, el liderazgo de la unidad pasó al sargento Jake McNiece, al que muchos consideraban el verdadero líder del grupo. McNiece, natural de Oklahoma, era un antiguo bombero y trabajador de la construcción, experto en explosivos, que se había alistado meses después del ataque a Pearl Harbor, y cuyo fuerte carácter le había provocado más de un enfrentamiento con sus superiores. Ya bajo el mando de McNiece los Trece Sucios tomaron parte, junto al resto del 506º, en la toma de la localidad de Carentan, luchando calle por calle y casa por casa, que se prolongó durante cuatro días.

La popularidad de los Trece Sucios aumentó enormemente tras la publicación, poco después del desembarco de Normandía, de un artículo en el periódico militar Stars and Stripes titulado "El escuadrón de los Trece Sucios, sin rival en el grupo de salto", que incluía fotografías icónicas del grupo tomadas pocas horas antes de la invasión, con las cabezas rapadas con una cresta al estilo mohawk y aplicándose pinturas de guerra en la cara (a pesar de que las normas militares lo prohibían). La idea había sido de McNiece, quien tenía antepasados choctaw y creyó que era una buena manera de honrar su herencia, además de darle confianza a sus hombres.

Clarence Ware y Charles Plaudo, miembros de los Trece Sucios, horas antes del desembarco de Normandía

Durante la Operación Market Garden, de nuevo los trece Sucios fueron lanzados en paracaídas tras las líneas alemanas, con la misión de asegurar y defender tres puentes sobre el río Dommel en la ciudad holandesa de Eindhoven. De nuevo los Trece Sucios cumplieron su misión pese a las grandes bajas: la mitad de ellos resultaron muertos o heridos a causa de la artillería alemana. La misión le valió a McNiece el ascenso a sargento de pelotón, y poco después dejaba la unidad y solicitaba el traslado a los Pathfinders, otra unidad altamente especializada, encargados de señalizar las zonas de aterrizaje en los grandes movimientos de tropas aerotransportadas. Varios de los Trece Sucios originales siguieron a McNiece y se trasladaron también a los Pathfinders.

Tras su marcha, el mando de los Sucios pasó al sargento Jack Womer, quien lo conservaría hasta el final de la guerra. Bajo su mando los Trece Sucios tomaron parte en la Batalla de la Ardenas y en la toma de la residencia de montaña de Adolf Hitler en Berchtesgaden, además de otras misiones menores como proteger centros de mando y asegurar líneas de comunicación. Más de una treintena de hombres formaron parte de los Trece Sucios a lo largo de la campaña europea, y más de la mitad de ellos murieron o fueron heridos durante sus misiones. De todos ellos, Womer fue el único miembro original del grupo que tomó parte en las principales misiones de la unidad.

Tras la guerra, la mayoría de los antiguos miembros de los Trece Sucios dejaron el ejército y regresaron a la vida civil. El sargento McNiece regresó a Ponca City (Oklahoma), la ciudad donde se había criado, y trabajó como cartero durante 28 años, hasta su retiro. Murió en 2013, a los 93 años de edad. Jack Womer se instaló en Dundalk (Maryland) y trabajó en una siderurgia durante cuarenta años. En 2012 publicó su autobiografía, Luchando con los Trece Sucios, y murió al año siguiente, a los 96 años, siendo el último de los miembros del grupo en morir. Otro conocido miembro de los Trece Sucios, el soldado Jack Agnew, quien diría de aquella unidad que "No éramos asesinos ni nada parecido, simplemente no hicimos todo lo que debíamos de hacer de cierta manera e hicimos mucho más de lo que ellos querían que hiciéramos de otra forma. Siempre estábamos en problemas". Agnew trabajó en una empresa eléctrica hasta su jubilación y a principios de 2010 se reunió durante un encuentro de veteranos en Louisville (Kentucky) con otros tres supervivientes de los Trece Sucios: Jake McNiece, Jack Womer y Robert Cone. Agnew moriría apenas unos meses después, a los 88 años de edad.


La historia de los Trece Sucios inspiró la novela de E. M. Nathanson The Dirty Dozen, la cual a su vez fue llevada al cine en 1967 con el título Doce del patíbulo.

lunes, 8 de julio de 2019

El Ídolo de Shigir



En torno a 1850 comenzaron a hallarse restos arqueológicos prehistóricos en una mina de oro a cielo abierto a unos cien kilómetros al noroeste de la ciudad rusa de Ekaterimburgo, capital del óblast de Sverdlovsk. Ante el interés que suscitaron dichos hallazgos, durante las décadas siguientes se llevaron a cabo diversas investigaciones en la región que llevaron al descubrimiento de más restos. El más impactante de estos restos es sin duda una imponente estatua de madera conocida como el Ídolo de Shigir.

El Ídolo se encontró el 24 de enero de 1890 en la turbera de Shigir, cerca de la aldea entonces llamada Kalata (hoy Kirovgrad), a unos cuatro metros de profundidad. Estaba fragmentada en varios pedazos, pero su estado de conservación, dada su antigüedad, era bastante bueno. No es raro encontrar en las turberas restos orgánicos antiguos bien conservados, como el célebre Hombre de Tollund; las condiciones de acidez, baja temperatura y escasez de oxígeno actúan como antibacterianos, frenando la descomposición.


Trasladados los fragmentos al Museo Histórico de Ekaterimburgo, el entonces conservador de la colección arqueológica del museo, el profesor Dmitry Lobanov, realizó una primera reconstrucción de la estatua dando lugar a una figura de unos 2'8 metros de altura. Años después, en 1914, otro arqueólogo, Vladimir Tolmachev, llevó a cabo una nueva restauración de la figura, reordenando algunos de los fragmentos y añadiendo otros que el profesor Lobanov había descartado, elevando así la altura del Ídolo hasta los 5'3 metros. No obstante, durante la época soviética varios fragmentos de su parte inferior se destruyeron accidentalmente por una mala manipulación, por lo que hoy en día lo único que conocemos de la estatua completa es gracias a los dibujos y esquemas que Tolmachev hizo.

La estatua en si fue labrada con herramientas de piedra en una pieza de madera de alerce procedente de un árbol que tenía al menos un siglo y medio de edad cuando fue talado. Presenta un cuerpo plano rematado con una cabeza que presenta un rostro con ojos, nariz y boca. Los expertos creen que esta cara, con pómulos prominentes y nariz recta, es un reflejo de la fisionomía de los creadores de la estatua. El cuerpo de la estatua está profusamente decorado con símbolos geométricos y otras seis caras talladas en distintas partes de su superficie. A la altura de lo que sería el tórax presenta una serie de líneas horizontales que parecen representar costillas. En cuanto al resto de símbolos, parece evidente que tenían algún significado para los que tallaron la estatua, y hay diversas teorías para explicar su significado: que relatan el mito de la creación en el que creían los autores del Ídolo, que hacen referencia a algún tipo de seres sobrenaturales como espíritus de la Naturaleza, que se trata de algún tipo de mapa o incluso que se trata de una advertencia para no entrar en una zona prohibida o peligrosa.


La datación de la estatua fue motivo de controversia durante décadas. Las distintas teorías iban desde la Edad de Hierro (primer milenio antes de Cristo) al Neolítico (sobre 6000 años a. C.). En 1997, dado el mal estado de conservación de la estatua, fue sometida a una profunda restauración y se aprovechó para realizar una datación por radiocarbono en el Instituto de la Cultura de la Historia de los Materiales en San Petersburgo y en el Instituto de Geología de Moscú. El sorprendente resultado fechaba la estatua en el Mesolítico, aproximadamente en el 7500 antes de Cristo. Hubo quien puso en duda esta datación, porque se consideraba que en aquella época no existía en la región una cultura tan avanzada como para producir una obra como el Ídolo. Una nueva datación, llevada a cabo en 2015 por investigadores alemanes de la Oficina Estatal para la Herencia Cultural de la Baja Sajonia usando espectrometría de masas, retrasaba incluso más esta fecha, datando la estatua en pleno periodo Holoceno, atribuyéndole una antigüedad de 11500 años, lo que no solo la hace el doble de antigua que las Pirámides o Stonehenge, sino que además la convierte en la estatua de madera más antigua de la que se tiene noticia. Un asta de ciervo tallada, encontrada cerca del Ídolo, fue datada en una fecha similar, lo que refrendaría esta datación, desmintiendo teorías que decían que representaciones artísticas tan complejas no aparecerían hasta el asentamiento de las primeras comunidades de granjeros sedentarios en el Neolítico.