domingo, 31 de mayo de 2020

La Operación Tamarisk, el lado más sucio del espionaje



La Operación Tamarisk tiene un lugar destacado entre las misiones de espionaje occidentales durante la Guerra Fría. Alejada del glamour que tradicionalmente se le atribuye al mundo del espionaje, con unos detalles un tanto escatológicos, pero que sin duda supuso un éxito rotundo para los servicios secretos occidentales.

Originariamente, el objetivo de la Operación Tamarisk era mucho más convencional. Se trataba de que los agentes occidentales revisaran las papeleras y cubos de basura de determinados edificios oficiales de Alemania del Este, en busca de documentos que pudieran resultar de interés para los servicios secretos de EEUU, Gran Bretaña y Francia, impulsores de la operación. Por aquel entonces, en virtud de un acuerdo entre las potencias occidentales y la URSS, estaban permitidas las llamadas "misiones de enlace militar", que permitían a los tres países y a la URSS mantener pequeños contingentes de personal de inteligencia en el territorio de la otra Alemania. Los buenos resultados les llevaron a extender la misión hacia otros objetivos de carácter militar, cuando los agentes occidentales descubrieron un detalle de sumo interés para sus servicios de inteligencia.

Lo que averiguaron los espías era que, debido en buena parte a las sanciones internacionales y al embargo comercial por parte de los EEUU a raíz de la invasión de Afganistán, en la Unión Soviética se vivía una severa escasez de determinados productos, especialmente de papel higiénico. Esta escasez, que afectaba incluso a edificios gubernamentales o embajadas, era especialmente grave en las instalaciones militares, hasta el punto de que a los contingentes de tropas desplazados fuera de sus acuartelamientos, por ejemplo, los que estaban de maniobras, apenas les llegaban suministros de este tipo. Esto provocaba que los soldados y oficiales soviéticos y germano orientales tuviesen que buscar alternativas y recurrir a cualquier otro pedazo de papel para limpiarse.

Y cuando digo cualquier otro papel, es exactamente eso: cualquier otro papel. Las alternativas de los militares del este incluían desde telegramas y comunicaciones oficiales a páginas de sus diarios y agendas personales, hojas de manuales militares y guías de entrenamiento, esquemas técnicos, planos, especificaciones armamentísticas, listas de códigos, además de numerosas cartas personales y hasta documentos oficiales, algunos incluso clasificados como "top secret". Como además estos documentos estaban impresos en papel grueso, que de ser arrojado al retrete corría el riesgo de provocar atascos en las cañerías, lo normal era que tras ser utilizados fueran a parar a papeleras o contenedores especiales, de donde podían ser recuperados por los agentes occidentales.

Los servicios secretos de Occidente, una vez enterados, de inmediato dieron instrucciones a sus espías para que registraran papeleras y cubos de basura de las letrinas de los campamentos militares de Alemania Oriental después de maniobras y ejercicios militares (las condiciones del acuerdo vetaban la presencia extranjera en zonas en las que se producían maniobras y ejercicios militares, pero no una vez terminadas estas), y recuperaran todos los documentos que pudieran. A los agentes, claro, no les entusiasmó demasiado su nuevo cometido, al que se referían literalmente como "shit digging" ("escarbar en la mierda"). En más de una ocasión se quejaron a sus superiores de los riesgos que comportaba a su salud el escarbar entre papeles llenos de restos de materia fecal; e incluso, en ocasiones, cuando las papeleras procedían de instalaciones sanitarias, de restos humanos, como miembros procedentes de amputaciones. Pero sus jefes les animaron a continuar con su labor. Es más, les pidieron que recogieran también aquellos restos humanos y los enviaran para su análisis, para descubrir, por ejemplo, qué clase de metralla usaban los soviéticos o qué técnicas médicas empleaban. Todos los documentos recuperados de esta manera eran enviados a Alemania Occidental, donde eran limpiados y desinfectados a conciencia antes de ser descifrados y estudiados minuciosamente por los analistas.

La Operación Tamarisk estuvo activa entre los años 1979 y 1989, y aparentemente los soviéticos nunca se dieron cuenta del enorme caudal de información que esta clase de desperdicios suponía para los servicios secretos occidentales. No solo proporcionó datos sobre códigos militares, estrategias, tácticas de combate, armamento o vehículos como las nuevas generaciones de tanques soviéticos (los británicos llegaron a desarrollar un nuevo tipo de munición antitanque, el llamado Long-Rod Penetrator, basándose en la información obtenida de esta forma), sino también sobre la moral de las tropas o las relaciones entre el Kremlin, el Ministerio de Defensa y el ejército soviético.

Aunque la Operación Tamarisk pudiera parecer un tanto estrambótica, los expertos la consideran de manera unánime uno de los mayores éxitos de los servicios de inteligencia occidentales durante la Guerra Fría. Como dijo sobre ella el escritor Richard Aldrich, especialista en el espionaje durante esa época, "La Operación Tamarisk fue quizás la operación de inteligencia más productiva llevada a cabo por los británicos durante la Guerra Fría. Aquellos pedazos usados de papel higiénico soviético eran oro puro".

lunes, 25 de mayo de 2020

Fotografías históricas (XVI)


Annette Kellerman, nadadora profesional australiana y creadora del primer traje de baño femenino ajustado, arrestada en 1907 en una playa de Massachusetts acusada de indecencia por vestir uno de sus trajes.



Las "jaulas para bebés" fueron comercializadas a principios del siglo XX como una alternativa segura para que los bebés que vivían en apartamentos interiores recibieran suficiente luz solar (Nueva York, 1937).



George Blind, miembro de la Resistencia francesa, sonríe frente a un falso pelotón de fusilamiento alemán cuyo objetivo era asustarlo para forzarlo a delatar a sus compañeros (1944).



Nobles etíopes montando leones (c. 1900)



La actriz sueca Anita Ekberg, harta del acoso de los fotógrafos de la prensa rosa, sale a la puerta de su villa en Roma armada con arco y flechas para amenazarlos (1960).



Cuatro veteranos de cuatro guerras diferentes, todos naturales de la localidad de Geary (Oklahoma): Mr. Everett (Guerra Civil norteamericana, 1861-1865), O. P. Ruth (Guerra hispano-norteamericana, 1898), "Red" Young (Primera Guerra Mundial, 1914-1918) y Pearl Johnson (Segunda Guerra Mundial, 1939-1945)



La primera "peineta" captada en una fotografía, protagonizada por el pitcher de los Boston Beaneaters Charles Radbourn (1886).



La noticia del hundimiento del Titanic, anunciada en la prensa que un chico vende frente a las oficinas de la armadora del buque, La White Star, en Londres. El niño de la fotografía se llamaba Ned Parfett y moriría seis años después durante la Primera Guerra Mundial, combatiendo con el ejército británico en suelo francés.



Christopher Robin Milne, hijo del escritor Alan Alexander Milne e inspirador del protagonista de las aventuras de Winnie the Pooh.



Un agente mide los trajes de unas bañistas para asegurarse de que cumplen con la ley (c. 1920).



Tres atletas entrenándose para el primer maratón de los Juegos Olímpicos modernos (1896).



El coche en el que fueron abatidos los célebres criminales Clyde Barrow y Bonnie Parker (1934).



Agentes del cuerpo de Policía de Los Ángeles disfrazados de mujer como parte de una operación para capturar a un ladrón de bolsos que había asesinado a una anciana durante uno de sus robos (15 de octubre de 1960).



Albert Einstein en compañía de los indios hopi, durante una visita al Gran Cañón del Colorado junto a su esposa Elsa (1931).



El pintor Henri Matisse, trabajando en su cama (Niza, 1949).



Combate de boxeo entre el antiguo campeón de los pesos pesados Jess Willard, "el Gigante de Pottawatomie", y Floyd Johnson, "el Bulldog de Auburn", celebrado ante 63000 personas en el Yankee Stadium (12 de mayo de 1923).



El estreno de la película Ciudadano Kane (1941).



 Una captura de récord: este serrano estriado (Centropristis striata) capturada por Edward Llewellen en la isla de Santa Catalina (California) pesó 425 libras, algo más de 192 kilos (26 de agosto de 1903).

domingo, 17 de mayo de 2020

Curiosidades (con música)


El trío británico Marconi Union compuso en 2011, con la colaboración de la Academia Británica de Terapia Sonora, la canción "Weightless". Dicha canción se ha comprobado que es capaz de reducir la ansiedad hasta en un 65%, haciendo disminuir la presión sanguínea y ralentizando el ritmo cardíaco. Su efecto es tan relajante que incluso se desaconseja escucharla mientras se conduce.



El actor Robert Mitchum, conocido por sus papeles de tipo duro en películas policíacas y del Oeste, era también un consumado músico. Una de sus incursiones musicales más curiosas tuvo lugar en 1957, cuando publicó Calypso - is like so..., un disco enteramente dedicado al ritmo caribeño del calipso.



El grupo Lynyrd Skynyrd compuso su célebre tema "Sweet Home Alabama" como respuesta a las canciones "Southern Man" y "Alabama" de Neil Young, en las que el cantante criticaba el pasado esclavista y el racismo aún vigente en los estados del sur de los EEUU.


El primer músico en conseguir un número uno en las listas de éxitos de manera póstuma fue Ottis Redding con su famosa "(Sittin' On) The Dock Of The Bay", publicada un mes después de su muerte en un accidente de aviación.


El actor Michael Pitt protagonizó en 2005 la película Last Days, inspirada en los últimos días de vida del cantante Kurt Cobain. A raíz de esta interpretación Pitt, que ya había hecho sus pinitos como músico, formó su propia banda, Pagoda, visual y musicalmente muy próxima a la banda de Cobain, Nirvana.


En cierta ocasión, durante una fiesta a la que asistían varios miembros del grupo Aerosmith, comenzó a sonar la canción "You See Me Crying". El cantante Steven Tyler, algo perjudicado por el consumo de alcohol y otras sustancias, le dijo al guitarrista Joe Perry que la canción era muy buena y deberían hacer una versión. "Pero si somos nosotros, idiota" respondió Perry.


El grupo Pink Floyd incluyó un mensaje oculto en su canción Empty Spaces", del disco The Wall (1979). El mensaje fue incluido en la pista izquierda de la canción y solo resulta inteligible cuando la canción se escucha al revés. Lo grabó Roger Waters, el cantante del grupo, y viene a decir algo así como "Hola, buscador... Felicidades. Acabas de descubrir el mensaje secreto. Por favor, envía tu respuesta al viejo Pink, al cuidado de la Granja Loca, Chalfont". Se cree que es una referencia a Syd Barrett, antiguo miembro del grupo conocido por sus problemas mentales.


La cantante británica de origen georgiano Katie Melua posee el récord mundial del concierto celebrado a mayor profundidad bajo el agua. El 2 de octubre de 2006 dio un concierto a 303 metros bajo el nivel del mar en la plataforma de extracción de gas Troll A, propiedad de la petrolera estatal noruega Statoil, en el mar del Norte. Al concierto asistieron una veintena de trabajadores de la plataforma, y antes de llevarlo a cabo Melua y su banda tuvieron que someterse a un exhaustivo examen médico y a entrenamiento en técnicas de supervivencia.


En 1967 David Bowie publicó como single la canción "The Laughing Gnome", considerada por muchos como la peor canción de su carrera. En 1990 Bowie pidió a sus fans que votasen por teléfono qué canciones debería interpretar en su gira mundial de ese año, "The Laughing Gnome" fue la canción más votada, al parecer, por una campaña promovida a modo de broma por la revista musical NME. Bowie no la interpretó.


Durante algún tiempo circuló el rumor, extendido a raíz de un artículo de la revista Newsweek en 1963, de que Bob Dylan no era el autor de la canción "Blowin' In The Wind", sino que se la habría comprado (o robado) a un estudiante de Nueva Jersey llamado Lorre Wyatt. Varios de sus compañeros de instituto aseguraban haberle oído tocar la canción antes de que Dylan la popularizara. Años más tarde Wyatt admitiría que había visto la letra de la canción en la revista musical Sing Out! y la había cantado en su instituto diciendo que la había compuesto él.


Lucy, el primer esqueleto de Australopithecus afarensis descubierto y uno de los fósiles más famosos del mundo, recibió ese nombre porque cuando fue descubierto (el 24 de noviembre de 1974, en Etiopía) estaba sonando en la radio la canción de los Beatles "Lucy in the Sky with Diamonds".


El grupo brasileño Cansei de Ser Sexy (Me Cansé de Ser Sexy) tomó su nombre de unas declaraciones de Beyoncé Knowles en una entrevista en las que decía que "estaba cansada de ser sexy y quería que la respetaran por su música". A los miembros de la banda les pareció una frase tan absurda y divertida que decidieron bautizar así a su grupo.

domingo, 10 de mayo de 2020

Tragedia en la Selva Negra

Schauinsland

A mediados de abril de 1936, aprovechando las vacaciones de Pascua, un grupo de 27 escolares de la Strand School, una grammar school del sur de Londres, viajaron a Alemania para pasarse diez días haciendo senderismo por la Selva Negra. Algo habitual en los colegios británicos más exclusivos; los jóvenes conocían otros países, aprendían a depender de si mismos, se fomentaba el compañerismo y se les inculcaba un muy británico aprecio por el deporte y el ejercicio físico. Al frente de aquel grupo iba un profesor de 27 años llamado Kenneth Keast.

El sábado día 17 de abril, a eso de las nueve de la mañana, el grupo partió de su albergue en Friburgo para la primera etapa de su recorrido: un trayecto de 15 millas (unos 25 kilómetros) hasta el pueblo de Todtnauberg, atravesando el Schauinsland, que con 1284 m. de altitud es uno de los montes más altos de la Selva Negra. Caía una ligera nevada, pero eso no parecía molestar a los jóvenes, a pesar de que iban vestidos con ropas aparentemente poco adecuadas para aquel clima, con pantalones cortos, impermeables ligeros y calzado liviano, hasta el punto de que pronto empezaron a tirarse bolas de nieve unos a otros, hasta que el profesor Keast tuvo que poner orden.

Antes de su partida varias personas habían avisado a Keast de las complicaciones del recorrido, que incluso sin nieve era considerado dificultoso por los habitantes locales. El día anterior la oficina de turismo le había advertido de la inminente llegada de la tormenta, pero Keast simplemente respondió que "Los ingleses estamos acostumbrados a los cambios repentinos en el tiempo". Pero, conforme pasaba el tiempo y la nieve seguía cayendo sin descanso, empezó a hacerse patente que el recorrido estaba empezando a ser difícil para algunos de los chicos. Tras varias horas de camino Keast tuvo que admitir que se habían extraviado y se detuvo en una posada a pedir indicaciones. La dueña, sorprendida al verlos aparecer, les advirtió que pronto la nieve cubriría caminos e indicadores, pero el profesor le quitó importancia diciendo que "ya los limpiarían".

Un poco más adelante se encontraron con dos leñadores que regresaban a sus casas porque el mal tiempo les impedía seguir trabajando, y que les aconsejaron desviarse de su ruta y tomar un sendero hacia el lado izquierdo del valle en el que se encontraban. A eso de las tres y cuarto de la tarde se cruzaron con Otto Steiert, el cartero local, que trató de disuadir a Keast de seguir adelante. Incluso se ofreció a acompañarlos de vuelta a Friburgo, o a guiarlos hasta un albergue de mineros donde habrían conseguido comida y refugio, pero Keast declinó sus ofrecimientos.

Kenneth Keast (con gorra)
El profesor seguía confiado en cumplir con el recorrido, pero el avance cada vez más complicado del grupo le hizo detenerse y preguntar a los chicos uno por uno como se encontraban. Varios se quejaron del frío y el cansancio, pero Keast consideró que llegados a ese punto sería más peligroso regresar que continuar avanzando, y decidió seguir adelante, confiando en llegar pronto a la localidad de Hofsgrund. Keast se equivocaba: en el mapa que le había facilitado el School Travel Service, organizador del viaje, se mostraban las distancias pero no la orografía del terreno. En efecto, Hofsgrund no estaba lejos, pero la ruta que estaban siguiendo les llevaba a través del Kappler Wand, la cresta más escarpada del Schauinsland, con 600 metros de altura y unos desniveles de hasta el 70%.

El primer escolar en desmayarse fue Jack Alexander Eaton, de 14 años, y campeón escolar de boxeo. Pese a los intentos por reanimarlo, tuvo que continuar ayudado por sus compañeros. La situación se volvió peor si cabe cuando la expedición abandonó la relativa protección del risco y quedó completamente expuesta al fuerte viento de la tormenta. Desconocedores del terreno, pasaron sin saberlo a menos de una milla de un refugio existente en la cumbre, pero siguieron avanzando en dirección opuesta. En este momento, Eaton y otros dos escolares tenían que ser llevados a cuestas por sus compañeros, y otros tres chicos estaban en serias dificultades.

Y cuando empezaban a perder la esperanza de salvarse, el viento llevó hasta ellos el sonido de campanas. Eran las campanas de la iglesia de Hofsgrund anunciando las siete de la tarde. Keast decidió entonces enviar a dos de los alumnos mayores, que aún tenían fuerzas, en busca de ayuda, mientras él trataba de ayudar a aquellos que no tenían fuerza para seguir. A ambos jóvenes les llevó una hora llegar hasta las primeras casas del pueblo.

Jack Alexander Eaton (1921-1936)
Hofsgrund era el típico pueblecito de la Selva Negra: 300 habitantes, una iglesia, una posada y un puñado de granjas más o menos dispersas. Eugen Schweizer era uno de sus habitantes. Había pasado la mayor parte del día en casa, a causa del mal tiempo, y estaba preparándose para salir al encuentro del repartidor que le llevaba la entrega semanal de pan. De repente llamaron frenéticamente a su puerta, y al abrir se encontró a dos jóvenes nerviosos y exhaustos que en un alemán de circunstancias le dijeron "Zwei Mann, krank am Berg" ("Dos hombres enfermos en la montaña"). Al comprender lo que ocurría, Schweizer corrió a la posada, donde había varios hombres bebiendo y jugando a las cartas, a pedir ayuda.

Rápidamente se formó una partida de rescate. Los hombres del pueblo cogieron ropa de abrigo y esquíes y se dirigieron a la montaña. El grupo de escolares se había desperdigado, lo que dificultó las tareas de rescate. Varios de los jóvenes que se habían desmayado yacían casi completamente cubiertos por la nieve. Otros trataban aún de ayudar a sus compañeros y varios más intentaban bajar de la montaña por su cuenta. Los rescatadores habían planeado usar sus esquíes como camillas para bajar hasta el pueblo a aquellos que no pudieran moverse, pero como la nieve era demasiado blanda y espesa, improvisaron con ellos trineos para arrastrarlos. Hermann Lorenz, el tendero, cargó a uno de los chicos hasta su casa, mientras que un granjero llamado Reinhold Gutmann hizo lo propio con otro, llevándolo hasta una granja cercana. Schweizer y otros miembros de la partida hallaron a Keast, junto a dos chicos inconscientes, y él les dijo cuantos eran en total. Las tareas de rescate se prolongaron hasta las once de la noche, y no cesaron hasta que todos los jóvenes hubieron sido hallados. Un aldeano llamado Hubert Wissler estuvo recorriendo la montaña completamente solo durante 45 minutos hasta que halló a tres chicos a punto de morir de frío.

Hofsgrund
Los jóvenes fueron rápidamente atendidos en Hofsgrund. Se les quitó la ropa mojada, se les dio comida y café caliente y se les masajeó con fuerza para reactivar la circulación, antes de envolverlos en mantas y acercarlos a chimeneas y cocinas para que entraran en calor. Pero, pese a los cuidados de los aldeanos y el esfuerzo de un médico que casualmente estaba allí de vacaciones y fue llamado de inmediato para atenderlos, la ayuda había llegado demasiado tarde para algunos de ellos. Eaton (14), Stanley Lyons (14), Peter Ellercamp (13) y Francis Bourdillon (12) habían muerto por hipotermia y agotamiento, y no pudieron ser reanimados. Arthur Roberts y Roy Witham estaban muy graves y fueron llevados al día siguiente al Hospital Universitario de Friburgo, donde Witham moriría poco después sin recuperar la consciencia. Los supervivientes fueron llevados al día siguiente a una villa cercana desde donde fueron evacuados a Friburgo en coche. La mayoría seguía en estado de shock y hasta dos días después no supieron que cinco de sus compañeros habían muerto y un sexto estaba en el hospital.

Al día siguiente todos los periódicos británicos llevaban en portada la "Tragedia de la Selva Negra". Durante días toda la prensa trató minuciosamente todos los detalles del caso, la "Lucha de los jóvenes contra la tormenta", el "milagro de las campanas" o el valor de los "rescatadores sobre esquíes". Mientras, el gobierno nazi vio en la tragedia una excelente oportunidad de mejorar sus tensas relaciones con el gobierno británico, que habían ido empeorando desde la llegada de Hitler al poder. Maestros de la propaganda al fin y al cabo, las autoridades nazis lanzaron una gran campaña donde se dio un gran protagonismo a las Juventudes Hitlerianas, pese a que dicha organización no tenía ninguna relación con la expedición británica, ni había participado en su rescate. No obstante, apelando a la "hermandad entre la juventud británica y la alemana" las Juventudes Hitlerianas tomaron la responsabilidad de atender a los supervivientes en tanto no se organizaba su repatriación. Asimismo, los ataúdes con los cuerpos de los fallecidos fueron instalados en una capilla ardiente en un cementerio local, flanqueados por esvásticas y banderas británicas, donde siempre había varios miembros de las Juventudes locales haciendo guardia. Miles de habitantes de Friburgo pasaron a presentar sus respetos a las víctimas, y el líder local de las JH pronunció un discurso en el que abogaba por "el deseo de entendimiento y paz entre los alemanes y sus camaradas ingleses". La prensa oficialista también publicó numerosos artículos elogiando a las Juventudes por su "colaboración" en el rescate (ignorando injustamente a los verdaderos héroes, los habitantes de Hofsgrund) e incluso las autoridades locales de Friburgo (en parte, por su miedo a que la tragedia perjudicara al turismo, pues la Selva negra era un destino muy habitual para los turistas británicos, en especial para los viajes escolares) se alinearon con la campaña de propaganda oficial, a pesar de que pocos de ellos eran auténticos nazis.


Los supervivientes y los cuerpos de sus compañeros fallecidos fueron finalmente embarcados en dos trenes de la compañía estatal de ferrocarriles alemana (que no quiso aceptar pago alguno por el transporte) el día 20, festividad en Alemania por coincidir con el cumpleaños de Adolf Hitler. Una comitiva de cientos de miembros de las Juventudes Hitlerianas y su equivalente femenino, la Liga de Muchachas Alemanas, acompañó a los jóvenes británicos hasta la estación, donde les esperaba una delegación de las autoridades locales. Un grupo de 20 miembros de las Juventudes los acompañó durante su viaje de 330 millas hasta la frontera belga, y miles de civiles se apostaron a lo largo de la vía para presentar sus respetos. Varios de los padres de los escolares británicos escribirían más tarde cartas a Hitler para agradecerle el trato dado a sus hijos.

Los supervivientes llegaron a la londinense Estación Victoria el 21 de abril a las cuatro y veinte de la tarde, y fueron recibidos por una impresionante multitud. Los cuerpos de sus compañeros, en ataúdes hechos de madera de la Selva Negra ("De los mismos bosques en los que perecieron", diría de manera un tanto melodramática un reportero), llegaron al día siguiente a la Estación de Liverpool Street en un vagón especia, a las ocho y veintiuno de la mañana, recibidos igualmente por una multitud. Decenas de ofrendas florales, algunas enviadas por el propio Adolf Hitler, les aguardaban en la plataforma de la estación. El profesor Keast permaneció varios días más en Alemania, y regresó de manera anónima, dirigiéndose a Bournemouth para evitar a la prensa. Los jóvenes muertos serían enterrados en los días siguientes en distintos cementerios de Londres, y a todas las ceremonias llegaron ofrendas florales de parte de Adolf Hitler y las Juventudes Hitlerianas.

Engländerdenkmal
El profesor Keast fue interrogado durante la investigación de la tragedia, y declaró que la tormenta había sido "catastrófica e impredecible", pero no mencionó las repetidas advertencias que había recibido de los habitantes locales y había ignorado. Pese a los indicios de negligencia por parte de Keast, y a las dudas sobre su actuación expresadas por el fiscal de Friburgo y Robert Smallbones, cónsul británico en Frankfurt (quien señalaba en una carta que envió al Ministerio de Asuntos Exteriores que la tragedia podía haberse evitado y criticaba la manera en la que los chicos iban vestidos), ni alemanes ni británicos estaban por la labor de abrir un proceso que pudiera dañar las relaciones diplomáticas entre ambos, e igualmente la Strand School y el ayuntamiento londinense (que llegó a alabar el valor de Keast durante su investigación) apoyaron al profesor. Y el caso se cerró sin que se señalara a nadie como culpable.

Pero hubo un hombre que se negó a aceptar que las cosas terminaran así. Jack Eaton era un hombre de origen humilde que a base de mucho esfuerzo había prosperado y llegado a ser propietario de una empresa de construcción. Era también el padre de Jack Alexander Eaton, una de las víctimas mortales, y decía de su hijo que era "todo lo que él habría deseado ser". Nada más saber del triste destino de su hijo viajó a Friburgo y recorrió, acompañado de un abogado y un intérprete, la ruta que habían seguido los desafortunados jóvenes. Interrogó a los rescatadores y a los testigos, reconstruyó su viaje, supo de las advertencias que Keast había ignorado, incluso encontró el mapa que había utilizado. Su investigación dio lugar a un informe de diez páginas titulado "La Tragedia de la Selva Negra: La Verdad", en el que escribió: "Estoy determinado a luchar hasta el final en nombre de mi amado hijo, que lo era todo para mí, y por los otros pequeños héroes que deberían haber estado con nosotros hoy y muchos años a partir de ahora". En ese informe, que Eaton envió a los padres de los otros chicos, a periódicos, políticos, y en general a todos los que tuvieran interés en el caso, concluía que Keast ignoró deliberadamente las advertencias sobre la peligrosidad de la ruta debido al notorio desagrado que sentía por los alemanes, que no estaba capacitado para haber dirigido el viaje, y que de no haber sido por la providencial intervención de las campanas de Hofsgrund, probablemente todos los miembros de la comitiva habrían muerto.

Pero, pese a sus esfuerzos, nunca consiguió llevar a juicio a Keast, tal y como habría querido. Dispuesto a no dejar que se olvidara lo sucedido, Eaton siguió durante años reclamando justicia. Se presentaba delante de la escuela y de la casa de Keast acusándolo públicamente de la muerte de su hijo, llegó a instalar una placa en la fachada de su empresa que decía "Acuso a Keast de la muerte de mi hijo". Pese a las amenazas de Keast de emprender acciones legales contra él por difamación y amenazas, nunca abandonó su intención de que el profesor respondiera por sus actos. Se mudó a una nueva casa (dijo que la antigua le traía demasiados recuerdos dolorosos) y convirtió su nuevo hogar en un santuario lleno de fotografías y objetos de su hijo. Ni siquiera el nacimiento de una nueva hija, a la que llamó Jacqueline, atemperó su empeño, convertido ya en una obsesión. Finalmente, su salud mental se vio comprometida y acabó sus días en un sanatorio psiquiátrico. En cuanto a Keast, se sabe por cartas suyas que se conservan que el acoso de Eaton lo perturbaba profundamente, y que las autoridades escolares y de la Strand School, que públicamente lo habían defendido sin reservas, de puertas para adentro se mostraban bastante más críticas con sus actos. Unos meses más tarde de la tragedia, se le prohibió liderar un viaje de esquí a Austria programado desde antes del viaje a Alemania, lo cual lo disgustó profundamente. En 1939 abandonó Londres y la Strand School y se marchó a la Bedales School, en Hampshire, y posteriormente la Frensham High School, en Surrey. Ninguna de ellas guarda registro alguno de su tiempo como profesor más allá de su nombre y el tiempo de servicio. Falleció en 1971.


Dos años después de la tragedia, las autoridades alemanas construyeron un memorial en recuerdo de los jóvenes, a unos 800 metros por encima de Hofsgrund. El monumento, diseñado por el profesor de arte y arquitecto Hermann Alker, consta de dos piedras verticales con los nombres de las víctimas inscritos, con una piedra horizontal sobre ellas que llevaba un águila, una esvástica y una inscripción que rezaba "La juventud de Adolf Hitler honra la memoria de estos camaradas deportistas británicos con este memorial" (todo esto sería borrado posteriormente). Recibió el nombre de Engländerdenkmal ("Monumento a los ingleses"), y aunque estaba previsto que se hiciera una ceremonia oficial de inauguración con la presencia de miembros de la familia real británica y representantes de los gobiernos de ambos países, tal ceremonia nunca llegó a producirse por el aumento de la tensión entre ambos países que acabaría desembocando en la Segunda Guerra Mundial. Cerca de este monumento, Jack Eaton hizo colocar su propio memorial para su hijo, una sencilla cruz de granito colocada en el punto exacto donde Jack, Ellercamp y Lyons habían muerto. Quiso también que figurara la frase "Su profesor les falló en el momento decisivo", pero las autoridades alemanas no lo permitieron. Un tercer monumento, erigido por los padres de los demás jóvenes, fue instalado en la entrada de la iglesia del pueblo, y es el único en el que se agradece expresamente a los habitantes de Hofsgrund su actuación aquel día.

domingo, 3 de mayo de 2020

Anna Delvey, la impostora



En julio de 2017 la policía de Nueva York arrestaba a Anna Delvey, un rostro habitual de la alta sociedad neoyorquina, acusándola de haber dejado a deber varios miles de dólares en facturas en varios hoteles y restaurantes de la ciudad. Aunque fue puesta en libertad poco después, volvió a ser arrestada en octubre de ese mismo año por acusaciones bastante más graves de hurto y estafa. Salía de esta manera a la luz pública la verdadera identidad de una de las impostoras más osadas de los últimos años.

Anna Vadimova Sorokina había nacido en Domodedovo, una ciudad-dormitorio a unos 40 kilómetros de Moscú, en 1991. Hija de un camionero y una tendera, su familia emigró en 2007 a Alemania, instalándose en la ciudad de Eschweiler. Sus compañeros de instituto la recuerdan como una chica callada a la que le costaba expresarse en alemán. Tras su graduación se marchó a Londres para matricularse en la Escuela de Artes Central San Martins, pero acabó regresando a Alemania poco después para trabajar en una empresa de relaciones públicas. Más tarde se mudó a París, donde trabajó como becaria en la revista de moda Purple. Fue entonces cuando empezó a utilizar el nombre de Anna Delvey.

A finales de 2013, Anna Delvey viajó a Nueva York. Durante algún tiempo trabajó en la delegación neoyorquina de Purple, pero no tardó en dejarlo y empezó a hacerse pasar por una rica heredera alemana. Presumiendo de un fideicomiso de sesenta millones de euros, comenzó a alojarse en hoteles de lujo, a comer en restaurantes elegantes, a visitar con frecuencia boutiques de marcas caras, dejando a menudo generosas propinas. Con este estilo de vida, no tardó en hacerse conocida en los ambientes más selectos de la ciudad. Atractiva, aparentemente rica y con don de gentes, encajaba perfectamente en aquel ambiente. Sobre el origen de la fortuna de su familia, dio varias versiones. que su padre era diplomático, que era un ejecutivo de una petrolera, o que era un magnate de la fabricación de paneles solares.

Delvey se las arregló para mantener el engaño durante años. Mientras sus deudas se iban acumulando, seguía manteniendo un tren de vida fastuoso sin que nadie pareciera sospechar que ella no era quién decía ser. A menudo pedía a sus nuevos amigos que pagaran alguno de sus gastos, poniendo como excusa que su tarjeta había sido rechazada o que la burocracia le ponía dificultades para sacar su dinero de Alemania, comprometiéndose a que más adelante les devolvería el dinero. Algo que, por supuesto, nunca ocurría. Cuando alguno de ellos le recordaba su deuda, ella simplemente se reía y le echaba la culpa a su mala memoria, asegurándole que no tardaría en saldarla. Y así, una y otra vez. Una de sus víctimas fue Rachel Williams, una editora de la revista Vogue, que acabó pagando 60000 dólares por unas vacaciones en Marrakech a las que Anna la invitó en 2017, y que nunca recuperó su dinero.


Uno de los proyectos de los que Delvey solía presumir era el de alquilar el histórico edificio del Church Missions House, en Park Avenue, y transformarlo en un exclusivo club de arte, con exposiciones y eventos, bajo el nombre de Anna Delvey Foundation. Llegó a contactar con varios fondos de inversión y bancos para conseguir que le prestasen el dinero necesario, sin éxito.

A finales de 2016, Anna Delvey regresó brevemente a Alemania, donde falsificó una serie de documentos bancarios que confirmaban su supuesta riqueza. Al regresar a Nueva York, trató una vez más de conseguir un préstamo de 25 millones de dólares de un fondo de inversiones. No consiguió el préstamo, por las dudas que empezaba a despertar su historia, pero si logró engatusar a un crédulo ejecutivo para lograr un adelanto de 100000 $.

Finalmente, el entramado de mentiras y falsedades que había montado se vino abajo. Varios hoteles y restaurantes, hartos de no poder cobrar lo que Anna les debía, la denunciaron. Tras su primer arresto salió en libertad, pero la investigación policial sacó a la luz la verdadera identidad de Anna y las muchas cuentas impagadas que había dejado por toda la ciudad. Fue nuevamente arrestada y enviada a la prisión de Rykers Island.

Anna Delvey compareció ante los tribunales el 18 de diciembre de 2018. Aunque la fiscalía le ofreció un trato bastante generoso (una sentencia reducida, una multa y la deportación a Alemania), Anna prefirió ir a juicio, donde se la acusó de varios cargos de hurto, hurto mayor y robo de servicios. Durante el proceso, que comenzó el 20 de marzo de 2019, su defensa trató de presentarla no como una estafadora, sino como una emprendedora, alegando que siempre había tenido la intención de pagar sus deudas una vez hubiera puesto en marcha sus negocios, pero que no había conseguido la financiación necesaria. Finalmente, el 25 de abril fue declarada culpable por el jurado y el 9 de mayo le fue impuesta una pena de 4 a 12 años de cárcel, una multa de 24000 dólares y a pagar más de 200000 dólares en deudas. Una vez cumpla su condena, será deportada a Alemania.


En el juicio llamó la atención el poco interés que Delvey mostró por el discurrir del proceso. Parecía más preocupada por que le dejaran llevar la ropa que quería que por las declaraciones de los testigos y las alegaciones de la acusación y la defensa, hasta el punto de que la juez llegó a reprenderla y recordarle que aquello era "un tribunal y no un desfile de modas".

Tras ser condenada, Delvey admitió que no sentía lo que había hecho, que solo "lamentaba la manera en la que había hecho algunas cosas", y que probablemente si le dieran la oportunidad volvería a hacer lo mismo. No podrá salir en libertad como mínimo hasta octubre de 2021. Ha anunciado que, mientras permanezca en prisión, piensa escribir al menos dos libros de memorias sobre el tiempo que pasó fingiendo ser una rica heredera y sobre su estancia en la cárcel. Además, hay en marcha dos proyectos de filmación de series basadas en su vida: uno de Shonda Rhimes (Anatomía de Grey) para Netflix y uno de Lena Dunham (Girls) para HBO.