domingo, 28 de junio de 2020

El evento Carrington



El 28 de agosto de 1859 aparecieron sobre la superficie del Sol un gran número de manchas solares. La existencia de estas manchas era conocida por los astrónomos desde hacía siglos, y aunque su naturaleza se desconocía (hoy sabemos que son regiones de la superficie solar con temperaturas más bajas e intensa actividad magnética), si que se sabía de ellas que sus apariciones varían según un ciclo de unos 11 años. Pero nunca hasta entonces se había observado tal cantidad de manchas, que incluso las hacía perfectamente visibles a simple vista. Un par de días más tarde comenzaron a producirse en todo el mundo una serie de curiosos fenómenos atmosféricos, el más llamativo de los cuales fue la aparición de auroras en latitudes muy alejadas de los círculos polares, donde su aparición era muy infrecuente.

Unos días más tarde, el 1 de septiembre, el astrónomo aficionado británico Richard C. Carrington se encontraba en su casa de Redhill (Surrey) haciendo un boceto del grupo de manchas solares cuando, a las 11:18 AM según hizo constar en sus anotaciones, observó a través de su telescopio cómo entre las manchas aparecían dos puntos brillantes que de inmediato se transformaron en una vivísima llamarada de luz blanca. Dándose cuenta de que estaba observando un fenómeno desconocido para la ciencia, Carrington, que se encontraba solo en aquel momento, corrió en busca de alguien para que fuera testigo del acontecimiento. Cuando regresó, él y su acompañante vieron como los dos puntos luminosos se movían por el grupo de manchas hasta que desaparecieron a las 11:23. Todo el hecho había durado apenas cinco minutos. Carrington no fue el único en observarlo; otro astrónomo aficionado británico llamado Richard Hodgson también fue testigo de la llamarada, aunque el suceso pasaría a la historia como "evento Carrington".

Lo que había visto Carrington es lo que se conoce como eyección de masa coronal (CME), una gran cantidad de materia y radiación electromagnética que es proyectada por el Sol en periodos de gran actividad. Normalmente el campo magnético de la Tierra actúa como un escudo protector desviando partículas y radiación. Pero si la ráfaga de energía es muy intensa y su campo magnético está orientado al sur, es posible que llegue a perturbar el campo magnético terrestre, provocando lo que se conoce como tormenta solar. El que luego sería conocido como evento Carrington es considerado la tormenta solar más fuerte conocida en la historia.

Dibujo del grupo de manchas solares y los puntos de donde partió la llamarada, obra de Richard Carrington
Los efectos de la eyección no tardaron en hacerse visibles. Si las anteriores oleadas de energía y partículas habían tardado unas cuarenta horas en llegar a la Tierra, esta tardó apenas diecisiete. En la madrugada del día 2 las auroras multiplicaron su intensidad y extensión. Se informó de auroras en latitudes tan distantes de los círculos polares como Hawai, Madrid, Roma, La Habana, Panamá o la ciudad colombiana de Córdoba, el lugar más alejado de los polos donde se tiene noticia de auroras. Estas auroras eran de una intensidad tal que en muchos lugares se podía leer el periódico de noche sin necesidad de otra fuente de iluminación, y en la Montañas Rocosas los buscadores de oro se levantaron y desayunaron de madrugada creyendo que estaba amaneciendo.

Las partículas cargadas emitidas durante el evento Carrington golpearon el campo magnético terrestre, comprimiéndolo y causando anomalías magnéticas por todo el planeta. Varios magnetómetros en distintas partes del mundo (como los del observatorio astronómico de Kew) registraron un pico de actividad nunca visto hasta entonces. En aquella época la tecnología estaba poco desarrollada y no había demasiados aparatos eléctricos. Donde más se notó el efecto de la tormenta solar fue en la incipiente red telegráfica de Europa y Norteamérica. Los cables telegráficos se sobrecargaron, numerosos telegrafistas recibieron descargas eléctricas cuando trataban de enviar mensajes, e incluso se produjeron cortocircuitos que provocaron incendios. Muchas líneas quedaron fuera de servicio y algunas tardaron días en restablecerlo.

La actividad solar y los fenómenos magnéticos observados a continuación no fueron relacionados en un primer momento. De hecho, pasaron años hasta que se propuso tal relación, y en un principio los primeros investigadores que la propusieron fueron criticados e incluso ridiculizados por otros científicos que negaban tal vínculo.

Magnetograma tomado en Londres durante el evento Carrington
Es difícil cuantificar los daños que causaría hoy en día una tormenta solar como la causada por el evento Carrington, pero en todo caso serían catastróficos: los satélites artificiales dejarían de funcionar, las comunicaciones se interrumpirían, habría apagones masivos por todo el mundo, daños en aparatos electrónicos, bases de datos borradas... Un ejemplo lo vivió la Tierra el 13 de marzo de 1989; en esa fecha, una tormenta solar bastante más débil que la provocada por el efecto Carrington afectó a varios satélites, provocó auroras en el Caribe y afectó a redes eléctricas de todo el mundo, especialmente de Norteamérica, donde la provincia canadiense de Quebec estuvo un día sin electricidad por los daños que la tormenta causó en la central nuclear estadounidense de Salem. Según algunos estudios, los efectos de una tormenta de tal intensidad costarían miles de millones de dólares en pérdidas y podrían tardar hasta un año en solventarse completamente.

La posibilidad de que se produzca una nueva tormenta solar tan intensa ha preocupado a los científicos durante las últimas décadas. Se sabe, por el estudio de muestras de hielo, que no ha habido otra tormenta solar igual en los últimos 500 años, pero que tormentas de cierta intensidad se producen más o menos cada cincuenta años, la última el 13 de noviembre de 1960. Según esta periodicidad, estaríamos a las puertas de una nueva tormenta solar de gran magnitud; pero los datos recogidos por la NASA y la Agencia Espacial Europea muestran que la actividad en este ciclo solar está siendo extremadamente baja. Algunos investigadores sugieren incluso que estamos entrando en una época análoga al llamado Mínimo de Maunder (1645-1715), en la que apenas hubo manchas solares, lo que alejaría, al menos de momento, la posibilidad de una nueva tormenta solar de gran intensidad.

lunes, 22 de junio de 2020

Jock McLaren

Robert Kerr "Jock" McLaren (1902-1956)

Nacido en la localidad escocesa de Kirkcaldy el 27 de abril de 1902, Robert Kerr McLaren, al que más tarde todos llamarían "Jock", era apenas un adolescente cuando se alistó en el ejército británico, en los estertores de la Primera Guerra Mundial. Destinado a la 51ª División de Infantería, que había sufrido grandes bajas durante la Ofensiva de Primavera del ejército alemán, tuvo tiempo de participar en los últimos ataques aliados antes de que el conflicto terminara.

Licenciado al terminar la guerra, emigró poco después a Australia, donde acabaría trabajando como veterinario en la ciudad de Bundaberg, a unos 400 kilómetros al norte de Brisbane. Allí se casó y en marzo de 1941, pese a que ya tenía cierta edad, se alistó en el ejército australiano, primero en la Reserva, aunque poco después pediría el traslado al ejército regular. Adscrito a un batallón de apoyo a la 8ª División australiana de Infantería y destinado en la Malasia Británica, seguía allí cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor y la guerra, que hasta entonces había sido un conflicto casi exclusivamente europeo, se desató también en el Pacífico. Prisionero de los japoneses tras la caída de Singapur, logró escapar con otros dos prisioneros y llegar hasta Kuala Lumpur con la ayuda de civiles de origen chino y de las guerrillas comunistas. Pero volvería a ser capturado después de la denuncia de un traidor malayo. Durante esta época, nació en McLaren un profundo resentimiento hacia los japoneses, tras ser testigo de las atrocidades cometidas por las tropas niponas sobre los civiles, especialmente los de origen chino.

Su nuevo destino fue el campo de prisioneros de Sandakan, en Borneo. De allí también se escaparía, en compañía de varios compañeros: se las arreglaron para robar un pequeño bote en una colonia de leprosos cercana al lugar donde los retenían, y con él lograron llegar a las islas filipinas de Tawi-Tawi, donde la guerrilla filipina les ayudó a llegar a Mindanao. Aquella fuga probablemente salvó sus vidas: la mayoría de los prisioneros aliados que fueron a parar a Sandakan acabarían muertos, bien durante las tristemente célebres Marchas de la Muerte de Sandakan, bien asesinados por los japoneses cuando se vieron obligados a retirarse de Borneo.

Jock McLaren en la isla indonesia de Berhala, uno de los lugares donde había sido retenido como prisionero por los japoneses (octubre de 1945)
En Mindanao McLaren y sus compañeros entraron en contacto con el mando conjunto de las guerrillas filipino-americanas bajo el mando del teniente coronel Wendell Fertig. Mientras que la mayor parte de sus camaradas eran evacuados a Australia en un submarino, McLaren prefirió quedarse en Filipinas a las órdenes de Fertig. Hasta el final de la guerra, y salvo por una breve estancia en Australia hacia el final de los combates, permanecería en primera línea de combate enfrentándose a los japoneses. Su primera función fue vigilar las costas filipinas para informar al ejército norteamericano de la presencia de buques japoneses, labor que acompañaba con la de entrenar a los guerrilleros locales, entre los que no había demasiados con experiencia militar.

Su talento como guerrillero le valió un ascenso a sargento y que cada vez le fueran autorizando misiones más arriesgadas: incursiones en territorio enemigo en busca de información, emboscadas. ataques a posiciones estratégicas. Las molestias que le causaban sus acciones a los japoneses llevaron a estos a ofrecer una recompensa de 70000 pesos filipinos por su captura "vivo o muerto", cantidad que el propio McLaren llegó a juzgar como "razonable".

Uno de los actos que más fama le dieron fue cuando sufrió un ataque de apendicitis en la jungla filipina. Sin posibilidad de recibir atención médica, sin disponer de material quirúrgico adecuado, con la única ayuda de varios de sus colaboradores nativos, McLaren tomó la decisión de operarse a si mismo, usando sus conocimientos como veterinario y sin más material que una cuchilla, unas tijeras, un pequeño espejo, una aguja y dos cucharillas (usadas como retractores), y, sin ninguna clase de anestesia, logró llevar a cabo la operación con éxito y recuperarse sin secuelas, pese a que tres días después de la operación tuvo que huir apresuradamente e internarse en la jungla debido a la cercanía de las tropas japonesas.

Sus méritos en combate le valieron un ascenso a capitán y un nuevo destino: le pusieron al frente de un bote artillado (al que McLaren bautizó como The Bastard) a patrullar las islas entre Mindanao y Borneo, informando sobre la actividad de la flota enemiga, hundiendo pequeñas embarcaciones enemiga y realizando incursiones contra puertos japoneses, en ocasiones con su tripulación disfrazada con uniformes japoneses, como en marzo de 1945, en un asalto a una posición enemiga en el municipio de Parang. También tomó parte en la toma del estratégico aeródromo de Malabang, durante la liberación de Mindanao por las tropas aliadas.

Emblema de la Unidad Especial Z
McLaren se había convertido en una pieza importante para las acciones de los comandos norteamericanos y australianos en las Filipinas, a los que surtía de información sobre las posiciones japonesas y los movimientos de sus tropas. Por entonces seguía estando a las órdenes del mando norteamericano, pero en abril de 1945 fue transferido de vuelta al ejército australiano por petición expresa de estos. Fue asignado a la llamada Unidad Especial Z, un grupo de operaciones especiales formado por soldados de distintas nacionalidades y dependiente de las fuerzas australianas especializado en acciones tras las líneas enemigas. Con ellos llevó a cabo varias incursiones en la isla de Borneo, la última de ellas en julio de 1945. Después de que la isla fuera liberada, McLaren permaneció en ella colaborando en el restablecimiento de la administración local, antes de regresar a Australia en noviembre de ese año. Terminó la guerra con el rango de capitán y dos Military Cross, amén de varias menciones en informes oficiales, por sus brillantes actuaciones.

Dejó el servicio activo y pasó a la Reserva a principios de 1946. Se reincorporó a la vida civil y se marchó a vivir a Nueva Guinea (cuya mitad oriental pertenecía por entonces a Australia) como veterinario al servicio del gobierno australiano. Permaneció en aquel puesto hasta principios de 1956, cuando dejó el trabajo y compró una extensión de terreno cerca de la ciudad de Wau con el propósito de establecerse como cultivador de café, pero nunca llegó a culminar ese proyecto. El 3 de marzo de 1956 McLaren, que tantas veces había esquivado la muerte en la selva a manos de los japoneses, falleció en un absurdo accidente: maniobrando con un vehículo cerca de su casa, golpeó el tronco de un árbol medio podrido, parte del cual se desprendió y le cayó encima. Tenía 53 años.

domingo, 14 de junio de 2020

La Dama de las Dunas



El 26 de junio de 1974 una niña de 9 años que paseaba a su perro por una zona costera conocida como Race Point Dunes, en la localidad de Provincetown (Massachusetts) efectuó un macabro descubrimiento. A escasos metros de un camino se encontraba el cadáver en avanzado estado de descomposición de una mujer. Comenzaba así la crónica de uno de los crímenes sin resolver más famosos de la historia criminal norteamericana.

El cuerpo se encontraba tendido boca abajo sobre la mitad de una toalla de playa. El examen forense calculó que llevaba muerta unas dos semanas. Se determinó que los restos correspondían a una mujer pelirroja, de 1'68 metros de altura y unos 66 kilos de peso y constitución atlética. Establecer su edad fue problemático; se le suele atribuir un amplio margen, entre 25 y 40 años, pero incluso podía haber tenido solo 20 o alcanzar los 49. Llevaba el cabello recogido en una coleta sujeta con una goma elástica y estaba desnuda; un par de pantalones vaqueros Wrangler y una bandana de color azul fueron hallados bajo su cabeza. El examen del lugar donde había sido encontrada reveló pisadas que iban hasta donde estaba el cadáver y huellas de ruedas a unos 50 metros de distancia, lo que parecía indicar que el cuerpo había sido depositado allí una vez muerta.

Alguien se había tomado muchas molestias para que el cadáver no fuera identificado. Le faltaban ambas manos y le habían roto los dientes para que no fuera identificada por su historial dental. Había sido brutalmente estrangulada (hasta el punto de que la cabeza estaba casi separada del cuerpo) pero la causa de la muerte había sido un violento golpe en la sien izquierda. Además, mostraba señales de agresión sexual, muy probablemente cometida post-mortem; algunos de los investigadores del caso sospechaban que el autor o autores podían haber tratado de hacerlo parecer un crimen sexual para ocultar el verdadero móvil del asesinato. No mostraba señales de haberse defendido, por lo que se creyó que había sido atacada por sorpresa, o bien mientras estaba dormida.

Todos los intentos de identificar a la fallecida fueron infructuosos. Se examinaron los expedientes de centenares de desapariciones por todo el país pero ninguna parecía corresponderse con la misteriosa "Dama de las Dunas", como era llamada ya la víctima. Poca más información se pudo obtener del cuerpo; pese a los destrozos en los dientes, se determinó que la víctima había sido sometida a un costoso tratamiento dental, en lo que los dentistas llamaban "estilo de Nueva York", lo que parecía indicar que venía de un entorno social acomodado. Pero ante la carencia de datos, el cuerpo fue inhumado en octubre de ese año y el caso se aparcó temporalmente.

El cuerpo sería exhumado en busca de nuevas pruebas en 1980, 2000 (cuando se le tomaron muestras de ADN) y 2013, sin éxito. Las diversas identidades propuestas para la Dama de las Dunas fueron descartándose una tras otra. Se habló de Rory Gene Kesinger, una joven de 25 años en paradero desconocido desde 1973, cuando había huido de la cárcel donde cumplía condena por tráfico de drogas, y que tenía cierto parecido con los retratos robot de la fallecida; pero la comparación del ADN del cuerpo con el de la madre de Kesinger descartó esa posibilidad.

Retrato robot de la Dama de las Dunas, realizado en 2010
Tampoco se llegó a ninguna conclusión acerca del posible autor del crimen. Un asesino en serie llamado Haden Clark se atribuyó el crimen años más tarde, pero Clark es un enfermo de esquizofrenia paranoide que se ha atribuido docenas de crímenes, ninguno de los cuales le pudo ser probado, así que las autoridades no han tenido demasiado en cuenta su confesión. En 1981 la policía supo que una mujer con cierto parecido a la víctima había sido vista mas o menos por la época en la que fue asesinada en compañía del conocido mafioso James "Whitey" Bulger, el cual a menudo arrancaba los dientes a las personas a las que mataba para dificultar su identificación; pero ningún vínculo entre Bulger y la Dama pudo ser probado.

En agosto de 2015 un nuevo hecho contribuyó a aumentar más todavía el misterio en torno al caso. El escritor Joe Hill, hijo del también escritor Stephen King, publicó en su blog que, viendo la célebre película Tiburón, le había sorprendido descubrir en una de las escenas a una mujer de pelo oscuro vestida con vaqueros y una bandana azul, similares a los de la Dama de las Dunas; es más, creía ver un cierto parecido entre los rasgos de la mujer de la película y los retratos robot de la asesinada. ¿Podía tratarse de la misma mujer? Tiburón había sido rodada en su mayor parte entre mayo y octubre de 1974 en la isla de Martha's Vineyard, a unos 160 kilómetros al sur de Provincetown, y durante el rodaje se habían contratado a numerosos habitantes locales y visitantes para que sirvieran de figurantes en la película. ¿Había sido uno de ellos la mujer cuyo cuerpo se encontraría más tarde en Provincetown? Hill puso su teoría en conocimiento del FBI, pero los expertos le dan poca credibilidad y afirman que es muy poco probable que se trate de la misma mujer.