domingo, 26 de julio de 2020

La tragedia de la letrina de Erfurt

Enrique VI del Sacro Imperio Romano Germánico (1165-1197)


En 1184, el rey Enrique VI, futuro emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, se embarcó en una campaña militar contra el reino de Polonia. Pero durante su viaje el rey Enrique se detuvo y estableció una corte temporal en la ciudad de Erfurt, capital de Turingia, con el objeto de convocar una dieta o asamblea que resolviera la disputa que enfrentaba a Luis III, landgrave de Turingia, y a Conrado I de Wittelsbach, arzobispo de Maguncia. Ambos habían estado enemistados desde la caída en desgracia de Enrique el León, duque de Sajonia y Baviera, derrocado y desposeído en 1180 por el emperador Federico Barbarroja.

La dieta fue convocada y nobles de todo el Imperio fueron invitados a participar en ella. Enrique y su séquito se instalaron en la casa del preboste de la catedral de Santa María de Erfurt, en cuyo segundo piso recibía el rey a los asistentes. El 26 de julio de 1184 docenas de nobles de alto rango se encontraban reunidos en el segundo piso de la casa departiendo con el rey Enrique y discutiendo los detalles del pleito que los había llevado hasta allí cuando el suelo del piso, hecho de madera y probablemente podrido, no pudo soportar el peso de tanta gente y se derrumbó. La mayoría de los presentes cayeron hasta el primer piso, cuyo suelo, igualmente viejo y podrido, tampoco soportó el peso de personas y escombros y también se derrumbó. Un buen número de los asistentes acabó cayendo en la fosa séptica situada bajo el piso, donde se acumulaban los desechos procedentes de las letrinas.

No hay cifras concretas, pero las crónicas hablan de unos sesenta muertos en el derrumbe, unos aplastados por las vigas y los escombros y otros ahogados en las aguas fecales de la fosa. Entre los fallecidos había destacados nobles como el conde Gozmar III de Ziegenhain, el conde Friedrich I de Abenberg, el conde Friedrich I de Kirchberg, el conde Heinrich de Schwarzburg, el conde Burchard de Wartburg y Beringer I, señor de Meldingen. El rey Enrique se salvó del desastre porque en el momento del derrumbe estaba en una cámara o aposento con el suelo de piedra, y tuvo que ser rescatado más tarde con una escalera. Él y su séquito abandonaron Erfurt de inmediato, sin que ni siquiera hubieran terminado las tareas de rescate de las víctimas.

domingo, 19 de julio de 2020

El síndrome de la máscara sonriente



El psicólogo japonés Makoto Natsume, profesor de la prestigiosa Osaka Shoin Women's University, notó cierto día un curioso fenómeno relacionado con sus estudiantes. Natsume, que también ejercía como consejero y asesor para las estudiantes, se dio cuenta de que durante sus entrevistas con ellas la mayoría exhibía una sonrisa permanente en su rostro, sin dejar de sonreir ni siquiera cuando le relataban problemas personales, sucesos traumáticos o situaciones de estrés. Posteriormente, el profesor Natsume se dio cuenta de que sucedía lo mismo con otras muchas mujeres, especialmente con las que trabajaban de cara al público: camareras, recepcionistas, empleadas de banca... Todas exhibían sonrisas perennes y forzadas de las que no se desprendían en ningún momento. A raíz de sus observaciones, Natsume acabaría por describir un nuevo desorden psicológico al que denominó Síndrome de la Máscara Sonriente.

En el terriblemente competitivo sector japonés de los servicios, la inmensa mayoría de las empresas exigen a sus empleadas mantener la sonrisa durante su jornada laboral, casi como si fuera parte de su uniforme de trabajo, a la hora de atender a sus clientes. Tras entrevistarse con muchas de estas trabajadoras, Natsume pudo confirmar que la mayoría de ellas admitía la importancia de la sonrisa a la hora de ser contratadas y permanecer en su puesto, y la insistencia de sus superiores en mantener dicha sonrisa para conseguir una mayor satisfacción de sus clientes. Natsume concluía que esta sonrisa antinatural y continua acababa por afectarlas psicológicamente, llegando a prolongarla más allá de su jornada laboral, haciéndoles suprimir sus verdaderos sentimientos y provocándoles secuelas psicológicas como depresión; y también físicas: muchas de ellas admitían sufrir dolores musculares, calambres y cefaleas, síntomas similares a los de las llamadas Lesiones por Movimientos Repetitivos.

El escritor japonés Tomomi Fujiwara sitúa el origen de este desorden en los cambios culturales sucedidos en el país a partir de los años 80 del siglo pasado; más concretamente, en la inauguración en 1983 de Tokyo Disneyland, el primer lugar donde se estableció como obligatoria la sonrisa al atender a los clientes, lo que luego sería imitado por muchas otras empresas.

Aunque en un principio parecía ser un fenómeno exclusivamente japonés, algunos autores han descrito casos en Corea del Sur. El psicólogo Yoon Do-rahm ha llegado a comparar la sociedad actual con un espectáculo de payasos: ambos llenos de sonrisas amplias y frecuentes, pero vacías y falsas.

domingo, 12 de julio de 2020

Pequeñas historias (XXII)

En 1976, una niña de 19 meses oriunda de Qatar fue ingresada en el Hospital Hammersmith de Londres aquejada de una extraña dolencia que los médicos eran incapaces de identificar. Una de las enfermeras se dio cuenta de que los síntomas de la niña eran similares a los de las víctimas del libro El misterio de Pale Horse, de Agatha Christie, que eran envenenadas con talio. Cuando se lo mencionó a los médicos, estos de inmediato analizaron la sangre de la niña y hallaron trazas de talio, lo que les permitió cambiar el tratamiento y salvar la vida a la pequeña. Al final se supo que la niña había ingerido accidentalmente sulfato de talio, que sus padres utilizaban como insecticida.
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El 19 de julio de 1960, un pirata aéreo de origen ruso llamado Alex Hildebrandt, armado con un rifle del calibre 22 y una bomba que llevaba pegada a su cuerpo, trató de secuestrar el vuelo 408 de la Trans Australian Airlines entre Sydney y Brisbane y obligarlo a dirigirse a Singapur. El copiloto, Tom R. Bennett, logró reducir al secuestrador dándole un puñetazo en la cara y arrancando los cables de los explosivos, impidiendo que estallaran. Bennett recibiría la Medalla de Jorge por su acto de valor.
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Durante la Primera Guerra Mundial, la cervecera Guinness apoyó de manera decidida a aquellos de sus empleados que decidieron alistarse en el ejército británico: les garantizó recuperar sus trabajos después de licenciarse, les siguió pagando la mitad de su sueldo mientras estaban en el frente, e incluso les enviaba paquetes con chocolate y leche condensada.
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En 1957 el KGB trató de chantajear al presidente de Indonesia, Sukarno, con una grabación de él manteniendo relaciones sexuales con varias prostitutas durante una visita oficial a Moscú. Sukarno, muy tranquilo, les respondió que si las imágenes se difundían los indonesios estarían muy orgullosos de él, e incluso les pidió más copias para mostrárselas a sus amigos. Curiosamente, la CIA trató de chantajearlo con un plan parecido, y llegó a producir una película pornográfica interpretada por un actor que llevaba una máscara del presidente fabricada ex-profeso por la CIA.
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La ciudad de Carmel (Indiana) ha ido reemplazando sus intersecciones por rotondas desde los años noventa. El resultado es que, además de que en cada rotonda que construye se ahorra más de 100000 dólares, el número de accidentes totales ha caído un 40%, el número de accidentes con heridos un 80%, y en cada rotonda se calcula que se ahorran cada año 24000 dólares en combustible porque los coches han reducido sensiblemente el tiempo que pasan detenidos esperando para poder pasar.
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A pesar de haber sido fundadas en la misma ciudad, en el mismo año y tener nombres similares, las compañías The Hershey Company (fabricante de los chocolates Hershey's) y Hershey Creamery Company (fabricante de los helados Hershey's) no solo no tienen ninguna relación entre ellas, sino que a lo largo de los años se han enfrentado en numerosas ocasiones en los tribunales por el uso del nombre que ambas comparten.
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En 1985, un oso negro murió de una brutal sobredosis tras comerse más de 40 kilos de cocaína, valorados en 15 millones de dólares, que un narcotraficante había arrojado sobre un bosque norteamericano cuando la avioneta en la que viajaba había tenido problemas mecánicos. El "Oso de la cocaína" o "Pablo EscoBear", como es conocido, fue disecado y en la actualidad es una atracción turística de primer orden en Lexington (Kentucky).
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En cierta ocasión el presidente Jimmy Carter accionó por error un botón de alarma secreto instalado en su retrete, haciendo que los agentes del servicio secreto irrumpieran en el cuarto cuando todavía estaba abrochándose los pantalones. En otra ocasión, Carter envió a la tintorería una chaqueta sin acordarse de que en uno de sus bolsillos estaban los códigos de activación de las armas nucleares.

lunes, 6 de julio de 2020

El mono de Hartlepool



Según cuenta la leyenda, a principios del siglo XIX, en plena guerra entre el Reino Unido y la Francia de Napoleón, un buque francés se vio sorprendido por una tormenta y se hundió en de la costa noroeste de Gran Bretaña, cerca de la ciudad de Hartlepool. Temiendo una invasión, las gentes de la ciudad acudieron a la playa, a donde habían ido a parar los restos del naufragio, y allí encontraron al único superviviente: un mono, propiedad seguramente de alguno de los marineros del buque, vestido con un uniforme militar.

Ahora bien, los habitantes de Hartlepool no eran gente demasiado instruida. Además, la guerra les pillaba algo lejos, nunca habían visto a un francés y mucho menos a un mono. De los franceses sabían lo que la propaganda de guerra británica decía de ellos: que eran personas salvajes, sucias y desagradables, a veces representados con rabo y garras. Por lo tanto, concluyeron que aquel extraño personaje debía de ser un francés. De inmediato, improvisaron un tribunal popular en la misma playa donde se le acusó de ser un espía y, dado que el mono fue incapaz de alegar nada en su defensa, fue declarado culpable y llevado a la plaza principal de Hartlepool, donde lo ahorcaron (una versión más siniestra de la leyenda dice que en realidad a quien ahorcaron fue a un niño, uno de los que por aquel entonces servían en los buques de guerra como auxiliares de artillería cargando de pólvora los cañones y que eran conocidos habitualmente como "powder monkeys", "monos de la pólvora").


Durante muchos años, la leyenda del mono fue utilizada como motivo de burla hacia los habitantes de Hartlepool, a los que apodaban "monkey hangers" ("cuelga monos"). Sin embargo, con el paso del tiempo los habitantes de la ciudad acabaron por aceptar la leyenda como parte de su folklore y la transformaron en una de sus señas de identidad. La historia del mono ha generado libros, canciones e incluso una novela gráfica y hay varias estatuas dedicadas a él en la ciudad. El equipo de fútbol local, el Hartlepool United, tiene como mascota a un mono llamado H'Angus (un juego de palabras con el nombre Angus y el verbo to hang, "colgar") y dos de los seis equipos de rugby de la localidad, el Hartlepool Rovers y el Hartlepool RFC, tienen referencias al mono en sus escudos. Incluso Stuart Drummond, que fue alcalde de Hartlepool entre 2002 y 2013 (fue el primer alcalde británico elegido tres veces consecutivas) hizo su primera campaña electoral disfrazado de H'Angus y con el lema "Plátanos gratis para todos los escolares", aunque luego le prohibieron llevar el disfraz mientras ejerciera como alcalde.

H'Angus
Pero ¿es real la historia del ahorcamiento del mono? Históricamente, no hay pruebas documentales de ello. Los registros muestran que durante la época de las Guerras Napoleónicas 14 barcos se hundieron en la región de Hartlepool, pero todos eran británicos y en ninguno de ellos se hace mención de que hubiera un mono a bordo. Aunque hay historiadores que afirman que la leyenda puede tener una base real, son muchos los que se inclinan por opinar que se trata de un bulo o una invención. La primera vez que se menciona la historia del mono es en una canción compuesta en 1855 por un músico y cómico ambulante llamado Edward "Ned" Corvan, que al parecer tenía la costumbre de componer alguna canción relativa a la localidad en la que actuaba para complacer a su público. La canción que compuso cuando actuó en Hartlepool, titulada "The Monkey Song" ("La canción del mono") y en la que se contaba a grandes rasgos la historia del ahorcamiento del mono, se hizo muy popular y para muchos es el origen más probable de toda la leyenda del mono de Hartlepool.


La canción en si no es original, ya que "tomaba prestados" fragmentos de otra canción más antigua, muy popular en Newcastle, titulada "The Baboon" ("El babuino") y que hacía referencia a un hecho histórico real, la visita de un grupo de soldados cosacos a la región de Tyneside, a los que acompañaba como mascota un babuino. Tampoco la historia del mono ahorcado es totalmente novedosa; existe una historia similar atribuida a los habitantes del pueblo escocés de Boddam, de los que se cuenta que en torno a 1772 ahorcaron a un mono, único superviviente de un naufragio, para que nadie pudiera disputarles los derechos de rescate de los restos del barco, de los que solo podrían haber hecho uso si no hubiera habido supervivientes. De esos hechos también se había escrito una conocida canción, y es posible que Corvan la hubiera escuchado en sus viajes y al llegar a Hartlepool hubiera combinado la historia del mono de Boddam y la canción del babuino para crear una historia nueva que con el paso del tiempo pasó de ser una simple parodia humorística a ser tomada por un hecho real. Lo cierto es que, al parecer, la canción tuvo mucho éxito entre los habitantes de West Hartlepool (la parte industrial y moderna de la ciudad) que solían hacer burla de los habitantes del Old Hartlepool (la parte antigua, dedicada fundamentalmente a la pesca).


Con el paso del tiempo, la diferencia entre ambos Hartlepool se desvaneció y la leyenda del mono acabó por aplicarse a toda la ciudad, perviviendo durante dos siglos y convirtiéndose en una de las señas de identidad de la ciudad.