lunes, 29 de abril de 2024

La peligrosa vida de Jack Molinas

Jacob Louis "Jack" Molinas (1931-1975)


Jacob Louis "Jack" Molinas nació en Nueva York el 31 de octubre de 1931. Su padre Louis dirigía un casino en la ciudad de New Rochelle y posteriormente adquirió un bar en Brooklyn; en ambos casos se le atribuían relaciones con la mafia neoyorquina. Jack era un joven fuerte y con talento para el deporte; su elevada estatura (con 14 años ya medía 1'84 metros) le decantó pronto por el baloncesto. En su etapa en el instituto Stuyvesant ya destacó, jugando como alero (ocasionalmente de pivot); era rápido, dominante y con un buen lanzamiento. Fue en esta etapa cuando conoció a Joe Hacken, un corredor de apuestas que presumía de haber amañado su primer partido con solo 18 años y que se convirtió en una gran influencia para Jack. Hay quien sospecha que ambos pudieron empezar a amañar partidos con Jack todavía en el equipo de su instituto; no algo tan llamativo como decantar el resultado de un partido, sino en aspectos más discretos como diferencias de puntos o canastas encestadas.

Posteriormente Jack se matriculó en la Universidad de Columbia, en cuyo equipo de baloncesto, los Lions, jugó de 1950 a 1953. Fue máximo encestador del equipo en las tres temporadas y también capitán en la última, donde batió el record del equipo de puntos encestados en un solo partido. En la temporada 50-51 estalló un gran escándalo de amaño de partidos en la NCAA; 32 jugadores de 7 equipos diferentes fueron acusados de alterar los resultados de hasta 86 encuentros de la liga universitaria entre 1947 y 1950, manipulando las diferencias de puntos para favorecer a determinados corredores de apuestas. La mayoría de los implicados recibieron penas de prisión y se les prohibió de por vida jugar en la NBA. Molinas nunca llegó a ser acusado, pero los posteriores sucesos que protagonizó le harían más tarde sospechoso.


En el Draft de la NBA de 1953 fue elegido en el tercer lugar por los Fort Wayne Pistons (no se trasladarían a Detroit hasta 1957). Empezó aquella temporada a muy buen nivel, con promedios de más de 12 puntos y 7 rebotes por partido, e incluso fue elegido para el partido de los All-Star de 1954. Sin embargo, en enero de 1954 la NBA lo acusó de efectuar apuestas ilegales en partidos de la liga, incluyendo partidos de su propio equipo, algo que Molinas acabaría admitiendo. Se especula que con sus apuestas Molinas llegaba a ganar 50000 dólares algunas semanas (su sueldo con los Pistons era de 9600 dólares al año y 500 más por objetivos). El castigo fue ejemplar; la NBA lo suspendió de por vida. Ningún otro jugador recibió un castigo similar por cuestión de apuestas en 70 años; no fue hasta hace apenas unos días que el jugador de Toronto Raptors Jontay Porter fue sancionado de la misma manera. Molinas apeló el castigo e incluso llegó a demandar a la NBA, sin éxito. Aún hoy en día conserva el record de ser el jugador de la NBA elegido para un All-Star con menos partidos disputados, 32 (aunque dada su suspensión no lo llegó a disputar, siendo sustituido por su compañero de equipo Andy Phillip).

Tras ser expulsado de la NBA Molinas se vio obligado a continuar su carrera en una liga menor como la Eastern Professional Basketball League (EPBL), donde jugó en equipos como los Williamsport Billies, Hazleton Hawks y Wilkes-Barre Barons entre 1954 y 1962. También aprovechó para licenciarse en Derecho y ser admitido en el colegio profesional de abogados de Nueva York. Durante aquellos años siguieron circulando rumores que lo vinculaban a tramas de apuestas sobre boxeo o carreras de caballos; pero su nombre no volvió a aparecer en las portadas hasta 1961.

Ese año se desmanteló una gran red de amaño de partidos de la NCAA que había alterado los resultados de al menos 43 partidos entre 1957 y 1960. 37 jugadores de 22 universidades distintas fueron arrestados, aunque la mayoría no recibieron penas de cárcel, pero si sanciones e inhabilitaciones deportivas, como prohibiciones temporales para jugar en la NBA. Entre los implicados, jugadores que posteriormente serían figuras destacadas como Conney Hawkins y Roger Brown (ambos incluidos en la actualidad en el Basketball Hall of Fame) o Doug Moe (elegido en 1988 como mejor entrenador de la NBA cuando entrenaba a los Denver Nuggets). Y al frente de la trama estaba Jack Molinas, aunque se vincularon a ella otros nombres como su viejo amigo Joe Hacken o a miembros de la familia mafiosa de los Genovese como Thomas "Tommy Ryan" Eboli o Vincent "The Chin" Gigante. 

Molinas fue condenado en 1963 a una pena de entre 10 y 15 años de cárcel, de los que cumplió cinco, entre 1965 y 1969, en la prisión neoyorquina de Attica. Cuando salió, desprestigiado y habiendo perdido su licencia de abogado, decidió mudarse a la costa Oeste y se instaló en Hollywood, donde siguió vinculado a asuntos turbios como la producción de películas pornográficas. En 1973 fue arrestado por enviar pornografía a Tennessee de manera ilegal, aunque se libró de la cárcel pagando una fianza de 10000 dólares. El 15 de noviembre de 1974 su socio Bernard Gusoff (con el que tenía un negocio de importación de pieles desde Taiwan) fue asesinado de una paliza en su apartamento de Los Angeles. Molinas fue considerado uno de los principales sospechosos; sobre todo porque Gusoff tenía un seguro de vida de 500000 dólares del que Molinas era beneficiario. Pero no se encontraron pruebas y el caso quedó finalmente archivado.


El 3 de agosto de 1975, a eso de las dos de la mañana, Jack Molinas murió asesinado en el patio trasero de su casa de Los Angeles. Un sicario llamado Eugene Connor le disparó varias veces con una pistola del calibre 22 desde la valla de su propiedad, alcanzándole en la nuca y la cabeza y matándolo en el acto. La novia de Molinas, Shirley Marcus, y su perro, también resultaron heridos en el tiroteo. Nunca se llegó a aclarar quién había ordenado su asesinato. Se dijo que debía mucho dinero a la mafia y que, cansados de esperar, habían decidido darle un escarmiento; o bien que alguien cercano a Gusoff quiso tomarse la justicia por su mano. Su cuerpo descansa en el cementerio Beth-El, en Paramus (Nueva Jersey).

domingo, 21 de abril de 2024

Anécdotas de cine

En la primera versión del guión de Regreso al futuro, la máquina del tiempo era una nevera y no un coche. El director y guionista Robert Zemeckis lo cambió porque temía que hubiese niños que, tratando de imitar la película, se quedasen encerrados.


Para la película Cluedo (1985), basada en el célebre juego de mesa, se rodaron tres finales diferentes que se exhibieron en los cines de manera aleatoria. Posteriormente los tres finales se incluyeron tanto en la versión editada en VHS como en el DVD.


El característico código verde que crea la simulación de la película The Matrix eran en realidad recetas de sushi que su creador Simon Whiteley, que formaba parte del equipo de diseño de producción de la película, copió de un libro de cocina japonesa propiedad de su esposa.


Los productores de la película Robin de los bosques (1938) querían "realismo" cuando alguno de los personajes era alcanzado por una flecha. Así que, en vez de recurrir a trucos o efectos especiales, simplemente contrataron a un arquero experto para que disparara flechas reales a extras que llevaban protecciones bajo sus disfraces. Los extras recibían 150 $ cada vez que recibían una flecha.


La película Héroes fuera de órbita (Galaxy Quest, 1999) pretendía ser una parodia de la serie Star Trek y de todo el fenómeno fan que la rodea. Sin embargo, la película gustó tanto a los trekkies que en 2013 la eligieron " la 7ª mejor película de Star Trek" y numerosos actores tanto de la serie original como de sus varias secuelas la han alabado. 


Para su película La pasión de Cristo (2004) Mel Gibson fue incapaz de encontrar una productora que la financiara. Todas a las que acudió le dijeron que era un mal proyecto y que con toda seguridad acabaría en fracaso. Así que Gibson decidió poner él mismo los 45 millones de dólares que costó, a través de su compañía Icon Productions. Al final, la película fue un éxito rotundo y recaudó más de 600 millones de dólares en todo el mundo.


Cuando el servicio de streaming chino Tencent Video puso a disposición de sus abonados la película El club de la lucha, lo hizo con una versión que cambiaba completamente su final original. En el filme, los seguidores de Tyler Durden (Edward Norton) destruyen con explosivos los edificios que albergan los archivos informáticos que contienen las transacciones realizadas mediante tarjetas de crédito, librando a miles de personas de sus deudas. Sin embargo, en la versión de Tencent (elaborada supuestamente a instancias del gobierno chino), ese final era suprimido por completo, y en su lugar aparecía un texto explicando que Durden se había entregado a las autoridades y su confesión había permitido arrestar a todos sus cómplices antes de que hicieran volar los edificios; y que luego había sido ingresado en un psiquiátrico. Esta adulteración provocó tantas quejas que al final Tencent se vio obligada a cambiar esta versión por la original. Curiosamente, la versión de Tencent era más fiel al final original de la novela de Chuck Palahniuk en la que se basa (en la que los atentados no llegan a producirse y Durden es ingresado en un psiquiátrico) que la propia película.


En la película Heat (1995) la escena del atraco al banco, tras el cual los ladrones huyen por la ciudad perseguidos por la policía, ha recibido grandes elogios por lo bien coreografiada que está y su extraordinaria exactitud reflejando un enfrentamiento armado. El director Michael Mann contrató a un ex-sargento de las SAS británicas que se encargó de preparar la escena y entrenar a los actores en el uso de las armas y en tácticas de combate. El resultado es tan realista que ejércitos como el norteamericano y el británico han utilizado esta escena como parte de su entrenamiento básico en tácticas de combate urbano.


Robin Williams aceptó poner su voz al genio de la película Aladdin a cambio de un sueldo relativamente bajo (apenas 75000 dólares), con una única condición: que Disney usara su voz únicamente en la película, y no promocionando cualquier otro producto relacionado con ella. Sin embargo, Disney no cumplió su palabra, lo que enfadó tanto a Williams que se negó a participar en la secuela de la película, El retorno de Jafar, y en la serie de televisión sobre el mismo personaje, en las que la voz del genio la puso Dan Castellaneta (el mismo que pone voz a Homer Simpson). Disney reconoció su error e incluso llegó a enviarle como disculpa a Williams un cuadro de Picasso valorado en un millón de dólares (que Williams rechazó). Solo cuando la compañía cambió de directiva y el nuevo presidente se disculpó públicamente por lo sucedido, Williams aceptó volver a doblar al genio en la tercera película de la saga, Aladdin y el rey de los ladrones.


El último papel que interpretó en el cine el actor portorriqueño Raúl Juliá (1940-1994) fue el del general M. Bison, el villano de la adaptación al cine de la célebre saga de videojuegos Street Fighter. Juliá aceptó el papel a pesar de sus graves problemas de salud (padecía cáncer de estómago y sufriría meses más tarde un derrame cerebral que lo llevó a la tumba) porque sus dos hijos, Raúl y Benjamín, eran grandes fans de la saga y Juliá quería rodar una película que pudieran disfrutar.



Leonardo DiCaprio fue uno de los actores que con mas insistencia buscó conseguir el papel de Patrick Bateman, el protagonista de American Psycho (2000). Y en un principio fue el elegido, ya que la productora Lionsgate quería a una gran estrella encabezando el reparto. Pero finalmente, pese a su interés, DiCaprio renunció al papel, permitiendo así que fuera a parar a Christian Bale, en buena parte debido a que Gloria Steinem lo convenció de que sus fans, mayoritariamente mujeres jóvenes, quedarían horrorizadas al verlo en el papel de un asesino en serie. ¿Quién es Gloria Steinem, os preguntaréis? Es una reconocida periodista, escritora, activista de los derechos de la mujer... y la madrastra de Christian Bale.



La película Dallas Buyers Club (2013) ganó el Oscar al mejor maquillaje y peluquería pese a contar con un presupuesto de solo 250 dólares para dicho apartado.

domingo, 14 de abril de 2024

El escándalo de las condecoraciones

Daniel Wilson (1840-1919)

Resulta curioso pensar que uno de los mayores escándalos de corrupción política de la Francia de finales del siglo XIX salió a la luz gracias al rencor de una ex-prostituta hacia sus antiguas madames. Y sin embargo, ese fue el hilo del que fue tirando la policía para descubrir lo que con el tiempo acabaría siendo conocido como "el escándalo de las condecoraciones".

Todo comenzó en septiembre de 1887, cuando una joven llamada Henriette Boissier, que hacía poco que había dejado de ejercer la prostitución, entró en una comisaría parisina para denunciar a dos de sus anteriores madames, las señoras Limouzin y Ratazzi, que dirigían sendos burdeles en la capital francesa y hacia las que Henriette sentía cierto resentimiento por la manera en la que la habían tratado. Según el testimonio de la joven, en aquellos burdeles, además de negociar con lo que todo el mundo se imagina, también se llevaban a cabo negocios más turbios, y algunos clientes habituales, hombres que ostentaban altos cargos políticos, aprovechaban la discreción que les proporcionaban aquellos establecimientos para cerrar tratos que implicaban la venta de distinciones oficiales y propiedades públicas.

Quizá otros agentes no hubieran hecho caso de la denuncia de la joven, pero aquellos con los que habló se sintieron de inmediato interesados por su testimonio. La brigada antivicio se hizo cargo de la investigación y una de sus primeras medidas fue arrestar a Limouzin y Ratazzi para interrogarlas. Ambas, ante la amenaza de ir a la cárcel y ver sus negocios clausurados, no tardan en admitir que altas personalidades cierran esa clase de tratos en los discretos gabinetes privados de sus locales. La policía no tarda en identificar al primero de aquellos personajes: se trata del laureado general Louis Charles Caffarel, jefe adjunto del Estado Mayor y consejero de Estado. Caffarel, veterano de las campañas de Argelia, Crimea, Italia y de la Guerra franco-prusiana de 1870, hombre de moral aparentemente intachable (lo que no le impide ser un cliente habitual de esta clase de establecimientos) se dedica a vender a cambio de grandes sumas de dinero condecoraciones militares y contratos con el ejército. Interrogado por la policía, no tarda en confesar. El entonces ministro de la Guerra, el general Théophile Ferron, temeroso de un escándalo que dañe la imagen de las fuerzas armadas, intenta cerrar el caso en silencio despojando a Caffarel de sus cargos y enviándolo de manera forzosa al retiro.

Legión de Honor

Sin embargo la investigación policial no se detiene. Todo sale a la luz pública el 7 de octubre de 1887, cuando el periódico Le xixe siècle (republicano, conservador y anticlerical) hace público el caso en un célebre editorial titulado "La Légion d'honneur à l'encan" ("La Legión de Honor a subasta"). Pero cuando de verdad el caso estalla con toda su intensidad es cuando la investigación identifica a Daniel Wilson, diputado por la circunscripción de Indre-et-Loire, como la figura principal de una red que, desde la misma sede del gobierno, se dedicaba a vender todo tipo de nombramientos y condecoraciones (incluida la Legión de Honor, la más alta de todas las distinciones otorgadas por el gobierno francés) a cambio de grandes sumas de dinero (se habla de entre 25000 y 100000 francos de la época), que se disimulan como "donativos" a alguno de los varios periódicos de provincias propiedad de Wilson. El asunto pasa a ser así un escándalo político de primer orden, ya que Wilson no es solo un diputado de provincias corriente; es también el yerno del entonces presidente de la República francesa, Jules Grévy, del partido de los Republicanos moderados.

Jules Grévy (1807-1891)

Grévy se defiende asegurando desconocer por completo las actividades de su yerno y negando haberlo ayudado jamás a conseguir los nombramientos que vendía. Sin embargo, la presión sobre él se multiplica. La opinión pública, la prensa y sus rivales políticos, tanto de otros partidos (como el socialista Georges Clemenceau) como del suyo propio (Jules Ferry) exigen su dimisión. Finalmente, el 2 de diciembre, tras una votación en la que el Parlamento se muestra mayoritariamente en su contra, Grévy dimite y es sustituido por el hasta entonces ministro de Finanzas, Sadi Carnot, que había visto como su prestigio se había multiplicado tras conocerse que había rechazado en varias ocasiones peticiones y recomendaciones de Wilson.

Los implicados (incluido Wilson, que ve como el Parlamento le retira su inmunidad) son sometidos a un juicio que se celebra entre el 8 de febrero y el 3 de marzo de 1888. El general Caffarel es condenado a una multa de 3000 francos (para entonces, un tribunal militar ya lo había declarado culpable y expulsado del ejército, tras retirarle todas sus condecoraciones) y madame Limouzin a seis meses de prisión por complicidad. Gaston, conde d'Andlau, senador por el departamento de Oise y cómplice de Wilson, es condenado a cinco años de cárcel y multa de 3000 francos, aunque la condena se dicta en rebeldía, ya que el conde había huido nada más estallar el escándalo a Argentina, donde permanecería hasta su muerte en 1892.

En cuanto a Wilson, su condena fue de dos años de cárcel, 3000 francos de multa y cinco años de privación de sus derechos civiles. Sin embargo, sorprendentemente su abogado apeló con éxito la condena. Según argumentaba, Wilson no podía ser condenado por estafa, ya que las condecoraciones que vendía, si bien concedidas de manera irregular, eran auténticas; y tampoco podía ser condenado por corrupción de un funcionario, como pretendía la Fiscalía, ya que un diputado no podía ser considerado un funcionario. Así que el juez, dado que las acciones de Wilson no podían incluirse en ninguna clase de delito existente, se vio obligado a absolverlo. Wilson recuperaría poco después su escaño en el Parlamento, a pesar del encendido rechazo de la opinión pública y a las burlas y el desprecio mostrados por parte de la mayoría de los demás diputados. No parece, sin embargo, que a sus votantes les molestaran en exceso sus actividades, ya que revalidaría su escaño por la misma circunscripción en 1893 y 1898.

La constatación de la inexistencia de una ley castigando explícitamente esta clase de negocios hizo que poco después se incluyera en el Código Civil francés un nuevo tipo de delito: el tráfico de influencias.

"Mi general, no hable todo el rato de maniobras de caballería con ese caballero condecorado. Él es un croupier de Monaco". El célebre caricaturista Emmanuel Poiré, "Caran d'Ache", publicó una serie de caricaturas satíricas titulada "Ferblanterie" ("Quincallería") inspirada en casos como este

El escándalo de las condecoraciones provocó un hondo disgusto entre la opinión pública que inspiró numerosos chistes, caricaturas e incluso canciones, como Ah! Quel malheur d'avoir un gendre (¡Ah! Que desgracia el tener un yerno) de Emile Carré.

lunes, 8 de abril de 2024

Spider-Man: Turn Off the Dark, el gran fracaso del musical de Spider-Man




A finales de la primera década del siglo la popularidad de Spider-Man estaba en auge. La trilogía sobre el personaje dirigida por Sam Raimi y protagonizada por Tobey Maguire había tenido un gran éxito, y se estaba preparando el reboot (The Amazing Spider-Man) que protagonizaría Andrew Garfield. Fue por esa época cuando a alguien se le ocurrió que sería una buena idea estrenar un musical basado en él. Una idea que apuntaba alto pero que acabó originando uno de los fracasos más estrepitosos de la historia de Broadway.

La idea de los productores no era simplemente crear un musical sobre Spider-Man. Su intención era que su musical fuera el más grandioso y deslumbrante de la historia, que fuera un espectáculo apabullante que hiciera historia. Y como tal, no repararon en gastos. Como directora contrataron a Julie Taymor, que había cosechado un éxito rotundo con El rey león, y la rodearon de nombres de prestigio en el mundo del teatro: Daniel Ezralow como coreógrafo, George Tsypin como diseñador de decorados, la diseñadora japonesa Eiko Ishioka como responsable del vestuario y Donald Holder (ganador de catorce premios Tony) como responsable de la iluminación. Interpretando a los protagonistas, Peter Parker y Mary Jane Watson, se contaba con Alan Cumming (X-men 2) y Evan Rachel Wood (Westworld). Y como autores de las canciones, se contrató nada menos que a los miembros de U2 Bono y The Edge.

Del guión se encargaron Taymor y el escritor Glen Berger (ganador de dos premios Emmy). En él se mezclaban las aventuras del personaje con elementos de las películas y el mito griego de Aracne, una tejedora a la que la diosa Atenea transformó en una araña por haberla desafiado. Muchos vieron ahí el primer error de la producción; el guión parecía un tanto confuso y enrevesado. Las primeras lecturas tuvieron lugar en 2007, pero problemas con la financiación retrasaron el inicio de los preparativos hasta 2009. Lo cierto es que era una producción técnicamente muy compleja, porque entre otras complicaciones los actores se pasaban parte de la obra literalmente volando sobre el escenario, sujetos a unos arneses especiales. Y con varios actores a la vez era una pesadilla coordinar sus movimientos: las cuerdas se enredaban, los actores chocaban unos con otros, había golpes y caídas...


El preestreno de la obra estaba previsto para el 18 de febrero de 2010, pero los problemas en los ensayos provocaron un aplazamiento. Poco después, Wood y Cumming abandonaban el proyecto, obligando a buscar nuevos protagonistas. El 28 de noviembre se hicieron los primeros pases, para críticos y periodistas; por aquel entonces el coste de la producción se elevaba ya a la desorbitada cifra de 65 millones de dólares. El estreno, previsto para el 21 de diciembre, tuvo que ser de nuevo pospuesto, primero hasta febrero y luego hasta marzo. 

Todos estos problemas habían provocado a la vez una gran expectación y un buen número de críticas a la producción. Los críticos teatrales, basándose solo en los preestrenos parciales y en los numerosos retrasos, eran de la opinión de que la obra iba a ser un fiasco de dimensiones épicas. Llegó marzo de 2011 y, una vez más, el estreno fue pospuesto, esta vez hasta el verano. Para aquel entonces Taymor había abandonado la obra (aunque acordó con los productores que su nombre siguiera figurando en los carteles), sustituida por Philip William McKinley, y se había contratado a un nuevo guionista, Roberto Aguirre-Sacasa (que había trabajado como guionista de comics para la Marvel, incluyendo varios del propio Spider-Man) para que reescribiera algunas partes. 

Al final, el estreno definitivo de Spider-Man: Turn Off the Dark tuvo lugar el 14 de junio de 2011, con Reeve Carney y Jennifer Damiano en los papeles principales. Para aquel entonces, el coste de la obra ascendía a 75 millones de dólares (lo normal para una producción de Broadway era entre 5 y 15 millones), a lo que había que sumar otro millón a la semana de gastos ordinarios. La factura incluía casi diez millones en gastos de vestuarios y decorados, más de cuatro millones en alquilar durante dos años el teatro Foxwoods de Broadway y más de dos millones en equipos para el "vuelo" de los actores. Y también varias multas que le había impuesto la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) por violaciones de las normativas de seguridad en el trabajo; durante los ensayos, hasta seis miembros del reparto habían resultado heridos, incluyendo un doble de acción que se había roto las muñecas, otro que se había fracturado ambos pies, un actor que había caído desde seis metros de altura en el foso de la orquesta y una actriz con una conmoción cerebral tras ser golpeada por una parte del equipo del que colgaban los actores.

Después de todas las vicisitudes de la obra, el estreno levantó gran expectación. A pesar de lo que muchos auguraban (un columnista de The New York Post llegó a pronosticar que se cancelaría antes de acabar septiembre), no fue el fiasco que se esperaba. La obra en si era bastante buena, las interpretaciones eran correctas, la música más que aceptable, etc. Incluso toda la publicidad que había rodeado la obra desde sus principios había favorecido la afluencia de público. Consiguió excelentes resultados de taquilla; incluso batió el record de Broadway de la mayor recaudación en una sola semana, más de 2'9 millones de dólares en la última semana de 2011. ¿El problema? Que con los disparatados costes de producción, habría sido necesario que la obra permaneciera en cartel con ese ritmo de recaudación al menos cinco años para que los productores recuperaran su dinero. 

A finales de 2013 el número de espectadores ya había decrecido sensiblemente, y la recaudación apenas llegaba a cubrir los costes de mantener la obra en cartel. El 4 de enero de 2014 se canceló de manera definitiva la exhibición del musical. Se habló de modificar la obra, de añadir nuevas escenas y canciones para que aquellos espectadores a los que le había gustado volvieran a verla, pero la idea no prosperó. También se intentó llevarla a otras ciudades de EEUU, como Las Vegas, o incluso a Europa, a Londres o Hamburgo; pero los elevadísimos costes que habría supuesto echaron para atrás a los interesados. Finalmente, el musical de Spider-Man terminó su carrera en los escenarios con unas pérdidas estimadas de unos 60 millones de dólares, convertido en el mayor fracaso económico de la historia de Broadway.