Giorgio Perlasca nació en Como en 1910. Como tantos otros jóvenes italianos de la época, se sintió atraído por los movimientos fascistas y se alistó voluntario en el ejército italiano, prestando servicio como artillero en Etiopía y en la Guerra Civil española. Precisamente, a raiz de combatir en España, recibió del gobierno franquista la ciudadanía española honoraria, al igual que muchos otros combatientes extranjeros que habían luchado en el bando nacional.
Años después, desencantado por la alianza entre fascismo y nazismo, dejó el ejército y se convirtió en representante de una empresa de importaciones de Trieste. En 1942 es destinado a Budapest, donde se encarga de comprar suministros destinados al ejército italiano.
En marzo de 1944, las tropas alemanas invaden Hungría y ocupan Budapest. Como Perlasca se había negado a jurar fidelidad a la llamada República Social Italiana, creada por Mussolini y los alemanes en la Italia no ocupada por los aliados, se ve obligado a refugiarse en la embajada española, donde el embajador Ángel Sanz Briz le proporciona documentos españoles, pasando a ser Jorge Perlasca.
Ante el peligro que corría la numerosa comunidad judía húngara, varios diplomáticos de naciones neutrales empezaron un denodado trabajo para poner a salvo a tantos como fuera posible. Especialmente destacada fué la actividad del sueco Raoul Wallenberg, del nuncio apostólico Monseñor Angelo Rotta y del propio Sanz Briz, que cuenta con la ayuda inestimable de Perlasca. Aprovechando una ley española de 1924 que concedía la nacionalidad a los descendientes de los judíos sefardíes expulsados de España, Sanz Briz y Perlasca rescatan a cientos de judíos. Primeros los ponen a salvo en "casas seguras", que por ser propiedad de la embajada tienen la consideración de suelo soberano español y, por lo tanto, inviolable; y posteriormente, les proporcionan falsos documentos de identidad españoles que les permiten salir de Hungría y ponerse a salvo. En noviembre de 1944 Sanz Briz abandona Hungría por orden de sus superiores, para no reconocer al nuevo gobierno títere de los nazis. Entonces, ante el riesgo de que los nazis ocupen la embajada y los otros inmuebles españoles, incluídas las casas-refugio, Perlasca decide arriesgarse y, con un atrevimiento inaudito, fabrica un falso nombramiento consular autoproclamándose cónsul de España en Budapest, lo que le permite seguir falsificando documentos y poniendo a salvo judíos en los escondites. Así continuó durante un par de meses, hasta enero de 1945, donde, ante la inminente llegada del ejército soviético, y con el convencimiento de que los judíos ya no corrían peligro alguno, dejó Budapest y volvió a Italia. Se calcula que su intervención directa y la de Sanz Briz salvó la vida a al menos 5200 judíos.
Su heroica intervención permaneció oculta hasta 1987, cuando un grupo de aquellos judíos húngaros que llevaban años buscando al diplomático "español" al que debían la vida dió finalmente con él y su historia salió a la luz.
Giorgio Perlasca murió en 1992, tras haber recibido numerosos homenajes y distinciones, entre ellas la de "Justo entre las Naciones" del gobierno israelí y la Gran Orden de Isabel la Católica. Su historia fué llevada al cine en el 2002.
Giorgio Perlasca
Ángel Sanz Briz
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