sábado, 12 de noviembre de 2011

La fauna de Ediacara

                             Ejemplar del género Charnia
En ciencia no existe una fórmula infalible para lograr un gran hallazgo. Un científico puede pasarse toda su vida investigando sin que sus descubrimientos merezcan más que una nota a pie de página en la historia de su disciplina. Y otras veces un golpe de inspiración, un rapto de genialidad, puede hacer inmortal al que hasta entonces era un investigador gris e insignificante. Unas veces un trabajo largo y pesado no obtiene apenas resultados. Y otras una disciplina al completo se ve sorprendida por un descubrimiento que empieza con un gesto tan sencillo como darle la vuelta a una piedra.
En 1946, un joven geólogo australiano llamado Reginald Claude Sprigg (conocido como Reg) se hallaba haciendo un estudio sobre unas minas abandonadas en una formación llamada Ediacara Hills, perteneciente a la cordillera de Flinders Ranges. Dicho lugar se halla a unos 650 kilómetros al norte de la ciudad australiana de Adelaida. Un buen día, mientras almorzaba tranquilamente, se le ocurrió volver una piedra que le llamó la atención. Y la Paleontología se conmocionó por la sorpresa.
Lo que había al otro lado de la piedra era un fósil. Reg se quedó muy sorprendido. Las rocas de Ediacara estaban datadas en uno 600 millones de años, anteriores incluso al período Cámbrico (cuyo comienzo se sitúa mas o menos hace 540 millones de años). Y nadie tenía noticias de fósiles tan antiguos. Y además aquel fósil era de un organismo pluricelular complejo. Aquel fósil era una anomalía que retrasaba millones de años la historia evolutiva.
Todavía confuso por su descubrimiento, Reg Sprigg comenzó a buscar más fósiles. Y los encontró a docenas: se trataba de seres de forma discoidal, de pluma o de hoja, en su mayoría. Toda una fauna del Precámbrico, cuando nadie esperaba que la hubiera. Pero no fué eso lo único que llamó la atención a nuestro geólogo. Sin ser un experto en fósiles, por su formación conocía los principales grupos de fósiles. Pero no era capaz de identificar lo que estaba hallando. Algunos tenían cierta similitud con medusas o gusanos, pero la mayoría eran completamente nuevos. Era a la vez el sueño y la pesadilla de un paleontólogo. Como si hubiera encontrado la puerta a otro mundo, allí tenia una fauna totalmente desconocida para la ciencia. Y otra cosa extraña: mientras en la fauna posterior a esa época predomina la simetría bilateral (el cuerpo puede ser dividido por una sóla línea en dos partes aproximadamente iguales), en estos seres esta simetría es la excepción, y la mayoría presentan simetría radial o espiral.
Sprigg tardó algún tiempo en dar a conocer su hallazgo. Y con razón: pese a que presentó sus descubrimientos en diversos congresos y los envió a revistas científicas, apenas despertó interés. Lo que proponía se salía demasiado de lo establecido y todos pensaban que tenía que haber algún error en la datación o en la interpretación de los fósiles. Hubo quien incluso negó que fueran fósiles, sino que eran formaciones rocosas originadas por algún proceso geológico desconocido (irónicamente, esa había sido la tesis que habían defendido los críticos que, en el origen de la Paleontología, negaban que los fósiles fueran restos de seres vivos).
Hasta que en 1957 un niño inglés halló un fósil con forma de pluma en Inglaterra que fué datado inequívocamente en el Precámbrico. Esto despertó mayor interés sobre los fósiles de Ediacara e hizo que se revisaran con mayor cuidado. Posteriormente se han hallado más yacimientos con esta fauna, en China y Canadá. Y también se encontró que no eran los primeros fósiles de la época que se hallaban: ya habían sido hallados en Canadá en 1868 y en Namibia en 1933, pero se los dejó "apartados" por lo mismo por lo que no hicieron caso a Briggs: porque admitir su datación suponía una incongruencia con lo que se aceptaba entonces.
Por lo que se sabe, la mayoría de los organismos de Ediacara son sésiles, vivían adheridos al fondo marino o se desplazaban muy poco. Carecen de sistema digestivo o de órganos diferenciados, por lo que muchos defienden que no son auténticos animales, sino colonias de bacterias o algas unicelulares.
La fauna de Ediacara desaparece bruscamente del registro fósil hace más o menos 550 millones de años. Hay varias hipótesis sobre los motivos de esta desaparición. Para algunos, la aparición de un nuevo tipo de fauna, la cámbrica, más rápida y activa, fué lo que precipitó su fin, bien por culpa de la competencia o bien porque, directamente, los predadores cámbricos se los comieran. También se especula con un cambio en las condiciones ambientales al que no pudieron adaptarse, o incluso que las nuevas condiciones ambientales dificultaran su fosilización, por lo que a nosostros nos parece un final abrupto fuese en realidad mucho más prolongado.
La mayoría de los expertos considera a estos seres como un "callejón sin salida" o un "experimento" de la evolución. Uno de los muchos caminos que tomó la vida en la Tierra, antes de que se impusiera tal y como nosotros la conocemos.

                                                            Dickinsonia

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