John Law (1671-1729)
John Law nació en Edimburgo (Escocia) en 1671. Era un joven atractivo, simpático, inteligente (sobre todo, era un apasionado de las matemáticas) y, tras morir su padre, un importante joyero (y también banquero) que trabajaba para las principales casas de Escocia, dueño de una gran fortuna. Sin embargo, al joven John le faltaba uno o dos gramos de sensatez: era también jugador y mujeriego empedernido. No tardó en dilapidar la fortuna de su familia. Y acabó dando tumbos por Londres, tramando oscuros negocios, apostando y buscando los favores de todo tipo de mujeres. Y así, en 1694, mató en un duelo a Edward "Beau" Wilson, un acaudalado prohombre londinense, empedernido jugador como él (aunque con mayor fortuna), con el que competía por los favores de la atractiva Elizabeth Villiers (dato para los aficionados a las curiosidades históricas: el padrino de Law en el duelo fué nada menos que Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe). Y para eludir la acción de la justicia, se vió obligado a huir del país a toda prisa, refugiándose en Holanda. Allí paso varios años, viviendo pobremente y estudiando el avanzado sistema bancario holandés. Después de mucho estudio, acabó por desarrollar una teoría económica propia. Su teoría tenía varios puntos destacados, a saber: que la circulación de dinero era la auténtica sangre de un sistema económico, y que el comercio era la mejor manera de generar riqueza.
Law viajó por Europa ofreciendo su novedoso sistema a los principales gobiernos del continente, pero nadie le hizo demasiado caso. Hasta que llegó a Francia en 1715. Aquí la situación era peliaguda de verdad. Luís XIV acababa de morir, dejando al país sumido en una crisis económica sin precedentes. El heredero, su bisnieto Luís XV, era todavía un niño, y el regente, Felipe de Orleans (tío abuelo del pequeño) temía con razón verse obligado a decretar la bancarrota del país. Por eso, cuando Law apareció en su puerta ofreciendo su sistema, seguramente pensó que no tenía mucho que perder.
Law se puso manos a la obra y fundó el Banque Générale Privée (que luego se convertiría en el Banque Royale) con el privilegio de imprimir cierto invento que Law había conocido en Holanda, pero que en realidad habían inventado ya los chinos dos milenios antes: el papel moneda. Con ese papel moneda, cuyo valor estaba asegurado por las reservas de oro del Estado, se pagaría a los acreedores del Estado, aunque el que quisiera podía solicitar su reembolso en oro. Además, creó la Compagnie d'Occident, que monopolizó el comercio con la colonia francesa de Luisiana, y que posteriormente se fusionaría con otras Compañías, como la de Senegal, la de las Indias Orientales y la de China, dando lugar a la Compagnie Perpétuelle des Indes, responsable de todo el comercio colonial francés, y cuyas acciones podían adquirirse sólo con títulos de deuda pública, garantizando grandes intereses.
Al principio todo iba bien; la Hacienda francesa mejoraba su estado y la actividad económica aumentaba a buen ritmo. Pero también empezó a darse una notoria especulación en torno a las acciones de la Compagnie: pasaron de valer 500 libras a cotizarse por encima de las 20000. Además, igualmente empezó a producirse una cierta inflacción por la emisión contínua de dinero. Pero el sistema aparentemente funcionaba. Y en 1720, la Compagnie y el Banque Royale se fusionaban y Law era nombrado Inspector general de Finanzas.
Pero como suele ser habitual, la codicia dio al traste con el negocio. Felipe de Orleans, viendo que todo iba sobre ruedas, pensó que no pasaría nada si le daba algo más rápido a la manivela de hacer billetes e imprimía unos pocos más. Concretamente, tres mil millones de libras (casi el PIB total de Francia) sin avisar a Law. Como consecuencia, las reservas de oro de la Compañía, muy inferiores a la cantidad de papel moneda circulante, no fueron suficientes para cubrir todos los reembolsos en oro que le solicitaban. Y se desató el caos. La Compagnie entró en bancarrota, la cotización de sus acciones cayó a niveles ínfimos y Law, que no quiso hacer público que el responsable era el regente, tuvo que huir del país e instalarse en Venecia, donde vivió ejerciendo como jugador profesional, hasta su muerte en 1729. Está enterrado en la iglesia veneciana de San Moisés.
La crisis afectó no sólo a Francia, sino a la mayor parte de Europa, haciendo que los sistemas bancarios se volvieran mucho más prudentes. En Francia se calcula que en torno al 10% de la población perdió la mayor parte o todos sus ahorros a raiz del colapso del sitema Law. Sin embargo, fue muy beneficiosa para la Hacienda francesa, que salió enormemente saneada de la crisis, aunque a costa de profundizar el descrédito de la corona (faltaban sólo unas décadas para el estallido de la Revolución). Además, la actividad económica, especialmente el comercio, se revitalizó de manera muy notable. Y también hizo que nadie en Francia volviera a fiarse del papel moneda, que tardaría décadas en volver a utilizarse.
Muy interesante, y muy legal Law por cubrir la mala jugada del monarca.
ResponderEliminarUn saludo,
Eran otros tiempos, valores como la lealtad todavía se practicaban. Además, Law también tenía algún interés monetario en mantener su silencio, ya que al parecer recibió ayuda económica del regente mientras estuvo en Venecia.
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