martes, 4 de diciembre de 2012

La fuga del 337

            El pingüino 337 retozando libre en la bahía de Tokyo

Rompió el cascarón el pasado 27 de enero de 2011. Tenía una vida cómoda y apacible, comida abundante, todos los cuidados imaginables... Pero cuando eres un pingüino de Humboldt con espíritu aventurero y ansias de conocer mundo, las paredes del Tokyo Sea Life Park sólo pueden detenerte por poco tiempo.
Este pequeño pingüino, conocido por su número, 337 (es todavía demasiado joven para poder distinguir si es macho o hembra) no se sentía feliz, pese a estar acompañado por otros 135 ejemplares de su especie, amén de bastantes ejemplares de otras especies de pingüinos. Así que un día no determinado de marzo de este año escaló una pared de piedra que en su punto más bajo tiene 1'2 metros de altura, luego logró colarse por un agujero en la valla exterior del acuario y alcanzar la libertad de la bahía de Tokyo, distante apenas unos metros. Toda una hazaña para un animalillo de apenas 60 centímetros de altura.
En el acuario no descubrieron su audaz fuga hasta unos días después, cuando los encargados recibieron un correo electrónico del director de un parque zoológico cercano, que lo había visto en libertad, con una fotografía del pájaro, donde era visible su anilla identificadora, nadando tranquilamente en aguas de la bahía. Inmediatamente, lanzaron una operación de búsqueda por tierra y mar, tratando de recuperarlo. Sentían gran preocupación por el animal, ya que la bahía de Tokyo está muy contaminada, soporta un notable tráfico de embarcaciones e incluso presenta trazas elevadas de radiactividad tras las fugas radiactivas en la central de Fukushima. Además, temían que no fuera capaz de alimentarse en libertad. La búsqueda no dió frutos y acabó por suspenderse.
Pero el 337 seguía libre y su historia no tardó en hacerse popular gracias a las redes sociales y al interés de los medios de comunicación. No tardó en convertirse en un personaje popular cuya historia estaba en boca de todos. Empezaron a sucederse por docenas los avistamientos del ave, la mayoría procedentes de los alrededores de Tokyo. El simpático pingüino no parecía estar hambriento ni enfermo, al contrario, se mostraba en perfectas condiciones e, incluso, en cierta ocasión, logró dar esquinazo a dos embarcaciones de la Guardia Costera japonesa que trataban de capturarlo, tras más de una hora de persecución.
Así, hasta el 24 de mayo, en el que una llamada alertó a los trabajadores del acuario que el ave había sido vista en el río Edo. Inmediatamente, dos empleados se trasladaron al lugar y lograron capturar al pingüino bajo un puente de la localidad de Ichikawa, a ocho kilómetros del acuario del que había huído hacía casi tres meses. La enorme expectación hizo que la dirección del acuario a dar una multitudinaria rueda de prensa en la que el pingüino, aparentemente sano e ileso fué la estrella. En la actualidad, el 337 sigue en su antiguo recinto con sus compañeros, adaptado de nuevo a la vida en cautividad... o quizá sólo planeando su nueva fuga.

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