domingo, 13 de enero de 2013

El descubrimiento del VIH: Montagnier vs. Gallo

El VIH infectando un linfocito

El 5 de junio de 1981 la revista Morbidity and Mortality Weekly Report describió en un artículo un extraño caso epidemiológico. Cinco jóvenes varones homosexuales aparentemente sanos habían enfermado de neumonía provocada por el Pneumocystis carinii (hoy rebautizado P. jirovecii), un hongo que afecta a personas enfermas o con el sistema inmunológico deprimido. El Centro de Control de Enfermedades (CDC) no tardó en detectar un anómalo aumento de casos de ésta y otras enfermedades oportunistas, como el sarcoma de Kaposi (un tipo de cáncer de piel). Las personas que las sufrían, pese a parecer sanas, tenían gravemente afectadas sus defensas: un agente desconocido había atacado específicamente a los linfocitos T CD4, esenciales para la respuesta inmune. A la nueva enfermedad se la denominó Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
En cuanto a quién era el responsable, la epidemiología parecía descartar una toxina. Como la mayoría de los enfermos eran homosexuales, se pensó que se trataba de una enfermedad de transmisión sexual. Los cultivos descartaron que se tratase de una bacteria o un hongo, por lo que sólo quedaba una posibilidad: un virus. Y laboratorios de todo el mundo se lanzaron en su busca, tratando de ser los primeros en aislar e identificar el escurridizo virus. Entre ellos, el parisino Instituto Pasteur, donde el reputado virólogo Luc Montagnier dirigía un equipo que investigaba la relación entre los retrovirus y el cáncer. Y fué una de las colaboradoras de Montagnier, Françoise Barré-Sinoussi, la que logró aislar el virus en la muestra procedente de un ganglio linfático de un joven llamado Frédéric Brugiere, del que se sospechaba tenía la misteriosa enfermedad (moriría de sida en 1988). Eso fué en febrero de 1983. Al nuevo virus se le denominó Virus Asociado a Linfoadenopatía (LAV) y el descubrimiento se publicó en mayo en la revista Science, dejando claro que el equipo de Montagnier lo consideraba sospechoso de ser el responsable del sida, pero todavía sin confirmarlo.
A todo esto, los franceses quisieron buscar ayuda para confirmar sus sospechas. Y enviaron muestras de su virus al norteamericano Robert Gallo, del Instituto Nacional del Cancer. No fué decisión extraña: Gallo era en aquel momento el mayor experto mundial en retrovirus y el descubridor del HTLV, el primer retrovirus humano conocido. Mientras, los franceses secuenciaban el genoma del virus.
Y en abril de 1984 salta la sorpresa: se anuncia oficialmente (con discurso de Margaret Heckler, secretaria de sanidad norteamericana, incluído) que el equipo de Gallo ha identificado el virus causante del sida, al que han denominado HTLV-III. Gallo publica sus conclusiones en cuatro artículos publicados en Science y patenta un test de detección en sangre del virus. Inmediatamente, los sorprendidos franceses reclaman la paternidad del hallazgo y solicitan una investigación. No sólo estaba en juego el prestigio del descubrimiento, sino también una importante cantidad de dinero, procedente de las patentes de las pruebas diagnósticas.
La primera reacción de Gallo fué negarlo todo. Pero pocos meses después un investigador británico demostraba que las muestras de ambos equipos eran virtualmente idénticas; no sólo eran el mismo virus, se podía decir que eran la misma muestra. Gallo se excusó entonces con la teoría de una "contaminación": un error en la manipulación de las muestras había causado que el virus enviado por Montagnier acabase infectando sus cultivos. Una posibilidad recibida con notorio escepticismo en la comunidad científica.
La discusión sobre el descubrimiento acabó por trascender lo estrictamente científico y llegando al ámbito político. Finalmente, tras una reunión el 31 de marzo de 1987, los presidentes norteamericano y francés, Ronald Reagan y Jacques Chirac, anunciaban "oficialmente" que el mérito del descubrimiento sería compartido por ambos equipos. Claro que el mundo científico ya había tomado su decisión hacía tiempo, decantándose a favor de Montagnier. Gallo vió seriamente afectada su reputación, aunque es cierto que tuvo un papel importante a la hora de confirmar que el VIH era el causante del sida. Incluso llegó a escribir varios artículos en colaboración con Montagnier.
En 2008, Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi recibían el premio Nobel de Medicina, ex-aequo con el virólogo alemán Harald zur Hausen (el primero en descubrir que determinados tipos de cáncer están causados por virus). Ni una sola referencia directa a Gallo en el comunicado oficial de la Fundación Nobel; sólo una referencia general a otros grupos de investigadores que contribuyeron a la demostración definitiva de que el virus del VIH es es causante del sida.

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