lunes, 21 de octubre de 2013

La carta de Mustafá


Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral (Sir Francis Bacon)

El pasado 9 de septiembre se celebraron elecciones legislativas en Noruega. El gobierno resultante, formado hace sólo unos días, tiene como principal novedad que por primera vez forma parte de él el Partido del Progreso o Fremskrittspartiet (FrP), una formación ultraconservadora, populista y xenófoba que consiguió 29 de los 169 escaños del Parlamento noruego o Storting. El FrP se consolida así como la tercera fuerza política del país y consigue siete de los diecisiete ministerios del Gobierno, incluídas carteras estratégicas como Hacienda, Petróleo y Asuntos Sociales. Desde su fundación en 1973, el corpus político de este partido apenas ha cambiado: ultraliberalismo económico, reducción a la mínima expresión de la burocracia y la intervención gubernamental y rechazo frontal a la inmigración y la multiculturalidad.
El personaje clave de la historia del FrP ha sido Carl I. Hagen, su presidente entre 1978 y 2006. Fue su hábil dirección la que llevó a su partido de ser una formación minoritaria a convertirse en la segunda fuerza más votada en tres elecciones (1997, 2005 y 2009).
Uno de los puntos de inflexión en la historia del FrP lo supusieron las elecciones municipales de 1987. El FrP consiguió sus mejores resultados hasta la fecha, duplicando el porcentaje de votos del 6 al 12% en una campaña donde tuvo especial protagonismo uno de los bulos mediáticos más llamativos de la historia política noruega: la carta de Mustafá.
Hagen hizo referencia a la carta por primera vez el 7 de septiembre de 1987, cuando la campaña electoral enfilaba su recta final, en un mitin en la ciudad de Rørvik, para reforzar sus tesis sobre la inmigración. La carta, según él, le había sido enviada por un tal Mohammad Mustafá, un inmigrante musulmán que vivía en Oslo. Dicha carta decía así:

Para Carl I. Hagen, Parlamento, de Mohammad Mustafa, underhaugsv. 15, 0354, Oslo 2
¡Alá es Dios, y Mahoma, su profeta! Lucha usted en vano, señor Hagen. El Islam, la única fe verdadera, vencerá también aquí en Noruega. Un día las mezquitas serán tan comunes en Noruega como hoy lo son las iglesias, y mis bisnietos lo verán. ¡Yo se, y todos los musulmanes de Noruega lo saben también, que el pueblo noruego abrazará la fe y todo el país será musulmán!. Tenemos más hijos que ustedes, y muchos auténticos creyentes musulmanes llegan a Noruega cada año, hombres jóvenes en edad productiva. Un día la cruz infiel de su bandera desaparecerá.

El contenido de la carta se ajustaba perfectamente al discurso defendido por Hagen: la llegada contínua de inmigrantes, sobre todo musulmanes, con tasas de natalidad mas elevadas que las de los noruegos, amenazaba su sociedad y su cultura; de no ponerle freno a la llegada de extranjeros, corrían el peligro de ver desaparecer su forma de vida.
Ante la repercusión que tuvo la carta, el FrP empezó a utilizarla como bandera de su campaña. Fue una jugada exitosa; consiguió, como ya he dicho, duplicar su porcentaje de votos, apelando al miedo de las clases acomodadas y conservadoras, convirtiéndose en parte destacada de la escena política noruega.
Pero la historia de la carta no convenció a muchos. La prensa enseguida comenzó a investigar sobre su origen y su supuesto autor. El primer medio en hacer una investigación a fondo del caso fue el periódico Verdens Gang, que, dado que la carta traía remite, no tardó en ponerse en contacto con el auténtico Mohammad Mustafá, el cual negó haber escrito ninguna carta y afirmó sentirse víctima de una conspiración. Además, según se pudo comprobar, cuando la carta fue escrita, Mustafá hacía meses que se había mudado de la dirección que figuraba en ella, por lo que suponía que alguien copió su nombre de la guía de teléfonos.
Preguntado por la prensa, Hagen dijo que él creía de buena fe que la carta era auténtica y rechazó en todo momento que fuese una maniobra electoral de su partido y se defendió alegando que había sido la prensa la que había dado publicidad al asunto, ya que él había utilizado la carta dentro de una reunión para miembros de su partido. Mohammad Mustafá demandó a Hagen y al FrP por difamación, alegando que sabía que la carta era falsa y pidiendo una indemnización de medio millón de coronas; pero ambas partes llegaron a un acuerdo extrajudicial y el caso nunca llegó a los tribunales.
A día de hoy, el FrP sigue negando toda vinculación con la autoría de la falsa carta y nadie ha sido jamás señalado como autor del montaje.

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