Olympe de Gouges (1748-1793) |
Marie Gouze, hija de un humilde carnicero y una criada, nació en Montauban en 1748. Con apenas 17 años la casaron con un hombre mayor y adinerado al que no amaba, del que no tardó en enviudar y con el que tuvo a su único hijo, Pierre. Poco después se trasladaría a Paris para que su hijo tuviera la mejor educación posible. Allí frecuentaría los salones literarios y empezaría su carrera como escritora, firmando sus escritos como "Olympe de Gouges". Escribió obras de teatro y ensayos e incluso creó una pequeña compañía itinerante de teatro, que resultó un fracaso.
Sus primeros roces con el poder datan de 1785, cuando inscribe en el repertorio de la Comédie-Française la obra Zamore y Mirza o el feliz naufragio, una obra profundamente crítica con el esclavismo y la trata de seres humanos. La obra incomodó a varias altas personalidades, que debían su fortuna al comercio de esclavos o al trabajo de estos en las plantaciones de las colonias. Las intrigas del barón de Breteuil y el mariscal de Duras, ministros y diputados, consiguieron que la obra fuera retirada del repertorio de la Comédie-Française y que madame de Gouges fuera enviada a la prisión de la Bastilla, de donde pudo salir al poco gracias a la mediación de sus amigos. El encierro no la atemorizó, al contrario, se volcó aún mas en favor de los movimientos abolicionistas, publicando nuevas obras como Réflexions sur les hommes nègres (1788) y Le marché des Noirs (1790). No obstante, Zamore y Mirza no se pudo publicar y representar hasta 1792. Aún tras los cambios políticos que siguieron a la Revolución, el esclavismo seguía moviendo mucho dinero y Olympe siguió recibiendo insultos y amenazas.
Pero además de su militancia contra la esclavitud, Olympe de Gouges se involucró decididamente en los vertiginosos cambios sociales y políticos que se estaban produciendo a su alrededor. Escribió numerosos artículos y cartas, que publicó en periódicos o envió a destacadas personalidades políticas de la época. En ellos, y en el resto de sus obras, se posicionaba firmemente a favor de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres: derecho al voto, al trabajo público, a participar en la política (La mujer tiene derecho a subir al cadalso; debe tener también el de subir a la Tribuna), a poseer propiedades, a la educación... También defendió el divorcio y la supresión del matrimonio (del que, tras su desafortunada experiencia, decía que era "la tumba de la confianza y del amor"), sustituyéndolo por una especie de contrato civil renovable. También luchó contra la marginación de las madres solteras y los niños nacidos fuera del matrimonio.
En 1791 publicó su obra mas recordada, la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, donde toma como referencia la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (que no mencionaba a la mujer en ningún apartado) adaptándolos a la situación de las mujeres. El ensayo empezaba con una frase demoledora: Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta.
Aunque defendía la idea de una monarquía constitucional, posteriormente se adhirió a la causa republicana, pero siempre mostrándose crítica y sin dejarse llevar por el entusiasmo del momento. Se daba perfectamente cuenta de que la Revolución, lejos de eliminar las injusticias y la desigualdad del sexo femenino, las perpetuaba. La toma de la Bastilla -escribió- no ha acabado con el despotismo y las injusticias, simplemente ha pasado el poder de unas manos a otras. También solicitó que se tomaran medidas sociales como la creación de maternidades, de albergues para los mendigos, de talleres que empleasen a quienes no tenían trabajo...
Proclamada la República, Olympe se unió a la facción moderada y federalista, los girondinos. Se opuso, como ellos, a la condena a muerte de Luis XVI y a los desmanes, ejecuciones y purgas impulsados por la facción más radical y violenta, los jacobinos. Cuando los principales dirigentes girondinos fueron arrestados en junio de 1793 por orden de los jacobinos, todos sus partidarios pasaron a ser elementos sospechosos. Y más tratándose de una voz crítica e incómoda como la de Olympe, que incluso había escrito una carta burlándose de Maximilien Robespierre, líder de los jacobinos. Olympe de Gouges fue encarcelada en agosto de 1793 acusada de apoyar a Luis XVI y defender el federalismo. Tras tres meses de encierro sin juicio, fue llevada ante un tribunal revolucionario el 2 de noviembre, apenas dos días después de la ejecución de veintiuno de los mas destacados girondinos. No se le permitió tener abogado. Olympe se defendió brillante y vehementemente, pero su suerte estaba echada. Fue condenada a muerte y guillotinada al día siguiente. Su hijo Pierre tuvo que abjurar en público de las ideas de su madre, por miedo a ser procesado.
Tras su muerte, su obra y su figura fueron vilipendiadas y escarnecidas durante décadas. Mucha gente no aceptaba que una mujer fuera una autora e ideóloga tan brillante y se dedicó a desacreditarla todo lo posible. Sus ideas fueron tachadas de absurdas y delirantes. Se dijo de ella que no era la autora de sus obras, que no sabía leer ni escribir, incluso que tenía cierto retraso mental. Unas ideas que arraigaron entre la intelectualidad francesa del siglo XIX. Hubo que esperar a la segunda mitad del siglo XX para que su figura recibiera la atención que merecía, sus obras fueran recuperadas y su contribución a la liberación femenina reconocida y homenajeada.
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