lunes, 24 de febrero de 2014

La maldición del Pequeño Bastardo

James Dean junto a Little Bastard
El actor James Dean siempre fue un gran aficionado a la velocidad y a los coches deportivos. Por eso, cuando alcanzó la fama y la fortuna en Hollywood, una de las primeras cosas que se compró fue un Porsche 356 Super Speedster. Pero Dean ambicionaba más, y así, mientras rodaba la que sería su última película, Gigante, vendió su Speedster y se compró un Lotus Mark X, un potente y lujoso coche de carreras del que sólo se fabricaron 6 unidades. Pero como el Lotus iba a tardar varias semanas en serle entregado y Dean deseaba participar en varias carreras, el 21 de septiembre de 1955, adquirió otro coche: un Porsche 550 Spyder. El Spyder de Dean era un vehículo muy exclusivo, una de las primeras 90 unidades del modelo que habían salido de fábrica. El motor, de 110 caballos y doble carburación, permitía al coche alcanzar la insólita velocidad de 225 km/h. para mover un chasis y una carrocería hechos de aluminio que pesaban sólo 550 kilos. Un coche concebido para la competición y al que esa combinación de potencia y poco peso hacía bastante complicado de controlar. Fue por ello que Bill Hickman, amigo de Dean y también aficionado a los coches de carreras, lo bautizó como Little Bastard, Pequeño Bastardo.
Tras comprarlo, Dean entregó el coche a George Barris, mecánico amigo suyo y creador de numerosos vehículos para cine y televisión (entre otros, creó el Batmóvil de la serie de los sesenta) para que le hiciera algunas modificaciones: tapizó los asientos con tela escocesa, le pintó el número 130 en el capó y las puertas, así como dos líneas rojas sobre las ruedas traseras. También hizo grabar el apodo del vehículo en la carrocería. Pero no todos compartían el entusiasmo de Dean por el coche. El actor británico Alec Guinness, a quien Dean mostró el coche el día 23 al coincidir con él en un restaurante, tuvo un mal presentimiento y le dijo que el coche tenía un aspecto "siniestro" y que si conducía aquel automóvil moriría en él en una semana. El propio Barris y las actrices Eartha Kitt y Ursula Andress, amigas de Dean, también se expresaron en parecidos términos.
El 30 de noviembre, Dean partió con su coche nuevo camino de una competición en Paso de Robles (California). Llevaba a Little Bastard en un remolque enganchado a una camioneta y le acompañaban Hickman, su mecánico Rolf Weutherich y el fotógrafo Sanford Roth. Sin embargo, antes de llegar, Dean decidió hacer el resto del trayecto conduciendo el Porsche por la Ruta 466 (menos transitada que las autopistas) para familiarizarse con él. Weutherich le acompañó como copiloto mientras Hickman y Roth los seguían en la camioneta. Dean conducía bastante rápido, lo que le valió una advertencia de una patrulla de carretera. En una parada que hicieron en una gasolinera, se encontraron con un par de conocidos del ambiente de las carreras automovilísticas, que le aconsejaron conducir con prudencia, porque su coche, bajo y gris como el asfalto, no era fácil de ver para los otros conductores.
Unos kilómetros más adelante, en el cruce de las Rutas 466 y 41, a la altura del pueblo de Cholame (un punto negro donde se habían producido varios accidentes), el Spyder de Dean, que no circulaba a una velocidad excesiva, fue embestido por un Ford Custom Tudor Coupé conducido por un joven estudiante de 23 años. Aunque hay varias teorías sobre los motivos del accidente, lo más probable es que el conductor del Custom efectuara un giro sin ver que el Spyder se aproximaba. Pasaban unos minutos de las cinco y media de la tarde.
El impacto fue brutal. El liviano Porsche salió violentamente despedido (el Custom pesa tres veces mas que el Spyder) y se empotró contra un poste de teléfono. Dean, que no llevaba el cinturón de seguridad puesto, se partió el cuello y murió poco después. Weutherich salió despedido; se rompió una pierna, la mandíbula y una clavícula, pero sobrevivió. Y el conductor del Ford se rompió la nariz y se dislocó un hombro. Irónicamente, sólo unos días antes, el 17, Dean había rodado un anuncio televisivo en el que advertía a los jóvenes de los peligros de la conducción temeraria y el exceso de velocidad. Según Weutherich, sus últimas palabras antes del accidente fueron Ese tipo va a parar... nos va a ver.
Los restos del Porsche 550 Spyder tras el accidente
Esa fue la primera desgracia relacionada con un coche que posteriormente se ganó la fama de atraer la mala suerte a quien estaba cerca de él. Los restos del Spyder fueron comprados, una vez terminada la investigación del accidente, por George Barris, que tenía intención de vender las piezas que pudiera recuperar. Nada más llegar a su taller, se rompieron las cuerdas que sujetaban los restos, que cayeron sobre uno de los mecánicos, fracturándole ambas piernas.
Barris extrajo, entre otras piezas, el motor, la caja de cambios y las ruedas, que vendió a varios pilotos de carreras. El motor lo compró Troy McHenry, quien poco después murió durante una carrera en Pomona el 24 de octubre de 1956, al salirse de la carretera y estrellarse contra un árbol. La caja de cambios la compró William Eschrid, el cual tuvo un accidente al salirse de una curva en la misma carrera en la que se mató McHenry, quedando gravemente herido. Barris también vendió dos neumáticos del Porsche a otro piloto... quien tuvo un accidente por culpa del reventón simultáneo de esos mismos neumáticos y permaneció varios días en coma. Por si fuera poco, dos ladrones que trataron de robar piezas del coche también resultaron heridos de gravedad: uno se hizo un profundo corte en el brazo tratando de robar el volante (estuvo a punto de desangrarse) y otro se hirió tratando de desmontar el asiento, aún manchado con la sangre de Dean.
Ante tantos desastres, Barris acabó por creer que el coche estaba maldito y decidió enviarlo al desguace. Pero antes de que lo hiciera, la Policía de Tráfico de California le pidió prestados los restos, para una serie de conferencias sobre seguridad vial, y Barris aceptó. La primera de las conferencias tuvo que suspenderse porque un incendio arrasó el garaje de Fresno donde el coche estaba guardado; varios coches quedaron calcinados, pero el destrozado Porsche apenas sufrió daños. En la siguiente conferencia, en un instituto de Sacramento, el coche se cayó de su soporte al romperse los tornillos que lo sujetaban, cayendo sobre un estudiante de quince años y rompiéndole la cadera.
Durante otro traslado, un coche chocó contra el camión que lo transportaba y su conductor murió aplastado por los restos del Pequeño Bastardo. Posteriormente, volvería a caerse otras dos veces de dos camiones diferentes, una en plena autopista y otra en una carretera de Oregón, aunque sin causar víctimas.
Barris, harto de tantos accidentes, decidió recuperar el coche y llevarlo al desguace de una vez. El coche viajó en tren desde Florida hasta California. A partir de ese momento, la pista de Little Bastard se pierde. Barris afirmó que los restos habían desaparecido durante el traslado y no sabía dónde podían estar (ni quería saberlo). Hay quien dice que fue desguazado y sus restos vendidos como chatarra. También se rumorea que están ocultos en un contenedor en el sótano del Historic Auto Attraction Museum (Illinois), donde nadie se atreve a tocarlos.
Memorial en el lugar del accidente donde murió James Dean

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