martes, 13 de enero de 2015

La riada de cerveza de Londres

La cervecera Henry Meux & Co. (c. 1810)

A principio del siglo XIX, la parroquia de St. Giles, en lo que hoy es el municipio de Camdem, era una de las zonas más pobres del área metropolitana de Londres. En los barrios que la formaban campaban a sus anchas la pobreza y la miseria, y en algunos de ellos, como The Rookery o Seven Dials, florecían el crimen y la prostitución. Veinte mil personas, buena parte de ellas católicos de origen irlandés, vivían allí en condiciones deplorables, a menudo hacinadas en casas viejas llenas de grietas y humedades.
En St. Giles también estaba la Henry Meux and Company Brewery, sita en Bainbridge Street, al lado mismo de la Tottenham Court Road (que hoy en día es una de las principales calles de Londres). Se trataba de una gran empresa cervecera cuyos orígenes se remontaban a una taberna fundada en 1623 que había dado paso a una fábrica de cerveza a gran escala en 1764 (con el nombre de Horse Shoe Brewery) y que había sido comprada por Henry Meux en 1809. Era la quinta mayor cervecería de Londres y producía cada año más de 100000 barriles (un barril equivalía a 136'27 litros) de cerveza porter. Fue esta fábrica de cerveza la causante de una de las más insólitas tragedias de las que se tienen noticia.


El 17 de octubre de 1814, a eso de las 4 y media de la tarde, George Crick, secretario del almacén, se dio cuenta de que uno de los grandes aros de hierro que ceñían una enorme tina de madera donde fermentaban más de 600000 litros de cerveza se había desplazado de su posición. Crick no le dio mucha importancia; llevaba 17 años trabajando en la compañía y lo había visto más veces. Advirtió de ello al gerente, al cual tampoco le preocupó en demasía y le recomendó que se lo comunicara a un empleado para que lo arreglase más tarde.
A eso de las cinco y media de la tarde, cuando Crick estaba en su oficina, en la parte alta de la fábrica, oyó de repente una explosión como nunca antes había oído. Debido a un exceso de presión interna, provocado por los gases de la fermentación, y al mal estado en el que se encontraba, la enorme tina había estallado. La explosión destrozó también otra enorme tina situada al lado de la afectada, que también dejó escapar miles y miles de litros de cerveza, y la riada resultante provocó una reacción en cadena que reventó varios toneles más. Se calcula que en total se liberaron de golpe en torno a 323000 galones imperiales de cerveza (aproximadamente millón y medio de litros). Un torrente de cerveza que llegó a superar los tres metros de altura se desbordó por las callejuelas aledañas, arrasando cuanto hallaba a su paso. Sin alcantarillado, sin sistemas de drenaje, la oleada inundó casas y negocios, provocando incluso el derrumbamiento de varias de las edificaciones más endebles, dejando a su paso un reguero de muerte y destrucción. Los propios habitantes del barrio se lanzaron al rescate de las víctimas, removiendo los escombros. Pero para algunos ya era demasiado tarde. Ocho personas habían muerto ahogadas o a causa de las heridas provocadas por los derrumbes. En un sótano en el que se estaba velando a un niño de dos años muerto el día anterior se ahogaron cinco personas: Ann Saville (la madre del niño), Elizabeth Smith, Catherine Butler, Mary Mulvey y el hijo de ésta, Thomas, de sólo tres años de edad. Hannah Banfield, de cuatro años, fue arrastrada por la corriente mientras tomaba el té con su madre. Eleanor Cooper, de 15 años, murió aplastada al derrumbarse un muro del Tavistock Arms Pub, donde trabajaba como camarera. Sean Duggins, vecino del barrio, también murió ahogado (fue el único varón adulto de entre las víctimas).
De inmediato se abrió una investigación sobre lo sucedido. Sólo dos días después de la tragedia se formó un jurado encargado de desentrañar las causas del accidente y sus responsables. Tras visitar el lugar de los hechos y escuchar los testimonios de vecinos y empleados de la cervecería, el jurado sorprendentemente concluyó que se había tratado de un "acto de Dios", un suceso imprevisible y fortuito del que nadie tenía la culpa, y que por lo tanto la cervecera quedaba exenta de pagar los daños producidos y de indemnizar a las víctimas y sus familias.
Pese a librarse de pagar, la cervecera había quedado en una complicada situación económica: las pérdidas, sumando el valor de la cerveza perdida y los daños en sus instalaciones, ascendían a más de 23000 libras. En su ayuda acudió el Parlamento británico, que pese a que no había tomado medidas para ayudar a los afectados (hasta el punto de que los entierros de las víctimas se pagaron gracias a las aportaciones de los vecinos de St. Giles) si que se movió para echar una mano a la Meux, devolviéndole 7250 libras de los impuestos y tasas de la cerveza perdida, que había pagado por adelantado. Esa inyección económica salvó a la empresa de la bancarrota,
La Meux desapareció en 1964, cuando fue adquirida por la Allied Breweries (por aquel entonces, tras varias fusiones, se llamaba Friary Meux). La factoría de Bainbridge Street fue demolida en 1922; hoy en día el Dominion Theatre ocupa parte del espacio donde se encontraba.

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