jueves, 14 de mayo de 2015

Jeanne de Clisson, la tigresa bretona


Jeanne de Belleville nació en 1300 y era hija de Maurice IV de Montaigu, señor de Belleville, un poderoso noble de la región francesa de Poitou. Como era costumbre en la época, la casaron muy pronto, en 1312, con el joven Geoffrey VIII de Châteaubriand, un noble bretón con el que tendría dos hijos, Louise y Geoffrey, antes de enviudar en 1326. Volvió a casarse en 1330 con otro noble bretón, Olivier IV de Clisson, reputado soldado y viudo como ella. Tendrían cinco hijos: Maurice, Guillaume, Olivier, Isabeau y Jeanne.
Por aquel entonces, el ducado de Bretaña, aunque tutelado por Francia, mantenía fluidas relaciones con Inglaterra, ya que los duques de Bretaña lo eran también de Richmond. La muerte de Juan III de Bretaña en 1341, sin herederos, desembocó en una disputa sucesoria. Juan III había nombrado heredera a su sobrina Jeanne de Penthièvre, casada con Carlos de Blois, sobrino del rey de Francia, Felipe VI. Pero en 1340 Juan se reconcilió con su hermanastro Juan de Montfort, redactando un nuevo testamento en el que lo designaba heredero. En su lecho de muerte, Juan III no quiso refrendar ninguno de los dos testamentos, con lo que tras su fallecimiento, tanto Montfort como Blois se consideraron legítimos herederos al trono. Juan de Montfort fue más rápido y se hizo con el control de las principales ciudades del ducado, a la vez que buscaba la ayuda de Eduardo III de Inglaterra, enfrentado con los franceses en la Guerra de los Cien Años. A su vez, Felipe VI entró en la disputa apoyando a su sobrino.
Olivier de Clisson se posicionó de inmediato a favor de Blois, quien había logrado recuperar varias ciudades ocupadas por los partidarios de Montfort, a quien logró capturar y encarcelar. Pero en noviembre de 1342 Eduardo III desembarcó en Bretaña al frente de un poderoso ejército que tomaría poco después la ciudad de Vannes. Olivier de Clisson, oficial al mando de la defensa de Vannes, cayó prisionero, pero sería poco después liberado a cambio de la libertad del conde de Stafford, prisionero de los franceses. Sin embargo, a los franceses les resultó sospechosa esta rápida liberación y Carlos de Blois acabó por convencerse de que Clisson era un traidor que había entregado Vannes a los ingleses.
En enero de 1343 ambos ejércitos acordaron una tregua, que habría de durar hasta 1346. Aprovechando el cese de las hostilidades, Olivier de Clisson y otros quince destacados nobles bretones fueron convocados por Felipe VI a un torneo en París. De Clisson acudió sin sospechar nada, pero se trataba de una trampa: fue arrestado y encarcelado, acusado de felonía, juzgado, declarado culpable y finalmente, decapitado en Les Halles el 2 de agosto de 1343. Su ejecución causó conmoción entre la nobleza francesa y bretona, ya que no sólo no había pruebas sólidas contra él, sino que además tras la ejecución su cadáver sufrió el trato que se reservaba para los criminales de baja estofa y que muy rara vez se aplicaba a los nobles: su cuerpo quedó colgado en el patíbulo, expuesto a los elementos, y su cabeza, clavada en una pica, fue colocada a la entrada de Nantes, a modo de advertencia. Además, el feudo que poseía en Blain quedó confiscado.

Ejecución de Olivier de Clisson (Loyset Liédet)
Jeanne, furiosa ante aquella traición, viajó desde Clisson hasta Nantes con sus hijos mayores, Guillaume y Olivier (Maurice había muerto a muy temprana edad), y allí, ante la cabeza cortada de su marido, juró tomar venganza contra el rey y contra Carlos de Blois y hacerles pagar semejante afrenta. De vuelta a su castillo, vendió la mayor parte de las posesiones de su marido y reunió a un grupo de unos 400 hombres leales, al frente de los cuales empezó a atacar al ejército francés en Bretaña y a los partidarios de Carlos de Blois, conduciéndose con especial violencia. Finalmente, la presión de los franceses (que en diciembre de 1343 la condenaron al destierro y a la confiscación de sus bienes) forzó a Jeanne a huir de Bretaña hacia Inglaterra, en una penosa travesía durante la cual murió su hijo Guillaume.
Acogido su hijo Olivier en la corte de Eduardo III, Jeanne no tardó mucho en volver a la acción. Con la ayuda del rey inglés y de simpatizantes bretones fletó tres barcos corsarios, los pintó de negro, les colocó velas rojas y se dedicó a recorrer el Canal de la Mancha, capturando y hundiendo cuanto barco francés se cruzaba en su camino, con una inusitada ferocidad que le valió el apodo de "la tigresa bretona". Las tripulaciones de los barcos capturados eran pasadas a cuchillo, salvo uno o dos que eran dejados con vida para que llevaran a Francia las noticias de lo ocurrido. La sed de venganza de Jeanne era tal, que se cuenta que ella en persona se encargaba de decapitar con un hacha a los nobles franceses que tenían la desgracia de caer en sus garras. Durante trece años, los barcos de Jeanne sembraron el terror entre los marinos franceses, y también en las poblaciones de la costa de Francia, que eran atacadas y saqueadas de cuando en cuando por los hombres de la bretona. También apoyó a las tropas inglesas que combatían en Bretaña; en 1346 sus barcos transportaron suministros para las tropas inglesas durante la batalla de Crecy. Su actividad no se detuvo ni siquiera tras la muerte de Felipe VI, en 1350.
Finalmente, en 1356 Jeanne perdió sus barcos a causa de una tempestad. Ese año se casó por tercera vez, con sir Walter Bentley, uno de los generales más apreciados de Eduardo III, dueño de amplias posesiones en Bretaña. A una de estas, el castillo de Hennebont, se retiró Jeanne hasta su muerte, en 1359.
Ese mismo año de 1359 el rey Eduardo III desembarcó en Bretaña con su ejército, acompañando a Juan V de Montfort (hijo del pretendiente original, que había muerto en cautiverio en 1345). Con ellos iba Olivier V de Clisson, el hijo de Jeanne, convertido en un brillante caballero al servicio del rey inglés. En 1360 se firmó el tratado de Brétigny: el rey francés, Juan II, que había sido hecho prisionero en 1356 en la batalla de Poitiers, recuperaba su libertad, a costa de pagar un elevadísimo rescate y ceder amplios territorios a Eduardo III, quien a su vez renunciaba a sus aspiraciones al trono francés. Como parte de aquel tratado, el rey francés rehabilitaba completamente a Olivier IV de Clisson, y al año siguiente su hijo conseguía la devolución de las propiedades incautadas a su padre.

Olivier V de Clisson (1336-1407)
La Guerra de Sucesión bretona continuaría hasta 1364, año en el que Carlos de Blois murió en la batalla de Auray, sin dejar herederos, por lo que se extinguía su reclamación dinástica. El joven Juan de Montfort se convertía en el duque Juan V de Bretaña. En esa batalla también participó Olivier V de Clisson, que perdió un ojo y se ganó el apodo de "el Carnicero" tras ordenar a sus soldados que no tomasen prisioneros.

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