domingo, 12 de febrero de 2017

El incidente del puente de Selma


El 2 de julio de 1964 era promulgada la Ley de Derechos Civiles de 1964, que ponía fin (al menos sobre el papel) a décadas de segregación y desigualdad en los Estados Unidos. La ley prohibía la segregación por motivo de raza en todos los lugares públicos (incluidos centros de enseñanza y lugares de trabajo), y la aplicación de diferentes requisitos para el registro en el censo de votantes según la raza.
La ley no fue bien acogida por todos, especialmente en los estados del sur, donde la segregación estaba más arraigada. Uno de los opositores más enconados a la aplicación de la ley fue el gobernador de Alabama, el demócrata George Wallace, que se opuso frontalmente llegando a decir que "segregación hoy, segregación mañana, segregación para siempre" y movilizando a las fuerzas policiales estatales para mantener el statu quo.

Jimmie Lee Jackson (1938-1965)
Un buen ejemplo de la situación en Alabama era el condado de Dallas. Allí, pese a que el 57% de la población era negra, sólo 130 afroamericanos (menos del 1% del total de personas registradas) estaban legalmente registrados para votar. Ante esta desigualdad, grupos afroamericanos como el Dallas County Voters League (DCVL) y el Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC) iniciaron antes incluso de la promulgación de la Ley de Derechos Civiles una serie de campañas para promover el registro de votantes negros, pese a las numerosas trabas que les imponían las autoridades. El movimiento consiguió nuevos bríos cuando a finales de 1964 el Southern Christian Leadership Conference (SCLC), la asociación pro derechos civiles encabezada por el doctor Martin Luther King, se unió a su causa. El SCLC envió voluntarios y figuras destacadas de la lucha contra la discriminación, y comenzaron una serie de protestas pacíficas que fueron duramente reprimidas por la policía, con numerosos arrestos. El 18 de febrero de 1965 se produjo una de estas movilizaciones: unas 500 personas partieron de la Iglesia Metodista Unida de Sion en Marion para manifestarse ante la cercana cárcel del condado de Perry, donde permanecía arrestado un joven activista llamado James Orange. La manifestación fue violentamente disuelta por policías locales y estatales, y un joven de 26 años llamado Jimmie Lee Jackson, diácono y activista, recibió dos disparos en el abdomen por parte de un policía estatal llamado James Bonard Fowler. Jackson moriría a causa de sus heridas el 26 de febrero y Fowler, que alegó que había intentado arrebatarle su arma, no fue enjuiciado por su muerte.
Un par de días después de la muerte de Jackson, durante una reunión, James Bevel, destacado dirigente del SCLC, propuso organizar una marcha a pie desde Selma, capital del condado de Dallas, a Montgomery, capital del estado, a unos 80 kilómetros de distancia, para intentar entrevistarse con el gobernador Wallace y pedirle explicaciones por lo ocurrido en Marion. En cambio, Wallace calificó a la marcha como una amenaza a la seguridad pública y afirmó que "No habrá marcha entre Selma y Montgomery", dando órdenes a la policía de que la impidieran, tomando cualquier medida necesaria para ello.


El 7 de marzo de 1965, un grupo de entre 500 y 600 manifestantes partieron desde Selma hacia Montgomery por la Ruta 80. Al frente de la comitiva iban dos destacados líderes del movimiento por la igualdad de derechos, John Lewis del SNCC y el reverendo Hosea Williams del SCLC. Sin embargo, las autoridades no estaban dispuestas a dejarles llegar muy lejos. Un contingente de policías locales y estatales, y voluntarios civiles (el sheriff Jim Clark había pedido la presencia de "hombres blancos mayores de veintiún años" para ser nombrados agentes provisionales) les esperaba al otro lado del puente Edmund Pettus, que cruza el río Alabama. Debido a su peculiar estructura arqueada, los componentes de la marcha no vieron a los agentes hasta que llegaron a la mitad del puente. El reverendo Williams trató de hablar con el oficial John Cloud, al mando del contingente, pero este le dijo fríamente que no había nada que discutir, y acto seguido ordenó cargar contra los manifestantes. Agentes a pie y a caballo atacaron a los participantes en la marcha con una brutalidad inusitada, utilizando porras y gases lacrimógenos. Diecisiete personas tuvieron que ser hospitalizadas, y otro medio centenar tuvo que recibir asistencia médica a raiz de los sucesos de lo que acabaría siendo conocido como el "Domingo Sangriento".


Las imágenes de la brutal represión policial conmocionaron a buena parte del país. Numerosos periódicos llevaron en sus portadas del día siguiente una de las imágenes icónicas del incidente: Amelia Boynton, una de las organizadoras de la marcha, inconsciente por causa de los golpes de la policía. El propio presidente Lyndon B. Johnson condenó la represión policial. Los principales grupos pro derechos civiles organizaron una nueva marcha para el martes 9, para la que llegaron voluntarios de todo el país. Los organizadores esta vez solicitaron a un juez federal una orden que prohibiese a la policía intervenir. El juez, sin embargo, ordenó suspender la marcha mientras no dispusiera de más información. Los líderes del movimiento se vieron así entre la disyuntiva de desobedecer una orden judicial o dejar que muchos de sus seguidores, deseosos de mostrar su condena al Domingo Sangriento, marchasen por su cuenta, y llegaron a un acuerdo con representantes del presidente Johnson. La mañana del día 9, más de 2500 personas, encabezadas por Martin Luther King, salieron de Selma, llegaron hasta el puente Pettus, donde se detuvieron, rezaron una breve oración y luego dieron media vuelta. Esa misma tarde tres activistas blancos fueron atacados y brutalmente apaleados por miembros del Ku Klux Klan en las calles de Selma. Uno de ellos, James Reeb, un pastor unitario de 38 años originario de Boston, moriría dos días después por sus heridas. Ese mismo día 11 era presentada en el Senado la Ley de Derechos de los Votantes que prohibía explícitamente cualquier tipo de discriminación hacia las minorías en lo referente al derecho al voto, Ley que el presidente Johnson firmaría el 6 de agosto.

James Reeb (1927-1965)
El 17 de marzo, el juez finalmente dio permiso para que se celebrara la marcha de Selma a Montgomery. El domingo 21, dos semanas después del Domingo Sangriento, más de 8000 personas, negros, blancos, asiáticos y latinos, además de representantes religiosos de las confesiones protestante, católica, ortodoxa y judía, partían de Selma, aunque sólo 300 (las que había autorizado el juez) hicieron el recorrido completo, protegidos por cerca de 4000 soldados y numerosos agentes del FBI. El 25, los participantes en la marcha, junto a miles de voluntarios que se les habían unido en Montgomery, hasta un total de 25000 personas, se plantaban delante del Parlamento de Alabama, donde un cordón policial les impidió el paso. Allí Martin Luther King daría uno de sus discursos más conocidos, How Long Not Long, y, ante la ausencia del gobernador Wallace, entregaron a uno de sus secretarios una petición en nombre de los participantes. Esta tercera marcha recibió una amplísima cobertura periodística, y en general se consideró un éxito notable para el movimiento pro derechos civiles. Esa misma noche, Viola Liuzzo, una voluntaria originaria de Detroit, madre de cinco hijos, era asesinada a tiros por miembros del Ku Klux Klan.
Las tres marchas de Selma a Montgomery supusieron un punto álgido de la lucha contra la segregación. Centraron la atención sobre el problema de la discriminación, mostraron a muchos la cara real del racismo, sacudiendo las conciencias de todo el país, y crearon un estado de ánimo general que posibilitó la aprobación de la Ley de Derechos de los Votantes. Aún faltaba mucho camino que recorrer, pero las marchas y la salvaje represión del Domingo Sangriento posibilitaron un gran avance del movimiento en pro de la igualdad de derechos.


Hoy en día, la ruta de Selma a Montgomery es considerada Ruta Histórica Nacional.

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