domingo, 16 de febrero de 2020

Estructuras vestigiales

A lo  largo de la evolución, hasta llegar al punto en el que nos encontramos, el cuerpo humano ha ido perdiendo órganos y estructuras que dejaron de ser útiles. No obstante, algunos de estos rasgos no han desaparecido aún completamente; conservamos en nuestra anatomía vestigios de antiguos caracteres que han perdido su función o conservan una utilidad mínima.


Coxis


La parte final de la columna vertebral, justo debajo del sacro, es el último resto que conservamos de lo que una vez fue nuestra cola. De hecho, los embriones humanos todavía desarrollan una cola, que luego es reabsorbida, en torno a la cuarta semana de desarrollo.

Músculo palmar largo


Este músculo del antebrazo era importante cuando nuestros antepasados todavía llevaban una vida arborícola; una musculatura fuerte en los brazos era vital para poder agarrarse con firmeza a las ramas. Ahora se ha reducido a un haz de fibras sin función (es habitual que sirva como fuente de tejidos para injertos) que incluso ya no aparece en aproximadamente un 14% de la población. Otros músculos en vías de desaparición son el piramidal (abdomen), el elevador de la clavícula, el plantar (pierna) o el dorsoepitrochlearis (espalda).

Apéndice


Sobre este órgano conectado a la porción final del intestino grueso hay cierta controversia. Mientras muchos lo ven como un órgano vestigial que en su día estaba relacionado con la digestión de la celulosa, en una época en la que nuestros antepasados tenían una alimentación básicamente herbívora, otros defienden que sigue siendo un órgano activo y que presenta algún tipo de función relacionada con el sistema inmune o con la conservación de la flora bacteriana del intestino.

Muelas del juicio


Los terceros molares suelen aparecer a edades avanzadas (14-25 años) y son una herencia de nuestros antepasados herbívoros, que necesitaban mandíbulas más grandes para masticar mejor la materia vegetal de la que se alimentaban.

Tubérculo de Darwin


Un engrosamiento cartilaginoso del borde de la oreja, vestigio de la oreja en punta común de muchos mamíferos. Solía ser de ayuda para mover la oreja en la dirección del sonido; ahora, gracias a nuestros cuellos flexibles, ya no lo necesitamos.

Plica semilunaris


Este pliegue de tejido en el borde interior del ojo es el último resto que conservamos de la membrana nictitante, un tercer párpado translúcido y horizontal, que está presente en aves, peces y reptiles, y solo en unos pocos mamíferos como el camello o la foca. El único primate que conserva una membrana nictitante completa y funcional es el poto de Calabar (Arctocebus calabarensis).



No solo hay rasgos vestigiales físicos; también existen reflejos y comportamientos que se conservan a pesar de que ya no cumplen la función que los originó.

Piloerección


La vulgarmente conocida como piel de gallina, la contracción involuntaria de los músculos erectores del pelo, tenía en su origen dos funciones: atrapar una capa de aire para mejorar el aislamiento térmico del cuerpo y aumentar el tamaño aparente como medida de disuasión para depredadores.

Reflejos temporales de los recién nacidos

Algunos comportamientos reflejos de los recién nacidos, como el reflejo de prensión palmar (cerrar la mano cuando la presiona algún objeto), el reflejo de brazos en cruz (cuando el bebé oye algún sonido fuerte o cambia bruscamente de posición, abre los brazos y luego los cierra sobre su pecho) o el reflejo de succión (el bebé comienza a succionar cuando se le acerca algún objeto a la boca) son comportamientos instintivos que suelen desaparecer antes de cumplirse el primer año de vida.

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