lunes, 2 de noviembre de 2020

Van Halen y los M&M's marrones



Es algo relativamente común que, antes de dar un concierto, músicos famosos (y otros que no lo son tanto) presenten a los organizadores una lista de peticiones de lo más variopinto para ellos y sus acompañantes. Estas curiosas exigencias pueden estar referidas al tipo y cantidad de comida y bebida a disposición de los músicos, al tamaño y decoración de sus camerinos, al número de personas a su disposición... No hay prácticamente límite para las excentricidades que son capaces de pedir las estrellas de la música. Así, Mick Jagger exige en su camerino un espacio de 10x3 metros para hacer ejercicio; Beyoncé pide tres camerinos diferentes para peinarse y maquillarse, además de vino blanco y papel higiénico de seda roja; Justin Bieber prohíbe que nadie le hable mientras está en la zona de los camerinos; y Madonna exige que todos los inodoros que utilice sean nuevos a estrenar, y sean posteriormente destruidos una vez los haya usado.

El grupo de rock Van Halen, liderado por los hermanos Eddie (recientemente fallecido) y Alex Van Halen, también tenía su lista de exigencias. Y entre ellas, se hizo muy popular una que parecía especialmente excéntrica. Dicha cláusula, que se incluía en todos los contratos de la banda, establecía que en el backstage de los conciertos habría a disposición del grupo un cuenco lleno de chocolatinas M&M's. Con una salvedad: no podía haber ninguno de color marrón; todos los M&M's marrones debían de ser retirados antes de la llegada del grupo. Y para demostrar la importancia que para ellos tenía esta petición, en el contrato se especificaba que, si el grupo encontraba chocolatinas de ese color, tenía el derecho de suspender su actuación de manera unilateral cobrando íntegramente el importe acordado.


La extraña petición pronto se hizo famosa, generando multitud de teorías acerca del motivo de esta aparente aversión del grupo por los M&M's marrones, pero el grupo jamás habló sobre ello. Con el tiempo, la gente acabó por aceptarlo como una rareza más de un grupo de caprichosas estrellas de la música. Sin embargo, si que había una razón para esta petición. Una razón mucho menos frívola y caprichosa de lo que muchos sospechaban.

El cantante del grupo, David Lee Roth, explicó el motivo en una entrevista en 2012. A finales de los años setenta y principios de los ochenta, Van Halen mantuvo una actividad frenética, llegando a celebrar un centenar de conciertos en un año. Se trataba además de conciertos de una gran complejidad técnica, en los que el grupo desplegaba una gran cantidad de material; solía viajar con hasta nueve camiones cargados de equipos de sonido, iluminación, etc. cuando la mayoría de grupos similares viajaba con dos o tres. Obviamente, un montaje de esta magnitud no podía instalarse en un lugar cualquiera. Por eso el grupo entregaba a los organizadores de sus conciertos un complejo manual de especificaciones técnicas acerca de como tenía que ser la instalación para el concierto, indicando con mucha precisión aspectos como el número de tomas de corriente, el voltaje, el tamaño del escenario... Un manual al que el propio Roth comparaba con un ejemplar de una guía de teléfonos china, por lo grueso que era y por lo complicado que era de leer.

No era un asunto baladí. Dada la enorme cantidad de material que el grupo manejaba en sus conciertos, necesitaba que se siguieran al pie de la letra sus especificaciones, no solo para que el concierto tuviera la espectacularidad que deseaban, sino también para evitar posibles accidentes que pudieran herirlos, a ellos o a su equipo, por culpa de un montaje defectuoso. Pero ¿cómo comprobar que los encargados habían leído el pliego de condiciones técnicas y evitar tener que revisar la instalación entera antes de cada concierto para asegurarse de que todo estaba bien? Y entonces se les ocurrió introducir a modo de salvaguarda la cláusula de los M&M's. Una especie de "cláusula trampa" para asegurarse de que los organizadores habían leído con atención el contrato. Si el grupo llegaba al backstage y encontraba algún chocolate marrón, era para ellos una prueba fehaciente de que los organizadores no habían leído el contrato entero o no le habían prestado la debida atención. De ese modo, pedían a su equipo que hiciera una revisión exhaustiva de la instalación, porque lo más probable era que encontraran en ella algún defecto técnico que subsanar antes de la actuación.

Y aunque lo normal era que se siguieran sus instrucciones al pie de la letra, hubo ocasiones en las que, efectivamente, el grupo descubrió que los organizadores de sus conciertos no habían leído con suficiente atención sus especificaciones técnicas. En una de ellas, tras encontrar M&M's marrones en el cuenco antes de un concierto en Colorado, David Lee Roth entró en cólera y causó destrozos por valor de varios miles de dólares en el mobiliario e instalaciones del concierto. A algunos les pareció una reacción exagerada, pero durante el concierto, celebrado en una pista de baloncesto, la mala instalación provocó que parte de la pista se hundiera, causando daños por valor de 80000 dólares.

Aún hoy en día se siguen usando las llamadas "cláusulas Van Halen": peticiones aparentemente absurdas cuyo verdadero objetivo no es otro que asegurarse que el contrato en el que se incluyen ha sido leído con atención en todos sus puntos.



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