domingo, 28 de febrero de 2021

El incidente de Fachoda



A finales del siglo XIX el colonialismo europeo en África estaba en su apogeo. Las distintas potencias competían por hacerse con el control de la mayor cantidad posible de territorios, y eso llevaba en ocasiones a provocar roces y fricciones entre ellas cuando sus intereses chocaban. Esto es lo que ocurrió cuando en 1898 las dos potencias coloniales hegemónicas, el Reino Unido y Francia, estuvieron a punto de llegar a las armas para conseguir el control de la estratégica ciudad de Fachoda.

Ambos países habían concebido simultáneamente el mismo ambicioso proyecto: conectar sus posesiones africanas con una gran línea férrea que cruzase el continente de un extremo a otro. Los británicos estaban a punto de sofocar de manera definitiva la revuelta del Mahdi, que durante casi dos décadas había convertido Sudán en un avispero ingobernable, y habían rescatado un viejo proyecto de sir Cecil Rhodes, el llamado "From Cape to Cairo": una línea continua de colonias británicas desde Sudáfrica hasta Egipto, vertebradas en torno a una línea de ferrocarril que discurriese de norte a sur a lo largo de todo el continente. Por su parte los franceses habían planeado algo parecido, solo que en otro sentido: conectar los puertos atlánticos de Douala y Brazzaville con el de Djibouti, en la costa del Índico, mediante una línea que fuese de oeste a este a través del desierto del Sáhara. Las dos naciones sabían que el éxito de sus proyectos dependía de asegurarse el control de los territorios por los que habrían de pasar sus ferrocarriles. Y ahí radicaba el problema, porque tal y como estaban ideados ambos trazados iban a acabar cruzándose haciendo que los dos países compitieran por el mismo territorio.

Jean-Baptiste Marchand (1863-1934)

El punto en disputa resultó ser Fachoda, una localidad ganadera del sur de Sudán, a orillas del Nilo. Los franceses fueron los primeros en mover ficha: en mayo de 1897 un contingente de 150 fusileros nativos, con oficiales franceses y bajo el mando del comandante Jean-Baptiste Marchand, partía desde Brazzaville con órdenes de tomar el control de Fachoda y reunirse allí con otra columna militar francesa procedente de Djibouti, la "Expedición Bonchamps", así llamada por estar dirigida por el marqués Christian de Bonchamps.

Marchand y los suyos llegaron a Fachoda el 10 de julio de 1898, tras catorce meses de viaje en durísimas condiciones, atravesando el corazón de África y cruzando ríos, desiertos y selvas. Al llegar, Marchand se sorprendió al no ver ningún indicio de la columna de Bonchamps. Aún no lo sabía, pero los refuerzos que esperaba nunca llegarían; Bonchamps había sido incapaz de cruzar Etiopía por las dificultades orográficas, por la oposición de las tribus locales, y finalmente, por un sorprendente cambio de opinión del emperador etíope Menelik II, quien hasta entonces se había mostrado amistoso con los franceses, pero que de repente había ordenado que la expedición francesa dejara de avanzar por su territorio. 

Pese a la falta de apoyo, Marchand se dispuso a cumplir sus órdenes. Estableció un campamento para sus tropas y se dispuso a esperar acontecimientos. El 18 de septiembre de 1898, sin embargo, hizo su aparición una flotilla británica compuesta por cinco cañoneros con más de 1500 soldados británicos, egipcios y sudaneses, al frente de la cual iba el comandante Horatio Kitchener. Un par de semanas antes el ejército británico, mandado por Kitchener, había aplastado a los rebeldes del Mahdi en la batalla de Omdurmán, dando un paso casi decisivo para sofocar la revuelta. Tras la victoria, Kitchener se había aventurado hacia el sur para consolidar el dominio anglo-egipcio sobre Sudán, y se llevó una inesperada sorpresa al hallar tropas francesas en aquellas latitudes.

Horatio Herbert Kitchener (1850-1916)

Ambos comandantes mantuvieron una entrevista cordial y amistosa, en la que Kitchener sugirió amablemente a Marchand que se retirase con sus tropas, y Marchand, de manera igualmente cortés, se negó. Sin saber como salir de aquel lío, pero sin querer tampoco provocar un incidente diplomático entre sus países, ambos comandantes se limitaron a fortificar sus posiciones en Fachoda y a comunicar la situación a sus respectivos gobiernos, esperando nuevas órdenes y manteniendo una férrea disciplina en sus tropas para evitar cualquier acto violento.

Cuando las noticias de Fachoda llegaron a Europa, las reacciones en Francia y Gran Bretaña fueron curiosamente muy parecidas. Ambas partes se lanzaron mutuas acusaciones de expansionismo hostil y de provocación, y se produjeron demostraciones del patriotismo más chovinista, mientras los sectores nacionalistas más extremos clamaban por una resolución bélica del conflicto, si fuera necesario. Durante el mes de octubre de 1898, la tensión entre ambas naciones hizo temer a muchos el estallido de una guerra. Parecía claro que, o uno de los dos daba un paso atrás, o la situación sólo podría resolverse por medio de las armas.

Y, finalmente, fue Francia la que decidió renunciar a su proyecto y retirarse de Fachoda. Por un lado, sus expertos desaconsejaban una guerra tan lejos de Europa; si bien su ejército era más numeroso y estaba mejor armado, la superioridad naval británica era incontestable. Además, con la amenaza siempre presente de una nueva guerra con Alemania, a los franceses les convenía estar en buenos términos con los británicos para asegurarse, como mínimo, de su neutralidad en caso de conflicto: recordemos que tanto la familia de la entonces soberana la reina Victoria, la casa de Hannover, como la de su marido, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, eran de origen alemán. Y así, el gobierno francés aceptó la petición de los británicos de que sus tropas se retiraran de Fachoda de manera inmediata e incondicional. El 3 de noviembre Marchand recibió la orden de retirarse con sus hombres; todos sus esfuerzos y sacrificios no habían servido de nada. Como último gesto de orgullo, Marchand y sus hombres se retiraron hacia Djibouti cruzando Abisinia, en lugar de aceptar el ofrecimiento británico de facilitar su retirada en barco a través del Nilo. Meses más tarde estaban de regreso en Brazzaville, desde donde Marchand y sus oficiales serían reclamados de vuelta a Francia. Llegaron al puerto de Tolón en junio de 1899, siendo recibidos de manera entusiasta por el público, y recibiendo un multitudinario homenaje el 14 de julio, día de la Fiesta Nacional francesa.

Tropas anglo-egipcias en Fachoda

Para evitar posteriores incidentes, en junio de 1899 ambas naciones firmaron la llamada Convención Anglo-francesa, que delimitaba con minuciosidad las áreas de influencia de cada potencia en África, así como las fronteras en las zonas en disputa. Unos acuerdos posteriormente renovados y actualizados en abril de 1904 con la firma de un nuevo tratado, la llamada Entente Cordiale. En la actualidad, Fachoda se llama Kodok (el gobierno británico cambió su nombre en 1904) y se sitúa en territorio de Sudán del Sur.

Finalmente, el tan largamente deseado proyecto británico de la línea de ferrocarril transafricana no llegaría a completarse. Aunque se construyeron algunas porciones, las dificultades orográficas del África central, y la oposición de Alemania, que controlaba el estratégico territorio del África Oriental Alemana, echó por tierra el plan. Años más tarde, tras la Primera Guerra Mundial, el Reino Unido obtuvo el control de las colonias alemanas, pero una vez más el proyecto se frustró por problemas económicos, especialmente por culpa de la crisis de 1929.

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