domingo, 11 de julio de 2021

La historia de Kenny y Betty Anne Waters

Kenny Waters y su hermana Betty Anne

El 21 de mayo de 1980 la pequeña localidad de Ayer, en el estado norteamericano de Massachusetts, quedó conmocionada tras descubrirse el cadáver de una de sus vecinas. Katherina Reitz Brown, de 48 años, había sido brutalmente apuñalada en su propia casa no mucho antes de las 10:45 de la mañana, cuando su nuera encontró su cuerpo. Se echaron en falta joyas y otros objetos de valor, así como cierta cantidad de dinero en efectivo que guardaba en un sobre, por lo que se concluyó que el móvil del crimen había sido el robo.

El examen de la escena reveló huellas y cabellos que no pertenecían a la víctima. También se halló el arma del crimen: un cuchillo ensangrentado que el asesino había tirado a la basura, y en el que se encontraron dos tipos de sangre, probablemente de la víctima y del asesino, que se habría herido durante el apuñalamiento.

La policía de Ayer interrogó a varios sospechosos, pero no encontró pruebas para acusar a nadie. Uno de los que fueron interrogados fue Kenny Waters, un joven de 26 años que tenía algunos antecedentes por peleas y delitos menores. Eso, y el hecho de que viviera con su novia Brenda Marsh cerca de la casa de Katherina y trabajara en un restaurante al que ella solía acudir, bastaron para que fuera considerado sospechoso. Pero no se encontraron pruebas que lo incriminaran. Es más, Kenny tenía una coartada aparentemente sólida: ese día había trabajado hasta las nueve de la mañana, hora en la que un compañero le había llevado a casa para que pudiera cambiarse de ropa y acudir al juzgado para encontrarse con su abogado con motivo de un juicio que tenía pendiente. Había permanecido en el juzgado hasta las once de la mañana (después de haberse hallado el cuerpo de Katherina), donde incluso lo había visto uno de los policías que lo interrogaron, y luego había vuelto al trabajo. Sus huellas no coincidían con las halladas en el escenario y no presentaba heridas, por lo que fue puesto en libertad. Meses más tarde fue llamado de nuevo para someterse a una prueba de estrés de voz (una técnica similar a un detector de mentiras, pero cuya validez ha sido cuestionada en numerosas ocasiones), que pasó sin problemas.

Casi dos años y medio más tarde, en octubre de 1982, con el crimen aún sin resolver, un hombre llamado Robert Osborne, pareja entonces de Brenda Marsh, acudió a la policía de Ayer, donde ofreció a una agente llamada Nancy Taylor información sobre el asesinato a cambio de dinero. Esto bastó para que Kenny Waters fuera arrestado y acusado formalmente del asesinato. En el juicio, Brenda Marsh y otra ex-novia de Waters, Roseanna Perry, afirmaron haber oído a Kenny confesar el robo y el asesinato. Con estas declaraciones y algún hecho circunstancial (como el que la sangre del asesino era 0+, el mismo grupo que la de Kenny), bastaron para que fuera condenado a cadena perpetua en mayo de 1983 (Massachusetts no tiene pena de muerte).

Kenny Waters en la foto de su ficha policial

La sentencia supuso un shock para Kenny y su familia. Todos estaban convencidos de que el terrible error del que era víctima se resolvería durante el juicio. Ninguno pensaba ni por un momento en una sentencia condenatoria. El propio Kenny se había negado a contratar un abogado (temía gastarse todo su dinero) y confió en el de oficio, un abogado con poca experiencia y saturado de casos. 

Kenny fue enviado a una prisión de máxima seguridad. Él y su familia contrataron a varios abogados, presentaron recursos, apelaciones, sin éxito. Y con cada revés, con cada puerta que se le cerraba, su esperanza se apagaba y su ánimo decaía.

Kenny tenía ocho hermanos y hermanas, pero de todos ellos con quien mejor se entendía era con su hermana pequeña Betty Anne. Se llevaban apenas dos años y habían sido inseparables desde pequeños. Ella le conocía mejor que nadie, y cada vez que lo visitaba en la cárcel, lo encontraba peor, hasta que se dio cuenta de que se había convertido en un suicida en potencia. En una de sus visitas Betty Anne trató de levantarle el ánimo, anunciándole que iban a contratar nuevos abogados y presentar más recursos, Pero eso no pareció consolar a Kenny, hasta que éste de repente le dijo a su hermana ¿Por qué no te conviertes tú en mi abogada?.

Betty Anne Waters era una mujer divorciada y con dos hijos, que trabajaba como camarera en un bar y que ni siquiera había terminado el instituto. La idea de convertirse en abogada le parecía una locura, y así trató de hacérselo entender a su hermano. Incluso en el caso de que lo consiguiera, podía llevarle muchos años. Pero a Kenny no le importaba. Estaba convencido de que nadie que no estuviera realmente implicado con él pondría el empeño y el esfuerzo necesario para demostrar su inocencia. Finalmente, Betty Anne y él llegaron a un acuerdo: Yo voy a la universidad y tú te mantienes vivo.

Tal y como había dicho, fue un proceso largo y agotador. A la vez que trabajaba y cuidaba de su familia, Betty Anne se las arregló para graduarse en el instituto, primero, y más tarde estudiar leyes en la Universidad Roger Williams. Le llevó años pero, una vez hubo conseguido su título y pasado el reglamentario examen para colegiarse, se puso de inmediato manos a la obra con el caso de su hermano. Mientras era aún una estudiante, Betty Anne había entrado en contacto con The Innocence Project, una asociación sin ánimo de lucro dedicada a exonerar a personas que afirman haber sido condenadas erróneamente, utilizando fundamentalmente las pruebas de ADN. Estas pruebas aún no existían cuando Kenny había sido condenado, pero Betty Anne se convenció de que era la mejor opción para sacar a su hermano de la cárcel.

Sin embargo, había pasado más de una década, y las pruebas del caso se habían perdido en el laberinto judicial norteamericano. Pese a que en varias ocasiones le dijeron que lo más probable es que hubieran sido destruidas, nunca se dio por vencida, y finalmente, casi de manera milagrosa, logró encontrar las pruebas, olvidadas en un almacén del juzgado. Con la ayuda de The Innocence Project Betty Anne logró que se autorizara un análisis de ADN de la sangre del asesino, que demostró que no era la de Kenny Waters. Posteriormente, Brenda Marsh y Roseanna Perry admitirían que habían mentido en su declaración llevadas por su deseo de vengarse de Kenny tras el final de sus noviazgos, y que la policía de Ayer les había amenazado con procesarlas si no mantenían su declaración en el juicio. Ante la absoluta falta de pruebas incriminatorias, Kenny Waters fue declarado inocente y puesto en libertad el 15 de marzo de 2001, tras haber permanecido 18 años, 5 meses y 3 días en prisión.

Desgraciadamente, Kenny Waters murió el 19 de septiembre de 2001, apenas seis meses después de su liberación, tras golpearse la cabeza en una caída accidental. Su hermana diría más tarde que Kenny había sido realmente feliz durante aquellos seis meses, en los que había recibido el apoyo y el cariño de multitud de personas que habían conocido su caso, y en los que había retomado el contacto con la hija que había tenido con Brenda, a la que llevaba años sin ver. Posteriormente, Betty Anne Waters presentó una demanda contra el cuerpo de policía de Ayer y los agentes que habían llevado el caso de su hermano, acusándolos de haber manipulado las pruebas para acusar falsamente a Kenny. En septiembre de 2009 un tribunal concedió a la familia de Kenny Waters una indemnización de más de 10 millones de dólares por el tiempo que había estado encarcelado y por los daños físicos y morales que había sufrido. 

Betty Anne Waters no volvió a ejercer la abogacía y regresó a su trabajo como camarera. Su historia fue llevada al cine en una película de 2010 titulada Conviction, dirigida por Tony Goldwin y con Hillary Swank (Million dollar baby) y Sam Rockwell (Tres anuncios en las afueras) en los papeles protagonistas.

El asesino de Katherina Reitz Brown sigue sin ser identificado.

2 comentarios:

  1. triste historia conmovedora con un final feliz. Acabo de ver la pelicula

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  2. Excelente película, la constancia y el amor de hermanos de Betty-Ann lograron salir adelante en este caso, triste que Kenny murio pronto, pero queda la reflexión y el ejemplo...

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