domingo, 26 de diciembre de 2021

Leo Sharp, la mula

Leo Earl Sharp Sr. (1924-2016)

Leo Earl Sharp nació en Michigan City (Indiana) en 1924 y se crió en Detroit (Michigan). Como tantos otros jóvenes norteamericanos se alistó en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, llegando a ser condecorado con la Estrella de Bronce por su brillante desempeño durante la campaña italiana.

Una vez terminado el conflicto, Sharp regresó a la vida civil. Dirigió por algún tiempo una pequeña línea aérea de ámbito regional que acabó yendo a la bancarrota, antes de dar un giro completo a su vida y establecerse como floricultor. Fundó un vivero en su ciudad natal de Michigan City, al que llamó Brookwood Gardens, y que muy pronto se convirtió en un negocio boyante. Sharp resultó ser un excelente floricultor, especialmente en lo referente a los lirios, flores de las que llegó a ser una referencia a nivel nacional. Su habilidad para cultivarlos, y para hibridarlos creando nuevas variedades (hay registradas más de 180 a su nombre) le valió numerosos premios, nacionales e internacionales, y unos importantes beneficios económicos. Sus vecinos recordarían más tarde como era frecuente que aparecieran por el vivero autobuses llenos de aficionados a los lirios que acudían expresamente a Michigan City para poder hacerse con alguna de sus admiradas creaciones. Sharp llegó incluso a ser invitado a la Casa Blanca durante la presidencia de George Bush padre (1989-1993), donde plantó algunas de sus flores en la célebre Rosaleda, que rodea el Despacho Oval y el ala oeste de la Casa Blanca.

Brookwood Ojo Poco, una de las creaciones más famosas de Sharp como floricultor

Una de sus más renombradas creaciones fue la llamada Ojo Poco: un lirio de unos seis centímetros de ancho, de color albaricoque con el centro rojo que Sharp presentó en 1994, y que sigue siendo muy habitual en numerosos jardines.

No obstante, el cambio de siglo no sentó bien a Sharp y a su vivero. Los nuevos modelos de negocio, como la venta online, comenzaron a ganarle la partida a los que como Leo Sharp todavía confiaban en hacer las cosas al viejo estilo, por ejemplo, utilizando catálogos para publicitarse. Las ventas de Brookwood Gardens comenzaron a bajar y muy pronto Sharp se vio metido en dificultades económicas. Un ya anciano Leo Sharp comenzó a temer que viviría lo suficiente como para ver derrumbarse el trabajo de toda su vida, hasta que uno de sus empleados mexicanos le hizo una inesperada proposición.

Aparentemente, aquel trabajador conocía a alguien que conocía a alguien que podía ofrecerle una manera rápida y sencilla de ganar una importante cantidad de dinero. Se trataba de viajar hasta Arizona, a un lugar cerca de la frontera con México, y una vez allí cargar en su camioneta algunos paquetes para llevarlos discretamente hasta el norte. Sin preguntas, y con una generosa paga. En circunstancias normales Sharp ni se habría planteado esa clase de negocio, pero, atosigado por las deudas, acabó por aceptar el ofrecimiento. Y así fue como con cerca de ochenta años Leo Sharp comenzó a trabajar como correo para el cártel de Sinaloa.

Aquel primer viaje de prueba transcurrió sin problemas y muy pronto le siguieron otros. Los traficantes se dieron cuenta en seguida de que Sharp era el correo ideal para sus transportes. Nadie iba a sospechar que aquel anciano blanco, que además no tenía antecedentes, transportaba drogas en su pickup Lincoln Mark LT. Durante casi diez años, Sharp realizó numerosos viajes entre Arizona y Detroit llevando en cada uno entre 100 y 300 kilos de cocaína ocultos en su vehículo. La confianza de los miembros del cártel en él era tal, que muy pronto empezó a realizar transportes en sentido contrario, llevando desde Detroit a Arizona dinero procedente de la venta de drogas, hasta dos millones de dólares por envío.

Leo Sharp llegó a tener una gran familiaridad con los miembros del cártel, que lo apodaban el Tata. Mientras otros transportistas no participaban en la carga de sus vehículos y a menudo ni siquiera veían los rostros de los que hacían el trabajo, Sharp supervisaba personalmente sus cargamentos, entraba sin problemas en los escondites de los narcos y charlaba tranquilamente con ellos, incluso con los jefes. Se había convertido en el principal correo de aquella red, y aunque la mayoría de sus viajes fueron a Detroit, también viajó con su mercancía a otras ciudades como Chicago y Boston. Y dado que su trabajo en el vivero implicaba viajes frecuentes, para asistir a convenciones o visitar a clientes y proveedores, a nadie le pareció extraño que se ausentara tan a menudo.

Durante los años que Sharp trabajó transportando droga se embolsó una importante suma de dinero; se cree que pudo haber ganado hasta un millón de dólares al año. Con ese dinero, reflotó su vivero, pagó sus deudas y dejó de preocuparse por tener que acabar cerrando su negocio. Incluso utilizó parte del dinero en obras de caridad, ayudando a los más necesitados o sufragando la renovación de la sede de la Asociación de Veteranos local.

En sus últimos tiempos, Sharp comenzó a tener algunos problemas y a mostrar síntomas de demencia. Se mostraba irritable e impaciente, se olvidaba de cosas importantes, a veces tenían que repetirle varias veces los detalles de sus viajes, y en una ocasión incluso se perdió en Detroit y tuvo que llamar a su contacto para que lo fuera a buscar. A pesar de ello, los jefes del cártel seguían teniendo confianza en él y manteniéndolo como su principal correo.

En el verano de 2011, cuando Sharp llevaba ya una década trabajando para el cártel sin que nadie sospechara de él, una redada rutinaria de la DEA, la agencia antidroga estadounidense, llevó al arresto de un traficante apodado Tusa, que estaba en posesión de dos kilos de cocaína. Para reducir su condena, Tusa reveló a los agentes algunos detalles de su organización, entre ellos el nombre de Ramón Ramos, al que señaló como uno de los pesos pesados de la red en Detroit. Tras vigilar a Ramos algún tiempo, un equipo de la DEA dirigido por el agente especial Jeff Moore registró su casa, encontrando más de 350000 $ en efectivo. Ramos decidió entonces confesar a cambio de protección y de ser incluido en el Programa de Protección de Testigos, y contó a los agentes de manera minuciosa todos los detalles de la red a la que pertenecía.

Los agentes se asombraron al escuchar las verdaderas dimensiones de la organización que habían descubierto casi por casualidad, y que ni siquiera sospechaban. Cuando Ramos le habló de envíos de 200 kilos de cocaína y de remesas de millones de dólares enviadas en sentido opuesto, Moore creyó que se trataba de movimientos excepcionales. Ramos le sacó en seguida de su error; no tenían nada de extraordinario, para ellos eran pura rutina. Incluso así Moore no quedó demasiado convencido hasta que, siguiendo las indicaciones de Ramos, la policía interceptó a otro de los correos de la banda, un jubilado de Iowa llamado Walter Ogden, con casi dos millones de dólares en su vehículo.

Fue hablando con Ramos cuando Moore supo de la existencia del Tata, al que el traficante presentó como su principal transportista. Moore quedó sorprendido por la edad de Sharp, y más cuando pudo verlo gracias a que Ramos aceptó llevar una cámara oculta durante un encuentro con él. Por aquel entonces Sharp tenía 87 años y ya era bisabuelo, pero a Moore le sorprendió su aparente buen estado físico.

El arresto de Leo Sharp

Moore y su equipo comenzaron entonces a reunir pruebas contra la red de traficantes. Durante varios meses vigilaron a sus miembros, intervinieron sus teléfonos y siguieron a los correos. Y cuando hubieron obtenido suficiente información, asestaron de improviso un golpe a la banda, arrestando a la mayoría de sus miembros. Leo Sharp fue arrestado el 21 de octubre de 2011 en una carretera de Michigan, cuando volvía de uno de sus viajes al sur. Un agente de la Patrulla de Carreteras del estado lo hizo detenerse con el pretexto de una leve infracción de tráfico. Sharp, desaliñado y aparentemente confuso, no fue capaz de explicar de manera coherente de donde venía o a donde se dirigía, y cuando la policía registró su camioneta, encontró más de 100 kilos de cocaína en ella. El video de su detención, grabado por la cámara del coche patrulla, sería más tarde hecho público por el New York Times. La operación se saldó con el desmantelamiento de la red y el arresto de 25 personas, incluido Sharp, que fueron acusados de diversos delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes y el blanqueo de dinero.

Durante el juicio, el abogado de Sharp trató de presentarlo como un hombre anciano y enfermo, del que los traficantes se habían aprovechado obligándolo a trabajar para ellos. No obstante, la fiscalía poseía abundantes pruebas que demostraban no solo que Sharp había trabajado para el cártel al menos durante diez años, sino que además mantenía estrechas relaciones con los jefes de la red, con alguno de los cuales había llegado incluso a irse de vacaciones a Hawai. A Sharp se le permitió hablar en su defensa ante el juez y sencillamente dijo "Estoy verdaderamente desconsolado por haber hecho lo que hice, pero ya está hecho".

Como último recurso, su defensa trató de conseguir una condena leve y evitarle la cárcel, atendiendo a su avanzada edad y a sus problemas de salud (los síntomas de la demencia se habían hecho más evidentes durante el juicio), pero finalmente fue condenado a tres años de prisión. Fue puesto en libertad en 2015 debido a su precario estado de salud, habiendo cumplido solo un año de condena, y murió por causas naturales el 16 de diciembre de 2016 en Michigan City, a los 92 años de edad. Sus restos fueron sepultados en el National Memorial Cemetery of the Pacific, en Honolulu (Hawai), un cementerio militar para antiguos miembros del ejército norteamericano.

La historia de Leo Sharp (con algunos cambios con respecto a la real, incluidos los nombres de los protagonistas) fue llevada al cine en 2018 en la película The Mule, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood.





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