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Donato "Walter" Bilancia (1951-2020) |
Nacido el 10 de junio de 1951 en la ciudad de Potenza, Donato Bilancia se mudó con su familia varias veces debido al trabajo de su padre como funcionario antes de instalarse definitivamente en Génova en 1956. No fue la suya una juventud sencilla; a su complicada relación con su familia y cierta inestabilidad mental se unió su precoz inicio como delincuente. A los quince años tuvo su primer encuentro con la justicia, con 23 fue arrestado por hurto y posesión de un arma y con 25, condenado por robo y encerrado en un psiquiátrico, del que escaparía, aunque fue arrestado poco después para cumplir 18 meses de condena. También por esta época comenzó en él una desaforada afición al juego, llegando a apostar grandes cantidades de dinero. A veces ganaba grandes sumas y otras perdía cantidades igualmente grandes, aunque se jactaba de que siempre había pagado sus deudas. En los ambientes del juego clandestino de Génova era bien conocido, bajo el apodo de Walterino.
Siguió con este estilo de vida criminal, sumando varios arrestos, mayormente por robo, en Italia y Francia. Pese a ello, y a que habitualmente iba armado, no recurría a la violencia, y nada hacía presagiar que iba a convertirse en uno de los asesinos en serie más prolíficos de la historia criminal italiana.
En 1982 sufre un grave accidente de tráfico cuando el camión que conducía se estrella contra un viaducto, lo que le provoca fracturas múltiples, pasando varios días en coma en el Hospital San Martino de Génova y resultando en una invalidez del 44%.
El 19 de marzo de 1987 Donato Bilancia sufre un duro golpe emocional cuando su hermano Michele, que acaba de recibir la notificación del divorcio de su esposa, se suicida arrojándose con su hijo Davide, de cuatro años, ante un tren. Su relación no era demasiado estrecha, pero su muerte supone un shock para Donato y agrava su inestabilidad emocional.
En 1990 sufre un nuevo accidente de tráfico al estrellarse el coche que conducía contra un poste. Nuevamente, sufre varias facturas y pasa algún tiempo en coma, agravándose su invalidez. Hay quien sugiere que las secuelas neurológicas de ambos accidentes tuvieron que ver en su posterior frenesí asesino.
Bilancia comete su primer asesinato el 16 de octubre de 1997. Tras colarse en casa de un empresario llamado Giorgio Centanaro, un habitual de los locales de juego clandestinos, lo mata asfixiándolo con una almohada mientras duerme. Según diría más tarde, el motivo del crimen fue que Centanaro se había burlado de él y le había engañado para que jugara en una partida de cartas amañada en la que había perdido una gran suma de dinero. No obstante, la policía, ante la falta de indicios, archiva el caso como provocado por causas naturales.
El propio Bilancia diría más tarde que este crimen encendió en su interior el deseo de seguir matando. Ocho días más tarde, el 24 de octubre, entra a punta de pistola en casa de Maurizio Parenti, otro empresario vinculado al mundo del juego clandestino, al que cree cómplice de Centanaro. Bajo amenazas obliga a Parenti y a su esposa Carla Scotto a desnudarse, los ata y amordaza, los obliga a tenderse boca abajo en su cama y los mata a golpes con su arma, Luego huye llevándose trece millones y medio de liras (unos 6500 euros) y varios relojes de gran valor. Los cuerpos no serían hallados hasta la mañana siguiente.
Pero la sed de sangre de Bilancia está lejos de haberse saciado. Solo tres días mas tarde, el 27, se cuela en casa de Bruno Solari y Maria Luigia Pitto, un matrimonio de orfebres jubilados, haciéndose pasar por un cartero. De nuevo roba en el apartamento y cuando Maria Luigia trata de dar la alarma a la criada, Bilancia mata al matrimonio a tiros, aunque la criada logra salvarse refugiándose en la terraza. El 13 de noviembre, acuciado por sus deudas, vuelve a matar. Esta vez la víctima es Luciano Marro, propietario de una oficina de cambio de divisas en Ventimiglia, una localidad a unos 150 kilómetros de Génova, cerca ya de la frontera francesa. Aprovechando que Marro sale a sacar la basura, lo sorprende y lo mata disparándole varias veces en la cabeza. Se lleva 45 millones de liras, unos 22000 euros.
El 25 de enero de 1998 suma una nueva víctima a su lista. En esta ocasión se trata de un vigilante nocturno llamado Giangiorgio Canu. Lo hace simplemente para vengarse de las autoridades y la policía. Canu es elegido al azar, simplemente porque es una víctima fácil para Bilancia: patrulla solo y en una zona aislada.
A partir de este momento, Bilancia ya no busca excusas, empieza a matar por puro impulso, para satisfacer su deseo de asesinar, y se centra en las prostitutas, víctimas fáciles y vulnerables. La primera es Stela Truya, una albanesa de 25 años a la que dispara por la espalda en Varazze, a orillas del mar, el 9 de marzo de 1998. El 18 de marzo asesina de la misma forma a Lyudmila Zubskova, ucraniana de 23 años, en Pietra Ligure. Y el 20 de marzo, solo dos días después, asalta a otro cambista en Ventimiglia, Enzo Gorni, sobre el que vacía todo el cargador cuando este se resiste y trata de arrebatarle la pistola.
La noche del 24 de marzo, Bilancia contrata en Nova Ligure los servicios de otra prostituta, una transexual llamada Lorena Castro. Mientras mantiene relaciones sexuales con ella es sorprendido por dos vigilantes de seguridad, Massimiliano Garillo y Candido Randò. Temeroso de que avisen a la policía, Bilancia sale de su coche y les dispara a ambos. Lorena aprovecha para huir, y aunque Bilancia la persigue y dispara contra ella, no logra herirla, así que regresa a su coche y remata a tiros a los dos vigilantes.
Cinco días más tarde, una nueva víctima se suma al frenesí asesino de Bilancia. Se trata de Evelyn Tessy Adobo, nigeriana de 27 años, en la localidad de Cogoleto. Tessy se resiste y llega a morder a Bilancia en la mandíbula, y este, furioso, la mata de varios golpes en la nuca. Tras este asesinato, por fin la policía italiana establece una relación entre los ataques a las prostitutas, después de que el laboratorio concluya que en todos ellos se ha usado la misma arma, un revolver del 38 cargado con balas de punta plana. En su investigación los policías cuentan con la inestimable ayuda de Lorena, que les proporciona un retrato robot de Bilancia y una descripción del Mercedes 190 negro que conduce.
Ante el interés de la policía y la prensa, Bilancia decide cambiar de táctica. El 12 de abril de 1998 viaja en el InterCity de LaSpezia a Génova cuando se fija en Elisabetta Zoppetti, una enfermera de 32 años que regresa de sus vacaciones. Cuando Elisabetta va al baño, Bilancia la sigue, fuerza la puerta con una llave maestra y la asesina, disparándole tras cubrirle la cabeza con su chaqueta, como ha hecho con casi todas sus víctimas. El 14 vuelve a matar a una prostituta, Kristina Valla, macedonia. Y el 18, de nuevo en un tren, que hace la ruta entre Génova y Ventimiglia, asesina a una camarera de 24 años llamada Mariangela Rubino, de la misma manera que a Zoppetti, sorprendiéndola cuando va al baño.
El caso estalla con toda intensidad. Periódicos y programas de televisión, que apenas habían prestado atención al caso cuando se trataba "solo" de un asesino de prostitutas, se vuelcan con la investigación informando de cada novedad al minuto. El pánico al "Monstruo de Liguria", como es llamado el desconocido asesino en serie, cunde por toda la región. El mismo Fiscal General de Génova, Guido Zavanone, pide a la gente que extreme sus precauciones cuando viaja en tren y que si es posible no viajen solos. La policía sigue los pasos de varios sospechosos (ninguno de los cuales es Bilancia) e investiga a los propietarios de Mercedes 190 como el descrito por Lorena. Aún así, Bilancia aún comete un último crimen, el 17º: Giuseppe Mileto, empleado de una gasolinera en la autopista Génova-Ventimiglia, al que asesina para robarle la recaudación (dos millones de liras, unos 1000 euros).
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El Mercedes 190 utilizado por Bilancia en varios de sus crímenes |
El indicio que finalmente lleva a la policía hasta Bilancia llega cuando Pino Monello, amigo de Bilancia que desconoce su actividad homicida, acude a las autoridades. Él le ha vendido el Mercedes 190 a Bilancia, pero este no ha cambiado la titularidad del automóvil y por eso a Monello le están llegando numerosas multas de tráfico, la mayoría por saltarse el peaje de la autopista. La policía comprueba que la descripción de Bilancia y de su vehículo coinciden perfectamente con las aportadas por Lorena Castro. Así que inician una discreta vigilancia del sospechoso. Recogen varias de sus colillas y una taza de café en un bar para obtener una muestra de su ADN, y al compararlo coincide con las muestras recogidas en la escena del asesinato de Mariangela Rubino.
Bilancia es arrestado sin oponer resistencia el 6 de mayo de 1998 cuando sale del Hospital San Martino. En su apartamento encuentran el revólver Smith & Wesson con el que se han cometido los crímenes. Tras dos días en silencio, Bilancia decide hacer una confesión completa, admitiendo todos sus crímenes, incluido el del Centanaro, que la policía había catalogado como muerte natural. Son en total 17 asesinatos, más el intento de homicidio de Lorena Castro, cometidos en el breve espacio de poco más de seis meses. Apenas trata de justificar sus acciones, salvo para decir que se sentía "poseído" cada vez que mataba.
El 12 de abril de 2000 Donato Bilancia es condenado a 13 cadenas perpetuas por sus 17 asesinatos, más 16 años adicionales por el asesinato en grado de tentativa de Lorena Castro. Cumpliría su sentencia en las prisiones de Marassi y Chiavari (Génova) y Due Palazzi (Pádua). Fue considerado la mayor parte de su condena un preso modelo, aunque pasó buena parte de su encierro en aislamiento por las amenazas de otros presos. Se dedica a estudiar (consiguiendo un diploma en Contabilidad y matriculándose en un curso de Planificación y Gestión de Turismo Cultural en la Universidad de Padua), y a petición propia, consigue que parte de la pensión de invalidez que cobraba fuera entregada para los cuidados de un niño con síndrome de Down. Solo saldría una vez de prisión, en noviembre de 2017, gracias a un permiso especial para visitar, fuertemente escoltado, la tumba de sus padres en la localidad de Nizza Monferrato, en el Piamonte.
En enero de 2019 se le denegó un nuevo permiso para visitar al niño discapacitado al que ayudaba, y en octubre de 2020 el tribunal Supremo desestimó su petición para que su pena de cadena perpetua fuera conmutada por una de 30 años de cárcel, lo que al parecer lo disgustó profundamente. En diciembre de 2020 estalló en la prisión de Due Palazzi un brote de Covid-19. Bilancia, infectado, fue ingresado en el Hospital Universitario de Pádua, donde rechazó todo tratamiento y falleció el 17 de diciembre de 2020, a los 69 años.