domingo, 23 de octubre de 2011

Los soldados japoneses que no se rindieron (y IV): casos especiales

En los tres post anteriores os he hablado de los soldados japoneses que siguieron luchando tras el final de la II Guerra Mundial. Soldados que no sabían del final de la guerra y siguieron cumpliendo las órdenes que tenían de sus superiores (que casi siempre eran esconderse y resistir a la espera de refuerzos). Pero también hubo casos de soldados que no regresaron a su patria porque no pudieron o no quisieron.
En China, se calcula que al finalizar la guerra quedaban al menos 140000 soldados japoneses. Sólo unos pocos lograron volver a su hogar. El resto murió, se involucró en la guerra civil que enfrentó a comunistas con nacionalistas, se hizo mercenario o simplemente se instaló donde pudo iniciando una nueva vida. 20000 de ellos se rindieron en 1948 en las montañas de la región de Manchuria.
El teniente Hideo Horiuchi se incorporó al ejército independentista indonesio. Fué capturado por las tropas holandesas el 13 de agosto de 1946.
Los comandantes Sei Igawa y Takuo Ishii y el teniente Kikuo Tanimoto se incorporaron al Viet Minh, el ejército independentista vietnamita. Igawa fué abatido por los franceses en 1946, Ishii lo fué en 1950 y Tanimoto regresó a Japón en 1954, una vez proclamada la independencia de Vietnam.
Kiyoaki Tanaka y Shigeyuki Hashimoto se unieron a la guerrilla comunista thailandesa; se entregaron en 1989.
Y luego está también el curioso caso de Ishinosuke Uwano. Este soldado japonés, capturado por los soldados soviéticos en la isla de Sajalín en 1945, fue enviado a un campo de prisioneros y su pista se pierde en 1958. Declarado oficialmente muerto en el 2000, para sorpresa de todos fue encontrado por personal de la embajada japonesa en Ucrania viviendo en Kiev. Al parecer, llevaba en Ucrania desde 1965, se había casado y tenido hijos, pero no se sabe por qué no trató de volver a su país ni de ponerse en contacto con su familia. En 2006 viajó con su hijo mayor a Japón para reencontrarse con su familia, pero hubo de hacerlo como ciudadano ucraniano, ya que oficialmente figura como muerto y su nombre ha sido borrado del Registro Civil.

Casos falsos


Oficialmente, Teruo Nakamura es el último combatiente japonés en rendirse (diciembre de 1974). Pero desde entonces han saltado a los medios periódicamente noticias de supuestos resistentes japoneses, pero ninguna de ellas ha sido confirmada, o bien se ha demostrado que eran montajes.
En 1980 se informó que un tal capitán Fumio Nakahara se había entregado en Filipinas. Las investigaciones de las autoridades japonesas no dieron con ninguna prueba de que fuera cierto.
En 1997 se anunció el descubrimiento de un antiguo soldado japonés viviendo en la isla filipina de Mindoro, en el seno de la tribu de los mangyan. El supuesto soldado, que respondía al nombre de Sangrayban, se negaba a volver a Japón y a separarse de su esposa mangyan y sus cuatro hijos. Resultó ser un fraude.
Lo mismo ocurrió en 2005, cuando se dijo que los octogenarios Yoshio Yamakawa y Tsuzuki Nakauchi se habían entregado a los filipinos. Todo resultó ser un engaño.
En numerosas islas del Pacífico existen leyendas de este tipo; entre otras, en Nueva Guinea, Guadalcanal (Marianas), Kolombangara (Nueva Georgia), Vella Lavella (Salomón) e incluso en la isla japonesa de Okinawa. Pero ninguna de ellas con confirmación oficial, y en muchos casos se trata de montajes con objetivos turísticos.

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