William Baudine fue uno de los directores más prolíficos de la historia de Hollywood. Comenzó a trabajar como actor en 1909, en los tiempos heroicos del cine mudo, y se mantuvo activo hasta prácticamente su muerte, en 1970. Como muchos de aquellos pioneros del cine, hizo un poco de todo (actor, escritor, ayudante de dirección) hasta decantarse definitivamente por la dirección. Las cifras de su carrera dan vértigo: nada menos que 177 filmes, además de docenas de cortometrajes y numerosos capítulos de series de televisión como Lassie, Rin Tin Tin o Aventuras de Wild Bill Hickok. Se ganó fama de ser un director apto para cualquier encargo: un hábil mercenario, competente, resolutivo, eficaz, sin pasarse del presupuesto, cumpliendo los plazos de rodaje (a veces, incluso acortándolos). En su carrera hay todo tipo de filmes, de los más variados géneros, desde cintas de educación sexual como Mom and Dad (1945) hasta filmes de temática religiosa como Again... Pioneers (1950), financiado por la iglesia protestante.
Como era previsible, pocas de sus películas resisten un visionado crítico; la mayoría son cine popular de consumo rápido y sin pretensiones, que no hizo historia. Precisamente, su adiós a la silla de director fueron dos películas rodadas prácticamente a la vez para ser estrenadas en una de aquellas "sesiones dobles" de los años sesenta y setenta: dos filmes por el precio de una entrada. Dicha doble sesión la componían la que hoy nos ocupa y su "hermana"... Billy el Niño contra Drácula (os lo repito, no me lo invento).
Lo primero destacable del filme es que su argumento contradice al título. Porque en realidad, la protagonista del filme no es la hija de Frankenstein, sino su nieta, Mary, quien acompañada por su hermano Rudolph ha abandonado Europa con destino a las praderas del oeste norteamericano para continuar allí el trabajo de su infame abuelo. Instalados en una antigua misión, llevan a cabo sus truculentos experimentos, secuestrando a los habitantes de los alrededores. A su refugio llegan el bandido Jesse James y su compinche Hank Tracy, que huyen de la ley. Y a los Frankenstein no se les ocurre nada mejor que usar de cobaya a Tracy, poniéndole un cerebro nuevo (!) y convirtiéndolo en un monstruo al que llaman Igor...
Mary Frankenstein, con su colorido casco preparado para colgarle dos latas de cerveza e irse al fútbol |
Igor, el monstruo con cerebro nuevo (aunque no tiene pinta de que lo vaya a usar mucho) |
Carátula alternativa; ojo a la frase "¡Un encuentro hecho en el infierno!" |
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