miércoles, 30 de abril de 2014
El pollo a la Marengo
El 14 de junio de 1800, las tropas francesas mandadas por Napoleón se enfrentaron a los austríacos del general von Melas cerca del pueblo italiano de Marengo, en el noroeste de Italia. El combate se inició al amanecer y, aunque los primeros compases de la batalla fueron desfavorables a los franceses, incapaces de resistir el ataque austríaco, la llegada del general Desaix con refuerzos acabó por decantar la victoria a favor de los galos. Los combates duraron hasta el anochecer y Napoleón, enfrascado en la dirección de sus tropas, no tuvo tiempo para probar bocado en todo el día. Por ello, llegada la hora de la cena, descubrió que estaba hambriento y pidió a su cocinero, un suizo apellidado Dunant, que le preparara algo.
Sin embargo, durante la batalla la cocina móvil de Napoleon y su estado mayor, así como las carretas que transportaban sus provisiones, habían sido capturadas por los austríacos, con lo que el cocinero no tenía nada con lo que cocinar. Así que envió a sus ayudantes y a varios soldados a registrar los campos y granjas cercanas, a ver si podían encontrar algo. Cada uno trajo lo que pudo hallar: unas gallinas, tomates, huevos, champiñones, cangrejos de río, algo de aceite y vino blanco... Con esos ingredientes, Dunant improvisó una receta inspirándose en un plato de la región suiza de Jura: frió el pollo en aceite, hizo una salsa con ajo, champiñones y vino blanco, y luego puso a hervir en una cazuela el pollo con la salsa y los tomates. Finalmente se lo sirvió a Napoleón con una guarnición de huevos fritos, pan tostado y cangrejos cocidos.
El general quedó tan encantado con el plato, que quiso que se lo sirvieran después de cada batalla, insistiendo en que no se cambiase ni un ápice la receta (por superstición). En honor de tan señalada victoria, aquel plato pasó a ser conocido como Pollo a la Marengo.
Desconocía el origen de ese planto y los ingredientes de la salsa. Tampoco lo he probado nunca, y puesto que, por los ingredientes, debe estar bueno, eso sin tener en cuenta el gusto de Napoleón, veré si tengo oportunidad de probarlo alguna vez.
ResponderEliminarUn saludo.
Te sorprendería saber cuántas recetas tienen su origen en hechos históricos. Yo también pienso probar a cocinarlo, cualquier día de estos. ¡Saludos!
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