miércoles, 1 de octubre de 2014

Los renos de Saint Matthew

Isla de Saint Matthew (60º24'31'' N, 172º43'12'' O) 

La isla de Saint Matthew es una isla aislada del mar de Bering, situada a unos 300 kilómetros al oeste de la isla de Nunivak y a unos 400 de la costa de Alaska. Su extensión es de unos 350 km2, posee un par de lagos (el North Lake y el Big Lake) y el tipo de ecosistema predominante es la tundra.
Saint Matthew estuvo en la prehistoria habitada por la tribu de los aleutas y albergó en el siglo XIX una estación comercial rusa. Después de eso la isla ha estado deshabitada salvo por un breve período de apenas dos años. A principios de 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, el Servicio de Guardacostas norteamericano instaló en la isla un LORAN (Long Range Navigation), un sistema de navegación y posicionamiento por radio, con un pequeño grupo de 19 soldados para su mantenimiento. Meses más tarde, ante la posibilidad de que por el discurrir de la guerra o por causa del clima la estación quedase aislada, los Guardacostas decidieron trasladar a la isla un rebaño de 29 renos procedentes de Nunivak, para que sirvieran como alimento en caso de que escasearan los víveres. Los renos fueron desembarcados en la isla en agosto del 44.

Reno de Alaska (Rangifer tarandus granti)
Sin embargo, al año siguiente la guerra terminó y los altos mandos decidieron que la estación de radio ya no era necesaria, así que fue desmantelada y los soldados que la atendían evacuados. Pero dejaron en la isla a los renos. Aunque a los animales no les importó. Con abundante vegetación, un clima suave, y sobre todo una absoluta carencia de competidores y depredadores, aquellos renos estaban en la gloria. O casi.
La isla permaneció deshabitada y aislada hasta 1957. Ese año, David Klein, un biólogo que trabajaba para el Servicio de Caza y Vida Salvaje de los Estados Unidos, desembarcó en la isla acompañado de su ayudante, Jim Wishenhant. Ambos descubrieron asombrados que aquellos 29 renos originales se habían multiplicado hasta alcanzar los 1350 ejemplares.
Y si eso ya parecía una barbaridad, Klein volvió a la isla en 1963, ya como investigador de la Universidad de Alaska, para encontrarse con que la manada había crecido hasta alcanzar los ¡6000 ejemplares!, con una densidad de población de casi diecisiete renos por kilómetro cuadrado (en ese periodo de 1957-63, se estima que unos 100 ejemplares fueron capturados para ser estudiados o cazados por miembros de los Guardacostas). Un crecimiento tan desaforado preocupó a Klein, por los efectos que podía tener sobre el ecosistema de la isla. El tiempo le daría la razón.
En agosto de 1965, varios guardacostas desembarcaron en la isla para cazar y se sorprendieron al ver numerosos restos de renos. Comunicaron su hallazgo a Klein, quien no pudo desplazarse a la isla hasta el verano de 1966. Cuando el biólogo, acompañado por otro biólogo y un botánico, desembarcó en Saint Matthew, contempló estupefacto los esqueletos de centenares de renos esparcidos por toda la isla. Tras explorar concienzudamente toda su extensión, sólo lograron encontrar con vida a 41 hembras y un único macho (probablemente, estéril).


¿Qué les había pasado a los renos? En el estudio que Klein publicaría en 1968, atribuía la muerte de los animales a una suma de factores ecológicos, poblacionales y climáticos. El crecimiento sin control de la manada de renos había esquilmado la vegetación de la isla. La población había llegado al límite máximo que podía soportar Saint Matthew, provocando una considerable disminución de los alimentos disponibles. En ese estado de precario equilibrio, bastaba con cualquier elemento desestabilizador para causar un desastre. Y ese empujón se lo dio el clima.
El invierno de 1963-64 fue uno de los más extremos que se hayan registrado en el Pacífico norte. Vientos huracanados, olas de frío polar, tormentas de nieve de varios días de duración. La isla quedó cubierta durante semanas por una capa de nieve de hasta un metro de espesor. Centenares de renos murieron por causa directa de las tormentas. Y los que sobrevivieron tuvieron que enfrentarse a una hambruna de grandes proporciones: la vegetación de la isla había prácticamente desaparecido y la poca que quedaba era de difícil acceso. El hambre acabó con la mayoría de los renos que quedaban, y cuando el tiempo mejoró y la vegetación empezó a crecer de nuevo, únicamente aquellos 42 renos quedaban como triste vestigio de los miles de ejemplares que antes recorrían la isla.
La revista especializada en meteorología Weatherwise publicó en su número de noviembre/diciembre de 2009 un estudio firmado por Klein y dos climatólogos, Martha Shuslki y John Walsh, analizando las condiciones extremas alcanzadas en aquel invierno y su posible influencia en la muerte masiva de los renos.

Dave Klein, en su última visita a Saint Matthew en 2012, ya con 85 años

El último de los renos de Saint Matthew murió en torno a 1980. Hoy en día, la isla está protegida y forma parte del Refugio Nacional de Vida Salvaje Marítimo de Alaska. El animal de mayor tamaño que vive en ella en la actualidad es el zorro ártico (Alopex lagopus). La historia de su población de renos se ha convertido en un ejemplo clásico en ecología y dinámica de poblaciones acerca de los peligros de la superpoblación e incluso se han hecho paralelismos con las poblaciones humanas.

Zorros árticos en Saint Matthew

2 comentarios:

  1. No tenía ni idea de este caso, pero sí de la cantidad de especies introducidas por el hombre a propósito o por error en regiones y los problemas que ello ocasiona para otras especies al ocupar nichos dominantes y luego para la propia economía de esas regiones.
    Tenemos los humanos una afición desaforada por cambiar el orden de las cosas, y muchas veces para mal.
    Un saludo.

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    1. Es lo que suele pasar cuando al ser humano le da por jugar con la distribución natural de las especies. Un saludo

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