Verba volant, scripta manent

domingo, 1 de septiembre de 2024

Khutulun, la princesa guerrera

"Combate de Khutulun, hija de Kaidu". Ilustración de una edición de Los viajes de Marco Polo o El libro de las maravillas de principios del siglo XV

Cuando en 1227 murió el legendario Gengis Kan su tercer hijo, Ogodei, fue nombrado sucesor al frente del imperio mongol. El primogénito de Gengis, Jochi, había muerto meses antes, y a su segundo hijo, Chagatai, lo consideraba demasiado obstinado e impetuoso, así que había optado por Ogodei como su heredero. A Chagatai, no obstante, se le concedió el gobierno de una amplia región que comprendía el territorio que los romanos llamaban Transoxiana, que iba desde el mar de Aral y la meseta de Pamir hasta los montes Altai, mas la provincia china de Sinkiang. Con el tiempo, aquella región tomó el nombre de su gobernante y pasó a ser conocida como Kanato de Chagatai. Chagatai murió en 1241, y durante unos años hubo cierta inestabilidad, sucediéndose varios gobernantes, entre ellos su hijo Qara Hülegü y el hijo de este, Mubarak Shah. 

Entre 1259 y 1263 Kublai Khan y su hermano Ariq Böke, hijos de Tolui (el cuarto hijo de Gengis Kan), se enfrentaron en una guerra civil para lograr ser nombrado Gran Kan del imperio; una guerra en la que triunfaría finalmente el primero de ellos. Entre los partidarios de Ariq estaba Kaidu, un príncipe mongol nieto de Ogodei que gobernaba una pequeña pero próspera provincia fronteriza con Chatagai. En 1264 Kublai convocó a Kaidu a su presencia, pero este se negó alegando que "sus caballos estaban demasiado delgados para soportar un viaje tan largo". Lo cierto es que a Kaidu no le caía demasiado bien su pariente, al que consideraba indigno de regir a los mongoles por haberse apartado de las tradiciones de su pueblo, ya que no solo había adoptado muchas de las costumbres de la cultura china, sino que incluso había renunciado al nomadismo de su pueblo fijando su capital en Dadu (la actual Pekín). Además, durante la reciente guerra civil el kan de Chatagai, Alghu, partidario de Kublai, había saqueado las tierras de Kaidu.

"La princesa Khutulun", película mongola de 2021

Aquel rechazo no era solo una afrenta a Kublai Khan, sino que también era una manera de cuestionar su legitimidad, ya que Gengis Kan había decretado que cualquier aspirante a ser reconocido como Gran Kan debería obtener el respaldo unánime de todas las ramas de su familia. Así que en 1266 Kublai envió a Baraq, bisnieto de Chatagai, como nuevo kan, incitándole a atacar a Kaidu. Pero este era un general hábil y se había aliado con Möngke-Temür, kan de otra de las provincias del imperio, la Horda de Oro. Juntos derrotaron a Baraq e invadieron el Kanato de Chatagai. Finalmente, los tres firmaron un acuerdo de paz en algún momento entre 1267 y 1269: Baraq se quedaba con 2/3 del kanato, mientras el otro tercio se lo repartían Möngke-Temür y Kaidu, quien también recibía la región de Bujará, y se comprometían a lanzar una campaña conjunta contra el ilkanato de Persia. Pero Baraq fue derrotado y murió poco después a causa de sus heridas, lo que aprovechó Kaidu para hacerse con el control del Kanato. En las siguientes décadas se sucedieron varios kanes al frente de Chatagai (Negübei, Buqa Temür, Duwa) que no eran sino títeres impuestos por Kadui, que era quien de verdad ostentaba el poder. Kublai Khan prefirió no enfrentarse abiertamente a él, para no desatar otra guerra civil en el seno del imperio, pero durante el resto de su reinado se mantuvo entre ambos una especie de "paz armada" con enfrentamientos esporádicos entre sus tropas.

Kadui tenía catorce hijos varones, que le acompañaban habitualmente en sus campañas, pero su favorita era su hija menor, Khutulun (Luna Brillante), nacida en torno a 1260, una princesa cuyas habilidades la harían legendaria entre los mongoles. Criada en campamentos militares, rodeada de hermanos varones, tuvo que ponerse a la altura de ellos y lo cierto es que los sobrepasó con creces. Extraordinaria jinete y arquera (como la mayoría de los mongoles), era también muy hábil con la espada y estaba dotada con una fuerza física más que notable, siendo una destacada luchadora de bökh (la lucha libre mongola en la que pierde el primero que toca el suelo con una parte de su cuerpo que no sean las manos o los pies).

Marco Polo la cita en su obra con el nombre de Aigiarne (la forma tártara de Khutulun) diciendo de ella que era "tan bien formada en todas sus extremidades, y tan alta y fuerte, que casi podría ser tomada por una gigante. Era muy hermosa pero también tan fuerte y valiente que en todo el reino de su padre no había hombre que pudiera superarla en hazañas de fuerza". Cuentan que una de las cosas que solía hacer antes de una batalla era cabalgar cerca de las líneas enemigas y a la menor ocasión caía sobre algún soldado enemigo "como un halcón salta sobre un pájaro" y se lo llevaba a su padre. Pero además de ser una excepcional guerrera, Khutulun era también una experta en estrategia y táctica militar. Su padre la tenía cerca siempre y solía consultar con ella cada vez que emprendía alguna de sus campañas.

La actriz surcoreana Claudia Kim interpreta a Khutulun en la serie Marco Polo (2014-2016)

Llegó un momento en el que Kaidu decidió que era hora de casar a Khutulun. La joven ya había sobrepasado la edad en la que las jóvenes mongolas solían contraer matrimonio, y empezaban a circular rumores, extendidos por los enemigos de Kadui, que cuestionaban la sexualidad de la princesa o insinuaban una relación incestuosa entre padre e hija. A Khutulun nunca le había interesado el matrimonio (aunque según el historiador persa Rashid-al-Din Hamadani había estado enamorada de Ghazan, kan mongol de Persia, quien no la correspondió), pero aceptó la voluntad de su padre. Eso si, con una condición: no estaba dispuesta a casarse si no era con un hombre que fuera capaz de derrotarla en un combate de bökh. Además cada aspirante debía aportar una fianza de cien caballos; si vencía a Khutulun, se casaba con ella, pero si perdía, ella se quedaba con los caballos. Muchos fueron los que probaron suerte pero ninguno fue capaz de derrotarla, con lo que Khutulun acabó reuniendo una fabulosa manada de diez mil caballos.

Cuentan que en una ocasión un príncipe extranjero ofreció no cien, sino mil caballos, por tener la ocasión de optar a la mano de Khutulun. Kaidu estaba encantado con el joven: rico, apuesto, miembro de una poderosa familia, le parecía un magnífico yerno, y sugirió a su hija que se dejara ganar. Pero ella derrotó al aspirante como a los otros, y el príncipe, tras entregar los mil caballos, regresó a su patria humillado y avergonzado.

Al final, visto que no había manera de encontrar a un aspirante que derrotara a Khutulun, Kaidu tuvo que recurrir a un matrimonio concertado. El elegido fue un hombre llamado Abtakul, del que apenas se sabe nada. Según algunas crónicas, era un asesino al que Kublai Khan había enviado para matar a Kaidu, pero que tras ser descubierto y apresado había impresionado a este por su valentía. Según otras, era miembro del clan Choros, aliado de Kaidu. En cualquier caso, el hecho de que no se le vuelva a mencionar indica que tuvo un papel secundario y no se inmiscuyó en asuntos de gobierno ni impidió a Khutulun hacer su voluntad... lo que probablemente era lo que ella buscaba desde un principio.

La ópera Turandot, de Giacomo Puccini, se basa en un relato del orientalista francés François Pétis de la Croix, quien al parecer se habría inspirado en la figura de Khutulun

Kaidu murió en 1301, durante una campaña contra Timur Kan, nieto y sucesor de Kublai (muerto siete años antes). Sin duda, le habría gustado nombrar a Khutulun como heredera, pero se encontró con la oposición frontal de sus parientes varones, incluidos sus hijos. Además a Khutulun nunca le interesó demasiado el gobierno; era en el campo de batalla donde se encontraba a gusto. Tras la muerte de Kadui, el entonces kan de Chatagai, Duwa, se alió con el primogénito de Kadui, Chapar, para hacerse con el poder. Khutulun no los apoyó; tomó partido por otro de sus hermanos, Orus, que probablemente habría sido el elegido por su padre. Duwa y Chapar juzgaron conveniente hacer las paces con Timur y reconocer su autoridad. Sin embargo en 1306 Duwa traicionó a Chapar obligándolo a renunciar y apropiándose de su territorio. Duwa falleció al año siguiente, pero sus herederos (sus hijos Könchek, Kebek, Esen Buqa I, Eljigidey y Duwa Timur serían también kanes de Chatagai) mantuvieron el control del kanato y apartaron definitivamente a los hijos de Kadui del poder.

En cuanto a Khutulun, falleció en 1306, cuando contaba unos 45 años, dicen que en circunstancias no del todo claras. No obstante, su enorme popularidad la había convertido en una figura mítica de la historia del pueblo mongol. Su memoria aún pervive y se celebra en el Naadam, un festival tradicional mongol en el que se disputan los llamados "tres juegos de hombres" (bökh, carreras de caballos y tiro con arco).

domingo, 25 de agosto de 2024

La guerra del huevo

Islas Farallones

Las islas Farallones son un conjunto de pequeños islotes y peñascos situados a unos treinta kilómetros al sur del cabo californiano de Point Reyes. Que se sepa, nunca han estado habitadas; incluso los nativos de la región evitaban acercarse, por creer que en ellas habitaban los espíritus de los muertos. Así las llamaban: las Islas de los Muertos. Probablemente los primeros europeos en avistarlas fueron los miembros de la expedición que Juan Rodríguez Cabrillo lideró entre 1542 y 1543 por la costa de California; sin embargo, la muerte de Cabrillo durante la travesía hizo que no quedara registro escrito del viaje. El primero que las menciona es el célebre pirata inglés sir Francis Drake, quien las visitó en 1579 para abastecerse de huevos y carne de foca, y las llamó Islas de Saint James (nombre que conserva hoy en día uno de los islotes). Fue en 1603 cuando el fraile Antonio de la Ascensión, que formaba parte de la expedición de Sebastián Vizcaíno, les puso el acertado nombre de Farallones (un farallón es una roca alta y escarpada que sobresale del mar). Los pescadores que faenaban en sus aguas las llamaban también los Dientes del Diablo, por lo escarpado de sus costas y los peligrosos bajíos ocultos que las rodean.

Arao común (Uria aalge)

Si por algo se caracterizan las Farallones es por su riqueza zoológica. Las islas albergan una de las principales colonias de aves marinas de los Estados Unidos, solo por detrás de Alaska y Hawai. En la actualidad, se calcula que habitan las islas alrededor de un cuarto de millón de aves de una docena de especies distintas, como el arao común (Uria aalge), la gaviota occidental (Larius occidentalis), el paíño boreal (Hydrobates leucorhus) o el cormorán pelágico (Phalacrocorax pelagicus). También albergaba importantes colonias de focas, pero la intensa actividad de los cazadores de focas americanos y rusos en la primera mitad del siglo XIX redujo drásticamente su número hasta hacerlas casi desaparecer; alguna de las especies presentes, como el oso marino ártico (Callorhinus ursinus) o el elefante marino del norte (Mirounga angustirostris) desaparecieron de las islas durante más de un siglo, y solo regresaron bien entrado el siglo XX.

Elefante marino del Norte (Mirounga angustirostris)

En 1776 un grupo de colonos españoles fundaron en la costa de California un pequeño asentamiento al que llamaron Yerba Buena. Cerca de él, dos monjes franciscanos llamados Francisco Palou y Pedro Cambón fundaron una misión a la que llamaron Misión San Francisco de Asís o Misión Dolores. El pequeño asentamiento, cercano al fuerte de Presidio, pasó a ser territorio mexicano en 1822, tras la independencia de México; y en 1846 fue conquistado por los norteamericanos durante la guerra mexicano-estadounidense. En 1847 el entonces alcalde, Washington Allon Bartlett, la renombró como San Francisco. Por aquel entonces seguía siendo una pequeña villa que no llegaba a los 500 habitantes. Hasta que en 1848 sucedió algo que cambiaría su historia.

Ese año de 1848 se encontró oro en un lugar llamado Sutter's Mill, cerca del río Americano. La noticia se difundió con rapidez, y en cuestión de semanas o meses, miles de personas, procedentes de todos los rincones de Estados Unidos e incluso del extranjero, dejaron atrás hogar, familia y trabajo, y se dirigieron a California con la esperanza de hallar el filón que los hiciera ricos. San Francisco se convirtió en el epicentro de aquella fiebre del oro, y vio como su población se multiplicaba, pasando de apenas un millar de habitantes en 1848 a 25000 solo un año más tarde. Y eso trajo consigo numerosos problemas de abastecimiento. Aquellos miles de recién llegados tenían la costumbre de comer todos los días, y las pequeñas explotaciones agrícolas de la zona eran incapaces de proporcionar tal cantidad de alimentos, por lo que hubo que empezar a traerlos de fuera, lo que aumentó enormemente su precio. Además, algunos productos frescos que no podían ser traídos desde mucha distancia se convirtieron en artículos de lujo, como los huevos, por los que llegaba a pagarse un dólar la unidad. Y en medio de aquella escasez de huevos, a alguien se le ocurrió que allí había una fuente casi inagotable de huevos frescos, a apenas unos kilómetros de San Francisco: en las islas Farallones.

Aquel hombre se hacía llamar doctor Robinson, aunque no era su verdadero nombre. Era un inmigrante que había llegado hacía poco a San Francisco, atraído como los demás por el oro, pero que pronto se había dado cuenta de que la manera más rápida y segura de ganar dinero no era buscar oro, sino negociar con los que lo buscaban. Se desconoce su nombre real y su origen, aunque probablemente tenía formación médica (de ahí lo de "doctor") porque al poco de llegar abrió una farmacia. Un buen día, Robinson contrató a varios hombres, y se fue con ellos hasta las Farallones en un pequeño bote, recogieron todos los huevos que pudieron, y regresaron a San Francisco. Pese a que prácticamente la mitad de aquella primera carga se perdió, rompiéndose o cayendo al agua durante el viaje, la venta le proporcionó un beneficio tan alto que de inmediato creó una empresa, la Pacific Egg Company, para comercializar los huevos de las islas.

Recolectores de huevos en las Farallones

La Egg Company operaba durante solo unos meses al año, de mayo a julio, coincidiendo con la época de puesta. Sus trabajadores seleccionaban un área para recolectar y destruían todos los huevos que encontraban en ella. De ese modo, cuando regresaban unos días más tarde se aseguraban de que todos los huevos que recogiesen eran frescos. Provistos de unos amplios chalecos con numerosos bolsillos, recolectaban los huevos y los llevaban luego a la ciudad. El ritmo de extracción era tan elevado que en algunos meses se alcanzaba el medio millón de huevos vendidos. Los huevos de arao eran los más apreciados, ya que su tamaño era el doble que el de un huevo corriente de gallina. 

Dado que las Farallones no pertenecían oficialmente a nadie, la Pacific Egg Company presentó una reclamación de propiedad, alegando derechos de ocupación, sobre las dos islas más grandes del archipiélago, South East Farallon y Maintop, obteniendo una concesión provisional sobre ellas. Esto les permitió no solo construir una serie de infraestructuras en las islas para facilitar su trabajo (cabañas, senderos, muelles) sino mantener alejados a otros competidores que trataban de hacer negocio con los huevos, obligándolos a faenar en los otros islotes, mas pequeños y escarpados y, por lo tanto, menos productivos. En ocasiones, recurriendo incluso a dejar en las islas vigilantes armados para ahuyentar a los visitantes no deseados.

En 1855 el gobierno norteamericano construyó un faro en South East, lo que convertía a Ira Rankin, supervisor gubernamental de los faros de la región, en la máxima autoridad pública de las islas, aunque en la práctica eso no cambió nada; Rankin siempre respetó el derecho de la Pacific Egg Company a recolectar huevos en las islas y a impedir a sus competidores el acceso, tomando partido por Robinson en caso de conflicto. En 1859 el entonces presidente de los EEUU James Buchanan firmó una orden presidencial reclamando la posesión del archipiélago en nombre del gobierno federal; algo que, como era previsible, encontró un rechazo absoluto por parte de la Egg Company.

Sin embargo, no todos estaban dispuestos a aceptar de buen grado que se les excluyera de un negocio tan jugoso. En 1863 un hombre llamado David Batchelter contrató a un grupo de hombres, en su mayoría inmigrantes italianos, e intentó recolectar huevos en las islas principales, pero fue expulsado por un grupo de agentes federales enviados por Rankin desde San Francisco. Un par de semanas más tarde lo intentó de nuevo, y de nuevo los hombres enviados por Rankin le hicieron desistir. El 2 de junio de 1863 los agentes sorprendieron de nuevo a Batchelter en las inmediaciones de las islas, pero él los convenció de que su plan era recolectar huevos en los islotes menores. La mañana del 4, Batchelter y sus hombres, fuertemente armados, desembarcaron en South East Farallon, siendo recibidos a tiros por los vigilantes de la Pacific Egg Company. Después de un violento tiroteo, que se prolongó durante veinte minutos y dejó dos muertos (uno por cada bando) y cuatro heridos, Batchelter y los suyos se vieron obligados a retirarse de la isla.

Ante la gravedad de lo sucedido, que pasó a la historia como "La Guerra del Huevo", tuvieron que intervenir los tribunales. La Pacific Egg Company pidió que se reconocieran de una vez sus derechos sobre las islas; el juez falló a su favor, desestimando la reclamación del gobierno y concediendo a Robinson el control total sobre las islas. Mientras, Batchelter era juzgado y condenado por asesinato, aunque luego su condena fue anulada por un tecnicismo.

La Pacific Egg Company siguió explotando las islas durante casi veinte años más, hasta que a finales de la década de 1870 Robinson decidió dejar el negocio. La compañía ya no daba tantos beneficios como antaño; las granjas que se habían creado a lo largo de los años ya proveían a la ciudad de un suministro de huevos de gallina suficiente y continuo durante todo el año, y más económicos que los de las aves salvajes. Además, el gobierno había seguido presionando para lograr los derechos de las islas, y Robinson estaba cansado de litigar. Así que cedió su soberanía sobre las dos islas al gobierno federal (a cambio, dicen, de una generosa suma de dinero), disolvió su compañía y se retiró. El gobierno prohibió en 1881 la recolección de huevos y en 1909 las islas más al norte se convirtieron en una reserva natural, que en 1969 se amplió a todo el archipiélago y en 1981 a las aguas circundantes. En la actualidad está prohibido el acceso a las islas, y los únicos autorizados a permanecer en ellas son los investigadores del Servicio de Caza y Pesca de los Estados Unidos y de algunas organizaciones de estudio de la fauna salvaje.

Se calcula que durante las décadas en las que las islas fueron explotadas se recogieron en ellas en torno a catorce millones de huevos, dañando gravemente a las poblaciones de aves nidificantes, especialmente las de arao común, una especie que solo pone un huevo en cada puesta. En la actualidad, pese a que ya ha transcurrido casi siglo y medio, las poblaciones de arao siguen siendo menos numerosas de lo que se calcula que eran antes de que comenzara la recolección.

domingo, 11 de agosto de 2024

¿Sabías que...

... la botella de vino más cara del mundo fue una botella de vino de Borgoña Romanee-Conti de 1945, subastada en 2018 en la casa Sotheby's por 558000 $?

...  el gorro de un chef tiene 100 dobleces? Aparentemente, representan las cien maneras en las que se puede cocinar un huevo.

... solo hay cuatro himnos nacionales que no tengan letra? Son los de España, Bosnia y Herzegovina, Kosovo y San Marino.

... las chocolatinas M&M's deben su nombre a sus dos creadores, Forrest Mars y Bruce Murrie?

... la palabra "ultracrepidario" hace referencia a una persona que opina de temas de los que no sabe nada?

... la distancia más larga que se puede recorrer a pie es de 22387 kilómetros, que son los que separan la ciudad rusa de Magadan y la sudafricana de Ciudad del Cabo?

... en Japón existen más de 200 sabores distintos de las conocidas chocolatinas KitKat? Algunos son tan peculiares como el de melón, el de wasabi o el de patata al horno.

... las series de televisión Salvados por la campana, Raven e iCarly se rodaron en los mismos decorados?

... el Papa no puede ser donante de órganos, ya que una vez muertos sus cuerpos pasan a ser propiedad del Vaticano?

... a finales del siglo XIX la gente ingería pequeñas cantidades de arsénico para mejorar el aspecto de su piel, ya que se decía que ayudaba a combatir los granos y las pecas?

... debido a su diferente densidad, los limones flotan en el agua pero las limas se hunden?

... las esponjas quirúrgicas llevan fibras opacas a los rayos X, para que puedan ser detectadas con una simple radiografía si un cirujano se las olvida en el interior de un paciente durante una operación?

domingo, 4 de agosto de 2024

El agujero del B-29

Boeing B-29 Superfortress


El primer vuelo de un Boeing B-29 Superfortress se produjo en septiembre de 1942, aunque no entró oficialmente en servicio hasta mayo del 44. Era un avión pionero en muchos aspectos: un bombardero pesado de largo alcance, cuatrimotor y de grandes dimensiones (30 metros de largo y 43 de envergadura, uno de los mayores de la Segunda Guerra Mundial), que además incluía novedosos avances tecnológicos como cabinas presurizadas, torretas de ametralladoras de control remoto y control electrónico de tiro. Tuvo una destacada importancia en los últimos meses de la guerra en el Pacífico (las dos bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki lo fueron por B-29s). Se llegaron a fabricar entre 1942 y 1946 hasta 3970 unidades, las últimas de las cuales fueron retiradas del servicio activo a principios de los años 60.

Los soviéticos quedaron impresionados por las capacidades de los B-29. Ellos carecían de un bombardero de ese tipo, con tanta autonomía, que permitía a los americanos bombardear Japón desde sus bases en el Pacífico, más lejanas de lo que lo estaban las bases soviéticas de Alemania. Así que pidieron a EEUU que les cediera o les alquilara algunas unidades para poder bombardear Alemania; pero los americanos se negaron. Así que Stalin en persona ordenó el desarrollo de un bombardero con las mismas características. Aunque al final, la URSS si conseguiría echar mano de varios B-29, gracias a su peculiar estatus de neutralidad en el Pacífico.

Cuando se produce el ataque japonés en Pearl Harbor y estalla la guerra en el Pacífico, la Unión Soviética se hallaba enfrascada en su enfrentamiento con la Alemania nazi, que había invadido su territorio apenas unos meses antes. Aquel sangriento y brutal conflicto consumía todos los hombres y recursos del ejército soviético, que no podía permitirse abrir un segundo frente en el Este para combatir a Japón, así que decidió declararse neutral y dejar que americanos, británicos y australianos se las vieran con los japoneses. Finalmente, la URSS no declararía la guerra a Japón hasta agosto de 1945, cuando su derrota era inminente, y más que nada para asegurarse ventajas territoriales, como la ocupación de la isla de Sajalin y las Kuriles.

El General H.H. Arnold Special, en pleno proceso de desmontaje

Pero para aquel entonces, los soviéticos ya habían conseguido hacerse con tres B-29 que habían tenido que realizar aterrizajes de emergencia en la ciudad de Vladivostok, en la costa rusa del Pacífico, por distintos problemas. El primero, el Ramp Tramp, el 29 de julio de 1944, tras sufrir problemas mecánicos durante un ataque a las posiciones japonesas en Manchuria que le impidieron regresar a su base. El segundo, el General H.H. Arnold Special, el 11 de noviembre de 1944, tras resultar dañado durante un ataque a la ciudad de Omura; y el tercero, el Ding Hao!, el 21 de noviembre de 1944. En los tres casos, los soviéticos, escudándose en su neutralidad, repatriaron a las tripulaciones pero se negaron a devolver los aviones, a pesar de las reiteradas protestas de los americanos. Un cuarto B-29, el Cait Paomat II, se había estrellado cerca de Khabarovsk en agosto, pero había quedado tan dañado que los soviéticos apenas pudieron recuperar algunas piezas intactas.

Josef Stalin ordenó que los aviones fueran entregados a Andrei Túpolev, el más brillante de los ingenieros aeronáuticos soviéticos, con la orden de utilizar la ingeniería inversa para crear una versión lo más parecida posible al original que pudiera ser producida en serie por las fábricas de la Unión Soviética. Túpolev ordenó que fueran trasladados a su fábrica de Moscú, donde se decidió que el General H.H. Arnold Special fuera desmantelado, mientras que los otros dos se conservaran íntegros para posteriores comprobaciones y pruebas de vuelo. El avión fue concienzudamente desmontado pieza a pieza. Todas y cada una de las piezas fueron examinadas, medidas, fotografiadas y analizadas, para poder ser copiadas con la mayor exactitud posible y así poder construir una copia, que con el tiempo recibiría el nombre de Túpolev Tu-4.

Túpolev Tu-4

Fue un trabajo arduo y pesado, y no siempre fue posible conseguir una copia exacta. En esos casos, hubo que adaptar algún componente de los aviones soviéticos o diseñar una pieza compeltamente nueva. Por ejemplo, los norteamericanos seguían usando el sistema métrico imperial, mientras que los soviéticos usaban el decimal. El B-29 estaba construido con placas de aluminio de 1/16 de pulgada, que traducidos al sistema métrico daban unos 1'5875 milímetros, una medida muy poco práctica, por lo que Túpolev decidió que el Tu-4 se construyera con placas de entre 0'8 y 1'8 milímetros, lo que a la postre hizo que el Tu-4 fuera 340 kilos más pesado que el B-29, lo que reducía su autonomía y capacidad de carga. Los motores Wright R-3350 del B-29 fueron sustituidos por unos Shvetsov ASh-73TK, cuyas características eran algo diferentes, y las torretas de artillería tuvieron que rediseñarse para que pudieran acoger los cañones Nudelman-Suranov NS-23, más grandes y pesados que sus equivalentes americanos. Pero por lo demás, los ingenieros soviéticos copiaron minuciosamente todo lo que pudieron del original.

Y aquí viene una de las anécdotas más curiosas de todo este proceso. Al desmantelar el B-29, los soviéticos hallaron en su ala izquierda un pequeño agujero. Nadie sabía para qué servía. No tenía un remache, no estaba asociado a un cable o a un conducto, ni tenía un equivalente en el ala derecha. Expertos en aerodinámica, en electrónica, en metalúrgica, fueron consultados, y ninguno les pudo dar una explicación a su presencia. Una comisión de expertos, reunida de urgencia, concluyó que la explicación más probable era que el agujero hubiera sido taladrado por error durante la fabricación del aparato, cuando se hicieron los agujeros para los remaches. Algún operario había hecho un agujero de más, y era algo tan insignificante que luego nadie se había molestado en taparlo. Aún así, los ingenieros acudieron a Túpolev para pedirle su opinión sobre el agujero. Este respondió "¿El avión americano lo tiene?" "Si" "Entonces, ¿para qué demonios me preguntáis? ¿No se nos ha ordenado hacerlos idénticos, lo más parecidos posible?". Y por eso todos, TODOS Y CADA UNO, de los Tu-4 que se fabricaron, llevaban en su ala izquierda un diminuto agujero que no servía para nada, solo porque el original también lo tenía.

No fue la única situación de este tipo sucedida durante la concepción del Tu-4. El pasillo que comunicaba la cabina de los pilotos con las secciones posteriores del avión estaba pintado en parte de blanco y en parte de verde, porque la Boeing se había quedado sin pintura de uno de los colores y habían tenido que terminar de pintarlo de otro. Sin embargo, el mismo patrón se aplicó a los Tu-4, hasta el punto de que en el manual de instrucciones del avión figuraba como la manera estándar de pintar el interior del avión. Y lo mismo ocurrió a la hora de pintar el exterior del avión. Los hombres de Túpolev dudaban entre pintar estrellas blancas como las de los aviones norteamericanos (y que los acusaran de ofender a la Unión Soviética) o pintar estrellas rojas (y que los acusaran de incumplir las órdenes de hacer el Tu-4 lo más parecido posible al B-29). Al final, la cuestión llegó a oídos del mismo Stalin, a quien al parecer le pareció muy gracioso y permitió que le pintaran las estrellas rojas.

Al final, tras más de dos años de intenso trabajo, el primer Tu-4 voló en mayo de 1947, y se presentó públicamente el 3 de agosto de ese mismo año, en el aeropuerto moscovita de Túshino, durante las celebraciones del Día de la Aviación. Tres aviones sobrevolaron el aeropuerto, y al principio se creyó que se trataba de los tres B-29 capturados años antes, pero apenas unos minutos más tarde un cuarto avión idéntico los siguió, lo que permitió a los analistas occidentales comprender que los soviéticos habían tenido éxito al replicar los aviones norteamericanos.

Andréi Nikoláyevich Túpolev (1888-1972)

El Tu-4 estuvo en producción entre 1949 y 1952, llegándose a fabricar 857 unidades. Lamentablemente para ellos, no solo habían replicado las buenas cualidades del original, también sus problemas mecánicos, que incluían el sobrecalentamiento de los motores (lo que acortaba su esperanza de vida y provocaba en ocasiones cortocircuitos e incendios), ciertos problemas de visibilidad desde la cabina de los pilotos, y ocasionales malfunciones del tren de aterrizaje. El General H.H. Arnold Special nunca fue reconstruido, y los otros dos B-29 siguieron volando durante una década más, antes de ser desguazados a finales de la década de 1950.

Ninguno de los Tu-4 llegó a entrar en combate. La llegada de los aviones turbohélice y a reacción los dejó muy pronto obsoletos y a principios de los 60 solo quedaba en activo en el ejército soviético una unidad, reconvertida en transporte de mercancías y laboratorio aerotransportado. Algunas unidades fueron entregadas al régimen chino, donde estuvieron en servicio al menos hasta 1968. En la actualidad, solo se sabe de tres ejemplares de Tu-4 supervivientes, dos en el Museo Chino de la Aviación, en la ciudad de Datangshan, y uno en el Museo Central de la Fuerza Aérea Rusa, en la ciudad de Mónino. En cuanto a los B-29, se retiraron oficialmente del servicio en 1960. En la actualidad se conservan al menos 22 ejemplares, en distintos museos y exposiciones de todo el mundo, y dos de ellos (apodados FIFI y Doc) siguen teniendo capacidad para volar y se utilizan todavía en exhibiciones aéreas.

domingo, 28 de julio de 2024

Pequeñas historias (XXXVIII)

En 1717 el célebre pirata Benjamin Hornigold asaltó un buque mercante frente a las costas de Honduras. Cuando los piratas subieron a bordo, Hornigold pidió a los aterrorizados tripulantes que les entregaran... sus sombreros. Según explicó, la noche anterior sus hombres habían pillado una fenomenal borrachera durante la cual habían lanzado por la borda todos sus sombreros. Cuando hubieron "requisado" la mayor parte de los sombreros de a bordo, los piratas se marcharon tranquilamente sin llevarse nada más.

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La isla de Ni'ihau es la más pequeña de las islas habitadas del archipiélago de Hawai. Tiene unos 180 kilómetros cuadrados de superficie y una población estable de unas 130 personas, en su mayoría de origen hawaiano. Pertenece en su totalidad a dos hermanos, Bruce y Keith Robinson, cuya tatarabuela, Elizabeth Sinclair, la compró en 1864 al rey hawaiano Kamehameha V a cambio de diez mil dólares en oro. Se la conoce también como La Isla Prohibida porque hasta hace poco la familia Robinson solo permitía el acceso a ella a miembros de la familia, personal militar (en la isla hay una pequeña base de la Marina norteamericana), empleados del gobierno y personas expresamente invitadas. Los hermanos Robinson han rechazado todas las ofertas que han recibido para vender la isla, incluida una del gobierno norteamericano cifrada en mil millones de dólares.

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En enero de 2020 un joven de 17 años llamado Aidan Jackson, residente en la localidad inglesa de Widmes, empezó a sufrir convulsiones mientras estaba en su habitación jugando online. Sus padres estaban viendo la televisión y no se dieron cuenta, pero afortunadamente la chica con la que Aidan estaba hablando, Dia Lathora, natural de Texas, a más de 8000 kilómetros, se dio cuenta de que algo pasaba y avisó a la policía de Widmes, que se presentó de inmediato en la casa de los Jackson y pudo auxiliar a Aidan.

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En agosto de 1987 un jugador llamado Dave Bresnahan, catcher en el equipo de los Williamsport Bills, que jugaba en las Ligas Menores de béisbol, tuvo la idea de utilizar una patata cortada con la forma de una pelota de béisbol para engañar a un jugador rival durante un partido contra los Reading Fighting Phils. Aunque a Bresnahan le pareció una broma muy divertida, su equipo no lo creyó así; fue multado, le rescindieron su contrato y supuso el final de su carrera deportiva.

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La gacería o briquero es una peculiar variedad lingüística que se habla en la provincia de Segovia, fundamentalmente en el municipio de Cantalejo y limítrofes. Tiene su origen alrededor de los siglos XII y XIII, cuando la región fue repoblada con colonos procedentes del norte de la Península. De hecho, la principal teoría sobre su origen es que surge de la mezcla del idioma galaico-portugués de los nuevos colonos con el castellano medieval que hablaban los habitantes de la zona, con algunas influencias árabes, vascas y francesas. En la actualidad está arraigada en determinados sectores vinculados a los oficios tradicionales, como la fabricación de aperos de labranza o el comercio de ganado.

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En 1986 se descubrió cerca de la localidad rumana de Mangalia la llamada cueva de Movile, una cueva con un sistema de aguas subterráneas que había permanecido aislado al menos 5 millones y medio de años. A pesar de la completa ausencia de luz (que hace que el ecosistema de la cueva se base en la quimiosíntesis y no en la fotosíntesis), con bajas concentraciones de oxígeno y altas de dióxido de carbono y sulfuro de hidrógeno, la cueva posee una elevada cantidad de vida animal. Se han encontrado en ella 48 especies de arañas, pseudoescorpiones, caracoles y sanguijuelas, entre otras (la mayoría ciegas y carentes de pigmentos) de las cuales 33 son exclusivas de esta cueva.

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En junio de 1918 tuvo lugar la Batalla del Bosque de Belleau, que enfrentó a la 2ª y 3ª Divisiones de Infantería del ejército norteamericano, reforzadas con unidades francesas y británicas, contra las Divisiones 10ª, 28ª, 87ª, 197ª y 237ª del ejército alemán, que formaban parte de una ofensiva alemana que les había llevado a escasos 60 kilómetros de Paris. El 6 de junio dos batallones de los US Marines atacaron el bosque de Belleau, donde se habían acantonado parte de las tropas alemanas. Los Marines tuvieron que soportar fuego de ametralladoras, francotiradores y una notable inferioridad numérica, con intensos combates que a menudo se resolvían en luchas cuerpo a cuerpo. Fue durante esta acción en la que el sargento de artillería Daniel Daly, una leyenda de los Marines, dos veces ganador de la Medalla de Honor (algo que solo 19 personas han logrado en toda la historia) y veterano de intervenciones en las Filipinas, Haití o China, pronunció una frase legendaria para animar a sus hombres a seguir combatiendo, una frase que se convertiría en uno de los lemas del cuerpo de Marines: "Come on, you sons of bitches, do you want to live forever?" ("Venga, hijos de perra, ¿queréis vivir para siempre?"). Aquel día los Marines sufrieron, entre muertos y heridos, un total de 1087 bajas, la mayor cantidad de bajas sufridas por el cuerpo en un solo día hasta la batalla de Tarawa (noviembre de 1943).

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Durante la primera edición de la Copa América, poco antes del inicio del partido Argentina-Brasil la selección argentina se quedó con solo 10 hombres porque uno de sus jugadores tuvo que ausentarse repentinamente por motivos laborales (por aquel entonces no había sustituciones y las selecciones solo habían convocado a 11 futbolistas). Cuando parecía que Argentina iba a tener que jugar con 10, uno de sus jugadores reconoció entre los espectadores del partido a José Laguna, futbolista del Club Huracán. Laguna, convocado a toda prisa, aceptó jugar el partido, y al final sería el autor del único gol de los argentinos en el partido, que terminaría con empate a 1.

domingo, 21 de julio de 2024

Los crímenes del Shindo Renmei

Miembros del Shindo Renmei


Los primeros inmigrantes japoneses llegaron a Brasil en 1908. El primer barco cargado de inmigrantes japoneses, el Kasato Maru, arribó al puerto de Santos el 18 de junio de 1908, con 165 familias a bordo. Aunque el gobierno brasileño no era muy proclive a permitir la llegada de inmigrantes asiáticos (unos años antes había prohibido la inmigración desde China, para dar prioridad a los inmigrantes europeos, sobre todo llegados desde Italia), la bajada en el número de inmigrantes italianos (que empezaban a elegir otros destinos como Estados Unidos o Argentina) y la perentoria necesidad de mano de obra en las grandes plantaciones de café, pilar fundamental de la economía brasileña, hicieron que las autoridades aceptaran a los japoneses. La mayoría se instalaron en el estado de Sao Paulo o en el vecino de Paraná.

La colonia japonesa en Brasil creció con rapidez. En 1915 ya había más de 15000 japoneses instalados en Brasil, y tras la Primera Guerra Mundial, cuando países como Estados Unidos, Australia o Canadá empezaron a poner trabas a la inmigración japonesa, su número se disparó: en 1940 contaba más de 200000 integrantes, entre los nacidos en Japón (issei) y sus hijos (nissei) y nietos (sansei) ya nacidos en Brasil, conformando la mayor comunidad japonesa del mundo fuera de Japón. Para entonces, tratándose de un colectivo trabajador y emprendedor, aunque una parte importante seguía trabajando en la agricultura, en plantaciones de café, té o arroz, otros muchos habían creado empresas de todo tipo.

Barrio da Liberdade (Sao Paulo)

Los japoneses en Brasil formaron una comunidad muy cerrada, a menudo hermética. Vivían en barrios prácticamente exclusivos (como el de Liberdade en Sao Paulo) y procuraban mantener las costumbres y tradiciones de su patria, radicalmente distintas a las de su país de acogida. Muchos de ellos eran personas de origen humilde, que aspiraban a regresar a Japón algún día con el dinero que habían ganado, por lo que no habían hecho ningún esfuerzo para integrarse. Un porcentaje muy elevado no hablaba portugués ni se relacionaba con los brasileños más que lo estrictamente necesario. Tenían tiendas japonesas, escuelas en japonés para sus hijos y medios de comunicación como emisoras de radio y periódicos en japonés (se calcula que cerca de un 90% de los inmigrantes japoneses estaba suscrito a algún periódico en japonés). Y este aislamiento acabó por generar desconfianza y suspicacias entre los brasileños, que con cierta frecuencia desembocaban en episodios de racismo o enfrentamientos entre miembros de ambas comunidades.

El 18 de abril de 1938 el gobierno del dictador Getúlio Vargas promulgaba el llamado Decreto 383, que buscaba exacerbar el sentimiento nacionalista brasileño imponiendo restricciones a las comunidades de inmigrantes más cerradas, como la japonesa o la alemana. Entre otras medidas, el decreto prohibía a los extranjeros formar asociaciones o intervenir en política, prohibía el uso de idiomas extranjeros en público o en la educación, en programas de radio, y prohibía la circulación de periódicos y revistas en idiomas extranjeros, a menos que fueran bilingües, lo que, debido a la subida de los costes, en la práctica abocó al cierre a la mayoría de los medios escritos en japonés. Pero estas medidas, lejos de conseguir integrar a los japoneses, solo lograron que sus comunidades, sintiéndose atacadas, se volvieran aún más cerradas.

Y llegó 1939 y estalló la Segunda Guerra Mundial. Como era natural los japoneses de Brasil seguían con interés las noticias que llegaban desde su país natal, aunque esas noticias, a menudo procedentes de fuentes oficiales, tenían un marcado carácter triunfalista, más encaminado a elevar la moral de los japoneses que a proporcionar una información veraz sobre el discurrir de la guerra. En agosto de 1942, en respuesta a los ataques a buques brasileños por parte de submarinos alemanes e italianos, el gobierno brasileño rompía relaciones con Alemania, Italia y Japón y les declaraba la guerra. Los inmigrantes japoneses pasaron a ser visto como potenciales traidores, espías o saboteadores, y se les impusieron nuevas y severas restricciones. Se prohibió la entrada en el país de ciudadanos japoneses, se cortaron los envíos de correo en ambas direcciones, se les prohibió residir o viajar por determinadas zonas estratégicas, e incluso se les prohibió poseer aparatos de radio, que fueron confiscados por las autoridades, para que no pudieran captar transmisiones de onda corta procedentes de Japón. En la práctica, la comunidad japonesa en Brasil sufrió un apagón informativo, quedando aislada y sin manera de recibir noticias de su país natal. Y es en este contexto en el que surge el Shindo Renmei.

Junji Kikawa

A principios de los años 40, un grupo de japoneses católicos había fundado, con la aprobación de las autoridades brasileñas y de la Iglesia Católica, una organización caritativa llamada la Pía, destinada a socorrer a los miembros más necesitados de la colonia japonesa. Entre los colaboradores de la Pía estaba un antiguo coronel del Ejército Imperial japonés llamado Junji Kikawa, un hombre de ideología profundamente nacionalista y tradicionalista. En 1942, tras un violento enfrenamiento entre japoneses y brasileños en la ciudad de Marília, Kikawa fundó el Shindo Renmei (Liga del Camino de los Súbditos), una sociedad cuyo objetivo era proteger a los miembros de la colonia japonesa, mantener los valores tradicionales japoneses y proteger el honor del Japón y de su emperador. No fue la única agrupación clandestina creada en el seno de la comunidad, pero si la que estuvo dispuesta a llegar más lejos. Así, muy pronto Kikawa empezó a incitar a los japoneses a sabotear determinadas actividades relacionadas con el esfuerzo bélico, como la cría de gusanos de seda (la seda se empleaba para confeccionar paracaídas) o el cultivo de menta (el mentol se usaba para elaborar explosivos y como refrigerante para motores). Y aunque hubo pequeños sabotajes por parte de agricultores japoneses, la policía brasileña apenas los investigó.

En 1944 Kikawa dejó la Pía, tras un enfrentamiento con su directiva, que rechazaba los métodos violentos defendidos por el ex-militar. El Shindo Renmei, sostenido gracias a las donaciones, creció con rapidez; llegó a tener miles de simpatizantes y hasta 64 sucursales en distintas localidades de Sao Paulo y Paraná, con su sede central en el 96 de la calle Paracatu de Sao Paulo. 

En septiembre de 1945 se anunció oficialmente la rendición de Japón. Pero una parte sustancial de los japoneses-brasileños se negó a creerlo. Creían de buena fe en la invencibilidad de Japón, veían imposible que el ejército japonés se rindiera mientras quedara un solo soldado en pie. Y empezaron a decir que todo había sido un montaje de los americanos, una maniobra de propaganda para desmoralizar a los japoneses, y que mientras tanto la guerra continuaba o incluso que había terminado, con Japón como vencedor, y que las tropas japonesas ya habían ocupado la Costa Oeste de los EEUU. Se produjo así un cisma en el seno de la comunidad japonesa. Por un lado, los kachigumi o "vencedores", los que defendían que todo era un engaño, que Japón no había sido vencido ni nunca lo sería. Eran los más numerosos, por lo general pertenecientes a las clases más humildes, aunque no todos eras seguidores del Shindo Renmei ni compartían sus métodos. Por otro, los makegumi o  "derrotistas", apodados peyorativamente "corazones sucios", los que sabían que era cierto que Japón se había rendido. Solían ser los miembros más acomodados de la colonia, los mejor integrados, los que hablaban portugués y se relacionaban con los brasileños y, por lo tanto, tenían acceso a medios de comunicación brasileños e internacionales. Los makegumi trataron de convencer a los kachigumi de la verdad, pero estos se resistían tozudamente a aceptarla. En medio de la confusión, algunos trataron de obtener beneficio, vendiendo a los kachigumi supuestos títulos de propiedad en las nuevas tierras conquistadas, o vendiendo yenes (que en aquel momento no valían nada) a aquellos que esperaban regresar a un Japón triunfante. Muchos kachigumi perdieron todos sus ahorros, y algunos incluso se suicidaron al verse arruinados.

Por supuesto el Shindo Renmei y sus seguidores creían firmemente que las noticias sobre la derrota de Japón eran falsas. Así que se dedicaron activamente a desmentirlas, haciendo circular panfletos y con emisiones clandestinas de radio. Pero hicieron algo más. Furiosos contra los makegumi por lo que consideraban una traición a su patria y a su emperador, decidieron que debían castigarlos por ello. No tardaron en empezar a redactar listas de makegumi que debían pagar por sus acciones. En primer lugar se enviaron una serie de cartas a algunos de los makegumi más prominentes en los que se los conminaba a suicidarse para expiar su culpa y restaurar su honor. Tienes un corazón sucio, así que debes lavarte la garganta (es decir, debes cortártela) era una frase común en todas ellas. Pero ninguno de los que las recibió aceptó suicidarse; estaban acostumbrados a recibir críticas y amenazas y no les dieron importancia, así que los miembros del Shindo Renmei decidieron imponer el castigo ellos mismos.

Según se supo más adelante, los atentados eran organizados y coordinados por Kamegoro Ogasawara, un destacado líder de la organización, propietario de una fábrica de tintes en Sao Paulo. Los ejecutores eran jóvenes voluntarios (algunos apenas adolescentes) altamente fanatizados, apodados tokkotai (contracción de tokubetsu kōgeki tai, el nombre de las unidades de operaciones especiales del ejército japonés, incluidas las misiones suicidas como los kamikazes). Su primera víctima fue Ikuta Mizobe, director general de la Cooperativa Agrícola de Bastos (a 460 kilómetros de Sao Paulo), que había confirmado a sus empleados en una circular que la rendición japonesa era cierta. Mizobe fue asesinado a tiros en su propia casa en la madrugada del 7 de marzo de 1946. A partir de ahí se sucedieron con regularidad los ataques, a veces con armas de fuego y a veces con katanas. En ocasiones los tokkotai ni siquiera mostraban intención de huir; permanecían junto a su víctima hasta que llegaba la policía brasileña, a la que explicaban que no tenían nada contra los brasileños, ni contra Brasil, y que simplemente estaban cumpliendo con su deber.

Las investigaciones de las autoridades se toparon con un muro de silencio. Nadie entre los japoneses quería hablar, ni siquiera aquellos que estaban directamente amenazados. Todos lo consideraban un asunto interno de la comunidad, algo en lo que los ajenos a ella no debían inmiscuirse. Aún así, con todas las dificultades, las autoridades siguieron investigando, y el 8 de mayo de 1946 una gran redada llevaba al arresto de Kikawa y los principales dirigentes del Shindo Renmei, así como de la mayoría de los tokkotai. Pero, aún habiendo descabezado a la organización, algunas células aisladas siguieron cometiendo ataques de manera independiente: el último asesinato atribuido al Shindo Renmei se produjo el 6 de enero de 1947. En total, las cifras oficiales hablan de 23 muertos y 147 heridos, todos de ascendencia japonesa, aunque hay sospechas de que hubo más casos que nunca fueron denunciados a las autoridades.

Ikuta Mizobe

Las autoridades brasileñas investigaron a más de 30000 ciudadanos de origen japonés de los que se sospechaba tenían vínculos con la organización. Finalmente, 376 de ellos fueron procesados, incluida la cúpula directiva y los tokkotai. De ellos 14 tokkotai fueron condenados a distintas penas de cárcel como autores materiales de los ataques. Asimismo, se decretó la expulsión del país de 155 inmigrantes japoneses, aunque las sucesivas apelaciones y la complicada burocracia brasileña provocó que ninguna de aquellas órdenes se llegara a ejecutar. 

A pesar del tiempo transcurrido, las acciones del Shindo Renmei siguen siendo un tema tabú en el seno de la comunidad japonesa-brasileña. Un asunto particular que los afecta solo a ellos, y que es mejor no sacar a colación, especialmente ante personas ajenas a la colonia. Aunque la gran mayoría de los implicados han muerto, y de que en la actualidad la mayoría de los japoneses-brasileños ya han nacido en Brasil y están completamente integrados, lo siguen considerando una cuestión interna de su comunidad.

lunes, 15 de julio de 2024

Libros perdidos (II)

Les Journées de Florbelle, del Marqués de Sade

Donatien Alphonse François de Sade, marqués de Sade (1740-1814)

Donatien Alphonse François de Sade, más conocido como el Marqués de Sade, pasó los últimos años de su escandalosa vida en el manicomio de Charenton, en relativa tranquilidad, acompañado de su amiga y amante Constance Quesnet, a la que hacía pasar por hija ilegítima suya y a la que nombró heredera universal en su testamento. Su familia costeaba su estancia y manutención, y él se entretenía con su extensa biblioteca y organizando obras de teatro con los demás enfermos como actores. Cuando el marqués muere, el 2 de diciembre de 1814, su hijo Claude-Armand, que se encontraba de visita, aprovecha la ausencia de Constance (de viaje en París) y, contrariamente a los deseos de su padre, lo hace enterrar en el cementerio local tras una sencilla ceremonia religiosa. Además, ordena quemar todos los manuscritos que el marqués conservaba en su habitación, así como varios más que habían sido confiscados por la policía en un registro unos años antes. Entre ellos, una novela inédita de carácter libertino en diez tomos titulada Les Journées de Florbelle ou la Nature dévoilée (Las jornadas de Florbelle o la Naturaleza desvelada), así como unas memorias en dos tomos tituladas Mes confessions (Mis confesiones) y otra obra titulada Réfutation de Fénelon (Refutación de Fénelon), que se cree que era una apología del ateísmo.

Las Memorias de Lord Byron

George Gordon Byron, Lord Byron (1788-1824)

Cuando el célebre y escandaloso poeta británico Lord Byron murió a causa de unas fiebres en la localidad griega de Missolonghi, donde se encontraba ayudando a los griegos en su lucha por independizarse del Imperio Otomano, dejó escritas unas Memorias, 78 folios redactados entre 1818 y 1821, al parecer bastante explícitas en cuanto a su vida, sus amores y sus ideas. Después las entregó a su amigo el también poeta Thomas Moore, para que las custodiase. Más tarde, entre 1820 y 1821, Byron añadiría un prolongación, totalizando unas 120000 palabras. En 1821 Moore las vendió, con el permiso del autor, al editor John Murray, con la condición de que no se publicasen hasta después de la muerte de Byron, y de que tanto él como Moore tuvieran derecho a volverse atrás y recomprarlas antes de que Lord Byron muriese.

Sin embargo, solo unas semanas después de la muerte de Lord Byron, Moore, Murray, el escritor John Hobhouse y varios conocidos más del difunto se reunieron en Londres, primero en casa de Hobhouse y luego en la de Murray, y decidieron que lo mejor era destruir el manuscrito, porque consideraban que su contenido era tan escandaloso y licencioso, que probablemente mancharía el nombre de Byron y de su familia para siempre. ¿Qué había tan inmoral en aquellas Memorias? Lo cierto es que en la vida del poeta había motivos más que suficientes para el escándalo. Cuando leas mis memorias comprenderás los males, tanto morales como físicos, de la verdadera disipación. Puedo asegurarte que mi vida es muy entretenida y muy instructiva, le dijo en una conversación al poeta Thomas Medwin. Probablemente hablaba de sus numerosas aventuras sexuales, muchas de ellas con mujeres casadas; de su más que probable bisexualidad; o incluso de la relación incestuosa que había mantenido con su medio hermana, Augusta Leigh, fruto de la cual supuestamente habría nacido una de las hijas de Augusta, Elizabeth. Sea como fuere, y pese a las protestas de Moore, que opinaba que era suficiente con eliminar los pasajes más escabrosos, el manuscrito original y la única copia existente fueron quemados en la chimenea de la casa de Murray, en lo que en Inglaterra aún llaman "el mayor crimen literario de la historia".

La segunda parte de Almas muertas, de Nikolai Gogol


Nikolái Vasílievich Gógol (1809-1852)


El escritor ruso Nikolai Gogol publicó en 1842 la que posiblemente sea su obra más importante, Almas muertas, una obra capital de la literatura rusa del siglo XIX. En 1848, después de una peregrinación a Tierra Santa, Gógol, llevado por sus profundas convicciones religiosas, decidió abandonar la literatura para dedicarse en exclusiva a la religión. La noche del 24 de febrero de 1852, cuando había retomado su carrera como escritor, sufrió una crisis depresiva y quemó la segunda parte de Almas muertas, que tenía prácticamente acabada. Al parecer, lo hizo después de que su guía espiritual, un monje llamado Matvey Konstantinovsky, le insistiera repetidamente que su obra literaria era pecaminosa y maligna. Sin embargo, Gógol se arrepintió de inmediato, creyéndose víctima de una broma que le había gastado el mismísimo demonio. Cayendo en un estado de profunda depresión, Gógol se acostó en su cama, rechazando toda comida, y murió nueve días después.

La Isla de la Cruz, de Herman Melville

Herman Melville (1818-1891)

Es sabido que, tras el relativo fracaso de sus novelas Moby Dick (1851) y Pierre o las ambigüedades (1852) Herman Melville decidió abandonar su idea de dedicarse en exclusiva a la literatura y buscar otros trabajos, como marinero o agente de aduanas, para mantener a su familia. Desde ese momento, y hasta su muerte en 1891, Melville se dedicaría fundamentalmente al relato y a la poesía, y solo publicaría tres novelas más (una de las cuales, Billy Budd, dejó inacabada). Sin embargo, gracias a su correspondencia y a la de algunos de sus familiares, se sabe que en 1852 escribió una novela titulada La Isla de la Cruz, cuyo argumento ofreció previamente a su amigo Nathaniel Hawthorne (autor entre otras obras de La letra escarlata), que lo rechazó. La Isla de la Cruz se inspira en un suceso real del que Melville había oído hablar en un viaje a la isla de Nantucket, la historia de una mujer llamada Agatha, hija de un farero, que salva la vida de un náufrago al que el mar ha arrojado a la costa. Agatha lo cuida hasta que se recupera, y luego se casa con él, pero más tarde él la abandona. Melville escribió la novela en la segunda mitad de 1852 y la ofreció al año siguiente a sus editores, Harper & Brothers, a los que no les disgustó pero la rechazaron, temiendo una denuncia por parte de la familia de la mujer. A partir de ahí no se supo más del manuscrito de la novela, ni si se extravió en la editorial ni si el propio Melville lo destruyó.

The Temple at Thatch, de Evelyn Waugh

Arthur Evelyn St. John Waugh
Evelyn Waugh es considerado uno de los grandes novelistas del siglo XX, pero sus inicios no fueron sencillos. Comenzó a escribir la que iba a ser su primera novela, titulada The Temple at Thatch, en 1924, cuando tenía 21 años y estaba a punto de graduarse en el Hertford College de Oxford, y siguió trabajando en ella a lo largo de los siguientes doce meses. Pero cuando la tuvo lista, se la dio a leer a su amigo Harold Acton, el cual hizo una crítica bastante negativa acerca de ella. Waugh, desencantado, acabó por quemar el manuscrito, lo que, unido a otros problemas personales, le llevaron incluso a considerar el suicidio, antes de experimentar lo que él llamó "un súbito regreso al sentido común". Waugh, no obstante, no se volvió a atrever a escribir una novela hasta 1928, cuando publicó Decadencia y caída, con gran éxito. Es posible que alguna de las ideas y personajes de The Temple at Thatch fueran luego reutilizadas por Waugh en un relato titulado The Balance, publicado en 1925.


Double exposure, de Sylvia Plath

Sylvia Plath (1932-1963)
Tras el suicidio de la escritora y poetisa norteamericana Sylvia Plath en 1963, su marido, el también escritor Ted Hughes, del que Sylvia estaba separada pero no divorciada, se convirtió en su heredero universal. Plath dejó diversas obras inéditas, poemas, sus diarios, y también una novela, titulada provisionalmente Double exposure, que habría sido la segunda novela publicada por Plath, después de La campana de cristal. Sin embargo, esa novela nunca fue publicada, y Hughes afirmaría haber "perdido" el borrador de la novela en algún momento de la década de 1970, sin saber qué fue de él e incluso acusando a la madre de Plath, Aurelia, de haberlo robado. 

Hughes admitiría en un prólogo que escribió para la edición en 1982 de los diarios personales de su esposa que había "extraviado" uno de sus diarios y destruido otro, porque no quería que sus hijos lo leyeran. Quienes pudieron echar un vistazo a Double exposure cuentan que se trata de la historia de una mujer que descubre que su marido la está engañando; la misma historia que Plath vivió en su matrimonio con Hughes. Hay quien piensa que en realidad Hughes escondió o destruyó la novela por su carácter autobiográfico y porque revelaba detalles muy personales de la relación del matrimonio.


domingo, 14 de julio de 2024

Libros perdidos (I)

Desgraciadamente, solo una fracción de toda la literatura escrita por las distintas civilizaciones a lo largo de la historia ha llegado hasta nosotros. La desidia, el abandono, a veces la acción de invasores o saqueadores, o incluso la voluntad de sus propios autores o de sus herederos, han provocado que múltiples obras, incluidas muchas que en su día fueron famosas y admiradas, no hayan llegado hasta nuestros días. Estas son algunas de esas obras que probablemente nunca conoceremos.


El Margites  de Homero

Homero (c. s. VIII a. C.)

Al poeta griego autor de la Ilíada y la Odisea se le atribuye también la composición del Margites, un poema cómico que parodia la Odisea protagonizado por un personaje proverbial por su estupidez. Aunque algunos autores lo atribuyen a Pigres de Halicarnaso (un escritor autor de la Batracomiomaquia, una parodia de la Ilíada protagonizada por ratones y ranas), Platón y Aristóteles lo atribuían a Homero, y de hecho Aristóteles dice del poema que era una obra fundamental y un ejemplo para todo el que quisiera escribir comedias. 

Curiosamente, la Odisea y la Ilíada forman parte del llamado Ciclo Troyano, un conjunto de ocho poemas que narran los acontecimientos de la guerra de Troya y del cual ambas son los únicos que nos han llegado completos. De los otros seis apenas se conocen algunos versos citados por autores diversos y un resumen de ellos que aparece en una obra llamada Crestomatía, escrita por un tal Proclo. Se trata del Ciprias (atribuido a Estasino de Chipre), la Etiópida y la Iliupersis (de Arctino de Mileto), la Pequeña Ilíada (de Lesques de Pirra), el Nóstoi (atribuido a Agias de Trecén o a Eumelo de Corinto) y la Telegonía (de Eugamón de Cirene). Se ordenan cronológicamente por los sucesos narrados en ellos así: Ciprias, Ilíada, Etiópida, Pequeña Ilíada, Iliupersis, Nóstoi, Odisea y Telegonía.

Esto no es algo infrecuente en la literatura clásica. Baste señalar que solo se conoce una fracción de la obra de los tres grandes poetas trágicos de la Grecia clásica: Eurípides escribió más de noventa obras y solo conocemos diecinueve enteras y fragmentos de otras veinte; de las noventa de Esquilo solo siete han llegado íntegras hasta nuestros días, y otras siete fragmentadas; y de las en torno a ciento treinta que escribió Sófocles, conocemos siete enteras y fragmentos dispersos de varias decenas más.

La República de Zenón

Zenón de Citio (334-262 a. C.)

El filósofo Zenón de Citio fue el fundador de la filosofía estoica. De su amplia obra sobre ética, lógica o política solo conocemos fragmentos dispersos. Eso incluye también a su primera obra, Politeia (República), escrita cuando todavía era discípulo del cínico Crates de Tebas. Al parecer, la escribió como una respuesta a la República de Platón y, al igual que esta, pretende esbozar los principios de un estado ideal, en su caso desde el punto de vista del estoicismo primigenio. Así, en ella Zenón imagina una sociedad igualitaria para hombres y mujeres virtuosos, que lleven vidas ascéticas y sencillas, en ciudades sin templos, tribunales ni escuelas, viviendo en comunidad y sin utilizar dinero.

La obra fue recibida con disparidad de opiniones. Fue muy popular en la antigüedad y recibió muchos elogios, incluso de autores opuestos al estoicismo como Plutarco, pero también recibió feroces críticas e incluso acusaciones de que hacía apología del incesto y el canibalismo. Incluso el principal discípulo de Zenón, Crisipo de Solos, escribió Sobre la República, un tratado explicativo en el que intentaba clarificar algunos puntos oscuros y malentendidos sobre las teorías de su maestro.


Las obras perdidas de Arquímedes

Arquímedes (287-212 a. C.)

El griego Arquímedes de Siracusa fue uno de los más grandes científicos de la antigüedad. Matemático, ingeniero, astrónomo, físico, llevó a cabo aportes fundamentales en todos los campos que estudió. También dejó una amplísima bibliografía que solo parcialmente ha llegado hasta nuestros días. Algunos de sus tratados nos han llegado en griego, en su versión original; otros los conocemos gracias a que en la Edad Media fueron traducidos al árabe por científicos musulmanes. Aún así, se conoce al menos una decena de obras, citadas por autores como Herón o Papo de Alejandría, que se consideran perdidas, entre ellas Sobre los fundamentos de la geometría, Sobre los círculos tangentes, el Libro de las palancas, Sobre la construcción de esferas o sus Elementos de mecánica.

Ab urbe condita, de Tito Livio

Tito Livio (59 a. C.-17 d. C)

El historiador romano Tito Livio fue el autor de una monumental obra que le ocupó la mayor parte de su vida: Ab urbe condita (Desde la fundación de la ciudad), una detallada historia del estado romano desde su fundación en el año 753 a. C. hasta sus días. Cuando la obra estuvo terminada ocupaba 142 volúmenes, de los cuales solo 35 se conservan hoy en día, los que van del 1 al 10 y del 21 al 45. Durante siglos la obra de Livio fue un ejemplo de estilo y una fuente de información para los historiadores. Pero durante la Edad Media, dado lo extensa que era la obra y lo caro que resultaba copiarla entera, comenzaron a circular versiones resumidas o parciales, con lo que muchos se desentendieron de las copias íntegras, que se perdieron total o parcialmente. Cuando durante el Renacimiento la figura de Livio se reivindicó y se empezaron a valorar de nuevo sus trabajos, pese al esfuerzo de destacados admiradores como el poeta Francesco Petrarca o el papa Nicolás V solo se pudieron rescatar íntegros los pocos volúmenes que ahora conocemos.


La Enciclopedia Yongle

Emperador Yongle (1360-1424)

En el año 1403, poco después de llegar al trono, el emperador Yongle (cuyo nombre real era Zhu Di), perteneciente a la dinastía Ming, concibió la idea de crear una gran enciclopedia que sirviera de referencia y facilitara la investigación. Por ello, encargó a sus eruditos que redactaran una enciclopedia que resumiera todo el conocimiento del imperio chino, desde la antigüedad hasta su propia época, incluyendo arte, astronomía, ciencias naturales, tecnología, historia, religión, medicina o agricultura. Más de 2000 eruditos trabajaron durante cinco años, entre 1403 y 1408, para tenerla terminada, viajando por toda China en busca de libros antiguos o desconocidos que pudieran aportar nueva información a la enciclopedia. El resultado, la conocida como Enciclopedia Yongle o Yongle Dadian, constaba de 22937 artículos agrupados en 11095 volúmenes manuscritos, que ocupaban 40 metros cúbicos y cuya extensión multiplicaba por seis la de la Enciclopedia Británica (fue la mayor enciclopedia general de la historia hasta el advenimiento de la Wikipedia), de la que no se hizo más que una copia.

En 1557 un gran incendio destruyó tres de los palacios de la Ciudad Prohibida y estuvo a punto de afectar a la Enciclopedia. Por ello, en 1562 el emperador Jiajing (1507-1567) ordenó que se hiciera una copia. La copia original desapareció poco después (se cree que pudo quemarse en el gran incendio de la Ciudad Prohibida provocado en 1644 por un rebelde llamado Li Zicheng). La copia del siglo XVI llegó prácticamente íntegra hasta el siglo XIX; sin embargo, los incendios y los saqueos provocados por las tropas europeas durante la Segunda Guerra del Opio (1856-1860) y la Guerra de los Bóxers (1900-1901) hicieron desaparecer la práctica totalidad de la obra. Hoy en día se conservan apenas 395 volúmenes, menos del 4% del total, repartidos entre bibliotecas y museos de todo el mundo.

Las obras perdidas de William Shakespeare

William Shakespeare (1565-1616)

A William Shakespeare se le atribuye oficialmente la autoría de 36 obras de teatro, entre comedias, tragedias y obras históricas, y hay otras tres (las comedias Pericles y Los dos nobles parientes y la histórica Eduardo III) cuya autoría se le atribuye en ocasiones, aunque no está del todo clara. Además, se conservan menciones a al menos otras dos obras suyas que no han llegado hasta nuestros días. Una lleva por título Love's Labour's Won y aparece mencionada en varias listas de obras de Shakespeare confeccionadas cuando el escritor aún vivía. Se especula con que pudiera tratarse de una secuela de su obra Love's Labour's Lost (en español, Trabajos de amor perdidos), o bien que se trate de un título alternativo de alguna de sus obras conocidas, probablemente La fierecilla domada. La otra obra se conoce como Cardenio o Historia de Cardenio y está basada en uno de los personajes del Quijote. Shakespeare la escribió en colaboración con su amigo y colega John Fletcher y se sabe que se representó al menos en dos ocasiones en 1613.

Además, el escritor Thomas Lodge (1557-1625) menciona en uno de sus libros una obra de teatro titulada Ur-Hamlet (en alemán, Hamlet primordial) que se representaba en The Theatre (un teatro en la localidad de Shoreditch) a finales de 1587, protagonizada por un personaje llamado Hamlet y en la que aparecía un fantasma que pedía a Hamlet que lo vengara. Como el Hamlet de Shakespeare fue escrito en torno a 1600, este Ur-Hamlet se atribuye bien a Thomas Kyd (en cuyo caso habría servido de inspiración a Shakespeare) o bien al propio Shakespeare (en cuyo caso se trataría de una versión primigenia de Hamlet).