Verba volant, scripta manent

domingo, 8 de diciembre de 2024

El piloto y la cantante

Harold Edward Dahl (1909-1956)


Nacido en Champaign (Illinois) el 29 de junio de 1909 e hijo de un inmigrante de origen danés, Harold Edward Dahl se graduó en  la escuela de vuelo de Kelly Field (San Antonio, Texas) en febrero de 1933 y poco después se alistó en el US Army Air Corps (el predecesor de las Fuerzas Aéreas del ejército norteamericano, USAAF) como subteniente. Solo estuvo allí tres años; en 1936 fue licenciado por motivos disciplinarios: su exagerada afición al juego le había llevado a tener más de un problema con la justicia. Pasó entonces a trabajar como piloto comercial, pero sus problemas con el juego continuaron hasta el punto de que se vio obligado a escapar a México, huyendo de una orden de arresto por haber firmado cheques sin fondos. Y en México conoció a Edith.

Edith y Harold

Edith Rodgers tenía 23 años, era de Seattle y estaba en México porque el espectáculo de variedades en el que trabajaba como cantante estaba de gira. Y era extraordinariamente guapa. Lo suyo con Harold fue un auténtico flechazo y se casaron apenas unas semanas después de conocerse. El problema era que ninguno de los dos tenía una economía demasiado boyante, y a Harold no le agradaba la idea de empezar una nueva vida con las manos vacías. Por aquel entonces trabajaba como piloto de aviones de carga y uno de los trabajos que hacía era transportar a Veracruz cargamentos de ayuda para la República española (por aquel entonces, en plena Guerra Civil, México era uno de los pocos países que todavía apoyaba abiertamente al bando republicano) que luego se enviaban en barco a España. Fue en uno de esos transportes cuando se enteró de que el gobierno republicano buscaba pilotos para sus fuerzas aéreas. La República tenía aviones, suministrados por los soviéticos, pero carecía de hombres con experiencia para pilotarlos. El sueldo ofrecido era bueno: 1500 dólares al mes, más un bonus de otros 1000 por cada avión enemigo derribado. Era la clase de oferta que un aventurero necesitado de dinero como Dahl estaba buscando, y no dudó en aceptarla. 

Así que Harold se alistó en el ejército republicano bajo el nombre de Hernando Díaz Evans (Evans era el apellido de soltera de su madre) y viajó con Edith a España a finales de 1936. Se instalaron en Valencia, pero ella, asustada por los bombardeos, se marchó poco después a Francia y se instaló en Cannes. Tras un periodo de entrenamiento en el aeródromo murciano de Los Alcázares Dahl pasó a formar parte de la llamada Patrulla Americana, un grupo formado exclusivamente por pilotos norteamericanos, casi todos mercenarios, a las órdenes del capitán Andrés García Calle, donde Harold era apodado "Whitey" ("Blanquito") por lo rubio que era. En su servicio como piloto de la República Dahl reclamó los derribos de nueve aviones enemigos, aunque solo le reconocieron cinco.

El 18 de febrero de 1937, en plena batalla del Jarama, el Polikarpov I-15 Chato de Dahl fue derribado por un Fiat C.R. 32 nacional, aunque el piloto logró saltar sobre territorio republicano y regresar con su unidad. En mayo de 1937 los escuadrones republicanos fueron reorganizados y los miembros de la Patrulla Americana fueron asignados a una nueva unidad junto a otros pilotos de distintas nacionalidades, lo que según ellos hacía tremendamente complicado poder coordinarse durante las misiones. Y el 13 de junio, en el frente de Brunete, Dahl volvía a ser derribado, aunque esta vez era capturado por el ejército nacional.

De izquierda a derecha, en la fila superior, Frank Glasgow Tinker (piloto americano), un mecánico sin identificar, José Riverola Grúas, Gerardo Gil Sánchez, Ramón Castañeda di Campo, el capitán Andrés García Calle y Joaquín Velasco Garro. En la fila inferior, José Bastida Porras, Dahl, José Chang Sellés y un piloto sin identificar.

Solo nueve días después de su derribo daba comienzo el juicio al que Dahl, junto a otros seis pilotos extranjeros de la República, fue sometido. En el expediente del juicio, que se conserva en el Archivo Histórico del Ejército del Aire, en Villaviciosa de Odón, se incluyen dos cartas escritas por Dahl a Edith en su cautiverio y que no llegaron a ser enviadas, en las que le pide perdón por haberse embarcado en una aventura tan peligrosa, y le aconseja que se apresure en reclamar a las autoridades republicanas el dinero que le adeudan (6500 dólares) porque tiene la intuición de que la guerra no durará mucho.

El juicio despertó gran interés a nivel internacional, en buena parte gracias a los esfuerzos de Edith para involucrar a las autoridades norteamericanas para que intercedieran en favor de Harold. En septiembre de 1937 envió una carta al general Franco pidiendo clemencia para su marido. Algunos periódicos republicanos publicaron que Edith había incluido en su misiva una foto suya en traje de baño, que era lo que realmente había "conmovido" al general y a su estado mayor. En realidad, la fotografía (que sería más tarde publicada en la revista Life) existía pero era mucho más recatada de lo que se decía y mostraba a Edith con un elegante traje de noche. La historia de Edith y Harold alcanzó gran popularidad en Estados Unidos, donde a ella la llamaban "la heroica esposa" o "la valiente y adorable rubia que desafió al fascismo" e incluso inspiró una película, Adelante, mi amor (1940), dirigida por Mitchell Leisen y con guión de Billy Wilder.


Lo cierto es que el bando nacional supo aprovechar toda esa publicidad en su beneficio. Los siete pilotos fueron condenados a muerte pero inmediatamente se les conmutó la pena por la de cadena perpetua, por orden directa de Franco, que quería mostrar así su "magnanimidad" pese a tratarse de pilotos extranjeros que habían venido "a matar españoles". Harold permaneció todavía varios años en la cárcel de Salamanca hasta que fue puesto en libertad el 22 de febrero de 1940 y pudo reunirse con Edith. Ambos regresarían poco después a EEUU.

Lamentablemente, la separación había hecho mella en su relación. La pareja se divorció poco después y Harold se marchó a Canada para unirse a la Fuerza Aérea canadiense (RCAF). Los canadienses habían declarado la guerra a Alemania poco después de que lo hubiera hecho el Reino Unido, y tenían una flota de aviones importante, pero pocos pilotos con experiencia real en combate. Harold se dedicó a entrenar a los pilotos canadienses en un aeródromo cerca de la ciudad de Belleville, donde en 1941 se casó por segunda vez con Eleanor Bone, una joven de la localidad hija de Jamieson Bone, un acaudalado empresario y antiguo alcalde de la ciudad. Después de la guerra, Dahl fue acusado de apropiarse de material militar retirado del servicio por la RCAF, y licenciado por ello.

Tras una breve estancia en Venezuela, en 1951 la familia Dahl se trasladó a Suiza porque Harold había conseguido un empleo como piloto de la compañía Swissair volando en la ruta Ginebra-Paris. Pero las viejas costumbres son difíciles de abandonar, y en 1953 Harold fue arrestado por la policía suiza acusado de robo y contrabando de oro, en una trama de la que era cómplice su amante, una azafata de su misma compañía. Fue condenado a dos años de cárcel y luego expulsado del país. A su esposa no le sentó nada bien lo del arresto y menos aún lo de la amante, así que abandonó a Harold y regresó a Belleville con sus hijos, aunque nunca llegó a formalizarse el divorcio. Harold también regresó a Canada y consiguió trabajo pilotando un avión DC-3 en vuelos no regulares con pasajeros y carga a zonas remotas y mal comunicadas del norte y el interior de Canada. El 14 de febrero de 1956 Harold Dahl moría al estrellarse su avión cerca del asentamiento indígena de Kuujjuaq (Quebec) a causa de las malas condiciones climatológicas.

Stephanie Graham Dahl, "Stevie Cameron" (1943-2024)

Harold y Eleanor tuvieron tres hijos: Jim, Stephanie y Chris. Stephanie, firmando con su apellido de casada como Stevie Cameron, llegó a ser una prestigiosa escritora y periodista de investigación.

domingo, 1 de diciembre de 2024

La desaparición de Frederick Valentich

Frederick Valentich (1958-1978?)

El 21 de octubre de 1978, a eso de las seis de la tarde, una avioneta Cessna 182L partía del aeropuerto de Moorabbin, un aeropuerto utilizado principalmente por aviones ligeros situado al sur de la ciudad australiana de Melbourne, pilotada por un joven llamado Frederick Valentich. Su plan de vuelo consistía en dirigirse al suroeste hasta el cabo Otway y desde allí virar al sur hasta la isla King, una pequeña isla en el estrecho de Bass, a mitad de camino entre Australia y Tasmania. Un trayecto para el que estaban calculados unos 41 minutos hasta el cabo y 21 de ahí hasta la isla. Lo que en apariencia era un vuelo absolutamente rutinario acabaría dando lugar a una misteriosa desaparición que haría correr ríos de tinta y generaría todo tipo de teorías.

Por aquel entonces Valentich, hijo de un inmigrante de origen croata, tenía veinte años. Era desde niño un apasionado de la aviación, había formado parte de los Australian Air Force Cadets (una organización juvenil para familiarizar a los jóvenes australianos en todo lo referente a los aviones y los protocolos de vuelo) y soñaba con ser piloto. Dos veces había tratado de alistarse en la Fuerza Aérea Australiana (RAAF) y las dos había sido rechazado, por su pobre expediente académico. También había intentado obtener el permiso de piloto comercial, pero había suspendido todos los exámenes requeridos, los últimos apenas un mes antes de aquel vuelo. Solo disponía de un permiso de cuarta clase, que le permitía pilotar avionetas ligeras como aquella Cessna, pero con restricciones (no podía volar de noche con malas condiciones meteorológicas). Además, acumulaba varios incidentes de vuelo; una vez había sobrevolado una zona de la ciudad de Sydney restringida al tráfico aéreo (lo que le había valido una advertencia) y en dos ocasiones había volado directamente hacia el interior de una nube (las autoridades estaban considerando abrirle un expediente por ello). Su experiencia de vuelo también era limitada, apenas 150 horas.

El vuelo parecía discurrir plácidamente y sin incidentes. El piloto se comunicaba con regularidad con los controladores aéreos de Melbourne para comunicar su posición. Pero a eso de las 19:06 Valentich informó de la presencia de un avión no identificado que le seguía a unos 1400 metros de distancia. Desde Melbourne le informaron de que no había ningún tráfico aéreo en la zona, pero Valentich insistió en la presencia del avión, aunque no pudo identificar el tipo, con cuatro brillantes luces de aterrizaje. En sucesivas comunicaciones Frederick relató como el avión desconocido, al que describió como dotado de una superficie metálica brillante y con un extraño brillo verde, le había sobrepasado a gran velocidad a apenas 300 metros por encima de él, para luego volver a acercarse desde el este y permanecer a su alrededor, como si el piloto estuviera deliberadamente jugando con él. Cuando el controlador le pidió más datos sobre el avión, Valentich respondió con una frase extraña: "Está flotando y no es un avión". Fueros sus últimas palabras. Después de eso, solo una comunicación de unos 17 segundos sin palabras, solo con ruido y estática de fondo, antes de que la comunicación se cortara definitivamente. Todo el incidente había durado apenas seis minutos.

Cessna 182L

Tras su desaparición se lanzó una operación de búsqueda que implicaba a un avión de vigilancia P-3 Orión, varios aviones civiles y avisos al tráfico marítimo de la zona. La búsqueda se suspendió en 25 de octubre sin resultados.

La investigación oficial llevada a cabo por el Departamento Australiano de Transporte concluyó que era imposible determinar la causa de la "presumiblemente fatal" desaparición de Valentich, aunque algunos de sus funcionarios propusieron la teoría de que el inexperto piloto se había desorientado y había acabado volando boca abajo sin darse cuenta hasta estrellarse; la supuesta aeronave desconocida no era sino el reflejo de su propia avioneta sobre la superficie del océano. Pero por supuesto esa explicación no satisfizo a muchos y surgieron todo tipo de teorías.

Por supuesto unos de los primeros en hacer públicas sus teoría fueron los seguidores del llamado "fenómeno OVNI". Según ellos, Valentich había sido derribado o secuestrado por un OVNI, porque esa noche varios testigos en la zona habían visto un supuesto resplandor verde en el cielo, que coincidiría con el brillo verde del que había hablado Valentich en sus transmisiones. Sin embargo, el observatorio astronómico del monte Stromlo puntualizó que esa noche había habido una lluvia de estrellas fugaces, que muy bien podrían haber sido el origen de dichos avistamientos. Aún así, la desaparición de Valentich sigue siendo mencionada a menudo como uno de los casos "clásicos" relacionados con supuestos avistamientos de OVNIs.

Otra teoría decía que en realidad Valentich había simulado su desaparición. Para empezar, nunca quedó claro el verdadero objetivo de su viaje. A las autoridades aeroportuarias les había dicho que pensaba recoger a dos amigos en la isla King, pero a sus allegados les había dicho que iba a comprar carne de cangrejo. Ninguna de las dos versiones resultó ser cierta. Además, Valentich no había informado al aeródromo de la isla King de su llegada, algo muy irregular. Dada la autonomía de la Cessna (más de 800 kilómetros) y que por volar bajo no aparecía en los radares de Melbourne, no había manera de saber si Valentich había tomado efectivamente el rumbo que había dicho. La policía de Melbourne también recibió la declaración de un testigo que supuestamente había visto a una avioneta desconocida aterrizar no lejos del cabo Otway aquella tarde.

También se especuló con un suicidio, pero su familia y amigos, así como los médicos que lo habían reconocido para obtener su licencia de vuelo, descartaron tal posibilidad.

Una teoría que surgió más tarde era que en realidad todo el incidente había sido un montaje orquestado por Valentich, bien como una broma o bien buscando hacerse famoso pretendiendo haber tenido un encuentro con una nave alienígena. Casualidad o no, Valentich era un gran aficionado a todo lo relacionado con los OVNIs, y solo una semana antes de su desaparición había estado discutiendo con su novia Rhonda Rushton la posibilidad de ser abducido. Además, se apuntó el parecido entre las comunicaciones del vuelo con el diálogo de una de las escenas de Encuentros en la Tercera Fase, de Steven Spielberg, una película sobre encuentros con OVNIs que se había estrenado menos de un año antes. Expertos como el escritor norteamericano Brian Dunning especulan con que Valentich había tratado de imitar aquella escena y accidentalmente se había estrellado en el océano.

La teoría más reciente fue propuesta en 2013 por el piloto retirado James McGaha y el escritor Joe Nickell. Según ellos, el inexperto Valentich había sufrido una ilusión sensorial durante su vuelo. Un falso horizonte, un fenómeno óptico que sufren a veces los pilotos novatos, le había hecho creer que volaba inclinado y le había llevado a intentar compensar esa inclinación, provocando lo que se conoce como "espiral del cementerio": su avioneta había entrado en una espiral descendente que le había llevado a descender tanto que no había podido rectificar y se había estrellado en el océano. Según esta teoría, las luces brillantes que había visto correspondían en realidad a los planetas Venus, Marte y Mercurio, y a la estrella Antares, cuya posición aquella noche coincidía con lo descrito por el piloto.

En 1983, cinco años después de la desaparición de Valentich y su avioneta, unas aletas de refrigeración del motor de una avioneta fueron arrastradas por la marea hasta la costa de la isla Flinders, una isla también del estrecho de Bass, aunque se encuentra en dirección opuesta a la isla King. La investigación concluyó que pertenecían a una Cessna 182 como la de Valentich, aunque sin poder asegurar al 100 % que fueran suyas, y que podían haber sido llevadas hasta allí por las corrientes del estrecho. 

domingo, 24 de noviembre de 2024

Mary Fields

Mary "Stagecoach Mary" Fields (1832?-1914)

De entre los numerosos personajes poco comunes que pulularon por el Salvaje Oeste uno de los más singulares fue Mary Fields. Una mujer que transgredió muchas de las convenciones de su época y se ganó la admiración, el respeto y el cariño de sus conciudadanos a pesar de las críticas que algunos hacían a su peculiar carácter.

Mary nació siendo esclava, y como la mayoría de los esclavos de su época, no hay constancia del momento y lugar exactos en los que vino al mundo, aunque la mayoría se inclinan por el condado de Hickman (Tennessee) en torno a 1832. Se sabe que fue propiedad de una familia apellidada Warner en Virginia Occidental hasta que fue emancipada al final de la Guerra Civil norteamericana, tras lo cual abandonó Virginia y acabó trabajando como camarera en el Robert E. Lee, uno de los muchos barcos de vapor que recorrían por aquel tiempo el río Mississippi. Fue allí donde conoció al que sería su siguiente empleador, un juez llamado Edmund Dunne, quien casualmente estaba casado con Josephine Warner, miembro de la familia que en tiempos había sido la propietaria de Mary.

Mary Fields se convirtió en criada de la familia Dunne, y cuando Josephine falleció de neumonía en 1883, el juez Dunne envió a sus cinco hijos, acompañados por Mary, a la ciudad de Toledo (Ohio), donde quedaron al cuidado de la hermana del juez, la madre Mary Amadeus del Corazón de Jesús (nacida Sarah Dunne), que era la superiora del convento de las monjas ursulinas en la ciudad. Mary Fields pasó a trabajar en el convento como criada y jardinera, aunque tuvo algún que otro problema con las monjas por su carácter "temperamental".

En 1884 la madre Mary Amadeus, acompañada de cinco de sus monjas, dejó el convento a petición de Jean-Baptiste Brondel, obispo de la diócesis de Helena (Montana), y viajó a la villa de Cascade (también en Montana) donde fundó un nuevo convento y ayudó a los jesuitas de la Misión de San Pedro a fundar una escuela para niñas, que aceptaba tanto a niñas blancas como a nativas americanas. En 1885, tras saber que Mary Amadeus estaba gravemente enferma, Mary Fields viajó a Montana para cuidar de ella.

Así fue como Fields llegó al Salvaje Oeste, donde muy pronto se encontró a sus anchas. Cuidó de Mary Amadeus hasta que se restableció y luego se quedó a trabajar en su convento, dedicándose a labores tales como cuidar del jardín, cultivar verduras y criar pollos, hacer reparaciones, encargarse de la lavandería y de reponer las existencias de la despensa, y en general, de todas las labores necesarias para el día a día del convento. No obstante, algunas de sus costumbres incomodaban no poco a la comunidad religiosa. En efecto, Mary era todo un personaje. De elevada estatura (superaba el metro ochenta) y con una fuerza física sobresaliente, a Mary le gustaba beber y fumar, y era terriblemente mal hablada. Solía frecuentar los saloons y charlar con hombres, vestía ropas masculinas y a menudo iba armada. La gota que colmó el vaso sucedió en 1894, cuando se enzarzó en una violenta discusión con uno de los empleados del convento en la que al parecer ambos acabaron exhibiendo sendas pistolas, aunque no llegaron a utilizarlas. Era más de lo que el obispo estaba dispuesto a aceptar, y ordenó a las monjas que echaran a Mary del convento.

Después de aquello, Mary se instaló en Cascade, donde ejerció diversos trabajos e incluso abrió un pequeño restaurante que tuvo que cerrar a los pocos meses, en buena parte debido a su generosidad, ya que daba de comer y de beber gratis a los que no podían permitirse pagarle. En 1895, ya pasados los sesenta años, Mary consiguió un trabajo como "star route carrier". Estos eran contratistas independientes a los que el servicio de Correos asignaba una ruta de reparto de correo por un tiempo determinado. Mary se convirtió en la segunda mujer (y la primera afroamericana) en ejercer como tal en los Estados Unidos, y según cuentan, consiguió el empleo porque de todos los aspirantes fue la más rápida en enganchar un tiro de seis caballos a una carreta.

Mary recogía el correo en la estación de tren y luego lo repartía utilizando una diligencia (comprada con la ayuda de la hermana Mary Amadeus); a veces lo hacía a caballo, o montada en una mula llamada Moses. "Stagecoach Mary" ("Mary Diligencia") o "Black Mary" ("Mary la Negra") como era apodada por los habitantes de Cascade (los nativos americanos la llamaban "Cuervo Blanco" porque decían que pese a tener la piel negra se comportaba como una persona blanca) se ganó muy pronto fama de intrépida y esforzada. Repartía el correo independientemente del tiempo y no faltó a su deber ni un solo día. En ocasiones, cuando había demasiado nieve para que los caballos pudieran caminar, Mary hacía el reparto a pie, con raquetas en los pies y la saca con el correo sobre los hombros. Eso si, siempre armada con un rifle y un revólver del calibre 38 bajo su delantal, para protegerse de bandidos y lobos. 

La noticia del funeral de Mary Fields en el Great Falls Tribune, 9 de diciembre de 1914

Mary Fields repartió el correo durante dos periodos consecutivos de cuatro años, de 1895 a 1899 y de 1899 a 1903. Después de eso, y notando ya el peso de los años, se retiró y se instaló en Cascade, donde se había ganado el aprecio y el cariño de sus habitantes por su generosidad y su amabilidad con los niños. Fundó un negocio de lavandería en su casa, donde también cuidaba de muchos de los niños de la ciudad mientras sus padres trabajaban. A pesar de su edad siguió frecuentando los saloons hasta que una ley del estado de Montana prohibió a las mujeres entrar en esa clase de establecimientos. El cariño que le tenían en Cascade era tan grande que después de que en 1912 su casa resultara destruida en un incendio fue reconstruida por completo gracias al trabajo de numerosos voluntarios. 

Mary Fields murió el 5 de diciembre de 1914 en el hospital de la ciudad de Great Falls a causa de un fallo hepático. La gente de Cascade reclamó su cuerpo para sepultarlo en el cementerio local, e incluso recaudó dinero para costear su entierro. Dicen que su funeral fue uno de los que contó con más asistentes en toda la historia de Cascade.

domingo, 17 de noviembre de 2024

El hijo de Saladino que quiso destruir las pirámides de Guiza

La pirámide de Micerino, con la cicatriz de los trabajos ordenados por Al-Aziz bien visible

Cuando el legendario sultán Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb, llamado por los europeos Saladino, murió en 1193 a causa del tifus, su inmenso imperio se repartió entre su numerosa prole, diecisiete hijos varones, y varios de sus hermanos. Al primogénito, Al-Afdal ibn Salah ad-Din, le correspondió Siria y Palestina, y el liderazgo de la dinastía iniciada por su padre, la ayubí. Su segundo hijo, Al-Malik Al-Aziz Osman bin Salahadin Yusuf, se convirtió en sultán de Egipto.

Al-Malik Al-Aziz Osman bin Salahadin Yusuf, llamado generalmente Al-Aziz Utman, había nacido en El Cairo en torno a 1171. Se desconoce cuál de las numerosas esposas y concubinas de su padre fue su madre; si se sabe que no fue su esposa favorita, Ismat ad-Din Khatun, con la que Saladino no llegó a tener hijos. Era un joven ambicioso que anhelaba gobernar todo el imperio que había sido de su padre. Y lo cierto es que su hermano mayor le puso las cosas fáciles. Al-Afdal era un gran general (había sido uno de los comandantes del ejército de Saladino) pero resultó ser un pésimo gobernante. Una de las decisiones que tomó fue la de deponer a todos los ministros de su padre, que huyeron a Egipto y aconsejaron a Al-Aziz declararle la guerra. Al-Aziz vio la oportunidad y atacó a Al-Afdal en 1194, aunque la intermediación de su tío Al-Adil, señor de Kerak, logró acordar una tregua entre ambos. Al año siguiente, Al-Aziz volvió a la carga, pero Al-Afdal logró derrotar a su ejército y hacerlo retroceder a Egipto.

Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb, Saladino (1137-1193)

Pero en 1196 la situación cambió. Harto de las torpezas de Al-Afdal como gobernante, Al-Adil se alió con Al-Aziz y entre ambos derrotaron y depusieron a Al-Afdal, quien tuvo que exiliarse en la ciudad siria de Saljad. De este modo Al-Aziz quedó convertido en señor de Siria y Egipto (al menos en teoría, ya que Al-Adil era el que verdaderamente gobernaba Siria) y cabeza de la dinastía ayubí. Estaba en la cúspide de su poder y quiso demostrar su dominio con un gesto grandilocuente que dejara bien clara su autoridad: nada menos que demoler las tres pirámides de Guiza.

A diferencia de su padre Saladino, quien había sido un musulmán moderado y tolerante, Al-Aziz era mucho más riguroso y fanático. Veía a las pirámides como un vestigio del pasado pagano de Egipto y un desafío a la hegemonía del Islam. Y decretó que las pirámides fuesen desmontadas, piedra a piedra, para poder aprovechar más tarde ese material paras otras construcciones. Al menos, esa era su intención.

Porque la tarea de destruir las pirámides se reveló no menos colosal que su construcción. Empezaron por la más pequeña de las tres, la del faraón Menkaura (Mykerinos para los griegos, Micerino en su versión castellanizada), hijo de Kefrén y nieto de Keops. Los obreros contratados para la labor no tenían otra forma mejor de hacerlo que ir sacando las piedras de la pirámide una a una, usando cuñas y palancas, y luego arrastrándolas con cuerdas hasta dejarlas caer al suelo. Pero de esta manera las rocas se enterraban en la arena del desierto, siendo casi imposibles de mover, con lo que la única manera de retirarlas era hacerlas pedazos, con lo cual tampoco servían para usar en otras construcciones, como Al-Aziz había previsto. El trabajo era tan pesado y dificultoso que los obreros apenas eran capaces de retirar un par de piedras al día, a un ritmo exasperantemente lento.

Así que pasados ocho meses de trabajo, el único resultado era un costurón o hendidura en su cara norte, visible todavía hoy en día. Estaba claro que a ese ritmo desmantelar las tres pirámides tardaría décadas, con un coste desorbitado. Así que a Al-Aziz no le quedó otra que renunciar a su gran plan y ordenar que cesaran los trabajos. No tuvo demasiado tiempo para lamentarlo, porque apenas un año más tarde, en 1198, murió en un accidente de caza al caerse de su caballo. Lo sucedió su hijo Al-Mansur Nasir al-Din Muhammad, todavía un niño. Al-Afdal aprovechó para volver de su exilio, convertirse en regente de Egipto y declararle la guerra a su tío Al-Adil, el cual logró derrotar una vez más a Al-Afdal. Después de eso, Al-Adil, convertido en soberano de Siria y Egipto, exilió a Al-Afdal a la ciudad de Samósata (en la margen occidental del Éufrates) y depuso a Al-Mansur, enviándolo al exilio en Alepo bajo la custodia de otro de los hijos de Saladino, Al-Zahir Ghazi, donde moriría en una fecha desconocida.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Los Magyarabs, los húngaros de Nubia

Nubia

Corría el año 1935 y el aviador y explorador húngaro László Almásy (cuya figura se haría popular décadas después como protagonista de la novela y subsiguiente película El paciente inglés) se encontraba en Nubia, la región que se extiende por el sur de Egipto y el norte de Sudán, preparando nuevas expediciones. Iba con él uno de sus compañeros habituales, el ingeniero alemán Hansjoachim von der Esch. Un buen día Almásy charlaba con un comerciante local cuando mencionó que era húngaro. Debió llevarse una notoria sorpresa cuando aquel comerciante, cuyo aspecto no difería del de los demás nubios, se mostró encantado afirmando ser él mismo de origen húngaro. Ese fue el momento en el que los europeos supieron de la existencia de los magyarabs.

Hay que decir que, frente a lo que pudiera parecer, la palabra magyarab no procede de la unión de magyar (húngaro) y arab (árabe), sino de añadir el sufijo nubio -ab (tribu) a magyar, con lo que magyarab vendría a significar "la tribu de los húngaros". Según le contó aquel comerciante a Almásy, en el año 1517, una época en la que tanto una parte de Hungría como Nubia pertenecían al Imperio Otomano, había llegado a Nubia un destacamento de soldados cristianos húngaros, enviados por el sultán Selim I el Severo, al frente de los cuales iba un general al que los magyarabs llamaban Ibrahim el-Magyar, originario de la ciudad de Buda (una de las dos mitades de lo que hoy es Budapest). Con el tiempo, no todos aquellos soldados habían regresado a su país natal. Unos pocos se casaron con mujeres locales, formaron familias y decidieron instalarse en Nubia. También lo hizo Ibrahim el-Magyar, que se casó con una mujer nubia y tuvo un hijo, Alí, que a su vez tuvo cinco hijos varones: Selami, Mustafa, Djelal Eddin, Musa e Iksa. Sus descendientes dieron lugar a los magyarabs, que generación tras generación conservaron su ascendencia húngara como parte de su identidad como grupo, diferenciándolos de los demás nubios y de los árabes.

Fragmento de un mapa topográfico británico de 1958 en el que se puede ver la isla de los magyarabs (aquí nombrada como "Magarab I.") en el Nilo

La historia interesó a Almásy, aunque no lo suficiente para hacerlo cambiar de planes, ya que poco después se marchó junto a un par de aristócratas húngaros a una expedición de caza al Uadi Howar. Von der Esch en cambio si mostró un vivo deseo de conocer más sobre los magyarabs, hasta el punto de que viajó hasta su principal poblado, situado en una pequeña isla del Nilo cerca de la ciudad sudanesa de Wadi Halfa, y permaneció allí varias semanas, reuniendo información sobre ellos. Los ancianos de la tribu decían que sus antepasados habían llegado de un lugar llamado Nemsa (el nombre árabe de Austria) y que su comandante se llamaba Shenghal Sendjer, lo que Esch interpretó que originariamente era "general Sendjer". Además recopiló un pequeño vocabulario de palabras y expresiones que le parecieron que no correspondían con el idioma nubio, y que Almásy más tarde reconoció como similares a palabras húngaras.

Almásy hizo pública la existencia de los magyarabs a su regreso a Europa. Tanto las autoridades húngaras como los líderes de los magyarabs buscaron más tarde ponerse en contacto, pero el caos derivado del estallido de la Segunda Guerra Mundial frustró sus intentos. El siguiente contacto no se produciría hasta 1965, cuando una expedición dirigida por el reputado orientalista István Fodor llegó a Wadi Halfa. Para aquel entonces la isla en la que vivían los magyarabs había dejado de existir; la construcción de la monumental presa de Asuán y la consiguiente creación del lago Nasser, que inundó miles de kilómetros cuadrados, la habían dejado bajo las aguas. Asentamientos magyarabs como Ibrim, Qatta, Tuska, Aneba y Magyararti quedaron inundados, y los magyarabs se habían instalado en una serie de pequeñas localidades a lo largo del Nilo.

Magyarabs en Asuán (1965)

Fodor dirigió un extenso estudio sobre su historia, costumbres y cultura. Entre otras cosas, describió una serie de características físicas que diferenciaban a los magyarabs, y que él atribuía a su herencia europea, a pesar de los siglos transcurridos y de la mezcla con los nubios. Así, los magyarabs solían tener un tono de piel más claro, ojos más pequeños y eran habituales los individuos con el pelo rojizo. También, aunque no hablaban húngaro, si que conservaban numerosas palabras derivadas de ese idioma, e incluso usaban habitualmente refranes que aludían a sus orígenes, tales como Rá’sz el-mágyár zejj el-hágyár (La cabeza del húngaro es dura como una piedra), Ál-Mágyárí lá jisálli fíl-mezgyd (Los húngaros no rezan en las mezquitas, sin duda una referencia a la época en la que todavía eran cristianos) o El-mágyárí jilbisz burneta (Llevar el sombrero húngaro, es decir, no un turbante). Y pese al tiempo transcurrido mantenían costumbres típicamente húngaras como dibujar una cruz sobre el pan recién hecho, o hacer la señal de la cruz a un recién nacido (a pesar de que profesan el islamismo suní). En su estudio, Fodor concluía que "El color de la piel puede cambiar, la lengua materna puede perderse, pero el sentimiento de pertenencia a la nación húngara puede permanecer incluso en un entorno lejano y extranjero".

El propio Fodor  también descubrió en sus estudios una fuente documental que parece confirmar el relato de los magyarabs sobre su origen. En 1516 un monje franciscano húngaro llamado Gábor Pécsváradi viajó en peregrinación a Tierra Santa y reflejó sus vivencias en un libro titulado Viaje a Jerusalén. En él se incluía una carta que envió a János Bánffy, copero real del Reino de Hungría, en la que le cuenta cómo el último día de 1516 llegó a Jerusalén el ejército turco bajo el mando de Selim I que se dirigía a Egipto a combatir contra el sultanato mameluco, y que en él figuraba un destacamento de soldados húngaros con los que pudo hablar. Es muy posible que se tratara de los mismos que serían enviados a Nubia tras la derrota de los mamelucos en enero de 1517, con el objetivo de proteger la frontera sur del imperio y las rutas de caravanas que cruzaban aquel territorio.

László Adolf Ede György Mária Almásy de Zsadány et Törökszentmiklós (1895-1951)

Una teoría reciente especula con que los antepasados de los magyarabs no eran exclusivamente húngaros, sino que también podía haber entre ellos eslavos del sur, fundamentalmente bosnios. Como curiosidad, Fodor descubrió en sus investigaciones la existencia en la ciudad de Asuán de otra comunidad musulmana de origen húngaro, pero que no tenía nada que ver con los magyarabs. Se trataba de descendientes de húngaros convertidos al Islam durante la ocupación otomana, que se habían instalado en Egipto tras ser expulsados de Hungría a mediados del siglo XVIII, durante el reinado de María Teresa I de Austria (1717-1780).

En la actualidad, existen unos 7000 magyarabs que viven en pequeñas localidades en las cercanías de las ciudades de Asuán (Egipto) y Wadi Halfa (Sudán), cuyos nombres hacen referencia a su origen húngaro: Magyarab-irki, Magyararti, Magyariyya, Magyar-nirki o Hillit el-Magyarab. También hay una pequeña comunidad, de unos 500 individuos, instalada en El Cairo. Las relaciones con Hungría siguen siendo fluidas y desde 1992 forman parte de la Magyarok Világszövetsége. la Federación Mundial de Húngaros, una organización que reúne a las comunidades húngaras en todo el mundo y les ayuda a conservar su cultura y valores.

domingo, 3 de noviembre de 2024

La Carta Zinóviev



El año 1924 alumbró un escenario inédito en la política del Reino Unido. Las elecciones celebradas en diciembre de 1923 habían dejado al Partido Conservador como el más votado (258 escaños en el Parlamento), pero sin una mayoría suficiente como para formar un gobierno en solitario. El tercer partido más votado, el Liberal (158 escaños), se negó a apoyar a los conservadores como había hecho entre 1918 y 1922 y prefirió apoyar un gobierno en minoría del Partido Laborista (socialistas moderados, 198 escaños). No es que los liberales tuvieran una gran afinidad con los laboristas, simplemente creían que el más que probable fracaso de su gobierno provocaría que en las siguientes elecciones una parte sustancial de sus votantes pasaría a votarles a ellos. 

James Ramsay MacDonald (1866-1937)

Y así, en enero de 1924 por primera vez en su historia los laboristas formaban gobierno, encabezado por Ramsay MacDonald como primer ministro. Como era de esperar, fue un gobierno inestable al que los liberales mantenían pese a votar en contra de la mayoría de sus propuestas. Entre los pocos éxitos logrados por los laboristas estuvo el reconocimiento de la Unión Soviética y el inicio de negociaciones con ella para un tratado comercial, al que los conservadores se oponían tenazmente. Al final, el 8 de octubre, tras apenas 10 meses de gobierno, el gobierno laborista perdía una moción de censura presentada por los liberales con el apoyo de los conservadores. El detonante había sido la decisión del gobierno de paralizar el procesamiento de John Ross Campbell, editor y co-fundador del Partido Comunista británico, que había sido acusado en base a la Ley de Inducción al Amotinamiento de 1797 por haber publicado una carta en el semanario Worker's Weekly, medio oficial del Partido Comunista, en la que exhortaba a los soldados del ejército británico a que, en caso de una nueva guerra, no empuñasen sus armas contra sus camaradas trabajadores, sino que se unieran a ellos para combatir a los explotadores y capitalistas (el proceso se reanudaría más tarde y Campbell acabaría condenado a seis meses de cárcel). Como consecuencia, MacDonald presentaba su dimisión al rey Jorge V y convocaba unas nuevas elecciones para el día 29 de octubre. Unas elecciones atípicas, precedidas de una corta campaña electoral en la que jugaría un papel destacado un curioso documento, la Carta Zinóviev.

Grigory Zinoviev (1883-1936)

El 25 de octubre, solo cuatro días antes de las elecciones, el periódico conservador Daily Mail anunciaba haber descubierto una conspiración comunista y publicaba como prueba una carta, de la que enseguida se haría eco el resto de la prensa británica. La carta era un supuesto comunicado o directiva enviado por la Internacional Comunista, con sede en Moscú, al Comité Central del Partido Comunista británico, y estaba firmada por el presidente del Comité Ejecutivo de la Internacional, el soviético Grigori Zinóviev (de ahí que la carta acabara siendo conocida como la Carta Zinóviev); su secretario, el finlandés Otto Kuusinen; y por Arthur MacManus, representante británico en el Comité. En ella el Comité predecía que la continuidad de un gobierno laborista no solo contribuiría a normalizar las relaciones políticas y económicas entre el Reino Unido y la Unión Soviética, sino que crearía las condiciones adecuadas para la expansión de la influencia soviética y las ideas leninistas a lo largo del imperio británico, y a la larga, para el estallido de una revolución proletaria similar a la ocurrida en Rusia en 1917. Además, alentaba a los comunistas británicos a continuar su campaña de agitación entre la clase trabajadora británica (protestas, sabotajes).

Por supuesto, la idea de una revolución comunista en el Reino Unido despertaba el pánico en una parte sustancial del electorado y dejaba en muy mal lugar a los laboristas. MacDonald ya intuía que tenía pocas posibilidades de lograr un buen resultado en las elecciones, pero esas posibilidades se desvanecieron tras la publicación de la carta. El líder laborista trató inútilmente de rebatir la autenticidad de la carta en el escaso tiempo que quedaba antes de las elecciones; pero resultó una tarea imposible, dado que incluso dentro del Partido Laborista y de su propio gobierno había personas convencidas de su autenticidad. El mismo MacDonald llegó a decir que se sentía como "un hombre metido en un saco y arrojado al mar".

Como era previsible, el resultado de las elecciones fue altamente favorable para el Partido Conservador, que logró una holgada mayoría de 412 parlamentarios (más de 2/3 del total). La Carta Zinóviev había tenido un notable efecto sobre los votantes. No tanto sobre los laboristas, quienes pese a perder 40 parlamentarios habían obtenido un millón de votos más que en las anteriores elecciones, sino entre los más conservadores. El Partido Liberal había sufrido una debacle, perdiendo más de un millón de votantes y quedando reducido a apenas 40 parlamentarios. Y la mayoría de esos votos habían ido a parar a los conservadores.

¿Era auténtica la Carta Zinóviev, o era una falsificación? Aunque en su día hubo controversia, hoy en día está casi unánimemente aceptado que la carta era en realidad un hábil montaje hecho público para conseguir el efecto que finalmente tuvo: polarizar el voto moderado británico en torno al Partido Conservador, agitando el miedo al comunismo como catalizador para lograr ese apoyo masivo.

Tras formar gobierno, con Stanley Baldwin como primer ministro, los conservadores formaron un comité que determinó que la carta era auténtica, sin ir más lejos en sus averiguaciones, pese a las numerosas voces que pedían una investigación más profunda. Al mismo tiempo, el MI5, el servicio de inteligencia británico, hacía su propia investigación concluyendo que muy probablemente se trataba de una falsificación, aunque no hizo públicas sus conclusiones, que no salieron a la luz hasta muchos años después. Por su parte, tanto el gobierno soviético como la Internacional Comunista desmintieron tajantemente la autenticidad de la carta.

El propio Zinóviev emitió un comunicado el 27 de octubre (dos días antes de las elecciones) negando haber escrito la carta y calificándola de "impostura". Entre otras pruebas, alegaba que estaban incorrectamente escritos tanto el nombre de la organización ("Comité Ejecutivo de la Tercera Internacional Comunista" en lugar de "Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista") como el cargo de Zinóviev (mencionado como "Presidente del Presidium"). Además, la carta estaba fechada en Moscú en 15 de septiembre; y ese día Zinóviev estaba de vacaciones en Kislovodsk, a más de 1600 kilómetros de Moscú, con lo que no había podido firmar ni esa ni ninguna otra carta oficial. El comunicado de Zinóviev fue ignorado por la prensa británica y solo sería publicado en diciembre de 1924 por The Communist Review, una revista mensual editada por el Partido Comunista británico.


En 1967 tres periodistas del Sunday Times, Lewis Chester, Steven Fay y Hugo Young, publicaron una monografía sobre la Carta en la que afirmaban que en realidad había sido redactada en Berlín por miembros de la Hermandad de San Jorge, una organización de monárquicos rusos en el exilio. Aunque los supuestos autores habían muerto, contaban con la declaración de la viuda de uno de ellos que aseguraba haber visto como habían falsificado la Carta. Su objetivo último no era tanto provocar la derrota de los laboristas (algo por otra parte más que probable, incluso sin la Carta) sino sabotear las incipientes relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y la URSS. Y de hecho, una de las primeras acciones del gobierno conservador fue anular el tratado comercial (aún sin firmar) que habían negociado los laboristas. La Carta habría sido entregada a miembros del Foreign Office (el ministerio británico de Asuntos Exteriores) justo después de la moción de censura, y pese a las dudas sobre su autenticidad, funcionarios del Ministerio, de acuerdo con miembros del Partido Conservador, filtraron el documento a la prensa.

A raíz de la publicación de este libro, el Foreign Office encargó su propia investigación sobre el asunto a Milicent Bagot, una célebre agente del MI5, experta en temas soviéticos y que inspiró uno de los personajes del novelista John Le Carré. Durante tres años Bagot examinó los archivos del MI5 y se entrevistó con supervivientes del caso, para finalmente entregar un exhaustivo informe... que jamás vio la luz, porque incluía información "sensible" sobre personas y operaciones relacionadas con la agencia.

A principios de 1998 rumores sobre la publicación de un nuevo libro llevaron al entonces ministro de Asuntos Exteriores, Robin Cook, a encargar un informe oficial sobre el caso. La encargada fue Gill Bennett, historiadora jefa del ministerio, quien tuvo acceso no solo a los archivos del ministerio y del MI5 (incluido el informe de Milicent Bagot) y MI6, sino a los archivos del Partido Comunista soviético, de la Internacional Comunista y del Partido Comunista británico. El informe de Bennett (parte del cual fue censurado, una vez más, por contener información confidencial) señalaba que, si bien la Carta contenía conceptos mencionados por Zinóviev en otros documentos, la situación entre ambas naciones en aquellos momentos (con la URSS muy interesada en mejorar sus relaciones internacionales y conseguir el tratado comercial con los británicos) hacía que sus actividades propagandísticas en suelo británico fueran más discretas que de costumbre, por lo que resultaba improbable que se hubiera permitido el envío de aquella carta. A pesar de su extensa investigación, Bennett concluía que resultaba imposible saber a ciencia cierta quién había escrito la Carta Zinóviev, aunque su opinión personal era que había sido encargada por miembros del Movimiento Blanco (una amalgama de grupos nacionalistas y monárquicos rusos opuestos a los comunistas) a falsificadores en Berlín o en Riga, como parte de una campaña para impedir la firma del tratado anglo-soviético.

De acuerdo con el trabajo de Bennett, la Carta habría llegado posteriormente a manos de los servicios de inteligencia británicos, los cuales, pese a no estar seguros de su autenticidad, la habían filtrado a la prensa. Bennett señalaba dos nombres como principales sospechosos de la filtración: Desmond Morton, un agente del MI5 que más tarde se convertiría en asistente personal de Winston Churchill, y sir Joseph Ball, miembro del MI6 que años más tarde acabaría trabajando para el Partido Conservador. En 2018 Bennett publicó un libro sobre el caso, titulado La Carta Zinóviev: La conspiración que nunca muere, con los resultados de su investigación (los que se podían hacer públicos, al menos).

Grigory Zinóviev, el supuesto autor de la Carta, siguió desempeñando cargos importantes dentro del organigrama soviético hasta que a finales de 1934 fue arrestado como sospechoso de haber intervenido en el asesinato de Sergei Kirov, uno de los principales colaboradores de Josef Stalin, y sentenciado a diez años de cárcel. Más tarde, acusado de traición y de conspirar para asesinar al propio Stalin, fue condenado a muerte y fusilado en agosto de 1936.

lunes, 28 de octubre de 2024

Como hundir tu empresa en 59 segundos



Allá por 2015 un joven californiano llamado Noah Katz iniciaba su primer negocio, fabricando partes de trajes de cosplay con una impresora 3D, que luego vendía a través de la plataforma de comercio electrónico Etsy. Como aquel negocio no le fue mal, dos años más tarde, en 2017, fundaba su empresa Artesian Future Technology LLC, dedicada a la fabricación de ordenadores personalizados.

En sus primeros tiempos, Artesian se centró sobre todo en la fabricación de equipos informáticos para el minado de criptomonedas, un sector en auge en aquel momento. En 2020 Katz decidió dar un golpe de timón a su empresa: la renombró como Artesian Builds y se centró en un nuevo nicho de negocio, los ordenadores para gaming. En este nuevo sector alcanzó un éxito rápido, consiguiendo numerosos pedidos y ganándose una fama de buena atención al cliente y productos de calidad.

En su primer año, Artesian Builds alcanzó dos millones de dólares en ventas. Pero en 2022 sus cifras se multiplicaron por diez, alcanzando los veinte millones, con alrededor de setenta empleados y dos almacenes, uno en la Costa Este y otro en la Costa Oeste. Buena parte de su estrategia de márketing se basaba en la peculiar personalidad de su fundador; a Katz le gustaba el protagonismo de su posición, presentarse como la cabeza visible de una empresa joven y diferente, los anuncios llamativos y excéntricos. Como cuando anunció que habían construido un ordenador utilizando huesos reales de dinosaurio como parte de la carcasa. O cuando se ofreció a construir un ordenador en el interior de un auténtico cráneo fósil de Triceratops, aunque nadie se mostró dispuesto a pagar los 300000 dólares en los que estaba valorado.

Como parte de esta estrategia, el 1 de marzo de 2022 Artesian Builds realizó una emisión en directo en la plataforma Twitch, protagonizada por Katz, en la que los espectadores podían ver como se montaba uno de los ordenadores que la empresa fabricaba. El punto culminante de la emisión iba a ser el sorteo de ese mismo ordenador entre las personas que estuvieran viendo la retransmisión en ese momento. La agraciada fue una streamer texana llamada Kiapiaa; sin embargo, tras echar un vistazo a su perfil, Katz anunció que el sorteo no era válido y tenía que repetirse. ¿El motivo? Según él, Kiapiaa no estaba "cualificada" para convertirse en "embajadora" de Artesian Builds porque no tenía suficientes seguidores en sus redes. Así que volvió a repetir el sorteo. Todo ello en menos de un minuto.

Noah Katz

A Kiapiaa, claro, le sentó fatal. Y no tardó nada en publicar en sus redes sociales lo ocurrido, incluyendo imágenes del sorteo. La noticia de lo ocurrido se extendió con rapidez y Artesian Builds se vio enfrentada a una oleada de indignación y críticas. Sus cuentas se vieron inundadas de mensajes que clamaban contra la injusticia cometida. En una comunidad como la gamer, donde la credibilidad se puede perder con rapidez, Artesian Builds pasó a quedar señalada. Miles de seguidores se dieron de baja y algunos de sus asociados más famosos, como el streamer Nickmercs (conocido por sus partidas del videojuego Call of Duty) rompieron todo lazo con la empresa. Y lo que fue incluso peor para Artesian, cientos de personas que habían encargado equipos nuevos o componentes nuevos anularon sus pedidos, dejándola prácticamente sin actividad. Noah Katz trató de disculparse y ofreció a Kiapiaa de nuevo el ordenador, pero ya era demasiado tarde.

Apenas ocho días más tarde, el 9 de marzo de 2022, Artesian Builds publicaba un tweet en el que anunciaba la suspensión de sus actividades debido a la falta de encargos. Aunque se especuló que podía volver a la actividad pasado un tiempo, o incluso que sus trabajadores podían hacerse cargo de ella, el 18 de junio la empresa anunciaba que se declaraba en bancarrota y sus activos (fundamentalmente ordenadores y componentes) iban a ser subastados para pagar sus deudas.

Resulta difícil creer que en apenas una semana una empresa pasara de estar en pleno crecimiento a hundirse completamente. En realidad, según irían contando más tarde algunos ex-trabajadores, la situación real de Artesian Builds no era tan idílica como Katz solía presumir. Aludían a problemas internos como sospechas de que los números de la empresa estaban inflados artificialmente, al carácter controlador de Katz, la existencia de una competitividad tóxica entre las dos localizaciones que acabó perjudicando a la empresa, o de la continua injerencia de los padres de Katz, quienes pese a no tener ningún cargo oficial en la compañía se involucraban a menudo en las actividades corrientes de sus trabajadores. También hablaban de como Katz había dado orden de aceptar todos los pedidos, aunque no tuviesen los componentes necesarios, lo que obligaba a los trabajadores a recurrir al mercado de segunda mano o incluso a familiares y amigos para conseguirlos, lo que redundaba en mayores gastos, mayor tiempo de espera y peor calidad del producto. En realidad, parece que el escándalo del sorteo no fue más que la gota que colmó el vaso y que solo aceleró el inevitable final al que Artesian Builds se encaminaba.

Los problemas de Noah Katz no cesaron tras la desaparición de su empresa. Algunos de sus clientes, que habían entregado sus equipos para ser reparados o personalizados, tuvieron que recurrir a la justicia para que les fueran devueltos y no fueran subastados junto al resto de propiedades de Artesian Builds. Y varios antiguos empleados y proveedores denunciaron que el ex-presidente había anulado pagos por valor de miles de dólares que les había hecho a través de la plataforma de pago PayPal, algunos de ellos varios meses anteriores a la quiebra de la empresa.

Se ignora que ha sido de Katz. Borró sus redes sociales después de que Artesian cesara su actividad y se desconoce donde está o a que se dedica en la actualidad. 

miércoles, 16 de octubre de 2024

Ástilo de Crotona, el primer gran fichaje deportivo



La prueba estrella de las Olimpiadas clásicas era el stadion, una carrera a pie en la que los participantes, completamente desnudos, recorrían una distancia de un estadio (600 pies). Esta distancia variaba ligeramente de una polis a otra; así, en Olimpia equivalía a 192 metros, en Pérgamo a 210 y en Delfos y Nemea, a 178. Era la prueba que más interés despertaba; de hecho, en las primeras ediciones de los Juegos era la única prueba que se disputaba. El ganador  se convertía en una celebridad dentro del mundo griego, daba nombre al periodo de cuatro años entre celebración y celebración, y tenía el privilegio de encender el fuego sagrado en los siguientes Juegos. Y para la ciudad a la que representaba suponía orgullo y prestigio tener a un campeón olímpico entre ellos.

Crotona (la actual Crotone italiana) era una colonia griega fundada por los aqueos de la ciudad de Ripes a finales del siglo VIII a. C. en el sur de la Península Itálica, en la desembocadura del rio Aesaros (hoy llamado Esaro). En sus primeros siglos prosperó y llegó a ser una de las principales ciudades de la Magna Grecia, fundando a su vez colonias como Caulonia, Terina y Turios, pero luego su importancia fue decayendo y en el siglo III a. C. acabó siendo conquistada por los romanos. En su historia destacan dos hechos que la hicieron famosa: fue el lugar donde el célebre matemático y filósofo Pitágoras de Samos fundó su Escuela, y fue cuna de numerosos campeones olímpicos.

El talento de los atletas de Crotona llegó a ser proverbial entre los griegos. El historiador Estrabón llegó a decir en su Geografía que "Aquel que llega el último de los crotoniatas es el primero del resto de los griegos". Aún se discute si se debía a su entrenamiento, a su alimentación o algún otro factor, pero lo cierto es que los crotoniatas lograron un número desproporcionadamente elevado de victorias en los Juegos; así, en las 26 Olimpiadas celebradas entre el 588 y el 488 a. C. hubo nada menos que 11 campeones del stadion nacidos en Crotona (en el mismo intervalo ninguna otra ciudad tuvo más de 2 campeones). De Crotona fueron originarios deportistas legendarios como Milón, que venció en la prueba de lucha de las Olimpiadas en seis ocasiones, y Ástilo.


Ástilo de Crotona participó en los tres Juegos Olímpicos celebrados entre el 488 y el 480 a. C., y en los tres se proclamó doble vencedor de stadion y diaulo (una carrera de dos estadios). En la de 480 a. C. se proclamó además campeón de hoplitódromo, una carrera a pie cuya distancia variaba entre los dos estadios en Olimpia y los quince en Platea, y en la que los participantes en lugar de ir desnudos corrían llevando el equipo completo de un hoplita: armadura, casco y escudo. Tradicionalmente, el hoplitódromo era la prueba que cerraba los Juegos, y servía como recordatorio a los griegos de que la tregua que se establecía durante su celebración llegaba a su fin y los conflictos armados que habían quedado en suspenso se reanudaban. Además, Ástilo también fue reconocido como periodónice, un título que se otorgaba a los atletas que lograban al menos una victoria en cada uno de los Juegos Panhelénicos (Olímpicos, Ístmicos, Píticos y Nemeos) en el periodo de cuatro años que iba de una Olimpiada a otra.

Sin embargo, en su tercera Olimpiada Ástilo fue proclamado campeón como Ástilo de Siracusa y no de Crotona. Como ya he dicho, para una ciudad griega era un inmenso honor que un atleta que la representase fuera campeón olímpico, aunque no fuera oriundo de ella. Por eso algunas ciudades recurrían a reclutar a deportistas de otros lugares para que participaran en su nombre. Y eso era lo que había pasado con Ástilo: Hierón, hermano de Gelón, el tirano de la ciudad siciliana de Siracusa (al que sucedería poco después como Hierón I), había convencido al campeón con dinero y prebendas para que aceptara competir como siracusano. Ástilo no era el primer atleta que competía en nombre de una ciudad que no era la suya, pero hasta entonces nunca un deportista de su fama y categoría había cambiado de bando de esa manera.

Milón de Crotona (Pierre Puget, 1671-1682)

No es necesario decir que a sus compatriotas crotoniatas no les sentó nada bien aquella traición. Como venganza, destruyeron la estatua de Ástilo, obra del gran escultor Pitágoras de Regio, que habían erigido después de su primera victoria olímpica, y que se encontraba junto a la de otros campeones crotoniatas junto al templo de Hera Lacinia, y convirtieron la que había sido su casa en una prisión. No parece que a Ástilo le importase demasiado: para entonces ya vivía en Siracusa, de manera más que acomodada gracias a la generosidad de Hierón. Algunos historiadores especulan con que la defección de Ástilo tuvo un trasfondo político al estar el atleta enfrentado a los entonces gobernantes de la ciudad. No obstante, parece claro que la cuestión económica fue la que más pesó a la hora de cambiar de ciudad.

martes, 15 de octubre de 2024

El accidente nuclear de Tokaimura

La planta nuclear de Tokaimura

La mañana del 30 de septiembre de 1999 tuvo lugar cerca de la localidad de Tōkai (prefectura de Ibaraki) el considerado el peor accidente nuclear de la historia de Japón hasta la catástrofe de la central nuclear de Fukushima en 2011. El incidente se produjo en unas instalaciones propiedad de la Japan Nuclear Fuel Conversion Co. (JCO), una filial de la Sumitomo Metal Mining Company dedicada a la producción de combustible para reactores nucleares. 

En aquella factoría se transformaba hexafluoruro de uranio en dióxido de uranio con el que se elaboraba el combustible. Uno de los pasos de aquel proceso implicaba mezclar óxido de uranio con ácido nítrico para producir nitrato de uranio. Y eso era lo que estaban haciendo aquel 30 de septiembre por la mañana dos de los trabajadores de JCO, Hisashi Ouchi (35) y Masato Shinohara (40). Inclinado sobre un tanque de decantación lleno de ácido, Shinohara estaba subido a una escalera e iba vertiendo poco a poco el uranio en el tanque a través de un embudo que sostenía Ouchi. A unos metros de ellos, en otra habitación, su supervisor, Yutaka Yokokawa (54), trabajaba en su escritorio. Y a eso de las 10:35 ocurrió lo inimaginable. Una serie de brillantes destellos de luz azul (producidos por la llamada Radiación de Cherenkov) comenzaron a surgir del tanque, señal inequívoca de que se estaba produciendo una reacción nuclear. El uranio de su interior había alcanzado la masa crítica iniciándose una fisión nuclear que estaba produciendo grandes oleadas de neutrones y rayos gamma.

Hisashi Ouchi (1964-1999)

Ouchi y Shinohara se sintieron enfermos casi de inmediato, con dolor físico y náuseas, sobre todo Ouchi, que al estar inclinado sobre el tanque había sido el que más radiación había soportado. Yokokawa fue más afortunado; al estar en otra habitación la cantidad de radiación a la que se vio expuesto fue sensiblemente menor. Ouchi y Shinohara se dirigieron a la sala de descontaminación, donde el primero llegó a vomitar. Mientras tanto, la radiación que seguía produciendo la reacción dentro del tanque fue detectada por los sensores de rayos gamma de las instalaciones, lo que disparó la alarma. En un primer momento los tres trabajadores, sin darse cuenta de la verdadera gravedad de lo sucedido, no informaron a nadie de lo que había pasado. Fue otro trabajador, al ver el estado en el que se encontraban, el que sospechó que habían estado expuestos y avisó a los servicios médicos. Tras confirmarse su contaminación fueron evacuados de emergencia al hospital más cercano, y de ahí al Hospital Universitario de Tokio, que contaba con instalaciones para el tratamiento de daños por radiación.

Diagrama del accidente. A) Hisashi Ouchi B) Masato Shinohara C)Yutaka Yokokawa

A eso de las tres de la tarde, cuando se confirmó que la reacción continuaba, se ordenó la evacuación de unas 160 personas, trabajadores y residentes en un radio de 350 metros alrededor de las instalaciones. A las once de la noche se estableció un nuevo perímetro, esta vez de 10 kilómetros, recomendando a los que vivían en él (unas 300000 personas) que no salieran de sus casas y no consumieran agua ni productos agrícolas de la zona. Al día siguiente se levantó el confinamiento, aunque se mantuvieron cerradas las escuelas, y se inició una serie de chequeos masivos para determinar cuántas personas habían sido afectadas. Al final, se concluyó que más de 700 personas se habían visto expuestas; de ellas, 39 (todos trabajadores de la JCO) habían recibido una exposición severa y otras 667 (trabajadores, residentes y miembros de los equipos de emergencias) habían recibido un exceso de radiación menos grave. El incidente acabaría con la clasificación de "irradiación" y no de "contaminación", con una categoría de 4 en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (que va de 0 a 7).

La reacción en cadena se detuvo al día siguiente, cuando los equipos de emergencia lograron vaciar el agua del sistema de refrigeración del tanque (que actuaba como reflector de neutrones, alimentando la reacción) y añadiendo a la mezcla una solución de ácido bórico, que absorbe neutrones. Análisis posteriores descartaron contaminación radiactiva en el agua y en el suelo cercanos a las instalaciones, y solo hallaron una leve radiación residual en parte de la vegetación.

A su llegada al hospital, Hisashi Ouchi presentaba un estado sorprendentemente bueno. Pese a que había llegado a perder la consciencia antes de su traslado, en sus primeros días en el hospital se mostraba lúcido y activo, caminaba sin ayuda y hablaba con los médicos. Sus únicas secuelas aparentes era un oscurecimiento de la piel y la mano izquierda (la que tenía sobre el tanque) enrojecida e hinchada. Ouchi llegó a pensar que había tenido suerte y se curaría, pero los médicos no albergaban esperanzas. Había sufrido una exposición brutal: se calcula que estuvo expuesto a unos 17 sieverts (la exposición de Shinohara se calculó en 10 Sv y la de Yokokawa, en 3), mientras que la máxima exposición admitida por las autoridades a los trabajadores nucleares japoneses es de 50 milisieverts al año. La intensidad de la radiación que afectó a Ouchi era similar a la que se produjo en el epicentro de la explosión atómica de Hiroshima, y decenas de veces superior a la que encontraron los equipos de limpieza que actuaron en la central de Chernobyl tras el accidente de 1986, convirtiéndolo en la persona que haya estado expuesta a mayor radiactividad en toda la historia. Ouchi no era consciente de que le esperaban casi tres meses de terrible agonía y una de las muertes más espantosas jamás vistas.

Los efectos de la radiación no tardaron en hacerse patentes. Al cuarto día, un análisis de sangre reveló que el sistema inmunitario de Ouchi estaba devastado y apenas le quedaban glóbulos blancos, lo que obligó a colocarlo en un régimen de estricto aislamiento. Una micografía mostró que su ADN estaba tan dañado que los cromosomas no se distinguían. Eso ya era una sentencia de muerte, ya que sus células eran incapaces de regenerarse o dividirse, lo que implicaba que una vez hubieran cumplido su ciclo vital no se podrían sustituir y sus órganos irían fallando uno a uno. Aún así, y pese a que algunos miembros del equipo médico que lo atendía se mostraron contrarios a prolongar su agonía sin esperanza, se decidió seguir tratándolo y mantenerlo con vida todo lo posible.

El tanque de precipitación donde tuvo lugar la reacción nuclear

El estado de Ouchi se deterioró con rapidez. Pasados unos días ya era incapaz de tenerse en pie, su abdomen se había hinchado y sufría de intensos dolores. Para tratar de regenerar su sistema inmune se le hizo un trasplante de células madre sanguíneas periféricas, donadas por su hermana, una técnica pionera en la época. Aunque durante un tiempo volvió a tener sistema inmunitario, la radiación no tardó en matar sus nuevas células, igual que había hecho con las antiguas. Pasadas dos semanas ya era incapaz de comer por si mismo, sufría de hemorragias frecuentes y su cabello, sus uñas y sus dientes se caían, mientras su piel era tan frágil que se desprendía si se manejaba sin cuidado. Y el terrible dolor se había multiplicado, sin que los calmantes pudieran hacer mucho para aliviarlo.

Ouchi siguió empeorando mientras los tratamientos continuaban. Se le realizaron múltiples transfusiones de sangre debido a las numerosas hemorragias que padecía (llegó a necesitar diez transfusiones por día), y también injertos de piel, que tuvieron un éxito limitado. Se le suministraban continuamente analgésicos, antibióticos de amplio espectro y factores estimulantes de colonias de granulocitos (un medicamento que estimula la producción de glóbulos blancos). Sufrió varias paradas cardíacas, de las que fue resucitado por los médicos. 

Pasados dos meses del accidente su situación era tan grave que el propio Ouchi pidió a los médicos que dejaran de tratarlo. "No soy un conejillo de indias" llegó a decirles. Desgraciadamente, lo cierto era que eso era justo en lo que se había convertido. Para los médicos Ouchi no solo era una ocasión magnífica para estudiar los daños que la radiactividad provocaba en el cuerpo humano, sino también para testar la eficacia de los tratamientos que se le administraban. Así que, tras consultarlo con su familia, los médicos decidieron continuar tratándolo.

Edificio donde tuvo lugar el accidente

Y así Hisashi Ouchi tuvo que soportar durante varias semanas más un dolor agónico imposible de describir, mientras sus órganos empezaban a fallar uno tras otro y sus músculos literalmente se desprendían de sus huesos. Finalmente, el 21 de diciembre, después de 83 días de sufrimiento, la situación de Ouchi llegó a un extremo tal que se hizo evidente que estaba a punto de morir, así que los médicos permitieron a su esposa e hijo visitarlo una última vez. Apenas unos minutos después de que se fueran, Ouchi sufrió un paro cardíaco del que ya no se repondría. Su cadáver era aún tan radiactivo que no pudo ser inhumado de forma tradicional y tuvo que ser procesado como un residuo radiactivo más.

No le fue mucho mejor a su compañero Shinohara, el cual, habiendo recibido menos radiación, pudo aguantar más, pero acabó muriendo el 27 de abril del 2000 a causa de un fallo multiorgánico. En cuanto al supervisor Yokokawa, salió mejor parado y fue dado de alta después de tres meses en el hospital, con secuelas menores.

La investigación oficial llevada a cabo por las autoridades japonesas y la Organización Internacional de la Energía Atómica concluyó que el accidente había sido provocado por una serie de negligencias y errores humanos concatenados, que incluían falta de adecuado entrenamiento y cualificación de los trabajadores, falta de supervisión, manejo negligente de los materiales y medidas de seguridad inadecuadas y obsoletas. La imprudencia más grave, y la causa última del accidente, era que el proceso que Ouchi y Shinohara llevaban a cabo tenía un límite máximo de 2'3 kilos de uranio por partida; pero en el momento en el que se había producido la reacción ellos ya habían añadido 16 kilos de uranio a la mezcla. Un error que no se hubiera producido de haberse contado con una supervisión adecuada y de haberse respetado las normas básicas de seguridad, como por ejemplo no utilizar recipientes que pudieran contener una cantidad mayor a la autorizada. 

Al parecer, los directivos de la JCO habían ordenado acelerar todo lo posible el proceso de producción de combustible, ya que la planta tenía un pedido para el reactor nuclear de Jōyō y su fabricación iba con retraso. En el juicio posterior se supo que los directivos de la empresa llevaban años haciendo la vista gorda para este tipo de irregularidades con el fin de abaratar costes. Y también que, por ese mismo motivo, no se habían aplicado en la planta una serie de nuevas regulaciones de seguridad que el gobierno japonés había implantado a raíz de un incendio sucedido dos años antes en una planta de tratamiento de residuos nucleares situada a apenas cuatro kilómetros de la factoría de JCO.

Como consecuencia, en marzo de 2000 las autoridades japonesas retiraron a la JCO la licencia par elaborar combustible nuclear (la empresa cesó sus actividades en el 2003) y en abril de 2001 seis directivos, incluido el supervisor Yokokawa, se sentaron en el banquillo acusados de negligencia con resultado de muerte. Para entonces la JCO ya había aceptado pagar más de 120 millones de dólares para resolver más de 7000 reclamaciones de afectados por el accidente, tanto por la exposición a la radiación como por daños en sus posesiones. Los seis acusados se declararon culpables y fueron condenados a penas de entre dos y cuatro años de cárcel, mientras que el presidente de la JCO admitió la responsabilidad de su empresa y aceptó compensar a los afectados que no habían sido indemnizados hasta entonces y asumir los gastos de descontaminación y limpieza de la factoría.

A raíz de este incidente el gobierno japonés redobló su vigilancia sobre el sector atómico: nuevas leyes de seguridad, requerimientos más estrictos a empresas y trabajadores, y un mayor número de inspecciones.