Verba volant, scripta manent

domingo, 30 de marzo de 2025

El Combate de los Treinta



Cuando en abril de 1341 muere Juan III el Bueno, duque de Bretaña, lo hace sin descendientes legítimos, pese a haberse casado en tres ocasiones. Solo tiene un hijo bastardo, Jean Decoud, duque de Vannes, al que su condición excluye del trono. Al propio Juan se le pregunta en su lecho de muerte a quién designa sucesor, pero el duque se limita a ordenar que "no se le moleste con esas cosas".

El problema era que había dos potenciales herederos que se consideraban con derecho al trono bretón. Por un lado, Juan de Monfort, medio hermano de Juan III. Aunque durante la mayor parte de sus vidas no habían tenido buena relación e incluso Juan III había tratado de anular el segundo matrimonio de su padre Arturo II, para declarar a Monfort y a sus cuatro hermanas ilegítimos, se habían reconciliado poco antes de su muerte y había reconocido el derecho de Monfort al trono. Por otro lado, mientras ambos habían estado enfrentados, Juan III había nombrado heredera a su sobrina Juana de Penthièvre, que estaba casada con el noble francés Carlos de Blois, sobrino del rey de Francia Felipe VI. Así que Carlos presentó también su reclamación al trono de Bretaña.

La situación era complicada porque ambos candidatos derechos sucesorios y las leyes bretonas eran un tanto confusas en lo referente a la sucesión del ducado cuando no había descendientes legítimos. Así que como cabría esperar, el enfrentamiento desembocó en una Guerra de Sucesión que se prolongaría durante más de veinte años, en la que los bloisistas contaron con el apoyo de Francia y los monfortistas con el de Inglaterra, y que no se resolvería hasta la batalla de Auray (1364) en la que las tropas mandadas por Juan V de Monfort (el hijo de Juan de Monfort, muerto en 1345) derrotaron contundentemente a las de Carlos de Blois, que murió en combate sin dejar herederos que continuaran su reclamación del trono.

Y fue durante esta Guerra de Sucesión cuando tuvo lugar un suceso singular que con el tiempo se haría casi más famoso que la propia guerra en la que tuvo lugar. Un acontecimiento sin apenas importancia militar o política, pero que a ojos de sus contemporáneos y de las generaciones que les siguieron se convirtió en uno de los más dignos y elevados ejemplos de la nobleza del código de caballería medieval.

Corría el año 1351 y la localidad de Plöermel estaba defendida por un grupo de soldados bretones e ingleses y mercenarios alemanes partidarios de Juan de Monfort. Al frente de ellos, Robert Bemborough, un veterano caballero de origen incierto. Historiadores contemporáneos a él como Jean Le Bel o Jean Froissart dicen que era alemán. Investigaciones posteriores sugieren que podía ser inglés y su apellido real sería "Pembroke" o "Bromborough". A poca distancia de allí había otra localidad, Josselin, custodiada por una guarnición bretona partidaria de Carlos de Blois y mandada por Jean de Beaumanoir, un noble bretón que años más tarde sería nombrado Mariscal de Bretaña. 

Ambos comandantes eran soldados expertos y veteranos. Ambos comandaban tropas similares en número, armamento y experiencia. Y ambos sabían que, dada esa igualdad de fuerzas, un enfrentamiento entre las dos guarniciones muy probablemente provocaría numerosas bajas por ambos bandos. Ambos tenían sobrada experiencia en combate; no eran cobardes, no huían de los enfrentamientos. Pero a ninguno de ellos les gustaba el derramamiento inútil de sangre, así que durante un tiempo se mantuvo el statu quo. Hasta que un buen día Beaumanoir retó a Bemborough a un duelo singular: la disputa entre ambos bandos se resolvería con un duelo entre ambos comandantes, sin necesidad de involucrar al resto de los soldados.

No está claro lo que motivó a Beaumanoir en lanzar su desafío. Le Bel y Froissart lo presentan como un ejercicio del código de la caballería, un duelo en honor de las dos mujeres que en aquel momento lideraban ambas facciones, Juana de Penthièvre (Carlos de Blois había caído prisionero de los británicos) y Juana de Flandes (la viuda de Juan de Monfort y madre de Juan V de Monfort, que por entonces era un niño). Algunas baladas populares presentan a Bemborough y a sus hombres como bandidos y saqueadores, y a Beaumanoir como un héroe que quiso poner fin a sus desmanes; pero esa versión parece más un intento de desprestigiar a los monfortistas alentado por los franceses a posteriori.

Sea como fuere, Bemborough aceptó en un primer momento el reto; pero los soldados de los dos bandos se opusieron. Se negaban a quedarse sentados viendo como sus comandantes se mataban el uno al otro. Querían participar, y así lo hicieron saber. Así que Bemborough le hizo a Beaumanoir una contraoferta: resolver su enfrentamiento con un combate entre dos grupos de soldados escogidos. Cada comandante elegiría a 29 de entre sus hombres y, con ellos mismos a la cabeza, los dos grupos de treinta hombres se enfrentarían en un terreno neutral, hasta que uno de los dos bandos se rindiera o murieran todos sus hombres.

El combate quedó fijado para el 27 de marzo de 1351, en un lugar llamado chêne de Mi-Voie, un amplio campo a mitad de camino entre Plöermel y Josselin marcado por la presencia de un viejo roble. Para garantizar un combate caballeroso y honorable se prohibieron las armas a distancia: ni arcos, ni ballestas, ni las primitivas armas de fuego que por aquel entonces empezaban a ser comunes en los campos de batalla europeos, solo espadas, hachas, lanzas y las llamadas dagas de misericordia, con las que solían rematar a los enemigos caídos, introduciéndolas por el visor del yelmo. Según cuentan las crónicas, los caballeros franco-bretones llevaban túnicas blancas con cruces negras, mientras que los anglo-bretones llevaban túnicas blancas con cruces rojas.

El combate se prolongó durante horas, y según las crónicas los contendientes se condujeron con gallardía y honorabilidad. Beaumanoir había acudido con una tropa íntegramente bretona, mientras que Bemborough contaba con veinte caballeros ingleses, seis mercenarios alemanes y cuatro bretones. Después de una larga lucha, con cuatro bretones de Beaumanoir y dos ingleses muertos, los dos bandos acordaron una pausa para beber y vendarse las heridas. Poco después de que se reanudara el combate Bemborough era abatido, según la tradición por un caballero llamado Geoffroy du Bois, quien logró introducir su lanza por el visor de su yelmo. Tomó entonces el mando de sus hombres un mercenario alemán llamado Croquart, quien organizó a los demás en una línea defensiva contra la que se estrellaban una y otra vez los ataques bretones. El desenlace del combate se decidió gracias a un jinete bretón llamado Guillaume de Montauban, el cual logró romper la línea defensiva inglesa cargando con su caballo contra ella. Al final, con nueve de los monfortistas (incluido Bemborough) y cuatro de los bloisistas muertos, los 21 supervivientes del bando de Monfort se rindieron y fueron tomados como prisioneros. Prácticamente todos los supervivientes del combate estaban heridos de mayor o menor gravedad.

Panel de madera tallada del siglo XVI con los escudos de armas de los treinta caballeros leales a Francia que lucharon en el Combate de los Treinta

El llamado Combate de los Treinta no tuvo apenas relevancia dentro del marco de la Guerra de Sucesión bretona, ni militar, ni estratégica. Su único efecto práctico fue que los partidarios de Carlos de Blois pasaron a controlar un pequeño trozo de terreno, aunque por un tiempo limitado. Sin embargo se convirtió en uno de los más celebrados ejemplos del código medieval de caballería. En un momento en el que empezaba a vislumbrarse la decadencia del viejo código, aquellos sesenta soldados protagonizaron uno de sus más brillantes momentos, no por el resultado, sino por la manera en la que ambos bandos se condujeron, con honestidad y gallardía. Aquel combate dio lugar a canciones, poemas, cuadros. Una piedra conmemorativa se colocó en el lugar del combate (sustituida ya en tiempos de Luis XVIII por un monumental obelisco) y el rey Carlos V de Francia (1338-1380) encargó un tapiz donde se narraba el enfrentamiento. 

Cuenta Jean de Froissart en sus crónicas que, veinte años después del combate, el último de los supervivientes de aquel día, un caballero llamado Yves Charruel, tullido y desfigurado después de años de combates, apareció en la corte de Carlos V. El rey francés no dudó en sentarlo en su propia mesa y lo acogió en su corte, con una pensión y honores, por haber sido uno de los Treinta.

domingo, 23 de marzo de 2025

El Caballero Negro



La teoría del Caballero Negro es una de las más repetidas a lo largo de la red entre aquellos aficionados a los mundos del "misterio" y la ufología. Esta leyenda habla de la existencia en órbita alrededor de la Tierra desde tiempo inmemorial de un satélite de origen extraterrestre, cuya presencia es conocida por las agencias espaciales del mundo pero que se mantiene en secreto.

Como muchas otras leyendas, la del Caballero Negro tiene su origen en la mala interpretación de un hecho real. O de varios, en este caso. A lo largo de los años ha habido una serie de pequeños incidentes, la mayoría explicados a posteriori, que han contribuido en darle forma a la historia tal y como actualmente circula.

La primera de estas incidencias se remonta a 1899. Por aquel entonces el físico Nikola Tesla se encontraba en un laboratorio en Colorado Springs (Colorado), llevando a cabo una serie de experimentos con campos eléctricos y receptores de radio. En uno de sus experimentos Tesla captó una señal que parecía provenir del espacio, y que se repetía con una periodicidad tan exacta que el propio físico creyó que podía tratarse de una señal de una civilización inteligente. En realidad, lo más probable es que Tesla hubiera captado la señal de un púlsar, una estrella de neutrones que gira a gran velocidad emitiendo grandes cantidades de radiación en periodos cortos y regulares. Los púlsares no serían identificados hasta 1968, y curiosamente sus descubridores Jocelyn Bell y Antony Hewish también creyeron que podía tratarse de una señal inteligente, debido a su regularidad.

En 1928 un radioaficionado noruego llamado Jorgen Hals captó desde su casa en Oslo una serie de extraños ecos en su radio, que se sucedían con un notable retraso con respecto a la señal original. Hals fue incapaz de descubrir su origen, incluso tras buscar la ayuda del físico Carl Størmer. Hoy se conoce a esos ecos como Ecos de Largo Retraso (LDE) y se conocen hasta 15 causas naturales que los provocan, incluyendo reflexiones en la magnetosfera y la ionosfera, la reflexión en nubes de plasma procedentes del Sol o la actividad de auroras boreales.

En 1954 Donald Keyhoe, un antiguo piloto del cuerpo de Marines convertido en escritor e investigador del fenómeno OVNI afirmó en una entrevista que las Fuerzas Aéreas sabían de la existencia de dos satélites artificiales orbitando la Tierra (por aquel entonces faltaban todavía tres años para que el primer satélite artificial, el Sputnik 1, fuera lanzado). Por aquel entonces Keyhoe estaba promocionando un libro que acababa de publicar titulado Platillos volantes del espacio exterior, y muchos creen que aquellas declaraciones fueron un intento de conseguir publicidad.

En febrero de 1960 la revista Time publicó que la Armada de los EEUU había detectado un satélite no identificado que se creía era un satélite espía soviético, aunque la URSS negó que fuera suyo. Más tarde se sabría que en realidad se trataba de los restos del Discoverer 8, un satélite de observación lanzado en noviembre del año anterior y que, debido a un fallo al separarse del cohete que lo transportaba, había quedado en una órbita excéntrica lejos del lugar donde se suponía que debía estar. Los restos del Discoverer 8 se destruyeron al entrar de nuevo en la atmósfera en marzo de ese año.

En 1963 se dijo que el astronauta Gordon Cooper había visto un OVNI durante su misión en el Mercury 9 (lanzado el 15 de mayo) y que la estación de seguimiento de Muchea (Australia) había captado con su radar dicho objeto. En realidad, ni la NASA, ni su personal, registró ninguna transmisión en tal sentido, y el propio Cooper ha desmentido la información en numerosas ocasiones.

En 1973 el escritor escocés Duncan Lunan afirmó, tras estudiar los LDEs captados por Hals y otros, que su fuente podría ser una sonda alienígena de 13000 años de antigüedad, orbitando alrededor de la Luna, y que podría proceder de un planeta en órbita alrededor de la estrella Epsilon Boötis. Años más tarde Lunan se retractó de sus conclusiones, tachándolas de "erróneas" y calificando de "no científicos" sus métodos.

Sucesión de fotografías tomadas durante la misión STS-88 que muestran la manta térmica alejándose del transbordador

En diciembre de 1998 la NASA lanzó la misión STS-88, la primera visita de un transbordador espacial (el Endeavour) a la Estación Espacial Internacional. Durante esa misión la NASA publicó un gran número de fotografías tomadas durante el viaje, incluida la que abre este post, y que se ha convertido para muchos "creyentes" en las teorías conspiratorias en la prueba definitiva de la existencia del Caballero Negro. La fotografía muestra un objeto oscuro, de forma irregular, flotando a cierta distancia de la nave. Pero la explicación que da la NASA sobre las imágenes no tiene nada que ver con OVNIs ni nada parecido: se trata, sencillamente, de una manta térmica que se le escapó al astronauta Jerry L. Ross durante un paseo extravehicular. De hecho, en varias fotografías más se la ve alejarse de la nave. Y según la NASA, se quemó al entrar en la atmósfera terrestre.

Y así, cada uno de estos pequeños incidentes, irrelevantes por separado, acabaron moldeando y dando forma a la leyenda del Caballero Negro. Una teoría que, pese a su nula base, sigue siendo ampliamente difundida por según que círculos.

domingo, 9 de marzo de 2025

Anécdotas de cine

El célebre mapa del tesoro de Willy el Tuerto que aparece en la película Los Goonies se halla en paradero desconocido desde hace años. Según confesó el actor Sean Astin en una entrevista, al terminar el rodaje de la película se llevó el mapa a su casa, pero años más tarde, mientras rodaba una película en el extranjero, sus padres se mudaron y su madre metió todas sus cosas en cajas. Algunas las tiró a la basura, otras las regaló y algunas fueron a parar a su nueva casa. Desde entonces Astin no volvió a ver el mapa e ignora que fue de él. Eso si, todavía conserva la llave esqueleto que aparecía en la misma película.


La banda sonora de Guardianes de la Galaxia, "Awesome Mix Vol. 1", fue la primera banda sonora en alcanzar el número 1 del US Billboard sin tener ni una sola canción original.


Según él mismo reconoció años más tarde, el actor Eli Wallach (1915-2014) estuvo a punto de morir tres veces mientras rodaba El bueno, el feo y el malo (1966). La primera, cuando bebió de una botella de refresco que en realidad contenía ácido, que varios miembros del equipo técnico estaban usando para una de las escenas; evacuado de emergencia a un hospital, necesitó un lavado de estómago. La segunda, cuando rodaba una escena en la que estaba subido a un caballo con una soga al cuello; el caballo se asustó y salió corriendo, pero afortunadamente la soga se soltó. La tercera, en una escena en la que está tendido junto a una vía mientras pasa un tren, cuando unos escalones que sobresalían de uno de los vagones pasaron peligrosamente cerca de su cabeza.


Durante el rodaje de Centauros del desierto (1956) una niña de la tribu navaja que participaba en el rodaje se puso repentinamente enferma con un caso grave de neumonía. Al saberlo, el actor John Wayne ofreció inmediatamente su avión privado y su piloto para que la niña fuera llevada lo antes posible a un hospital. Los navajo, impresionados con su gesto, apodaron a Wayne "El hombre del gran águila".


El director Ridley Scott rodó parte de su película El reino de los cielos (2005) cerca de una ciudad marroquí llamada Ouarzazate, donde desde hace décadas existen unos estudios cinematográficos. Para rodar esa película tuvo que levantar unos enormes decorados en mitad del desierto. Tras terminar el rodaje, y descubrir que desmontar los decorados le iba a costar 300000 dólares, Scott se los cedió a los estudios por la simbólica cantidad de 10 $, a cambio de que se hicieran cargo de todos los gastos. Cuando regresó a Ouarzazate en 2024 para rodar Gladiator 2 y quiso disponer de esos mismos decorados para grabar algunas escenas, tuvo que pagar un millón de dólares para alquilarlos.


Cuando en 1922 se estrenó el clásico del cine de terror Nosferatu, Florence Balcombe, viuda y heredera del escritor Bram Stoker, denunció a su productora, Prana Film, por considerar que se trataba de una adaptación no autorizada de la célebre novela de su marido Drácula. Los productores trataron de defenderse, pero las similitudes entre ambas eran tan notorias (prácticamente las únicas diferencias eran los nombres de los personajes y los lugares donde estaba ambientada) que el juez falló en favor de Balcombe, imponiendo a Prana Film el pago de una sustanciosa indemnización (que en la práctica, supuso su bancarrota y que Nosferatu fuera su única película) y ordenando que se destruyeran todas las copias del filme. Afortunadamente, varias copias quedaron ocultas y se salvaron de la destrucción, permitiendo que uno de los filmes de terror más influyentes de la historia llegara hasta nuestros días.


En la película El imperio contraataca (1980) las escenas ambientadas en el planeta helado de Hoth se rodaron en parajes nevados de Noruega. La gran mayoría de los extras que interpretan a soldados rebeldes no eran en realidad actores, sino voluntarios de la Cruz Roja contratados para la ocasión. Se hizo así porque dadas las difíciles condiciones del rodaje necesitaban personas expertas en desenvolverse en la nieve y a bajas temperaturas, y los voluntarios de la Cruz Roja habían recibido entrenamiento específico en rescate y supervivencia en la montaña.


Cuando el director William Friedkin comenzó a preparar el rodaje de The French Connection (1971) pensó en contratar a un actor extranjero para interpretar al villano del film, el escurridizo capo Alain Charnier. Friedkin había visto Belle de Jour (1967), dirigida por Luis Buñuel, y había quedado muy impresionado por la interpretación y el físico de Francisco Rabal, que tenía en ella un pequeño papel. Y pensó que el rostro tosco y anguloso de Rabal encajaba bien con el personaje de Charnier, a quien entonces imaginaba como un capo corso, rudo y violento. Así que le pidió a su director de casting que lo contratara, aunque no recordaba su nombre. Enfrascado en otros aspectos del rodaje, Friedkin no tuvo tiempo para reunirse con los actores hasta prácticamente unos días antes de empezar el rodaje. Y se llevó una gran sorpresa al encontrarse en lugar de Rabal a Fernando Rey, que también era español y había rodado con Buñuel, pero era lo opuesto a lo que él buscaba; en lugar del rudo Rabal se encontró a un hombre cortés, educado, elegante y que, según el propio Friedkin "parecía un duque". El responsable del reparto se había confundido de actor. Intentaron tantear a Rabal, pero para entonces ya estaba ocupado, y además no hablaba ni una palabra de inglés, mientras que Rey lo hablaba más que correctamente (y además se defendía bastante bien en francés e italiano). Así que Friedkin, al parecer por sugerencia del propio Rey, decidió cambiar el enfoque del personaje; en lugar de un mafioso vulgar y violento, lo convirtió en un criminal elegante, escurridizo y burlón, que se ajustaba perfectamente a las características de Fernando Rey. La película sería un gran éxito, Rey recibiría grandes elogios por su papel (repetiría con el mismo personaje en la secuela, French Connection II) y el propio Friedkin nunca dejó de elogiar a Rey por sus cualidades como actor y por lo agradable que era trabajar con él.

 

Durante el rodaje de Pesadilla antes de Navidad (1993) los animadores fabricaron para su protagonista Jack Skellington más de 400 cabezas distintas, cada una representando una expresión o una emoción. Para su compañera Sally, en cambio, como su pelo largo complicaba mucho la confección, hicieron una sola cabeza, con más de un centenar de caras intercambiables.


Cuando el cómico Mel Brooks dejó sus huellas en el cemento del Paseo de la Fama de Hollywood en 2014, lo hizo llevando un dedo postizo en su mano izquierda.



Durante el rodaje de uno de los capítulos de la serie El Mandaloriano su equipo técnico se dio cuenta de que no tenían suficientes trajes de soldados imperiales para rodar una de las escenas. Ni cortos ni perezosos se pusieron en contacto con la delegación local de la Legión 501, un club de fans de Star Wars de ámbito internacional especializados en disfrazarse de villanos de la saga (soldados imperiales, soldados clon, cazadores de recompensas). Un buen número de miembros acudieron con sus propios trajes al rodaje y participaron como extras en el episodio.



El rifle que lleva Chris Pratt en Jurassic World es un Marlin 1895 de acero inoxidable. En la web de Marlin es el único rifle que aparece recomendado para un T-Rex.

domingo, 2 de marzo de 2025

El Gran Farini

William Leonard Hunt, "El Gran Farini" (1838-1929)

Nació en Lockport (Nueva York) el 10 de junio de 1838 como William Leonard Hunt, aunque se haría famoso con un nombre muy diferente. Dentro de su familia, severa y trabajadora, que se mudó en 1843 a la villa canadiense de Hope Township, William siempre fue un verso suelto. Travieso y aventurero, los continuos castigos que le imponían sus padres no conseguían corregir su comportamiento. Es más, como él mismo confesaría más tarde, incluso sentía cierto placer al desobedecerlos. Una de sus travesuras habituales consistía en echarse a nadar en ríos y lagos, algo que su madre le tenía terminantemente prohibido. Dicen que su madre le cosía muy apretados los puños y los cuellos de sus camisas, para que no pudiera quitárselos, pero él se ponía a nadar vestido o bien los descosía y luego le pedía a alguna de sus amigas que volviera a coserlos.

La primera vez que asistió a un espectáculo circense William quedó fascinado. Su temperamento rebelde e inquieto se sintió inmediatamente atraído por aquel mundo exótico y desconocido. No tardó en empezar a ensayar por su cuenta algunos números, descubriendo que su fuerza y su agilidad le otorgaban una facilidad innata para las actividades físicas; unas cualidades que él se encargó de reforzar con un riguroso entrenamiento. Empezó a celebrar pequeñas actuaciones ante los chicos de su comarca, a cambio de unos centavos. Su padre al enterarse se enfureció; propinó a William una tremenda azotaina acusándole de haber avergonzado a su familia. Trataron de enderezarlo consiguiéndole un empleo como aprendiz de un médico, pero William nunca abandonó su idea de dedicarse al circo y siguió entrenándose a escondidas.

Su primera oportunidad llegó el 1 de octubre de 1859, durante la Feria Agrícola del Condado de Durham, deleitando a los espectadores con varios actos de equilibrismo, entre ellos cruzar el río Ganaraska caminando por un cable tendido entre ambas orillas. Lo hizo utilizando el apodo de Signor Farini, que eligió porque sonaba exótico y porque los italianos tenían fama de ser los mejores artistas circenses. En realidad, había tomado el nombre de Luigi Carlo Farini, un médico y político italiano que fue médico personal de Jerónimo Bonaparte (hermano menor de Napoleón), gobernador de la región de la Emilia y más tarde primer ministro del reino de Italia. Una semana más tarde dio una nueva exhibición, esta vez de fuerza, ante la sede del ayuntamiento local, de nuevo con gran éxito. 

Ante el éxito de su debut, William, ya conocido como Farini, comenzó a dar exhibiciones de fuerza y equilibrismo en diversas localidades del estado de Ontario. También demostró un agudo ingenio para crear nuevos y espectaculares números, o para inventar aparatos nuevos para sus funciones. Su creciente popularidad le llevó a ser contratado por Dan Rice, empresario y artista de circo, propietario del Dan Rice's Floating Circus y considerado uno de los padres del moderno espectáculo circense. Con su circo actuó a lo largo del río Mississippi durante varios meses, antes de regresar a Ontario a principios de 1860.

El Gran Farini cruza las cataratas del Niágara llevando a la espalda una primitiva lavadora (1860)
 
En agosto de ese año Farini acude a las célebres cataratas del Niágara, donde hacía poco que el legendario funambulista francés Charles Blondin se había convertido en el primer hombre en cruzarlas de un extremo a otro (355 metros de distancia) a través de un cable situado a 50 metros de altura. Farini no quiso ser menos, y entre él y Blondin surgió una cordial rivalidad para ver quién hacía el número más espectacular. Si Blondin cruzaba con los ojos vendados, Farini lo hacía con un hombre subido a la espalda. Si Blondin se detenía a mitad de camino para cocinar y comerse una tortilla subido al cable, Farini daba volteretas o se colgaba del cable sostenido con los pies. 

En el invierno de 1860 Farini dio una gira por Estados Unidos y regresó al Niágara al año siguiente. Sin embargo el estallido de la Guerra de Secesión en EEUU había reducido considerablemente el número de espectadores, así que aprovechó para regresar a Ontario y contraer matrimonio con Mary Osbourne, una amiga de su infancia. Poco después se alista en el ejército de la Unión, en el cuerpo de ingenieros, aunque más tarde afirmaría haber sido espía a las órdenes del general McClellan, segundo al mando del ejército del Norte. Su labor allí se resume en el diseño de un puente de cuerdas que se tendía en pocos minutos y de unos zapatos flotantes que según él permitían a un hombre caminar por el agua, que Farini afirmaba había mostrado al mismo presidente Lincoln. Dejó el ejército poco después; no esta clara la razón, pero pudo ser por la destitución de McClellan tras su pobre actuación en la batalla de Antietam.

El 6 de diciembre de 1862 Farini sufre una terrible tragedia personal. Actuando en La Habana, mientras cruza sobre una plaza de toros subido a un cable con su esposa Mary a sus espaldas, ella suelta uno de sus brazos para saludar al público. Este movimiento desequilibra a Farini y hace caer a Mary desde una altura de 18 metros, pese a los intentos de su marido por agarrarla. Mary resulta herida de gravedad y fallece unos días más tarde. Farini se embarcaría luego en una larga gira por Sudamérica antes de regresar a EEUU en 1864. En agosto de ese año trata de cruzar las cataratas de American Falls con zancos; uno de los zancos se enganchó y tuvo que ser rescatado. Lo intentó de nuevo en las cataratas de Chaudière, esta vez con éxito.

El Gran Farini entre Lulú (izquierda) y una artista no identificada (Londres, 1875)

En 1866 parte en una nueva gira, esta vez a Europa, acompañado de un niño de diez años llamado Sam Wasgate, al que había adoptado y que se convertiría en su compañero de espectáculo en el trapecio bajo el nombre de "Farini e hijo, los Farini Voladores". En 1867 Sam es sustituido por una acróbata femenina llamada Lulú... que no es otra que el propio Sam, con el pelo largo, maquillaje y ropa de mujer. "Lulú Farini" se haría muy popular, incluso después de que en 1876, a raiz de un pequeño accidente mientras actuaba en Dublín, se revelase su verdadera identidad, y aunque después de eso volvería a lucir aspecto masculino, conservaría el nombre de Lulú y acabaría casándose con una de las hijas de Farini.

En 1869 Farini decide retirarse de las actuaciones; los años de intensa actividad física comienzan a pasarle factura y no quiere esperar a sufrir un accidente grave. Pero no abandona el mundo del circo, convirtiéndose en entrenador de acróbatas y diseñador de nuevos números. Se le considera inventor del famoso número del hombre-bala, en el que una persona es lanzada desde un cañón (mediante un muelle o un dispositivo de aire comprimido) hacia una red estratégicamente dispuesta, que se usa por primera vez en 1877.

El Gran Farini y su hija adoptiva Krao Farini (1876?-1926)

En 1871 se casa con una mujer inglesa llamada Alice Carpenter, con la que tiene dos hijos y de la que se divorciaría en 1880. En marzo de 1881 regresa a Estados Unidos con planes para fundar un gran circo en asociación con el empresario circense William Cameron Coup, aunque el proyecto no llega a consumarse. En 1882 se dedica a preparar varios espectáculos para el Real Acuario de Londres, y ese mismo año adopta a una niña laosiana llamada Krao, afectada de hipertricosis (un síndrome que provoca que quienes lo padecen tengan todo el cuerpo cubierto de vello). Al parecer Krao había sido encontrada por el explorador noruego Carl Bock durante una expedición al sudeste asiático financiada por Farini. Diversas historias circulan sobre el origen de Krao: que si era miembro de una tribu de hombres-mono, que si había sido un regalo a Bock del rey de Birmania, que si Bock y Farini la habían capturado en la selva de Laos... De nada hay pruebas concluyentes. Lo cierto es que a partir de octubre de 1882 Krao comienza a ser exhibida, primero en Londres y luego en el resto de Europa, siendo presentada como un "eslabón perdido" y una prueba de la teoría de la evolución de Darwin. En 1884 viajaron a EEUU, donde siguió siendo exhibida durante años. En 1899 Krao hizo una gira por Inglaterra y posteriormente regresó a EEUU, donde formó parte del circo de los Ringling Brothers. Krao Farini vivió los últimos años de su vida en Nueva York, llevando una vida discreta en Brooklyn, y murió a causa de la gripe en abril de 1926, dejando dispuesto que su cuerpo fuera incinerado para evitar que fuera exhibido como una curiosidad tras su muerte.

"Caza de jirafas en el Kalahari", una de las numerosas fotografías que Lulú Farini tomó durante su expedición a través del Kalahari (1885)

En 1885 Farini, buscando nuevas aventuras, viaja a África con la intención de cruzar a pie el desierto del Kalahari, de casi un millón de kilómetros cuadrados de superficie. Le acompaña Lulú, quien se encarga de llevar un registro minucioso de la expedición, incluyendo mapas y fotografías. Fue un viaje arduo, de más de mil kilómetros, durante el cual Farini se perdió durante dos días en el desierto y estuvo a punto de morir. Pero al final lo consiguieron; se les considera los primeros hombres blancos en cruzar el Kalahari. A su vuelta trajeron pieles de animales salvajes y cuernos de rinoceronte, muestras botánicas y abundante información antropológica de sus contactos con la etnia joisán, a la que pertenecen las tribus de los bosquimanos y hotentotes. 

A su regreso en Londres Farini presentó un exhaustivo informe de su expedición ante la Royal Geographical Society, afirmando entre otras cosas haber hallado las ruinas de una misteriosa ciudad enterradas en la arena del desierto, de las que había visto los restos de lo que él creía era un gran templo y varios monumentales bloques de piedra. La Ciudad Perdida del Kalahari se convirtió en una leyenda y muchos trataron, sin éxito, de encontrar dichos restos, a pie o en avión, pero nadie halló ni el más mínimo rastro. En 1964 un geólogo llamado A. J. Clement propuso la teoría de que en realidad las supuestas ruinas no eran más que un afloramiento de dolerita, una roca ígnea de gran dureza que tiende a fracturarse en bloques rectos que en ocasiones pueden parecer construcciones artificiales.

En 1886 Farini publicó un libro sobre su aventura: Through the Kalahari Desert: A Narrative of a Journey With Gun, Camera, and Note-Book to Lake N'gami and Back (A través del desierto del Kalahari: una narración de un viaje con pistola, cámara y libreta al Lago N'gami y de vuelta). Ese mismo año se casaba por tercera vez, con una pianista alemana llamada Anna Müller, hija de un primo del compositor Richard Wagner. Siguió trabajando como promotor de espectáculos como el primer salto en paracaídas desde un globo aerostático (efectuado por el norteamericano Thomas Scott Baldwin en 1887). En 1890 se retiró y se instaló con su esposa en el distrito londinense de Forest Hill, donde se dedicó a cultivar flores y a inventar. En 1899 se mudó con su familia a Toronto, enfocándose en las artes plásticas (pintura y escultura). En 1909 volvió a trasladarse, esta vez a Alemania, donde ejerció como traductor y escribió una monumental historia de la Primera Guerra Mundial en treinta volúmenes, escrita desde el punto de vista de los alemanes. En 1920 regresó a América y, tras vivir en varios lugares del estado de Nueva York y de Ontario, acabó regresando a Hope Township (ahora parte de la municipalidad de Port Hope) donde pasó sus últimos años, hasta su muerte por gripe en enero de 1929, con 90 años cumplidos y dejando atrás una vida errante y aventurera.

Tras su muerte, su legado (libros, documentos, fotografías, inventos) pasó a ser propiedad de los Archivos de Ontario.