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domingo, 22 de junio de 2025

Juan Valiente



Había nacido a principios del siglo XVI (probablemente en torno a 1505) en África Occidental, en lo que hoy es Senegal. Pertenecía a la etnia wolof, y se llamaba Sangor, aunque sería protagonista de una de las páginas más curiosas de la conquista española de América bajo otro nombre: Juan Valiente.

Tenía algo más de veinte años cuando corrió el mismo infortunio que miles de africanos a lo largo de varios siglos: tomado prisionero por una tribu rival, fue vendido a unos tratantes de esclavos portugueses que lo llevaron primero al archipiélago de Cabo Verde y luego al otro lado del océano, a la ciudad mexicana de Veracruz, donde fue vendido. Su comprador fue Alonso Valiente, un conquistador natural de la localidad extremeña de Medina de las Torres, primo y secretario de Hernán Cortés. Alonso lo llamó Juan y le otorgó su apellido, llevándoselo consigo como criado y escudero, primero a Ciudad de México y luego a Puebla, ciudad que el propio Alonso había ayudado a fundar y de la que sería alcalde. 

Durante cuatro o cinco años Juan sirve a su amo con diligencia y lealtad, pero nunca se conformará con su situación. Sin resignarse a pasar el resto de su vida como un esclavo, en 1533 llega a un acuerdo con Alonso Valiente para comprar su libertad. Con el permiso de su amo, Juan se alistará en alguna de las expediciones que se dirigen a Sudamérica, donde la conquista no había terminado y había posibilidades para que un hombre con coraje, decisión y algo de fortuna se hiciera rico. Pasados cuatro años, Juan pagaría a Alonso por su libertad con el dinero que obtuviera. En caso de no poder hacerlo, tendría que regresar y volver a ser su sirviente.

Juan Valiente viaja a Guatemala, donde en 1533 se une a la expedición de Pedro de Alvarado, quien ha obtenido del rey Carlos I el permiso para aventurarse al sur de los territorios que hasta entonces controlaba España en Sudamérica, bajo la gobernación de Francisco Pizarro, y que se extienden hasta la ciudad de Cuzco. La expedición de Alvarado, formada por unos 4000 hombres, de las cuales la mitad eran guerreros tlaxcaltecas, desembarca en bahía de Caráquez (Ecuador) en febrero de 1534; pero, tras varios meses vagando por la selva ecuatoriana y habiendo perdido numerosos hombres a causa de las enfermedades y el clima, Alvarado decide regresar a Guatemala en agosto tras pactar con Diego de Almagro y Gonzalo Pizarro, quienes también reclamaban derechos sobre los territorios al sur de Cuzco, a los que les cede a cambio de una indemnización sus barcos, caballos y los hombres que quisieran quedarse; entre ellos, Juan Valiente.

Tráfico de esclavos africanos

En julio de 1535 Almagro parte de Cuzco al frente de 500 soldados, un centenar de negros (tanto esclavos como hombres libres), entre ellos Juan, y varios miles de indios como porteadores, rumbo a Chile, donde esperaban encontrar grandes riquezas. La expedición resultó un rotundo fracaso; tras perder miles de hombres por las enfermedades, el frío y los encuentros con indios hostiles, Almagro y los suyos regresan a Cuzco en febrero de 1537 sin haber encontrado las riquezas que buscaban.

Mejor le va a Juan Valiente en su siguiente aventura. En enero de 1540 Pedro de Valdivia, maestro de campo de Francisco Pizarro, encabeza una nueva expedición a Chile, a pesar de los malos resultados de la expedición de Almagro, a la que de nuevo se une Juan. Valdivia, nombrado Gobernador y Capitán General en junio de 1541, no solo logra asentar el dominio español sobre aquellos territorios, sino que encuentra un importante yacimiento de oro en el estero Marga Marga. En esa misma expedición, en la que se funda la ciudad de Santiago de Chile, el buen hacer de Juan Valiente hace que Valdivia le recompense con una encomienda en las orillas del rio Mapocho, a la vez que lo asigna como parte de la guarnición que se encarga de custodiar los lavaderos del Marga Marga, donde trabajan un millar de indios. Sin embargo, en agosto de 1541 los indios de la zona se rebelan contra los españoles, masacrando a casi toda la guarnición y destruyendo los lavaderos y un pequeño astillero que Valdivia había ordenado construir cerca de ellos. De toda la guarnición solo dos hombres logran escapar: Juan Valiente y Gonzalo de los Ríos.

En 1542 llega a Chile un nieto de Alonso Valiente, con el encargo de su abuelo de averiguar el paradero de Juan y reclamarle el pago del dinero acordado, o de no tenerlo, de llevarlo de vuelta a México. No se sabe exactamente como discurrió el encuentro pero, dado que el joven regresó a México sin dinero y sin Juan, todo hace pensar que acordaron una prórroga del acuerdo.

Pedro Gutiérrez de Valdivia (1497-1553)

Juan Valiente sigue destacando a las órdenes de Valdivia. En 1546, tras su brillante actuación en la victoria de Quilacura contra los mapuches, Valdivia le nombra capitán, a pesar de que técnicamente sigue sin ser un hombre libre. Poco después se casa con una mujer llamada Juana de Valdivia, una antigua esclava propiedad de Pedro de Valdivia, a la cual este concede la libertad para que pueda casarse con Juan. Del matrimonio nacerían dos hijos. En 1550 Juan Valiente recibió como premio a sus servicios una encomienda llamada Toquihua, situada entre los ríos Maule y Ñuble.

Gracias a esta generosa concesión Juan ya está en disposición de cumplir su acuerdo con Alonso Valiente y pagarle la suma acordada por su liberación. Juan envía el dinero a Alonso a través de un oficial real como intermediario; pero el mensajero resulta no ser digno de confianza, y se da a la fuga con el dinero.

En 1554 Alonso Valiente, sin noticias de Juan y creyendo seguramente que su esclavo trataba de eludir su acuerdo, envía a un representante a Chile con órdenes de apresarlo e incautar sus bienes; pero el emisario solo puede confirmar su muerte: Juan, valeroso y leal hasta el final, había caído solo unos meses antes en la tristemente célebre batalla de Tucapel, en la que Pedro de Valdivia y sus hombres habían sido masacrados por un ejército mapuche abrumadoramente superior en numero.

A pesar de que Juan Valiente nunca dejó de ser un esclavo, su hijo mayor logró heredar su encomienda y mantener su propiedad a pesar de que trataron de arrebatársela en más de una ocasión. En Chile llevan su nombre sendas calles en la comuna de Vitacura (Santiago de Chile) y la ciudad de San Pedro de la Paz.


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