Verba volant, scripta manent

domingo, 6 de junio de 2021

El libro que provocó una ola de suicidios



El escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe publicó en 1774 su novela Die Leiden des jungen Werthers (traducida al español como Las penas del joven Werther o Las desventuras del joven Werther), que con el tiempo se convertiría en una de sus obras más célebres. El libro cuenta la historia de Werther, un joven artista de carácter sentimental que se enamora perdidamente de Lotte, una joven comprometida con otro hombre. Después de que la joven lo rechace y de que sus intentos por olvidarla fracasen, Werther pone fin a su sufrimiento suicidándose de un disparo.

Aunque Goethe afirmó en varias ocasiones que la novela era puramente ficción, se sabe que la trama se inspira en dos acontecimientos de la vida del propio autor. Por un lado, su enamoramiento en 1772 de una mujer casada llamada Charlotte Buff, que no le correspondió. Por otro, el suicidio el 30 de octubre de 1772 de su gran amigo Carl Wilhelm Jerusalem, un joven funcionario de apenas 23 años que se quitó la vida tras saber que la mujer de la que estaba enamorado se había comprometido con otro hombre. La muerte de Jerusalem le afectó profundamente; no solo Werther se suicida de la misma forma que Jerusalem (sentado en su escritorio, disparándose en la cabeza con una pistola prestada, tras haber escrito varias cartas de despedida) sino que incluso la ropa que lleva el personaje al morir (casaca azul, chaleco amarillo y botas altas) es la misma que llevaba Jerusalem.

El libro obtuvo un éxito inmediato; antes de que hubiera terminado 1775 se habían impreso tres ediciones más y se había traducido al francés, y luego lo sería al inglés, holandés, sueco, ruso y español (1803). Se convirtió en un libro de culto, sobre todo entre los jóvenes. Muchos imitaban a Werther: se vestían como él, hablaban como él. Además de los libros, se vendían con gran éxito multitud de objetos inspirados en la novela: ilustraciones, figuras de porcelana, perfumes. Figuras célebres se convirtieron en notorios admiradores de la obra, como el mismo Napoleón Bonaparte, quien siempre llevaba un ejemplar consigo en sus campañas militares. Pero la admiración hacia la novela y la identificación de algunos lectores con su personaje principal provocó que las acciones de Werther fueran imitadas hasta sus últimas consecuencias.

Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832)

El primer caso de un suicidio aparentemente inspirado por la novela de Goethe se menciona en una carta del escritor Friedrich Nicolai fechada en enero de 1775; se trataba de una joven inglesa que se había envenenado por un desengaño amoroso, y que antes de morir había confesado a su familia que se había inspirado en el libro para ello. Más casos fueron saliendo a la luz: un joven apellidado Von Lütichow en mayo de ese mismo año (que se pegó un tiro con el libro a su lado), un joven apellidado Karstens que se pegó un tiro con el libro abierto a su lado y que en sus últimas voluntades pidió ser enterrado como Werther (vestido con su traje y enterrado entre dos árboles), una joven llamada Christel von Lassberg que tras un desengaño amoroso se ahogó en el río Ilm llevando un ejemplar de Werther en el bolsillo, un militar llamado Gottlieb von Arenswald que se suicidó dejando una carta de despedida en la que cita las mismas palabras que Werther escribe en la suya (¡La hora decisiva ha llegado! Las pistolas están cargadas)... Los casos se sucedían allí donde se publicaba el libro. En una época de exaltación de los sentimientos, donde la llegada del Romanticismo era inminente, los suicidios por amor eran vistos con interés más que con censura, destacando más la pasión de los suicidas que el drama que suponían. Muchos jóvenes con el corazón roto veían sus penas reflejadas en las de Werther y acababan por seguir sus mismos pasos.

Esta sucesión de muertes no tardó en provocar la reacción  de las autoridades. Las primeras, las de la ciudad alemana de Lepizig, quienes ya en 1775 prohibieron la venta del libro por ser "una incitación al suicidio" que podía "impresionar a las personas débiles y a las mujeres". Los 28 libreros de la ciudad aceptaron la prohibición bajo la amenaza de una multa de 10 táleros. En 1776 Austria y Dinamarca también prohibieron la circulación del libro, y a ellos se sumarían otros países y regiones. Incluso en España la Iglesia católica incluyó el libro en su tristemente célebre Índice de Libros Prohibidos, aunque curiosamente no por incitar al suicidio sino por ser una "licenciosa elegía del adulterio y el erotismo".

Hubo también quien trató de "arreglar" por su cuenta la novela. Friedrich Nicolai escribió un nuevo final para la novela, que pasaría a titularse Die Freuden des jungen Werther (Las alegrías del joven Werther), en el cual Albert, el marido de Lotte, impide el suicidio del joven y acepta divorciarse de su esposa para que ella y Werther puedan estar juntos. A Goethe le indignó el atrevimiento de Nicolai y convirtió a Nicolai en su enemigo literario, un enfrentamiento que duraría toda su vida. El propio Goethe, preocupado por los acontecimientos, publicó una nueva versión de la obra en 1787, en la que atribuía el suicidio de Werther a una enfermedad nerviosa y no al rechazo de Lotte, y hacía esta explícita advertencia al lector: "Sé un hombre y no sigas mi ejemplo".

Con el tiempo, el número de muertes aparentemente inspiradas en Werther fue disminuyendo y las prohibiciones se fueron levantando. El último país en hacerlo fue Noruega, que la mantuvo hasta la década de 1820. No hay un estudio fiable sobre el número de muertes atribuibles a la influencia del libro, pero las distintas fuentes hablan de entre 40 y 2000.

El fenómeno atribuido a esta novela dio nombre a lo que en psicología se conoce como efecto Werther: el efecto imitativo de la conducta suicida, que provoca que el número de suicidios se incremente cada vez que en los medios de comunicación se difunde alguna noticia relacionada con un suicidio.

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