Áureo con la efigie de Marco Junio Bruto |
El 15 de marzo del año 44 a. C., los célebres Idus de marzo, un grupo de conspiradores acababa con la vida de Julio César, cosiéndolo a puñaladas en el mismo Senado, frente a la estatua de Pompeyo, que el propio César había ordenado colocar allí. Al frente de los agresores estaban Marco Junio Bruto y su cuñado, Cayo Casio Longino, quienes veían con preocupación la acumulación de poder en la persona de César (que se había hecho nombrar dictador perpetuo y había asumido muchos de los poderes del Senado) y temían que su siguiente paso fuera proclamarse rey y acabar con la República. Entre los demás conspiradores también había ex-partidarios de Pompeyo (a quien César había derrotado en una guerra civil unos años antes), y otros que actuaban movidos por la ambición o el rencor.
Sin embargo, los conspiradores no obtuvieron del pueblo romano la respuesta que esperaban. Pese a que trataron de justificarse públicamente afirmando haber actuado contra un tirano en defensa de la República (llegando a llamarse a si mismos Liberatores, Liberadores), los romanos recibieron la noticia con disgusto y hostilidad. Finalmente obtuvieron ayuda de quien menos lo esperaban: Marco Antonio, el lugarteniente de César, quien, lejos de buscar venganza, intercedió ante el pueblo prometiéndoles que se haría justicia, a la vez que conseguía que el Senado aprobase una amnistía general para los conspiradores e incluso, hizo nombrar a Bruto y a Casio procónsules en Macedonia y Siria, respectivamente, para alejarlos de Roma, al menos mientras no se calmaran las cosas.
Denario de plata con la efigie de Julio César |
No contaban con que César había designado como heredero a Cayo Octavio, su sobrino nieto, al que también adoptaba de manera póstuma con el nombre de Cayo Julio César Octavio, y que años más tarde se convertiría en el emperador César Augusto. Octavio, pese a tener apenas 18 años, demostró ser un hábil político y militar. Reunió a los partidarios de César (incluidos buena parte de sus soldados, que profesaban a César una lealtad absoluta que también profesarían a Octavio), acudió a Roma reclamando el legado de su tío, se enfrentó a Marco Antonio, en el Senado primero y en el campo de batalla después, y tras derrotarlo, llegó a un acuerdo con él y con otro destacado líder cesarista, Marco Emilio Lépido, para repartirse el control del territorio romano en lo que fue el Segundo Triunvirato.
Como parte del acuerdo de paz, Octavio exigió que se castigara a los asesinos de César. La mayoría de los principales implicados ya había huido a Oriente a unirse con Bruto y Casio, quienes preparaban un ejército para enfrentarse a las tropas de los triunviros, pero hacia los que se quedaron en Roma no hubo piedad alguna. Trescientos senadores y dos mil équites, según Apiano (bastantes menos, según Tito Livio) fueron proscritos, procesados y, si no habían tenido la precaución de escapar, ejecutados, y sus bienes confiscados.
Mientras, Bruto y Casio habían unido sus tropas y formado un numeroso ejército para resistir el inminente ataque de las tropas de Octavio y Marco Antonio. Pero para mantener un ejército así hace falta mucho dinero para pagar a los soldados. Y Bruto y Casio no lo tenían. Tenían oro y plata, que habían obtenido esquilmando las provincias orientales, y también de sus aliados los tracios. Pero no dinero acuñado, ya que la ceca estaba en Roma y quedaba fuera de su alcance. Así que empezaron a acuñar ellos mismos áureos, denarios y quinarios, usando una ceca móvil que se movía cada vez que el ejército se trasladaba. No era un proceso que le resultara desconocido a Bruto, ya que uno de los cargos que había ostentado durante su carrera política era el de maestro de ceca y responsable de la acuñación de moneda.
Denario de plata acuñado por Bruto |
Las primeras monedas acuñadas, en el año 43 a. C., mostraban motivos corrientes. Sin embargo, a partir del año 42 a. C. tomaron la decisión de empezar a acuñar monedas con la efigie del propio Bruto (también algunas con la de Casio). Aquello era algo insólito en la tradición numismática romana. Que la efigie de una persona viva apareciera en las monedas no había pasado hasta el año 44 a. C., siendo el mismo Julio César el primero en hacerlo. Y de hecho, esta decisión había sido uno de los factores que había convencido a los conspiradores de que César planeaba proclamarse rey.
En estas monedas suele aparecer en el anverso la efigie de Bruto con la inscripción BRVT IMP (Bruto emperador; por aquel entonces, imperator no tenía el sentido que se le daría después y era únicamente un título militar). En el reverso suele aparecer algún motivo relativo a la libertad, como un píleo (un tipo de gorro) y dos puñales, o símbolos militares como corazas y escudos, con la inscripción EID MAR (Eidibus martiis, los Idus de marzo). A veces también aparece el nombre del maestro de ceca que las acuñó, L PLAET CEST (Lucio Plaetorius Cestianus). Probablemente, hacer acuñar monedas con su efigie era una manera que tenían de reivindicar sus acciones o de resaltar su independencia de los que por entonces controlaban Roma.
Estas monedas son hoy en día extremadamente raras y valiosas. Se conservan apenas un centenar de las de plata y solo 17 áureos, a pesar de que debieron acuñarse en gran cantidad. Se especula con que después de la muerte de Casio en la batalla de Filipos (42 a. C.) y la de Bruto poco después, Octavio y Marco Antonio confiscaron todas las monedas que encontraron y las hicieron fundir para acuñar otras nuevas. Aún así, el historiador Dion Casio las menciona en su Historia Romana (250 años después de ser acuñadas) lo que demostraría que seguían siendo apreciadas, al menos por una parte de la sociedad romana.
Áureo de Bruto perteneciente al Museo Británico |
La mayoría de estos áureos están en colecciones privadas. Hay uno en el Museo Británico (que tiene la peculiaridad de presentar un agujero para ser utilizada como colgante) y otra en la colección del Deutsche Bank. Otra fue subastada en Ginebra en diciembre de 2024, alcanzando casi los dos millones de euros, y otra más fue devuelta a Grecia en 2023 por las autoridades norteamericanas: había sido comprada por un coleccionista estadounidense en Londres en 2020, pero al tener dudas sobre su procedencia, la entregó a las autoridades (resultó que había sido robada de un yacimiento arqueológico griego (en el lugar en el que había estado uno de los campamentos del ejército de Bruto).