Una de las imágenes icónicas de las Olimpiadas de Barcelona 92 fue la de la selección lituana de baloncesto acudiendo a recibir sus medallas de bronce llevando puestas unas singulares y coloridas camisetas que causaron sensación. Unas camisetas tras las cuales había una curios historia que mezclaba deporte, música y solidaridad.
El baloncesto, inventado en 1891 por un profesor de educación física llamado James Naismith que buscaba una actividad física que sus alumnos pudieran practicar bajo techo durante los largos y fríos inviernos de Massachussets, tuvo un éxito inmediato y se extendió con gran rapidez: el primer partido en Europa se jugó en 1893, el primer partido entre universidades en 1895, en 1896 se jugó el primer partido entre equipos profesionales y en 1898 se creó la primera liga profesional. Y uno de los lugares donde más rápida y profundamente se enraizó fue Lituania, que por aquel entonces todavía formaba parte del Imperio Ruso. Los lituanos hicieron suyo aquel deporte con una pasión y un entusiasmo inéditos, convirtiéndolo en un símbolo de su país. Tanto es así que, a pesar de su pequeño tamaño (hoy en día su población no alcanza los tres millones de habitantes), Lituania, tras conseguir su independencia en 1918, se proclamó campeona de Europa en 1937 y 1939.
Y luego en 1940 la Unión Soviética se anexionó el país, que durante el siguiente medio siglo pasó a ser una de las Repúblicas Soviéticas que la formaban. La pasión de los lituanos por el baloncesto continuó, y siguieron formando grandes jugadores, que pasaron a ser parte fundamental de la exitosa selección soviética (dos veces campeona olímpica, tres del mundo y catorce de Europa). Un buen ejemplo de ello fue la selección soviética campeona olímpica en Seúl 1988: cuatro de los cinco jugadores de su quinteto inicial habitual (Sarunas Marciulionis, Arvydas Sabonis, Rimas Kurtinaitis y Valdemaras Chomicius) eran lituanos y, además, nacidos en la ciudad de Kaunas.
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Michael Jordan posa con la mítica camiseta lituana |
En 1990 la Unión Soviética colapsó y Lituania recuperó su independencia. Por primera vez en cincuenta años, los lituanos tenían la ocasión de ver a sus jugadores defendiendo a su país y no a otra selección. Ese mismo año de 1990 se fundaba la Federación Lituana de Baloncesto (LKF), que fue aceptada como miembro de la FIBA al año siguiente. Los Juegos Olímpicos de Barcelona se acercaban, y era la primera gran ocasión de los lituanos para presentarse en el escenario internacional. Pero, desgraciadamente para ellos, la caótica situación económica de todas las repúblicas ex-soviéticas también afectaba a Lituania. El gobierno lituano carecía de recursos para la LKF, y ello amenazaba las posibilidades de su selección de participar primero en el Torneo Pre-Olímpico que se celebraría en España, donde se concederían las últimas plazas para el torneo; y luego, en caso de clasificarse, de participar en las Olimpiadas. Por eso, los miembros del equipo comenzaron a moverse por su cuenta para conseguir el dinero necesario.
Por aquel entonces Sarunas Marciulionis ya jugaba en la NBA, en las filas de los Golden State Warriors de San Francisco. Había sido el primer jugador soviético en irse a la NBA, en 1989, y no había tardado en ganarse el aprecio de su afición, por su buen hacer en la cancha y por haber participado como voluntario en las labores de ayuda a las víctimas del terremoto que afectó a la ciudad el 17 de octubre de 1989. Con la ayuda de Donnie Nelson, entrenador asistente de los Warriors e hijo del entrenador principal Don Nelson, Marciulionis empezó a pedir ayudas y donativos para su selección, igual que sus compañeros hacían en los países en los que jugaban.
Los esfuerzos de Marciulionis y Nelson no pasaron desapercibidos para un periodista deportivo llamado George Shirk, el cual escribió un artículo en el San Francisco Chronicle. Por aquello del destino, ese artículo fue leido por Dennis McNally, relaciones públicas de la banda californiana de rock psicodélico Grateful Dead, el cual se lo mostró a los miembros del grupo. Los Grateful Dead sintieron de inmediato simpatía por los lituanos y su causa, que el batería Mickey Hart definió como "una lucha por la vida y la libertad". Así que hicieron una generosa donación económica al equipo lituano. Pero hicieron algo más: se pusieron en contacto con el diseñador neoyorquino George Speirs, responsable de las portadas de varios de los discos de la banda, y le pidieron que diseñara unas camisetas para enviarselas a la selección lituana como muestra de apoyo. Y Speirs se sacó de la manga aquellas geniales camisetas, tan psicodélicas como la música del grupo, con los colores rojo, verde y amarillo de la bandera lituana y un esqueleto (apodado Skullman y que ya había aparecido en varias portadas de los discos de los Dead) encestando una canasta.
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George Speirs |
A los jugadores lituanos les encantaron aquellas camisetas, tan coloridas y vibrantes, en contraste con los uniformes de la época soviética, mayormente grises y azules. El propio Sabonis admitió que lo primero que había pensado al verlas era "Guau, esta es de verdad una Lituania libre". Con el dinero recaudado, los lituanos, con Vladas Garastas como seleccionador y Raimundas Sargunas, Donnie Nelson y el español Javier Imbroda como ayudantes, pudieron participar en el Pre-Olímpico (donde se clasificaron brillantemente ganando todos sus partidos) y luego en la Olimpiada, donde también tuvieron un papel destacado: perdieron solo un partido en fase de clasificación, llegaron hasta las semifinales, donde fueron barridos (127-76) por el legendario Dream Team norteamericano de Michael Jordan, Magic Johnson, Scottie Pippen y Larry Bird, entre otros, para luego acabar ganando la medalla de bronce; un triunfo de especial significado, ya que en el partido por la medalla derrotaron al Equipo Unificado (formado por las antiguas repúblicas de la URSS salvo las tres repúblicas bálticas). Y como muestra de agradecimiento, decidieron llevar las camisetas de Speirs en el momento de recibir la medalla.
Aquellas camisetas tuvieron un éxito rotundo. Se vendieron en grandes cantidades, convirtiéndose en uno de los souvenirs más buscados de aquellas Olimpiadas. Fue tal el éxito, que Speirs decidió renunciar al porcentaje que le correspondía de las ventas para que ese dinero fuera a parar a la selección lituana (convirtiéndose durante algún tiempo en su principal patrocinador) y a diversas entidades benéficas lituanas. Aún hoy en día, después de más de treinta años, siguen vendiéndose, con sus ingresos dedicados a la beneficencia. La fama de las camisetas llegó a tal punto que en 1993 Skullman se convirtió en el primer (y único) personaje dibujado en ingresar en el Basketball Hall of Fame (y en el Hall of Fame de cualquier otro deporte).
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