Verba volant, scripta manent

domingo, 26 de mayo de 2024

El caso Caillaux

Henriette Caillaux, n. Rainouard (1874-1943)

Joseph Marie Auguste Caillaux nació en Le Mans en 1863, hijo del político monárquico Eugène Caillaux, que fue parlamentario, senador y ministro de Obras Públicas (1874-76) y Hacienda (1877). Estudió derecho y ciencias políticas y fue inspector de Hacienda durante una década antes de dar el salto a la política como republicano moderado en 1898, cuando consiguió un escaño en el Parlamento en representación del departamento de Sarthe, derrotando al gran favorito, el monárquico Sosthène II de La Rochefoucauld, duque de Doudeauville y Bisaccia, que llevaba casi tres décadas ocupando aquel escaño. Sería reelegido varias veces, ocupando el escaño de Sarthe ininterrumpidamente hasta 1919.

Ya miembro del Parlamento, su experiencia como inspector le hizo progresar rápidamente. Nombrado ministro de Hacienda en 1899, permaneció en el cargo hasta 1902, y volvería a serlo varias veces más, entre 1906-1909, en 1911 y en 1913-14. También fue, brevemente, primer ministro y ministro del Interior durante apenas seis meses, entre junio de 1911 y enero de 1912. Sus ideas políticas también habían evolucionado, inclinándose hacia la izquierda y pasando de militar en la Alianza Democrática (centroderecha) a hacerlo en el Partido Radical (izquierda).

Joseph Marie Auguste Caillaux (1863-1944)

En lo personal, Caillaux se casó en 1906 con Berthe Gueydan, de la que se divorció en 1911 para casarse casi de inmediato con Henriette Caillaux, una guapa y acaudalada heredera, once años más joven que él, que también se había divorciado hacía poco del escritor Léo Claretie, con el que había tenido dos hijos. Juntos formaban uno de los matrimonios más famosos de la socialité parisina, ricos, influyentes y conocidos, y eran además un matrimonio muy unido; la propia Henriette había dicho que había encontrado "la más completa felicidad" en su segundo matrimonio.

Gaston Calmette (1858-1914)

Joseph había tenido que dimitir del cargo de primer ministro a principios de 1912, tras ser acusado de negociar en secreto con el gobierno alemán durante la reciente Crisis de Agadir, a espaldas del presidente Armand Fallières, pero había regresado al gobierno a finales de 1913 como ministro de Hacienda. A raiz de ello sus enemigos políticos habían lanzado una campaña de desprestigio contra él cuya cara más visible era el periodista Gaston Calmette, director del periódico conservador Le Figaro. Calmette, a través de su periódico, lanzó una serie de virulentos ataques contra Caillaux en los que se le acusaba de haber saboteado la aprobación de una ley para el establecimiento de un impuesto sobre la renta (que había apoyado en público), de haber recibido dinero de forma ilegal para sus campañas electorales o se recordaba su implicación en el caso Rochette (un especulador financiero acusado de varias estafas, que supuestamente había usado su dinero e influencia para evitar su procesamiento, y que tenía amigos en común con Caillaux). El encono de Calmette hacia el ministro llegó hasta el punto de que Le Figaro publicó varias cartas personales de Caillaux, conseguidas de manera poco clara (aparentemente, sobornando a una de sus doncellas para que la robara), para reforzar sus acusaciones. Entre las cartas publicadas había una que, si bien no tenía interés político, si resultó perjudicial para su reputación pública, ya que revelaba que Joseph y Henriette habían comenzado su relación en 1907, cuando todavía estaban casados con sus respectivas parejas, generando un notable escándalo en los círculos sociales en los que ambos se movían.

La tarde del 16 de marzo de 1914 Henriette acudió a las oficinas de Le Figaro vestida con un largo abrigo y las manos metidas en un manguito de piel, pidiendo hablar con Calmette. Allí le dijeron que no estaba, pero que no tardaría en volver, así que decidió esperarlo. Una hora más tarde Calmette entraba en la redacción acompañado de su amigo el novelista Paul Bourget y se sorprendía al ver a la señora Caillaux esperándole. Tras invitarla a pasar a su despacho, ella le preguntó si sabía por qué estaba allí. El le respondió que no; acto seguido, ella sacó de su manguito una pistola Browning modelo 1906 del calibre 32 que había comprado ese mismo día y disparó en seis ocasiones contra el periodista, alcanzándolo en cuatro. Henriette Caillaux fue de inmediato desarmada y reducida (aunque no había mostrado intención alguna de huir) mientras Calmette era llevado al hospital, donde moriría seis horas más tarde. La policía acudió de inmediato y trató de llevarse a Henriette a comisaría, pero ella se negó a subir a un coche policial y exigió que su chófer la llevara en su propio coche, que seguía aparcado frente al periódico. La policía acabó por aceptar y Henriette, tras ser fichada, fue conducida a la cárcel de mujeres de Saint-Lazare.

Como era de esperar, el escándalo fue monumental, acaparando portadas de la prensa nacional e internacional, desplazando incluso a las noticias sobre la tensa situación política en Europa que desembocaría poco después en el estallido de la Primera Guerra Mundial. Joseph Caillaux dimitió de todos sus cargos al día siguiente del asesinato, y se mantuvo en todo momento al lado de su esposa. Inevitablemente, las opiniones sobre el crimen se dividieron según creencias políticas: para los correligionarios izquierdistas de Caillaux se había tratado de un crimen pasional, una venganza por la publicación de sus cartas íntimas; mientras que para la derecha era un crimen de cariz político, en el que Henriette buscaba (por iniciativa propia o instigada por su marido) eliminar a uno de sus más feroces rivales políticos.

Mme. Caillaux durante su juicio

El juicio comenzó el 20 de julio. Henriette se enfrentaba a una condena de cadena perpetua o incluso a la pena de muerte; pero su abogado Fernand Labori, muy inteligentemente, supo explotar a su favor los prejuicios y el machismo imperantes en la Francia de principios del siglo XX. Desde un primer momento señaló el suceso como un crimen pasional cometido por impulso, y dado que las mujeres eran "emocionalmente más débiles que los hombres" y por su naturaleza estaban "más inclinadas a realizar actos irracionales", Henriette debía ser absuelta ya que "sus emociones no podían ser controladas por su débil razón". La Fiscalía incluso aceptó parte de este razonamiento, descartando la premeditación y pidiendo una pena de solo cinco años de cárcel. Sin embargo, la hábil defensa de Labori logró convencer al jurado (íntegramente masculino) que en su veredicto leído el 28 de julio (el mismo día que estallaba la guerra en Europa) declaraba a Henriette Caillaux inocente de todo cargo, con once votos a favor y uno en contra. Algunos criticaron la sentencia, argumentando que Joseph Caillaux había usado su influencia sobre la fiscalía y el juez Boucard para obtener un trato de favor, e incluso de que varios miembros del jurado eran miembros de su partido.

Durante la guerra Caillaux, convencido pacifista, fundó un partido antiguerra abogando por llegar a una paz negociada al conflicto, lo que le valió numerosas críticas e incluso ser acusado de traidor. En 1918 fue arrestado acusado de connivencia con el enemigo, después de que el Parlamento votara masivamente a favor de retirarle su inmunidad. Pese a que contra él solo se pudo alegar su actividad como pacifista, fue condenado en febrero de 1920 a tres años de cárcel y cinco de destierro, una sentencia que levantó grandes críticas en un amplio sector de la política francesa e incluso una protesta oficial por parte de la Liga de Derechos Humanos.

En 1925, tras la llegada al poder del izquierdista Édouard Herriot, Caillaux fue indultado y rehabilitado y regresó a la política. Recuperó su escaño por Sarthe e incluso volvió a ejercer como ministro de Hacienda en 1925 y 1926. Permaneció en política hasta 1940, poco después de la invasión alemana y el establecimiento del régimen del mariscal Petain, retirándose con su esposa a su casa de Mamers para escribir sus memorias, y moriría en noviembre de 1944, con 81 años.

En cuanto a Henriette, tras ser absuelta procuró llevar una vida discreta. A principios de la década de 1930 se graduó en la École du Louvre con una tesis sobre el escultor Jules Dalou (1838-1902). En 1935 publicó un libro sobre la vida y la obra de Dalou, que incluía un catálogo de su obra conocida, y que se convertiría en un libro de referencia sobre el escultor. Murió en enero de 1943 en Mamers, a los 68 años de edad

domingo, 19 de mayo de 2024

Kingo Nonaka, un japonés en la Revolución mexicana

Kingo Nonaka (1889-1977)

Kingo Nonaka nació en 1889 en la prefectura de Fukuoka, al norte de la isla japonesa de Kyūshū. Trabajó como agricultor y pescador de perlas hasta que con 17 años emigró a México acompañando a su hermano mayor y a su tío. Su hermano, sin embargo, enfermó durante el viaje y tuvo que ser desembarcado en Hawai. Kingo y su tío se establecieron en Salina Cruz (Oaxaca), donde encontraron trabajo en una plantación de café. Lamentablemente, su tío murió de malaria, y como el trabajo en la plantación era agotador, Kingo decidió buscar nuevos horizontes y viajar a Estados Unidos, aunque fue incapaz de cruzar la frontera en Ciudad Juárez.

En Ciudad Juárez fue acogido por una familia local, los Cardón, quienes incluso lograron que se bautizara, adoptando el nombre de José Genaro Kingo Nonaka. En un hospital local estudió enfermería y consiguió una licencia para trabajar como enfermero. El 6 de marzo de 1911 se encontraba de vacaciones visitando a un compatriota llamado Ricardo Nakamura cuando se produjo la batalla de Casas Grandes, en la que las tropas rebeldes que se habían levantado contra el dictador Porfirio Díaz a las órdenes del futuro presidente Francisco Madero atacaron a la guarnición federal de la localidad. Durante el enfrentamiento Madero resultó herido en una mano y sus hombres buscaron atención médica para él, encontrando a Kingo, quien curó sus heridas. A Madero le cayó simpático y lo reclutó para su ejército. 

Francisco Madero (1873-1913), con la herida recibida en Casas Grandes

Kingo permaneció a sus órdenes hasta que en 1913, ya convertido en presidente, Madero fue derrocado y asesinado en un golpe de estado a manos de Victoriano Huerta. Después de eso se unió a las fuerzas de otro de los grandes líderes revolucionarios, Pancho Villa, el Centauro del Norte, con el que alcanzó el rango de capitán en el Batallón de Sanidad de la División del Norte, donde era apodado "el samurai". En total, participó en 14 operaciones militares durante la Revolución, 2 a las órdenes de Madero y 12 a las de Villa, y en octubre de 1915 colaboró, gracias a sus habilidades como buzo, en el rescate del cuerpo del general revolucionario Rodolfo Fierro, ahogado en la laguna de Casas Grandes.

Kingo Nonata, señalado con un círculo rojo, conduce una carreta. En primer término, Pancho Villa.

En 1915 dejó el ejército revolucionario. Se casó con una enfermera llamada Petra García Ortega, con la que tendría cinco hijos (José, Virginia, María, Uriel y Genaro) y se instaló en Ciudad Juárez, de cuyo Hospital Civil llegó a ser jefe de Enfermería. En 1919 dejó el Hospital y empezó a dedicarse a la fotografía. En 1921 se instaló con su familia en Tijuana, donde abriría dos estudios fotográficos (Fotografía La Moderna y Fotografía Nonaka), además de trabajar para el cuerpo de policía de la ciudad. En 1924 adquirió la nacionalidad mexicana.

Con el tiempo, Kingo Nonaka se convertiría en cronista no oficial de Tijuana, fotografiando numerosos eventos sociales, deportivos y culturales, y retratando año tras año el crecimiento de la ciudad. Años más tarde donaría más de 300 negativos tomados en las décadas de 1920, 30 y 40 al Archivo Histórico de Tijuana. 

Kingo Nonaka y su familia, durante la Navidad de 1940

En 1942, tras el ataque a Pearl Harbor y de que México declarara la guerra a Japón, el gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho clausuró todas las asociaciones japonesas existentes en el país y obligó a todos los ciudadanos de origen japonés a instalarse en Guadalajara o en Ciudad de México, para poder ser vigilados por el ejército. La mayoría eligió Ciudad de México, donde ya existía una colonia de inmigrantes japoneses, y también Kingo Nonaka, que se mudó con su familia. Este confinamiento no fue demasiado severo con los japoneses; aunque sometidos a ciertas restricciones (se les prohibía reunirse en un número mayor de 10 personas o viajar de noche), pudieron seguir trabajando, fundar una escuela en lengua japonesa para sus hijos e incluso una asociación de asistencia (el Comité Japonés de Ayuda Mutua) para ayudar a los recién llegados.

Después de la guerra, Kingo Nonata siguió viviendo en Ciudad de México, donde fue uno de los fundadores del Instituto Nacional de Cardiología. También residió durante un tiempo en Monterrey, y murió en 1977, a los 88 años de edad. Sus restos descansan en el cementerio de Panteón Jardín, en la localidad de San Ángel, famoso porque en él se encuentran las tumbas de numerosas celebridades, especialmente del mundo del espectáculo, como los actores Arturo de Córdova y Jorge Negrete.

Kingo Nonaka fue reconocido en 1963 como veterano de la Revolución por el gobierno de Adolfo López Mateos. En septiembre de 1967 fue condecorado por sus servicios por el Secretario de Defensa Marcelino García Barragán, y fue homenajeado de nuevo en 1972 por el presidente Luis Echeverría Álvarez. En 2014 Genaro, el único de sus hijos que quedaba con vida, publicó el libro Kingo Nonaka. Andanzas revolucionarias, en el que recopilaba las aventuras de su padre durante su etapa en la Revolución.

domingo, 12 de mayo de 2024

Karen Silkwood

Karen Gay Silkwood (1946-1974)

Karen Gay Silkwood, la mediana de las tres hijas del matrimonio formado por Bill y Merle Silkwood,  nació en la ciudad texana de Longview el 19 de febrero de 1946. Era una chica texana corriente, que se casó joven, con apenas 19 años, con William Meadows, empleado de un oleoducto. Siete años y tres hijos más tarde, Karen solicitó el divorcio, debido a la mala cabeza de William con el dinero (lo que había llevado a la pareja a tener que declararse en bancarrota) y a que éste mantenía una relación adúltera con otra mujer que se negaba a terminar. Tras la separación, Karen, dispuesta a cambiar de vida, dejó a sus hijos con Michael y se mudó a Oklahoma City, donde trabajó algún tiempo como recepcionista en un hospital antes de conseguir trabajo como técnico de laboratorio en la Fábrica de Combustible Cimarron, propiedad de la empresa energética Kerr-McGee Corporation y situada en las proximidades de las localidades de Crescent y Cimarron City. La fábrica se dedicaba a elaborar combustible para reactores nucleares, tanto de uranio como MOX (mezcla de óxidos, una mezcla de uranio natural, uranio empobrecido y óxido de plutonio).

Al poco de ser contratada Karen, se declaró una huelga en la factoría, reclamando mejoras en las condiciones laborales. Karen nunca había tenido una especial inclinación hacia el activismo social o político, pero acababa de afiliarse al Oil, Chemical and Atomic Workers International Union (OCAW), un sindicato que agrupaba a trabajadores de los sectores petrolífero, químico y nuclear, así que tomó parte en la huelga, tras lo cual el sindicato la nombró miembro de su comité de negociación, siendo la primera mujer en desempeñar dicho cargo. A ella le encargaría el OCAW un informe sobre posibles violaciones de las normas de seguridad y salubridad en el trabajo por parte de la empresa.

Pellets de plutonio

El resultado de las investigaciones de Karen fue demoledor. Como la propia Karen Silkwood testificaría en el verano de 1974 ante la Comisión de Energía Atómica de EEUU, en la fábrica se estaban produciendo un número muy elevado de graves infracciones, que incluían la excesiva exposición de los trabajadores a la radiación, el manejo y almacenamiento incorrecto de los residuos radiactivos, la falta de material de seguridad como trajes de protección y duchas de descontaminación, la infracualificación de algunos trabajadores (que ocupaban puestos que requerían una formación específica de la que carecían) o graves deficiencias en la seguridad. La Kerr-McGee rechazó todas las acusaciones, alegando que se trataba de exageraciones y llamando alarmista a Silkwood, pero Karen, contando con el respaldo unánime de su sindicato, se mostró dispuesta a ratificar todas y cada una de ellas.

Poco después de su declaración, Karen denunció estar recibiendo presiones y amenazas para desistir de sus reclamaciones. Algunas eran anónimas y Karen sospechaba que procedían del entorno de la directiva de la Kerr-McGee; otras procedían de algunos de sus propios compañeros, que temían perder sus empleos. Pero ella no se dejó intimidar y siguió recopilando información sobre la fábrica.

El 5 de noviembre de 1974, durante un chequeo rutinario, Karen Silkwood descubrió que su cuerpo presentaba unos niveles de plutonio que superaban en 400 veces el límite máximo permitido. Fue sometida a un proceso de descontaminación y enviada a su casa. En sus guantes de trabajo se encontraron restos de plutonio, pero curiosamente esta contaminación se localizaba en la parte interior de los guantes y estos no tenían ningún agujero. Al día siguiente fue sometida a un nuevo examen y volvió a dar positivo, a pesar de que ese día no había estado en contacto con material nuclear y solo había realizado trabajo de oficina. Al día siguiente, 7 de noviembre, Karen tenía unos niveles de plutonio tan altos en su organismo que incluso el aire que expiraba contenía trazas de plutonio. Ante la seriedad del caso, la Comisión de Energía Atómica tuvo que intervenir. Un equipo especial de descontaminación examinó la casa de Karen Silkwood, encontrando elevadas concentraciones de plutonio en varias habitaciones como el baño, la cocina y el dormitorio, así como en algunos objetos como la nevera. La casa fue sometida a una descontaminación profunda (algunos objetos estaban tan contaminados que tuvieron que ser destruidos) y Silkwood, su novio Drew Stephens y su compañera de piso Dusty Ellis fueron enviados al Laboratorio Nacional de Los Álamos y permanecieron allí durante dos días, sometidos a pruebas y procesos de descontaminación.

Pero ni siquiera este extraño incidente logró hacer vacilar a Karen Silkwood de su determinación. Según comentó a varios de sus allegados, ya había conseguido reunir suficiente documentación para respaldar sus acusaciones y demostrar además que la compañía había falsificado varios informes de inspecciones para hacer creer a las autoridades que todo discurría con normalidad en la factoría. Y estaba dispuesta a hacerlo público; un periodista del New York Times llamado David Burnham se había puesto en contacto con ella, interesándose en publicar su historia.

El 13 de noviembre de 1974 Karen Silkwood acudió a una reunión con miembros de su sindicato en el Hub Cafe de Crescent. Los que estuvieron con ella declararían más tarde que llevaba consigo un portafolios y un paquete de documentos. Tras la reunión se subió a su coche, un Honda Civic, para dirigirse a Oklahoma City, donde había quedado con Burnham y con un miembro de la directiva nacional de su sindicato llamado Steve Wodka. Sin embargo, nunca llegaría a encontrarse con ellos. Esa misma tarde el cuerpo de Karen Silkwood aparecía en el interior de su coche, en la autopista estatal 74. Se había salido de la carretera y había chocado con un tubo de drenaje de hormigón, muriendo en el acto. La policía halló en el coche cannabis y varias pastillas de Quaalude, un sedante cuyo principio activo es la metacualona. La autopsia detectó niveles altos de metacualona en el organismo de Silkwood, por lo que la conclusión oficial fue que se había salido de la carretera al quedarse dormida al volante.

El Honda Civic de Karen Silkwood, tras el accidente

Sin embargo, para mucha gente la muerte de Karen Silkwood no era en absoluto algo tan simple. El indicio más llamativo era que los documentos que Karen llevaba consigo habían desaparecido misteriosamente. No estaban en su coche, ni cerca de él, ni se mencionan en el informe oficial del accidente ni en las declaraciones de los policías presentes. Además, varios testigos declararon que poco después de que llegara la policía varios directivos de Kerr-McGee habían aparecido en el lugar del accidente, sin que nadie supiera quién los había avisado o cómo habían llegado tan rápido. Investigadores independientes contratados para revisar el caso también sacaron a la luz datos que parecían contradecir la versión oficial. En la calzada habían quedado marcas que sugerían que Karen había intentado regresar a la carretera tras salirse, y el informe de la autopsia mostraba indicios de que justo antes de la colisión había intentado protegerse, lo que indicaría que no estaba dormida.

Otro dato que sacó a la luz la investigación independiente fue que el Honda Civic de Silkwood presentaba daños en su parte trasera que no eran explicables por un choque frontal como el que había sufrido. El Honda había sido comprado nuevo, y nadie de su entorno recordaba haber visto esos daños antes del accidente, ni ella había mencionado haber sufrido un golpe, ni se había presentado ninguna reclamación a ninguna compañía de seguros. Además, en la parte trasera del coche se encontraron restos de pintura procedentes de otro vehículo. La conclusión a la que llegaron era que el accidente se había producido porque otro coche golpeó al de Karen por detrás y lo sacó de la carretera; pero a las autoridades no les pareció suficiente para reabrir el caso y mantuvieron su dictamen inicial.

La muerte de Karen Silkwood no consiguió sin embargo echar por tierra su labor. Sus denuncias ante la Comisión de Energía Atómica provocaron la apertura de una investigación federal sobre la planta de Cimarron que no solo sacó a la luz numerosas irregularidades, sino que reveló que la compañía había "extraviado" una cantidad significativa de plutonio (se habló de entre 20 y 30 kilos) cuyo destino nunca se llegó a aclarar (circularon muchos rumores que hablaban de operaciones secretas que involucraban a la CIA o al Mossad israelí, o de tramas de contrabando de material nuclear). La Kerr-McGee perdió sus autorizaciones para manejar materiales radiactivos y tuvo que cerrar todas sus plantas de combustible nuclear en 1975.

En 1979 los padres y los hijos de Karen Silkwood demandaron a la Kerr-McGee por el episodio de contaminación con plutonio de Karen. Ella siempre había acusado a la compañía de ser la responsable de su contaminación, y la autopsia reveló que en sus órganos todavía quedaban niveles significativos de plutonio. La compañía se defendió calificando a Silkwood de "problemática" y acusándola de haberse contaminado a propósito para dañar la imagen de la compañía (aunque tiempo después se sabría que el tipo específico de plutonio que había en su organismo se producía en un área restringida de la factoría a la que Karen no había accedido en más de cuatro meses antes del suceso). La sentencia dio la razón a su familia, culpando a la empresa por negligencia y concediéndoles a sus herederos una indemnización de 505000 dólares y otros diez millones como daños punitivos. La compañía apeló y logró rebajar la indemnización a solo 5000 $. En 1984, el tribunal Supremo de los EEUU desestimaba las alegaciones de Kerr-McGee y reconocía la validez de la sentencia original. Finalmente, el litigio se resolvió con un acuerdo extrajudicial: la energética pagó a la familia de Karen Silkwood 1'38 millones de dólares sin admitir ningún tipo de responsabilidad.

El caso de Karen Silkwood, que ya tuvo bastante repercusión en su época, se hizo mucho más famoso años más tarde, cuando en 1983 se estrenó la película Silkwood, basada en la vida de Karen y dirigida por Mike Nichols y protagonizada por Meryl Streep, Kurt Russell y Cher, que fue un gran éxito de crítica y público e incluso obtuvo cinco nominaciones a los premios Oscar (incluuidos los de mejor actriz, mejor actriz de reparto y mejor director).

domingo, 5 de mayo de 2024

Pequeñas historias (XXXVII)

Cuenta el historiador Diodoro de Sicilia que estando el gran Alejandro Magno (356-323 a. C.) en su lecho de muerte, su amigo y general Pérdicas se acercó a él y le preguntó a quién legaba su inmenso imperio, a lo que Alejandro respondió "Tôi kratistôi" ("Al más fuerte"). Pero como no especificó quién era, tras su muerte sus generales se lo repartieron, para luego dedicarse a enfrentarse unos contra otros buscando ampliar sus dominios. Sin embargo, hay una teoría que dice que en realidad lo que dijo Alejandro fue "Tôi Kraterôi" ("A Crátero"), que se pronuncia casi igual. Crátero era uno de los generales más destacados de Alejandro, comandante de su infantería macedonia, excelente estratega y leal fuera de toda duda. Pérdicas habría malinterpretado, accidental o voluntariamente, la voluntad de Alejandro, impidiendo a Crátero ser su heredero.

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El actor Christopher Walken atribuye su peculiar dicción pausada a que la mayoría de las personas a las que trató siendo un niño (incluido su padre, un inmigrante de origen alemán) no tenían el inglés como lengua nativa, por lo que hablaban de manera lenta y dubitativa mientras pensaban la palabra inglesa adecuada.

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Solo dos personas en toda la historia han conseguido ganar un premio Nobel y un Oscar de la Academia de Hollywood. El dramaturgo irlandés George Bernard Shaw (1856-1950) ganó el Nobel de Literatura en 1925 y obtuvo el Oscar al mejor guión adaptado en 1938 por la película Pigmalión, basada en una obra suya (aunque, dado el escaso aprecio que tenía por Hollywood, lo consideró un insulto). El músico Bob Dylan ganó un Oscar a la mejor canción original en 2001 por Things have changed, incluida en la banda sonora de la película Jóvenes prodigiosos. Y ganaría el premio Nobel de Literatura en 2016.

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El yeongno es un ser de la mitología coreana. Son criaturas semi-divinas parecidas a dragones que viven en los cielos con los dioses. Si un yeongno comete algún desaire hacia los dioses es castigado siendo expulsado del cielo y enviado a la tierra, y no se le permite regresar hasta que haya devorado a cien yangbans (personas de clase alta, como aristócratas o funcionarios de alto rango) malvados.

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El Senado de los EEUU utilizó el mismo mazo de madera para llamar al orden ininterrumpidamente de 1789 hasta 1954, año en el que el entonces vicepresidente Richard Nixon lo rompió accidentalmente durante un acalorado debate sobre la energía nuclear. Fue sustituido luego por un mazo de marfil regalo de la India, que se usó hasta 2021, cuando la creciente concienciación acerca de la caza furtiva de elefantes y el tráfico ilegal de marfil hizo que fuera sustituido por uno de mármol.

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Pese a su enorme popularidad, los cuentos de Aladino y la lámpara maravillosa y Alí Babá y los cuarenta ladrones no formaban parte de la colección original de Las mil y una noches, sino que los añadió a principios del siglo XVIII el orientalista y traductor francés Antoine Galland, primer traductor europeo de la colección. Él, a su vez, había escuchado ambos cuentos de boca de un escritor y narrador oral maronita natural de Alepo (Siria) llamado Antun Yusuf Hanna Diyab. De Aladino no se conoce su origen; Alí Babá está inspirado en la historia de un rey sudanés del siglo IX. La traducción de Galland tuvo tanto éxito que la obra de inmediato se tradujo a otros idiomas; como la mayoría de estas traducciones tomaron como fuente la traducción francesa, ambos cuentos acabaron formando parte permanentemente de Las mil y una noches.

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Durante la ceremonia de inauguración de la nueva terminal del Aeropuerto Internacional de Ottawa en diciembre de 1959 un caza F-104 de la Fuerza Aérea norteamericana rompió la barrera del sonido cuando pasaba a baja altura sobre la terminal. La onda sónica resultante rompió casi todos los cristales de la terminal y dañó los paneles del techo, los marcos de puertas y ventanas e incluso varias vigas. El coste total de los desperfectos ascendió a 500000 $ y la inauguración tuvo que ser aplazada hasta abril de 1960. El ministro canadiense de transportes George Hees afirmó que la explosión sometió a la terminal a una fuerza cinco veces superior a la que el edificio había sido diseñado para soportar, y el incidente sería descrito posteriormente como "los cinco segundos más caros de la historia de la aviación civil canadiense".

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El pueblo aragonés de Trasmoz, en la comarca de Tarazona y el Moncayo, es el único pueblo español oficialmente excomulgado por la iglesia católica, cuya excomunión no ha sido revocada todavía. La excomunión data del siglo XIII, cuando Trasmoz era un próspero y rico pueblo con abundantes recursos mineros y agrícolas. Como además era territorio laico, no tenía que pagar impuestos ni diezmos al cercano monasterio de Veruela, lo que no gustaba nada a los monjes. Se dice que en aquella época los habitantes del castillo de Trasmoz se dedicaban a falsificar moneda, lo que provocó que surgiera el rumor de que los ruidos que se escuchaban día y noche en el castillo eran cosa de brujería. Cuando el abad de Veruela supo de los rumores acudió de inmediato al obispo de Tarazona para que excomulgara a todo el pueblo por ser refugio de brujas. Como el pueblo jamás se arrepintió de manera oficial (requisito indispensable para levantar el castigo), la excomunión nunca fue eliminada. Los enfrentamientos entre los habitantes del pueblo y el monasterio continuarían durante décadas.

miércoles, 1 de mayo de 2024

 David Bowie, Frank Sinatra y Life on Mars?


David Bowie publicó su primer disco en solitario, también llamado David Bowie, en 1967. Hasta entonces Bowie se había hecho llamar Davie Jones (su nombre real era David Robert Jones) pero, temiendo que lo confundieran con Davy Jones, cantante del grupo The Monkees, se había cambiado el apellido tomando "Bowie" como homenaje al aventurero norteamericano Jim Bowie. El disco, que ni en estilo ni en temática tenía apenas nada que ver con lo que sería la posterior carrera del músico, fue un sonoro fracaso y apenas alcanzó el puesto 125 en la lista británica de los más vendidos, y a la postre acabaría provocando que su discográfica, Deram Records (una filial de la Decca) le rescindiera su contrato en abril de 1968.

               Anuncio de helados de la marca Lyons Maid protagonizado por David Bowie

Así que, mientras Bowie hacía cosas como protagonizar anuncios de helados y formar un grupo llamado Feathers con su entonces novia Hermione Farthingale y su amigo Josh Hutchinson, su representante Kenneth Pitt trataba de conseguirle un nuevo contrato y a la vez buscaba canciones extranjeras que Bowie pudiera versionar en inglés. Una de las canciones que llamó la atención de Pitt fue una canción francesa llamada "Comme D’Habitude" ("Como de costumbre"), interpretada por Claude François  y escrita por el propio François junto a Gilles Thibault y Jacques Revaux. La canción contaba la historia de una pareja donde con el paso del tiempo la rutina y la monotonía acaban por sustituir al amor que sentían el uno por el otro, y estaba inspirada por la reciente ruptura de François con la también cantante France Gall.


A Bowie le encantó la canción y se puso de inmediato a escribir una nueva letra en inglés para ella. Su versión se titularía "Even a fool learns to love" ("Incluso un tonto aprende a amar") y estaba protagonizada por un payaso de circo enamorado en secreto de una mujer. Estaba impaciente por interpretarla, pero sus esperanzas se vieron frustradas cuando la discográfica francesa que poseía los derechos se negó a vendérselos. Al parecer, esperaban que la canción fuera versionada por algún cantante prestigioso, más que aquel joven veinteañero londinense casi desconocido. Finalmente, el cantante norteamericano Paul Anka sería quien se hiciese con los derechos en 1969, reescribiéndola en inglés con el título "My Way", y convirtiéndola en la historia de un hombre que, viendo acercarse el final de su vida, se enorgullece de haber hecho unas cosas bien, otras mal, pero siempre "a su manera". Posteriormente Anka le ofrecería la canción a su gran amigo Frank Sinatra, quien la publicaría en su disco de 1969 My Way, convirtiéndola en uno de los grandes éxitos de su carrera.


No hace falta decir que a Bowie le sentó fatal todo aquello. Siempre sintió que el éxito de "My Way" tendría que haber sido suyo. Ni siquiera el éxito de su canción "Space Oddity", incluida en su segundo disco llamado de la misma manera y publicado en 1969, ni el buen recibimiento de su tercer album, The man who sold the world (1970), consiguieron borrar esa sombra de resentimiento. Así que para su cuarto disco, Hunky Dory (1971), decidió que escribiría su propio "My Way". Como admitiría décadas más tarde en una entrevista, "Estaba realmente enfadado. Pensé "Esa debería haber sido mi canción", ¿sabes? Así que me dije a mí mismo: "Está bien, escribiré mi propia versión de la canción"". Una especie de "venganza" o parodia, inspirada de alguna manera en la melodía de la canción de Sinatra (sin llegar nunca al plagio) a modo de "reinterpretación" que se acabaría convirtiendo en uno de los temas míticos de la carrera de Bowie: "Life on Mars?".

Para dejar todavía más claro el origen de la canción, Bowie dejó otra pista en la contraportada de Hunky Dory: en la lista con las canciones del álbum, junto a "Life on Mars?", escribió una nota de su puño y letra que decía "Inspired by Frankie" ("Inspirada por Frankie"). Solo años mas tarde se sabría que ese Frankie que había inspirado la canción era el mismísimo Frank Sinatra.

Bowie nunca llegó a grabar su "Even a fool learns to love". Tan solo se grabó a si mismo cantando su letra con la versión de François de fondo. Años más tarde se utilizaría esa grabación montando la voz de Bowie sobre la melodía original para crear una versión aproximada de lo que habría sido la canción.

lunes, 29 de abril de 2024

La peligrosa vida de Jack Molinas

Jacob Louis "Jack" Molinas (1931-1975)


Jacob Louis "Jack" Molinas nació en Nueva York el 31 de octubre de 1931. Su padre Louis dirigía un casino en la ciudad de New Rochelle y posteriormente adquirió un bar en Brooklyn; en ambos casos se le atribuían relaciones con la mafia neoyorquina. Jack era un joven fuerte y con talento para el deporte; su elevada estatura (con 14 años ya medía 1'84 metros) le decantó pronto por el baloncesto. En su etapa en el instituto Stuyvesant ya destacó, jugando como alero (ocasionalmente de pivot); era rápido, dominante y con un buen lanzamiento. Fue en esta etapa cuando conoció a Joe Hacken, un corredor de apuestas que presumía de haber amañado su primer partido con solo 18 años y que se convirtió en una gran influencia para Jack. Hay quien sospecha que ambos pudieron empezar a amañar partidos con Jack todavía en el equipo de su instituto; no algo tan llamativo como decantar el resultado de un partido, sino en aspectos más discretos como diferencias de puntos o canastas encestadas.

Posteriormente Jack se matriculó en la Universidad de Columbia, en cuyo equipo de baloncesto, los Lions, jugó de 1950 a 1953. Fue máximo encestador del equipo en las tres temporadas y también capitán en la última, donde batió el record del equipo de puntos encestados en un solo partido. En la temporada 50-51 estalló un gran escándalo de amaño de partidos en la NCAA; 32 jugadores de 7 equipos diferentes fueron acusados de alterar los resultados de hasta 86 encuentros de la liga universitaria entre 1947 y 1950, manipulando las diferencias de puntos para favorecer a determinados corredores de apuestas. La mayoría de los implicados recibieron penas de prisión y se les prohibió de por vida jugar en la NBA. Molinas nunca llegó a ser acusado, pero los posteriores sucesos que protagonizó le harían más tarde sospechoso.


En el Draft de la NBA de 1953 fue elegido en el tercer lugar por los Fort Wayne Pistons (no se trasladarían a Detroit hasta 1957). Empezó aquella temporada a muy buen nivel, con promedios de más de 12 puntos y 7 rebotes por partido, e incluso fue elegido para el partido de los All-Star de 1954. Sin embargo, en enero de 1954 la NBA lo acusó de efectuar apuestas ilegales en partidos de la liga, incluyendo partidos de su propio equipo, algo que Molinas acabaría admitiendo. Se especula que con sus apuestas Molinas llegaba a ganar 50000 dólares algunas semanas (su sueldo con los Pistons era de 9600 dólares al año y 500 más por objetivos). El castigo fue ejemplar; la NBA lo suspendió de por vida. Ningún otro jugador recibió un castigo similar por cuestión de apuestas en 70 años; no fue hasta hace apenas unos días que el jugador de Toronto Raptors Jontay Porter fue sancionado de la misma manera. Molinas apeló el castigo e incluso llegó a demandar a la NBA, sin éxito. Aún hoy en día conserva el record de ser el jugador de la NBA elegido para un All-Star con menos partidos disputados, 32 (aunque dada su suspensión no lo llegó a disputar, siendo sustituido por su compañero de equipo Andy Phillip).

Tras ser expulsado de la NBA Molinas se vio obligado a continuar su carrera en una liga menor como la Eastern Professional Basketball League (EPBL), donde jugó en equipos como los Williamsport Billies, Hazleton Hawks y Wilkes-Barre Barons entre 1954 y 1962. También aprovechó para licenciarse en Derecho y ser admitido en el colegio profesional de abogados de Nueva York. Durante aquellos años siguieron circulando rumores que lo vinculaban a tramas de apuestas sobre boxeo o carreras de caballos; pero su nombre no volvió a aparecer en las portadas hasta 1961.

Ese año se desmanteló una gran red de amaño de partidos de la NCAA que había alterado los resultados de al menos 43 partidos entre 1957 y 1960. 37 jugadores de 22 universidades distintas fueron arrestados, aunque la mayoría no recibieron penas de cárcel, pero si sanciones e inhabilitaciones deportivas, como prohibiciones temporales para jugar en la NBA. Entre los implicados, jugadores que posteriormente serían figuras destacadas como Conney Hawkins y Roger Brown (ambos incluidos en la actualidad en el Basketball Hall of Fame) o Doug Moe (elegido en 1988 como mejor entrenador de la NBA cuando entrenaba a los Denver Nuggets). Y al frente de la trama estaba Jack Molinas, aunque se vincularon a ella otros nombres como su viejo amigo Joe Hacken o a miembros de la familia mafiosa de los Genovese como Thomas "Tommy Ryan" Eboli o Vincent "The Chin" Gigante. 

Molinas fue condenado en 1963 a una pena de entre 10 y 15 años de cárcel, de los que cumplió cinco, entre 1965 y 1969, en la prisión neoyorquina de Attica. Cuando salió, desprestigiado y habiendo perdido su licencia de abogado, decidió mudarse a la costa Oeste y se instaló en Hollywood, donde siguió vinculado a asuntos turbios como la producción de películas pornográficas. En 1973 fue arrestado por enviar pornografía a Tennessee de manera ilegal, aunque se libró de la cárcel pagando una fianza de 10000 dólares. El 15 de noviembre de 1974 su socio Bernard Gusoff (con el que tenía un negocio de importación de pieles desde Taiwan) fue asesinado de una paliza en su apartamento de Los Angeles. Molinas fue considerado uno de los principales sospechosos; sobre todo porque Gusoff tenía un seguro de vida de 500000 dólares del que Molinas era beneficiario. Pero no se encontraron pruebas y el caso quedó finalmente archivado.


El 3 de agosto de 1975, a eso de las dos de la mañana, Jack Molinas murió asesinado en el patio trasero de su casa de Los Angeles. Un sicario llamado Eugene Connor le disparó varias veces con una pistola del calibre 22 desde la valla de su propiedad, alcanzándole en la nuca y la cabeza y matándolo en el acto. La novia de Molinas, Shirley Marcus, y su perro, también resultaron heridos en el tiroteo. Nunca se llegó a aclarar quién había ordenado su asesinato. Se dijo que debía mucho dinero a la mafia y que, cansados de esperar, habían decidido darle un escarmiento; o bien que alguien cercano a Gusoff quiso tomarse la justicia por su mano. Su cuerpo descansa en el cementerio Beth-El, en Paramus (Nueva Jersey).

domingo, 21 de abril de 2024

Anécdotas de cine

En la primera versión del guión de Regreso al futuro, la máquina del tiempo era una nevera y no un coche. El director y guionista Robert Zemeckis lo cambió porque temía que hubiese niños que, tratando de imitar la película, se quedasen encerrados.


Para la película Cluedo (1985), basada en el célebre juego de mesa, se rodaron tres finales diferentes que se exhibieron en los cines de manera aleatoria. Posteriormente los tres finales se incluyeron tanto en la versión editada en VHS como en el DVD.


El característico código verde que crea la simulación de la película The Matrix eran en realidad recetas de sushi que su creador Simon Whiteley, que formaba parte del equipo de diseño de producción de la película, copió de un libro de cocina japonesa propiedad de su esposa.


Los productores de la película Robin de los bosques (1938) querían "realismo" cuando alguno de los personajes era alcanzado por una flecha. Así que, en vez de recurrir a trucos o efectos especiales, simplemente contrataron a un arquero experto para que disparara flechas reales a extras que llevaban protecciones bajo sus disfraces. Los extras recibían 150 $ cada vez que recibían una flecha.


La película Héroes fuera de órbita (Galaxy Quest, 1999) pretendía ser una parodia de la serie Star Trek y de todo el fenómeno fan que la rodea. Sin embargo, la película gustó tanto a los trekkies que en 2013 la eligieron " la 7ª mejor película de Star Trek" y numerosos actores tanto de la serie original como de sus varias secuelas la han alabado. 


Para su película La pasión de Cristo (2004) Mel Gibson fue incapaz de encontrar una productora que la financiara. Todas a las que acudió le dijeron que era un mal proyecto y que con toda seguridad acabaría en fracaso. Así que Gibson decidió poner él mismo los 45 millones de dólares que costó, a través de su compañía Icon Productions. Al final, la película fue un éxito rotundo y recaudó más de 600 millones de dólares en todo el mundo.


Cuando el servicio de streaming chino Tencent Video puso a disposición de sus abonados la película El club de la lucha, lo hizo con una versión que cambiaba completamente su final original. En el filme, los seguidores de Tyler Durden (Edward Norton) destruyen con explosivos los edificios que albergan los archivos informáticos que contienen las transacciones realizadas mediante tarjetas de crédito, librando a miles de personas de sus deudas. Sin embargo, en la versión de Tencent (elaborada supuestamente a instancias del gobierno chino), ese final era suprimido por completo, y en su lugar aparecía un texto explicando que Durden se había entregado a las autoridades y su confesión había permitido arrestar a todos sus cómplices antes de que hicieran volar los edificios; y que luego había sido ingresado en un psiquiátrico. Esta adulteración provocó tantas quejas que al final Tencent se vio obligada a cambiar esta versión por la original. Curiosamente, la versión de Tencent era más fiel al final original de la novela de Chuck Palahniuk en la que se basa (en la que los atentados no llegan a producirse y Durden es ingresado en un psiquiátrico) que la propia película.


En la película Heat (1995) la escena del atraco al banco, tras el cual los ladrones huyen por la ciudad perseguidos por la policía, ha recibido grandes elogios por lo bien coreografiada que está y su extraordinaria exactitud reflejando un enfrentamiento armado. El director Michael Mann contrató a un ex-sargento de las SAS británicas que se encargó de preparar la escena y entrenar a los actores en el uso de las armas y en tácticas de combate. El resultado es tan realista que ejércitos como el norteamericano y el británico han utilizado esta escena como parte de su entrenamiento básico en tácticas de combate urbano.


Robin Williams aceptó poner su voz al genio de la película Aladdin a cambio de un sueldo relativamente bajo (apenas 75000 dólares), con una única condición: que Disney usara su voz únicamente en la película, y no promocionando cualquier otro producto relacionado con ella. Sin embargo, Disney no cumplió su palabra, lo que enfadó tanto a Williams que se negó a participar en la secuela de la película, El retorno de Jafar, y en la serie de televisión sobre el mismo personaje, en las que la voz del genio la puso Dan Castellaneta (el mismo que pone voz a Homer Simpson). Disney reconoció su error e incluso llegó a enviarle como disculpa a Williams un cuadro de Picasso valorado en un millón de dólares (que Williams rechazó). Solo cuando la compañía cambió de directiva y el nuevo presidente se disculpó públicamente por lo sucedido, Williams aceptó volver a doblar al genio en la tercera película de la saga, Aladdin y el rey de los ladrones.


El último papel que interpretó en el cine el actor portorriqueño Raúl Juliá (1940-1994) fue el del general M. Bison, el villano de la adaptación al cine de la célebre saga de videojuegos Street Fighter. Juliá aceptó el papel a pesar de sus graves problemas de salud (padecía cáncer de estómago y sufriría meses más tarde un derrame cerebral que lo llevó a la tumba) porque sus dos hijos, Raúl y Benjamín, eran grandes fans de la saga y Juliá quería rodar una película que pudieran disfrutar.



Leonardo DiCaprio fue uno de los actores que con mas insistencia buscó conseguir el papel de Patrick Bateman, el protagonista de American Psycho (2000). Y en un principio fue el elegido, ya que la productora Lionsgate quería a una gran estrella encabezando el reparto. Pero finalmente, pese a su interés, DiCaprio renunció al papel, permitiendo así que fuera a parar a Christian Bale, en buena parte debido a que Gloria Steinem lo convenció de que sus fans, mayoritariamente mujeres jóvenes, quedarían horrorizadas al verlo en el papel de un asesino en serie. ¿Quién es Gloria Steinem, os preguntaréis? Es una reconocida periodista, escritora, activista de los derechos de la mujer... y la madrastra de Christian Bale.



La película Dallas Buyers Club (2013) ganó el Oscar al mejor maquillaje y peluquería pese a contar con un presupuesto de solo 250 dólares para dicho apartado.

domingo, 14 de abril de 2024

El escándalo de las condecoraciones

Daniel Wilson (1840-1919)

Resulta curioso pensar que uno de los mayores escándalos de corrupción política de la Francia de finales del siglo XIX salió a la luz gracias al rencor de una ex-prostituta hacia sus antiguas madames. Y sin embargo, ese fue el hilo del que fue tirando la policía para descubrir lo que con el tiempo acabaría siendo conocido como "el escándalo de las condecoraciones".

Todo comenzó en septiembre de 1887, cuando una joven llamada Henriette Boissier, que hacía poco que había dejado de ejercer la prostitución, entró en una comisaría parisina para denunciar a dos de sus anteriores madames, las señoras Limouzin y Ratazzi, que dirigían sendos burdeles en la capital francesa y hacia las que Henriette sentía cierto resentimiento por la manera en la que la habían tratado. Según el testimonio de la joven, en aquellos burdeles, además de negociar con lo que todo el mundo se imagina, también se llevaban a cabo negocios más turbios, y algunos clientes habituales, hombres que ostentaban altos cargos políticos, aprovechaban la discreción que les proporcionaban aquellos establecimientos para cerrar tratos que implicaban la venta de distinciones oficiales y propiedades públicas.

Quizá otros agentes no hubieran hecho caso de la denuncia de la joven, pero aquellos con los que habló se sintieron de inmediato interesados por su testimonio. La brigada antivicio se hizo cargo de la investigación y una de sus primeras medidas fue arrestar a Limouzin y Ratazzi para interrogarlas. Ambas, ante la amenaza de ir a la cárcel y ver sus negocios clausurados, no tardan en admitir que altas personalidades cierran esa clase de tratos en los discretos gabinetes privados de sus locales. La policía no tarda en identificar al primero de aquellos personajes: se trata del laureado general Louis Charles Caffarel, jefe adjunto del Estado Mayor y consejero de Estado. Caffarel, veterano de las campañas de Argelia, Crimea, Italia y de la Guerra franco-prusiana de 1870, hombre de moral aparentemente intachable (lo que no le impide ser un cliente habitual de esta clase de establecimientos) se dedica a vender a cambio de grandes sumas de dinero condecoraciones militares y contratos con el ejército. Interrogado por la policía, no tarda en confesar. El entonces ministro de la Guerra, el general Théophile Ferron, temeroso de un escándalo que dañe la imagen de las fuerzas armadas, intenta cerrar el caso en silencio despojando a Caffarel de sus cargos y enviándolo de manera forzosa al retiro.

Legión de Honor

Sin embargo la investigación policial no se detiene. Todo sale a la luz pública el 7 de octubre de 1887, cuando el periódico Le xixe siècle (republicano, conservador y anticlerical) hace público el caso en un célebre editorial titulado "La Légion d'honneur à l'encan" ("La Legión de Honor a subasta"). Pero cuando de verdad el caso estalla con toda su intensidad es cuando la investigación identifica a Daniel Wilson, diputado por la circunscripción de Indre-et-Loire, como la figura principal de una red que, desde la misma sede del gobierno, se dedicaba a vender todo tipo de nombramientos y condecoraciones (incluida la Legión de Honor, la más alta de todas las distinciones otorgadas por el gobierno francés) a cambio de grandes sumas de dinero (se habla de entre 25000 y 100000 francos de la época), que se disimulan como "donativos" a alguno de los varios periódicos de provincias propiedad de Wilson. El asunto pasa a ser así un escándalo político de primer orden, ya que Wilson no es solo un diputado de provincias corriente; es también el yerno del entonces presidente de la República francesa, Jules Grévy, del partido de los Republicanos moderados.

Jules Grévy (1807-1891)

Grévy se defiende asegurando desconocer por completo las actividades de su yerno y negando haberlo ayudado jamás a conseguir los nombramientos que vendía. Sin embargo, la presión sobre él se multiplica. La opinión pública, la prensa y sus rivales políticos, tanto de otros partidos (como el socialista Georges Clemenceau) como del suyo propio (Jules Ferry) exigen su dimisión. Finalmente, el 2 de diciembre, tras una votación en la que el Parlamento se muestra mayoritariamente en su contra, Grévy dimite y es sustituido por el hasta entonces ministro de Finanzas, Sadi Carnot, que había visto como su prestigio se había multiplicado tras conocerse que había rechazado en varias ocasiones peticiones y recomendaciones de Wilson.

Los implicados (incluido Wilson, que ve como el Parlamento le retira su inmunidad) son sometidos a un juicio que se celebra entre el 8 de febrero y el 3 de marzo de 1888. El general Caffarel es condenado a una multa de 3000 francos (para entonces, un tribunal militar ya lo había declarado culpable y expulsado del ejército, tras retirarle todas sus condecoraciones) y madame Limouzin a seis meses de prisión por complicidad. Gaston, conde d'Andlau, senador por el departamento de Oise y cómplice de Wilson, es condenado a cinco años de cárcel y multa de 3000 francos, aunque la condena se dicta en rebeldía, ya que el conde había huido nada más estallar el escándalo a Argentina, donde permanecería hasta su muerte en 1892.

En cuanto a Wilson, su condena fue de dos años de cárcel, 3000 francos de multa y cinco años de privación de sus derechos civiles. Sin embargo, sorprendentemente su abogado apeló con éxito la condena. Según argumentaba, Wilson no podía ser condenado por estafa, ya que las condecoraciones que vendía, si bien concedidas de manera irregular, eran auténticas; y tampoco podía ser condenado por corrupción de un funcionario, como pretendía la Fiscalía, ya que un diputado no podía ser considerado un funcionario. Así que el juez, dado que las acciones de Wilson no podían incluirse en ninguna clase de delito existente, se vio obligado a absolverlo. Wilson recuperaría poco después su escaño en el Parlamento, a pesar del encendido rechazo de la opinión pública y a las burlas y el desprecio mostrados por parte de la mayoría de los demás diputados. No parece, sin embargo, que a sus votantes les molestaran en exceso sus actividades, ya que revalidaría su escaño por la misma circunscripción en 1893 y 1898.

La constatación de la inexistencia de una ley castigando explícitamente esta clase de negocios hizo que poco después se incluyera en el Código Civil francés un nuevo tipo de delito: el tráfico de influencias.

"Mi general, no hable todo el rato de maniobras de caballería con ese caballero condecorado. Él es un croupier de Monaco". El célebre caricaturista Emmanuel Poiré, "Caran d'Ache", publicó una serie de caricaturas satíricas titulada "Ferblanterie" ("Quincallería") inspirada en casos como este

El escándalo de las condecoraciones provocó un hondo disgusto entre la opinión pública que inspiró numerosos chistes, caricaturas e incluso canciones, como Ah! Quel malheur d'avoir un gendre (¡Ah! Que desgracia el tener un yerno) de Emile Carré.

lunes, 8 de abril de 2024

Spider-Man: Turn Off the Dark, el gran fracaso del musical de Spider-Man




A finales de la primera década del siglo la popularidad de Spider-Man estaba en auge. La trilogía sobre el personaje dirigida por Sam Raimi y protagonizada por Tobey Maguire había tenido un gran éxito, y se estaba preparando el reboot (The Amazing Spider-Man) que protagonizaría Andrew Garfield. Fue por esa época cuando a alguien se le ocurrió que sería una buena idea estrenar un musical basado en él. Una idea que apuntaba alto pero que acabó originando uno de los fracasos más estrepitosos de la historia de Broadway.

La idea de los productores no era simplemente crear un musical sobre Spider-Man. Su intención era que su musical fuera el más grandioso y deslumbrante de la historia, que fuera un espectáculo apabullante que hiciera historia. Y como tal, no repararon en gastos. Como directora contrataron a Julie Taymor, que había cosechado un éxito rotundo con El rey león, y la rodearon de nombres de prestigio en el mundo del teatro: Daniel Ezralow como coreógrafo, George Tsypin como diseñador de decorados, la diseñadora japonesa Eiko Ishioka como responsable del vestuario y Donald Holder (ganador de catorce premios Tony) como responsable de la iluminación. Interpretando a los protagonistas, Peter Parker y Mary Jane Watson, se contaba con Alan Cumming (X-men 2) y Evan Rachel Wood (Westworld). Y como autores de las canciones, se contrató nada menos que a los miembros de U2 Bono y The Edge.

Del guión se encargaron Taymor y el escritor Glen Berger (ganador de dos premios Emmy). En él se mezclaban las aventuras del personaje con elementos de las películas y el mito griego de Aracne, una tejedora a la que la diosa Atenea transformó en una araña por haberla desafiado. Muchos vieron ahí el primer error de la producción; el guión parecía un tanto confuso y enrevesado. Las primeras lecturas tuvieron lugar en 2007, pero problemas con la financiación retrasaron el inicio de los preparativos hasta 2009. Lo cierto es que era una producción técnicamente muy compleja, porque entre otras complicaciones los actores se pasaban parte de la obra literalmente volando sobre el escenario, sujetos a unos arneses especiales. Y con varios actores a la vez era una pesadilla coordinar sus movimientos: las cuerdas se enredaban, los actores chocaban unos con otros, había golpes y caídas...


El preestreno de la obra estaba previsto para el 18 de febrero de 2010, pero los problemas en los ensayos provocaron un aplazamiento. Poco después, Wood y Cumming abandonaban el proyecto, obligando a buscar nuevos protagonistas. El 28 de noviembre se hicieron los primeros pases, para críticos y periodistas; por aquel entonces el coste de la producción se elevaba ya a la desorbitada cifra de 65 millones de dólares. El estreno, previsto para el 21 de diciembre, tuvo que ser de nuevo pospuesto, primero hasta febrero y luego hasta marzo. 

Todos estos problemas habían provocado a la vez una gran expectación y un buen número de críticas a la producción. Los críticos teatrales, basándose solo en los preestrenos parciales y en los numerosos retrasos, eran de la opinión de que la obra iba a ser un fiasco de dimensiones épicas. Llegó marzo de 2011 y, una vez más, el estreno fue pospuesto, esta vez hasta el verano. Para aquel entonces Taymor había abandonado la obra (aunque acordó con los productores que su nombre siguiera figurando en los carteles), sustituida por Philip William McKinley, y se había contratado a un nuevo guionista, Roberto Aguirre-Sacasa (que había trabajado como guionista de comics para la Marvel, incluyendo varios del propio Spider-Man) para que reescribiera algunas partes. 

Al final, el estreno definitivo de Spider-Man: Turn Off the Dark tuvo lugar el 14 de junio de 2011, con Reeve Carney y Jennifer Damiano en los papeles principales. Para aquel entonces, el coste de la obra ascendía a 75 millones de dólares (lo normal para una producción de Broadway era entre 5 y 15 millones), a lo que había que sumar otro millón a la semana de gastos ordinarios. La factura incluía casi diez millones en gastos de vestuarios y decorados, más de cuatro millones en alquilar durante dos años el teatro Foxwoods de Broadway y más de dos millones en equipos para el "vuelo" de los actores. Y también varias multas que le había impuesto la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) por violaciones de las normativas de seguridad en el trabajo; durante los ensayos, hasta seis miembros del reparto habían resultado heridos, incluyendo un doble de acción que se había roto las muñecas, otro que se había fracturado ambos pies, un actor que había caído desde seis metros de altura en el foso de la orquesta y una actriz con una conmoción cerebral tras ser golpeada por una parte del equipo del que colgaban los actores.

Después de todas las vicisitudes de la obra, el estreno levantó gran expectación. A pesar de lo que muchos auguraban (un columnista de The New York Post llegó a pronosticar que se cancelaría antes de acabar septiembre), no fue el fiasco que se esperaba. La obra en si era bastante buena, las interpretaciones eran correctas, la música más que aceptable, etc. Incluso toda la publicidad que había rodeado la obra desde sus principios había favorecido la afluencia de público. Consiguió excelentes resultados de taquilla; incluso batió el record de Broadway de la mayor recaudación en una sola semana, más de 2'9 millones de dólares en la última semana de 2011. ¿El problema? Que con los disparatados costes de producción, habría sido necesario que la obra permaneciera en cartel con ese ritmo de recaudación al menos cinco años para que los productores recuperaran su dinero. 

A finales de 2013 el número de espectadores ya había decrecido sensiblemente, y la recaudación apenas llegaba a cubrir los costes de mantener la obra en cartel. El 4 de enero de 2014 se canceló de manera definitiva la exhibición del musical. Se habló de modificar la obra, de añadir nuevas escenas y canciones para que aquellos espectadores a los que le había gustado volvieran a verla, pero la idea no prosperó. También se intentó llevarla a otras ciudades de EEUU, como Las Vegas, o incluso a Europa, a Londres o Hamburgo; pero los elevadísimos costes que habría supuesto echaron para atrás a los interesados. Finalmente, el musical de Spider-Man terminó su carrera en los escenarios con unas pérdidas estimadas de unos 60 millones de dólares, convertido en el mayor fracaso económico de la historia de Broadway.


domingo, 31 de marzo de 2024

La mala suerte del Willie Dee

El USS William D. Porter (DD-579)


De la misma manera que hay personas a las que parece perseguir la mala suerte, hay barcos que parecen tocados con la varita del infortunio. Y en un mundo con tantas supersticiones como el de la navegación, una vez que un barco es señalado como "gafe" le resulta casi imposible librarse de ese sambenito. Aunque algunos, como el Willie Dee, se ganaron a pulso esa fama.

El USS William D. Porter, llamado así en homenaje el comodoro William David Porter (1808-1864), era un destructor de la clase Fletcher, uno de los barcos más modernos de la Armada estadounidense, botado el 27 de septiembre de 1942 en Orange (Texas) y entregado a la Armada el 6 de julio de 1943. Tras las correspondientes pruebas de navegación y diversas mejoras, que le llevaron a pasar por Galveston, Guantánamo, las Bermudas y Charleston, llegó al puerto de Norfolk (Virginia) a finales de septiembre de ese año, donde por varias semanas realizó prácticas de combate con otros buques de la flota del Atlántico, esperando a recibir su primera misión.

Esta no llegaría hasta el 12 de noviembre, cuando se le ordenó dirigirse a la bahía de Chesapeake y aguardar instrucciones. Al zarpar de Norfolk el Willie Dee, como era conocido entre los marineros, tuvo su primer incidente: su ancla se enganchó en la cubierta de otro destructor amarrado a su lado, arrancándole varios metros de barandilla e incluso un bote salvavidas. Al llegar a Chesapeake se encontró con el acorazado Iowa, que le informó de que su misión era sumarse a su escolta, para dotarlo de protección antisubmarina, en su travesía a través del Atlántico hasta el puerto argelino de Mers-el-Kebir; una escolta de la que formaban parte otros dos destructores y dos portaaviones ligeros.

La misión del Iowa se mantuvo en el mas estricto secreto y la tripulación del Willie Dee no supo de ella hasta después de su partida. No era para menos; a bordo del Iowa viajaba nada menos que el presidente de los EEUU Franklin D. Roosevelt, que se dirigía a tomar parte en las conferencias de El Cairo (junto al británico Winston Churchill y el chino Chiang Kai-Shek) y de Teherán (de nuevo con Churchill y con el soviético Iosif Stalin). Junto a Roosevelt viajaban entre otras personalidades el secretario de Estado Cordell Hull, el comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas "Hap" Arnold, el jefe del Estado Mayor almirante William D. Leahy o el comandante en jefe de la Armada norteamericana y Jefe de Operaciones Navales almirante Ernest King. 

Almirante Ernest Joseph King (1878-1956)

Al poco de partir, una tremenda explosión sobresaltó al convoy. El Iowa y sus escoltas, creyendo estar siendo atacados por submarinos alemanes, iniciaron acciones evasivas... hasta que el capitán del William D. Porter, el capitán de corbeta Wilfred A. Walter, comunicó que se había tratado de un desafortunado accidente: una de sus cargas de profundidad, mal asegurada, se había desprendido y había caído al agua; y como además no tenía puesto el seguro, como era preceptivo, había detonado a la profundidad prevista.

La mala racha del Willie Dee se prolongó poco después cuando el barco recibió el impacto de una enorme ola que, aparte de causar diversos daños en la cubierta, lanzó por la borda a uno de sus marineros, que no pudo ser rescatado. Por si fuera poco, el impacto había dañado una de las calderas del barco, que empezó a perder velocidad, obligándolo a salir de la formación y a que el resto del convoy ralentizara su marcha mientras reparaban la avería para no dejarlo atrás. El almirante King, furioso con todas estas incidencias, llamó a bordo del Iowa al capitán Walter para darle una severa reprimenda por el comportamiento de su nave y su tripulación, algo que obviamente no sentó nada bien a Walter.

El 14 de noviembre, habiendo dejado atrás las Bermudas y ya en mar abierto, el capitán del Iowa John McCrea decidió entretener al presidente y a su séquito con una demostración de las defensas antiaéreas del acorazado. Para ello, hizo lanzar una serie de globos meteorológicos para que sirvieran de blanco y ordenó abrir fuego contra ellos. El capitán del William D. Porter, que seguía al Iowa a cierta distancia, vio como varios de los globos que no habían sido derribados se dirigían hacia su posición llevados por el viento, y vio en ello una oportunidad para restablecer en parte el crédito que su barco y su tripulación habían perdido, ordenando a sus hombres dispararles, a la vez que ordenaba un simulacro de lanzamiento de torpedos.

Para un simulacro de lanzamiento de torpedos se seguían todos los pasos necesarios para un lanzamiento común, desde fijar un blanco a accionar el disparador, con una única diferencia: antes del simulacro se retiraban los detonadores de las cargas que expulsaban al torpedo del tubo, de modo que aunque se disparasen los torpedos permanecían en sus tubos. En el Willie Dee esta labor estaba a cargo de dos marineros llamados Lawton Dawson y Tony Fazio. Tras derribar los globos se dio paso al lanzamiento simulado de los torpedos, fijando como blanco el Iowa, perfectamente visible a apenas tres kilómetros más adelante. Con los dos primeros tubos lanzatorpedos todo fue como estaba previsto. Pero cuando le llegó el turno al tercer tubo, la aterrada tripulación del William D. Porter pudo escuchar el inconfundible chapoteo de un torpedo saliendo al mar. El Willie Dee acababa de lanzar un torpedo, armado y listo, directamente hacia el Iowa.

Franklin Delano Roosevelt (1882-1945)

A bordo del destructor se desató el caos. Los tripulantes iban de un lado para otro gritando y tratando de encontrar una manera de advertir al Iowa. Dado que se había ordenado un silencio total de radio, para no atraer la atención de submarinos alemanes, el capitán Walter ordenó avisar al acorazado a través del telégrafo de señales. Pero el inexperto marinero que transmitió el aviso se equivocó no una, sino dos veces: la primera advirtió al Iowa de que había un torpedo alejándose de él, no acercándose; y la segunda, tratando de decirle que cambiaran a marcha atrás a toda, les dijo que era el William D. Porter el que estaba cambiando a atrás a toda. Al final el capitán Walter se vio obligado a romper el silencio de radio y advertir de la presencia del torpedo. Justo en ese momento el Iowa vio acercarse el torpedo y viró bruscamente a estribor, tan bruscamente que el presidente Roosevelt, que aún estaba en la cubierta, estuvo a punto de caer por la borda con su silla de ruedas.

Al final, gracias a la maniobra del Iowa, el torpedo erró el blanco y acabó estallando al chocar con la estela del acorazado. De inmediato toda la artillería del Iowa apuntó al Willie Dee mientras exigían una explicación del ataque. El capitán Walter solo pudo admitir que, en efecto, habían sido ellos y que todo había sido un desafortunado accidente. Pero el almirante King, si antes estaba disgustado con el destructor y su tripulación, ahora estaba furioso. No solo habían puesto en riesgo la vida del presidente y la práctica totalidad de la plana mayor de las Fuerzas Armadas, sino que habían dejado en ridículo a la Armada. El almirante ordenó que el William D. Porter abandonara de inmediato el convoy y regresara a las Bermudas, donde quedaría inmovilizado hasta nuevo aviso, y toda su tripulación pasaría a estar bajo arresto, un hecho insólito en la historia de la Armada estadounidense.

La tripulación fue sometida a un consejo de guerra, donde se concluyó que el incidente se había producido porque el detonador de la carga del torpedo no había sido retirado como debiera, haciendo constar la inexperiencia de la mayoría de la tripulación. El marinero Dawson, de 22 años, admitió haberse olvidado de retirar el detonador y de haberse deshecho luego del detonador usado, para intentar borrar la evidencia de su error, por lo que fue condenado a 14 años de prisión, aunque poco después el presidente Roosevelt le concedió un perdón completo y ordenó que ningún otro castigo se le impusiera, ni a él ni a ningún otro miembro de la tripulación del Willie Dee, por lo que había sido un accidente del que nadie había salido perjudicado.

Tras todo el alboroto el William D. Porter fue destinado a las Aleutianas, en el Pacífico Norte, el destino menos apetecible posible para un barco de la Armada. Para entonces, el destructor se había convertido en el hazmerreír de la Armada, y él y su tripulación eran objeto de numerosas burlas. Era habitual que fuera recibido en los puertos en los que paraba con gritos de "¡No disparéis, somos republicanos!" o "¡No disparéis, nosotros votamos por Willkie!" (refiriéndose a Wendell Willkie, el candidato republicano que había perdido las elecciones de 1940 frente al demócrata Roosevelt). Permaneció en las Aleutianas hasta finales de 1944, mayormente con misiones de poca relevancia como patrullar las numerosas islas del archipiélago o actuar como escolta de convoyes. Aún así, su estadía no estuvo libre de incidentes: el más notorio, una noche que un marinero regresó de un permiso totalmente borracho y se le ocurrió disparar uno de los cañones de 127 milímetros del barco, cuyo proyectil acabó en el jardín de la casa del comandante de la base mientras este celebraba una fiesta a la que asistían numerosos oficiales y sus esposas, sin que nadie resultara perjudicado, salvo el ya deteriorado prestigio del barco.

A finales de 1944 el William D. Porter, bajo el mando del capitán Charles M. Keyes, que había relevado en mayo al capitán Walter (quien acabaría siendo contraalmirante años más tarde) fue destinado a las Filipinas, donde permaneció hasta finales de marzo, cuando se le encomendó participar en la conquista de la isla de Okinawa. Intervino primero en la toma del archipiélago de las Kerama y luego en Okinawa, proporcionando cobertura de artillería a las tropas de desembarco y como escolta de los buques de mayor tamaño, a los que proporcionaba protección antiaérea y antisubmarina. En todas estas acciones el barco se desempeñó con eficacia y hasta brillantez; la mayor experiencia de sus hombres y la rígida disciplina de Keyes habían dado sus frutos. Pero aún así, el Willie Dee seguía siendo objeto de burlas y arrastrando la fama de ser un buque con mala estrella. Se llegó a decir que durante los combates había derribado accidentalmente a tres aviones americanos y dañado a otro destructor, el USS Luce; pero no hay registros de ello y muy probablemente se trate de rumores sin fundamento, azuzados por la mala reputación del barco.

Tras los primeros días de la batalla de Okinawa, al William D. Porter se le encomendó una nueva y peligrosa misión: formar con otros barcos un cordón defensivo alrededor de la isla para proteger al resto de la flota de los continuos ataques aéreos de aviones japoneses procedentes de las islas de Kyushu y Taiwán, muchos de ellos kamikazes. Los kamikazes eran el último y desesperado intento de los nipones de entorpecer el avance de los barcos americanos hacia Japón: pilotos suicidas, mayormente jóvenes (universitarios o incluso adolescentes), sin apenas experiencia como pilotos (a aquellas alturas de la guerra a Japón apenas le quedaban pilotos veteranos, y los pocos que había no podían "desperdiciarse" en aquellas misiones), a los mandos de aviones obsoletos o destartalados cargados de explosivos, con el objetivo de estrellarse contra los barcos norteamericanos y hundirlos o al menos averiarlos de gravedad.

El 10 de junio de 1945 el William D. Porter detectó una formación de aviones japoneses que se dirigían a Okinawa y que resultaron ser kamikazes. Uno de ellos, un bombardero en picado Aichi D3A Val (un modelo anticuado que había sido sustituido casi por completo por un nuevo modelo, el Yokosuka D4Y Suisei) se separó de la formación y se dirigió directamente hacia los barcos norteamericanos. En un primer momento pareció querer atacar a un buque cercano al Porter, pero en el último momento viró y se dirigió directamente al destructor. Las defensas antiaéreas actuaron de inmediato, alcanzando al avión, que cayó al agua a apenas diez metros del barco. Pero el grito de alegría de la tripulación del Willie Dee se cortó de golpe. El Val había caído al agua en diagonal, y de alguna manera logró avanzar lo suficiente bajo el agua hasta llegar justo bajo la quilla del destructor, donde explotó. La brutal explosión desfondó el casco del barco y lo sacó parcialmente del agua, provocando numerosas vías de agua, pérdida de potencia y varios incendios a bordo. Durante tres horas la tripulación luchó por mantenerlo a flote, pero visto que era una batalla perdida, el capitán Keyes ordenó la evacuación de la nave, menos de un cuarto de hora antes de que se hundiera por completo.

El USS William D. Porter, dañado y fuertemente escorado tras el ataque, intenta mantenerse a flote con la ayuda de dos buques auxiliares de desembarco, el LCS(L)(3)-86 y el LCS(L)(3)-122

Curiosamente, no sufrió bajas en el ataque y toda la tripulación del Willie Dee pudo ser puesta a salvo antes del hundimiento. De hecho, a lo largo de su servicio y a pesar de los numerosos incidentes en los que se vio envuelto, el William D. Porter solo perdió a un tripulante: aquel marinero que había sido arrastrado por una ola en su primera misión mientras escoltaba al Iowa.