Verba volant, scripta manent

viernes, 10 de abril de 2015

El heroico sargento Stubby

Stubby (1916?-1926)

La historia del sargento Stubby comienza en julio de 1917 en New Haven (Connecticut), en los jardines de la célebre Universidad de Yale. Estados Unidos había declarado la guerra a los imperios alemán y austrohúngaro apenas tres meses antes y el 102º Regimiento de Infantería, asignado a la 26ª División de Infantería (apodada la División Yankee) se preparaba para ser enviado a Europa. Fue mientras se entrenaban en los jardines de Yale cuando un grupo de soldados del 102 se encontraron un perrillo de raza Boston bull terrier vagabundeando por allí. Uno de aquellos soldados, el cabo Robert Conroy, se encariñó con el animal y le puso el nombre de Stubby (que significa algo así como "truncado", por su cola corta). El perro no tardó en convertirse en la mascota no oficial de la unidad y aprendió a responder a las llamadas de corneta, a marchar con los soldados y a saludar a sus compañeros.

Stubby y el cabo Conroy
Cuando llegó la hora de que el regimiento embarcase rumbo a Europa, Conroy logró introducir subrepticiamente a Stubby a bordo del USS Minnesota, escondido en un abrigo. Cuando durante la travesía el perro fue descubierto por el oficial superior de Conroy, Stubby le saludó levantando la pata, como le habían enseñado, y el oficial le permitió seguir con el regimiento.
Acompañando al 102º Regimiento, Stubby pasó año y medio en el frente, participando en cuatro grandes ofensivas (Aisne-Marne, Champagne-Marne, St. Mihiel y Meuse-Argonne) y diecisiete batallas. En abril de 1918 fue herido en una pata por la metralla de una granada de mano y evacuado a la retaguardia, donde contribuyó a elevar la moral de los soldados heridos. En cuanto se recuperó, volvió a las trincheras con su unidad. Se convirtió en un valioso miembro del regimiento: aprendió a avisar a los soldados cuando se producían bombardeos y ataques con gases tóxicos (que él, gracias a sus agudos sentidos, percibía antes que nadie). También ayudaba a encontrar soldados heridos en tierra de nadie, y en una ocasión, durante la ofensiva de Meuse-Argonne, contribuyó a capturar a un espía alemán, al que mordió y retuvo hasta que llegaron refuerzos. Por esta acción, se dice que el comandante del regimiento le concedió el ascenso honorario a sargento, aunque no hay constancia oficial de ello. Eran tantas las condecoraciones que llegó a acumular, que las mujeres del pueblo francés de Château-Thierry le cosieron un abrigo de piel de gamuza para que pudiera lucirlas. Ya hacia el final de la guerra, Stubby volvió a ser herido por una granada, en el pecho y en una pata.

Stubby encabezando un desfile de la Legión americana
Una vez terminado el conflicto, Stubby volvió a casa con Conroy, convertido en una celebridad. Recibió homenajes, participó en desfiles y paradas militares, e incluso tuvo audiencia con tres presidentes de los EEUU: Woodrow Wilson (1913-21), Warren Harding (1921-23) y Calvin Coolidge (1923-29). Además, fue nombrado miembro vitalicio de, entre otras asociaciones, la Cruz Roja Americana, la Legión y la YMCA. En 1921, el general Pershing, que había sido comandante en jefe de las tropas norteamericanas durante la guerra, le impuso la medalla de oro de la Humane Society, dedicada a la protección y defensa del bienestar animal.

El general Pershing condecorando a Stubby
Cuando en 1921 Robert Conroy se matriculó en la Universidad de Georgetown (Washington DC) para estudiar derecho, Stubby lo acompañó y llegó a ser la mascota oficial de los Georgetown Hoyas, los equipos deportivos de la universidad, entreteniendo además a los espectadores durante los descansos de los partidos de fútbol americano.

Stubby en su época de mascota universitaria
Stubby murió pacíficamente el 16 de marzo de 1926, mientras dormía. Muchos diarios importantes publicaron su obituario. Sus restos fueron disecados y Conroy los donó al Instituto Smithsonian, junto a sus condecoraciones. Hay una placa en su honor en el Liberty Memorial de Kansas City, un monumento en recuerdo de todos los que sirvieron durante la Primera Guerra Mundial.

El obituario de Stubby, publicado en el New York Times el 4 de abril de 1926

"Sargento Stubby, heroico perro de la Primera Guerra Mundial, un valiente perro callejero"

2 comentarios:

  1. Creo este animalillo era mas inteligente que algunos de oficiales y suboficiales que tuve que "sufrir" en mi paso por la Armada.

    Estoy seguro de que nunca habría lanzado un torpedo por la banda equivocada, como algún alférez de navio que conocí.

    Interesante y tierna historia.

    Un abrazo.

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    1. Disciplinado, cumplidor, abnegado y leal por encima de todo. En muchos aspectos, el sargento Stubby era el oficial perfecto.
      Un abrazo, Rodericus

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