Verba volant, scripta manent

sábado, 10 de septiembre de 2016

Síndromes del viajero

Síndrome de París













Este trastorno psicológico afecta principalmente a turistas japoneses (sobre todo mujeres) que visitan la capital francesa. Debido a la notable idealización con la que la urbe parisina es tratada en los medios de comunicación nipones, muchos de sus turistas (especialmente si se trata de su primer viaje al extranjero) se crean unas expectativas tan altas que resulta inevitable que se vean defraudadas cuando, al llegar a París, descubren que se trata de una ciudad corriente (con sus atascos de tráfico, su suciedad en las calles, sus vecinos maleducados...), lejos de la perfección que habían imaginado. A algunas personas esta revelación les provoca una pequeña crisis que se manifiesta con ansiedad, desrealización, despersonalización, paranoia e incluso alucinaciones, mareos y taquicardias.
Este síndrome fue identificado por primera vez en 1986 por el psiquiatra japonés residente en Francia Hiroaki Ota, y se describió en 2004 en un artículo publicado en la revista francesa de psiquiatría Nervure. La misma revista publicó un artículo en 2012 en el que se citaban como causas, además de la idealización de la imagen de la ciudad, las barreras culturales e idiomáticas y el habitual cansancio asociado al jet lag y al deseo de visitar muchos lugares en poco tiempo.
La embajada japonesa en París tiene una línea de ayuda disponible las 24 horas para sus conciudadanos que sufran de esta alteración, e incluso les ofrece tratamiento hospitalario urgente si lo necesitan. Cada año atienden en torno a una veintena de casos.

Síndrome de Stendhal

Basílica de Santa Croce (Florencia)



















El síndrome de Stendhal o síndrome de Florencia es otro de los trastornos psicosomáticos asociados a los viajeros. En este caso, se trata de una reacción emocional cuando un individuo es expuesto en un breve periodo de tiempo a una gran cantidad de obras de arte, especialmente si son de gran belleza. Los que se ven afectados sufren taquicardias, confusión, temblores, palpitaciones e incluso alucinaciones.
Su nombre se debe al escritor francés del siglo XIX Henri-Marie Beyle "Stendhal", quien en su libro de viajes Nápoles y Florencia: Un viaje de Milan al Reggio describe una reacción muy similar tras visitar la basílica de Santa Croce en Florencia:

Estaba en una suerte de éxtasis, por la idea de estar en Florencia, cerca de los grandes hombres cuyas tumbas había visto. Absorto en la contemplación de la sublime belleza... Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme

Aunque muchos visitantes, célebres y anónimos, experimentaron síntomas similares e incluso llegaron a perder la consciencia visitando los monumentos de la ciudad, el síndrome no fue descrito como tal hasta 1979, por la psiquiatra italiana Graziella Magherini, quien obsevó y describió un centenar de casos entre turistas de paso por la ciudad.

Síndrome de Jerusalén














Otro de los síndromes psicológicos asociados a los viajeros es el llamado síndrome de Jerusalén. En realidad, se trata de varios trastornos con una sintomatología común, en la que una persona que llega a Jerusalén empieza a sufrir una psicosis que se manifiesta como un delirio religioso en el que se identifica con algún personaje bíblico, actuando como tal. Este desorden afecta tanto a cristianos como a judíos y musulmanes, y se da incluso entre personas sin profundas creencias religiosas.
Aunque hay registrados posibles casos entre la Edad Media y el siglo XIX, este síndrome fue descrito por primera vez por el psiquiatra Heinz Herman en la década de los 30. También se han descrito casos similares en otros centros de importancia religiosa, como Roma o La Meca.
Se distinguen tres tipos dentro del síndrome de Jerusalén:
- El Tipo I incluye a personas que ya presentaban un trastorno psicótico previo a su viaje. En muchas ocasiones, estas personas viajan a Jerusalén como parte de un plan previo, en el que por ejemplo se imaginan ser el nuevo Mesías y ven necesaria su llegada a la ciudad santa.
- El Tipo II son personas que, sin tener una enfermedad mental, si que tienen profundamente enraizadas una serie de creencias que los hacen más susceptibles al significado religioso de Jerusalén.
- El Tipo III, el más estudiado. Son personas aparentemente estables y equilibradas, a veces incluso sin profundas convicciones religiosas, que empiezan a mostrar síntomas psicóticos al poco de llegar a la ciudad. Suele seguir una serie de pasos o comportamientos típicos: nerviosismo e intranquilidad; búsqueda de soledad; búsqueda de purificación mediante baños o duchas prolongadas; cambio de su vestimenta habitual por una túnica o toga, generalmente blanca; recitar en voz alta salmos o pasajes bíblicos; peregrinaje por los lugares santos de la ciudad; y pronunciación de un discurso en público, generalmente en algún lugar sagrado.
Generalmente, este delirio es transitorio, y suele desaparecer pocos días después de que los afectados abandonen Jerusalén. Aunque no hay estadísticas oficiales, se estima que en torno a un centenar de personas sufren estos síndromes cada año, de los que menos de la mitad necesitan atención psiquiátrica.

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