Verba volant, scripta manent

domingo, 7 de julio de 2024

La historia de Robert Wright y Kenneth Moore

Iglesia de Angoville-au-Plain

Angoville-au-Plain es una pequeña localidad de la región francesa de Normandía, de apenas unas docenas de habitantes. Es tan pequeña que en 2016 dejó de ser una comuna autónoma y pasó a integrarse con otras varias pequeñas comunas en una mayor recién creada, la de Carentan-les-Marais. Su monumento más destacado es su iglesia, construida en el siglo XII. Y es precisamente esa iglesia la que tuvo un papel fundamental en el que posiblemente sea el suceso más destacado de la historia del pequeño lugar.

Kenneth Jack Moore (1924-2014)

El 6 de junio de 1944 tiene lugar el célebre Desembarco de Normandía, el inicio del traslado de las tropas aliadas que se habían ido reuniendo en suelo británico hasta la Europa continental. Previamente, esa madrugada tres divisiones aerotransportadas, la 82ª y la 101ª norteamericanas y la 6ª británica, eran lanzadas en paracaídas detrás de las líneas alemanas, con la misión de tomar y asegurar determinadas posiciones estratégicas (puentes, carreteras) que facilitasen luego el avance de las tropas desembarcadas. Angoville era uno de los objetivos de los paracaidistas aliados: no solo se encuentra a apenas unos kilómetros tierra adentro de Utah Beach, uno de los cinco puntos en los que se produjo de manera simultánea el desembarco, sino que por ella pasa la carretera que une París y Cherburgo, que luego se revelaría esencial para el avance de las tropas aliadas por suelo francés.

Robert Edward Wright Sr. (1924-2013)

Las tropas aerotransportadas sufrieron algunos problemas y apenas un 10% de las tropas lanzadas al oeste de Utah Beach saltaron en el lugar correcto. No obstante un grupo de soldados de la 101ª lograron abrirse paso hasta Angoville para ocuparla como estaba previsto. Uno de los soldados que toman tierra es un enfermero llamado Kenneth J. Moore, perteneciente al 2º Batallón del Regimiento 501º. Como había practicado en los entrenamientos, Moore se libra de su paracaídas y corre hacia el pueblo, donde ya han empezado los combates entre los hombres de la 101 y los defensores alemanes. Al aproximarse, distingue entre las sombras la silueta de la iglesia, y piensa que es un buen lugar para instalar un puesto provisional de primeros auxilios. Al entrar en la iglesia se encuentra con Robert E. Wright, otro sanitario de su mismo batallón, que ha tenido la misma idea. Juntos preparan sus escasos suministros y se disponen para atender a los heridos. El combate continúa y los heridos no tardan en empezar a llegar. Algunos llegan por su propio pie, a otros son los sanitarios los que salen a buscarlos, llevándolos hasta la iglesia incluso en una carretilla.

Vidrieras de la iglesia de Angoville

La tarde de ese día 6 Ken Moore lleva un nuevo herido hasta la iglesia. Pero esta vez es diferente: se trata de un soldado alemán. Años después, preguntado por qué decidió atender también a los alemanes, Moore diría "Porque eran hombres jóvenes como nosotros, simplemente llevaban otro uniforme". Wright no dice nada; simplemente comienza a atender al alemán, como ha hecho con sus propios compañeros. Ninguno de los otros pacientes se atreve a poner objeciones. Conforme avanza el día, llegan más heridos, aliados y alemanes, y todos son atendidos. En un determinado momento, un soldado alemán abre de golpe la puerta de la iglesia y apunta con su arma a los presentes; pero, al ver que se trata de un puesto médico y de que también están atendiendo a heridos alemanes, baja su arma y, sin decir palabra, se santigua y se va. Wright, preocupado por si se produce algún incidente o confusión, decide recoger todas las armas de los heridos y dejarlas fuera, en la puerta de la iglesia; a partir de ese momento, para evitar malentendidos, no permitirán ningún arma dentro de la iglesia.

Al caer la noche, un oficial de la 101 se acerca a la iglesia para informar a los sanitarios de que, debido a la contraofensiva de los alemanes, los americanos se ven obligados a retirarse de Angoville y deben evacuar inmediatamente; pero, como no disponen de vehículos, no pueden llevarse a los heridos y deben dejarlos atrás. Wright y Moore no dudan; ambos deciden quedarse atendiendo a los heridos, aunque ello suponga caer prisioneros de los alemanes. A lo largo de esa madrugada los alemanes vuelven a ocupar el pueblo y llevan a la iglesia a sus heridos.

A la mañana siguiente, un oficial alemán se presenta en la iglesia con varios soldados. Tienen intención de entrar, pero Wright les advierte de que no permiten armas en el interior de la iglesia. Sorprendentemente, el oficial se muestra de acuerdo y ordena a sus hombres dejar las armas en el exterior. Tras comprobar el estado de sus hombres, el oficial agradece a los sanitarios su labor y les estrecha las manos, preguntando antes de irse si necesitan algo. Suministros y un médico, le responde Wright. No han recibido medicamentos ni material médico desde que aterrizaron, y se las han tenido que arreglar con lo que llevaban encima. El oficial alemán les promete enviarles ayuda en menos de 24 horas, pero no tendría ocasión de hacerlo.

La baldosa de la iglesia de Angoville donde impactó el mortero

Poco después se reanudan los combates. Los soldados de la 101 han recibido refuerzos y vehículos y vuelven a la carga. Los combates son incluso más intensos y acaban por alcanzar a la iglesia. Un proyectil de mortero alcanza el tejado, causando algunos daños y sembrando la preocupación entre sanitarios y pacientes. Poco después un segundo proyectil atraviesa una ventana y se estrella en el suelo de la iglesia. Milagrosamente, el proyectil no llega a estallar, lo que sin duda habría causado numerosas bajas entre los ocupantes, y Wright se apresura a recogerlo y lanzarlo fuera de la iglesia. Más tarde las ventanas de la iglesia son destruidas por el fuego de la ametralladora de un tanque Sherman norteamericano, que cree erróneamente que se trata de un puesto alemán. Wright sale al exterior para advertirles de su error, pero uno de los soldados de la 101 se le adelanta y, encaramado al tanque, comienza a golpear la escotilla advirtiendo a sus ocupantes de que se trata de un puesto médico. 

Un teniente americano informa a los sanitarios de que necesitan acceso al campanario de la iglesia, para utilizarlo como puesto de observación; pero ambos se niegan rotundamente. La iglesia es un lugar seguro para los heridos, y hasta entonces así lo han entendido ambos ejércitos. Permitir que sea utilizado por uno de los bandos sería convertirlo en un objetivo para el otro. Esa noche, para sorpresa de todos, dos soldados alemanes bajan del campanario de la iglesia, donde llevaban dos días escondidos sin que nadie se diera cuenta, y se rinden a Wright y Moore.

Los bancos de la iglesia, todavía manchados con la sangre de los heridos

Al final, ya avanzado el día 8, las tropas norteamericanas logran eliminar los últimos reductos de resistencia y asegurar Angoville, permitiendo la evacuación de los heridos. Wright y Moore han pasado tres días y dos noches atendiendo a sus pacientes, sin apenas descansar. Por la iglesia han pasado más de ochenta hombres de ambos bandos, habiendo que lamentar la muerte de solo dos de ellos, y un niño del pueblo llamado Jean-Vienne, herido por un impacto de mortero.

Angoville nunca olvidó la heroica actuación de los dos enfermeros norteamericanos. Las vidrieras de la iglesia fueron sustituidas por otras nuevas, una de las cuales recuerda a Wright y Moore y otra, la actuación de los paracaidistas norteamericanos. Aún se conservan en la iglesia los bancos manchados de sangre en los que yacieron los heridos a los que ambos atendieron y la baldosa rota por el impacto del mortero que no llegó a estallar. En el patio de la iglesia, un monumento recuerda el heroísmo de ambos.

Wright y Moore recibirían la Estrella de Plata por sus actuación en Angoville (Wright también recibiría una Estrella de Bronce y tres Corazones Púrpura). Ambos fueron licenciados tras el final de la guerra y regresaron a EEUU, donde formaron sus respectivas familias y llevaron vidas pacíficas hasta su muerte. Regresaron en varias ocasiones a Francia, para conmemorar el Día D y visitar los lugares en los que habían estado, incluido Angoville, donde ambos fueron homenajeados. En 2011, Wright recibió la Legión de Honor francesa.

6 de junio de 2011. Robert Wright recibe la Legión de Honor

A su muerte, en 2013, Robert Wright pidió ser enterrado en la iglesia de Angoville. Sin embargo, la complicada burocracia lo impidió. No obstante, su familia logró cumplir, de alguna manera, su última voluntad. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas se repartieron; parte de ellas descansan en el Cementerio Nacional de Florida, en la ciudad de Bushnell. El resto fueron llevadas a Francia y enterradas junto a la iglesia de Angoville, bajo una sencilla lápida en la que figuran únicamente sus iniciales, R E W. En cuanto a Moore, fallecido en 2014, sus cenizas se esparcieron en su California natal.



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