El Partenón de Atenas es sin duda alguna un monumento emblemático de Grecia. Este templo dórico consagrado a Atenea data del siglo V antes de Cristo y su construcción se debe a Pericles, como agradecimiento por la gran victoria contra los persas. Como pasó con muchos otros templos, a lo largo del tiempo los dioses que albergaba fueron cambiando: fue convertido en una iglesia cristiana en el siglo V y en el siglo XV, tras la conquista turca, en una mezquita. Y más tarde fue utilizado como polvorín. Durante el sitio al que fue sometida la ciudad por las tropas venecianas del almirante Morosini, el 26 de septiembre de 1687 un proyectil alcanzó el Partenón e hizo estallar la pólvora allí acumulada, provocando graves daños tanto al edificio como a las esculturas que todavía se conservaban en él, dejándolo más o menos como lo conocemos hoy.
Entre la decoración que sobrevivió al tiempo y a la pólvora estaba su impresionante friso, que decoraba la parte superior del naos o sala principal. Una maravillosa obra de un metro de altura y 160 metros de largo, compuesta por 114 bloques de mármol pentélico en los que estaban esculpidas 378 figuras humanas y 245 animales y que representa las procesiones de las Grandes Panateneas, fiestas religiosas en honor de Atenea que se celebraban en Atenas cada cuatro años. Su autoría se le ha atribuido tradicionalmente a Fidias, el más grande de los escultores de la Grecia clásica, aunque lo más probable es que lo hiciera en colaboración con sus discípulos. Hay partes del friso que hoy se han perdido, pero podemos conocer su composición y distribución original gracias al pintor y dibujante francés Jacques Carrey, quien en 1647 dibujó minuciosamente el templo y su decoración.
Lord Thomas Bruce, conde de Elgin (1766-1841) |
En 1799, el aristócrata y diplomático escocés lord Thomas Bruce Elgin, séptimo conde de Elgin, fue enviado a Constantinopla como embajador ante la corte del sultán Selim III. En plena guerra con Francia, a la que los otomanos habían declarado la guerra, era conveniente mantener la buena sintonía entre todos los enemigos de Napoleón para formar un frente común. Como buen diplomático, no tardó en tejer una red de amigos, confidentes y deudores entre los altos cargos de la administración turca, repartiendo regalitos y "sobres" (algunas cosas son mucho menos novedosas de lo que la gente cree) para asegurarse de que los turcos mantendrían su política antifrancesa (y de paso abrían sus mercados a los comerciantes británicos). Y como Elgin también era un gran aficionado al arte antiguo, se aprovechó de las influencias obtenidas con su cargo para conseguir el permiso para llevarse a Inglaterra algunas esculturas procedentes del Partenón. Esta "colección" incluía la mitad del friso, quince metopas, diecisiete estatuas de los frontones y otras doce independientes. Además, también se llevó varias obras más procedentes de otros templos de la Acrópolis (una cariátide del Erecteion, fragmentos de los Propileos, estatuas del templo de Atenea Niké...) hasta sumar 253 piezas. Huelga decir que estas esculturas fueron extraídas sin ningún tipo de cuidado ni miramiento, dañando incluso varias de las que no se llevaron. Así, el friso fue retirado utilizando enormes sierras para arrancarlo, destrozando algunas de las figuras y afectando a la estructura del edificio. Dice una historia (probablemente apócrifa) que un oficial turco presente durante la extracción llegó a exclamar ¡Telos! (¡Basta!), espantado por lo que estaba viendo.
Detalles del friso del Partenón |
Las obras, convenientemente empaquetadas, fueron enviadas a Inglaterra por mar en 1802. Lord Elgin tenía la intención de seguirlas poco después, pero los franceses le hicieron prisionero y estuvo encarcelado hasta 1806, en que pudo volver a su país. Cuando regresó, se encontró en serias dificultades económicas, causadas por deudas familiares y por las 40000 libras que había desembolsado por las estatuas griegas. Para salir de apuros, ofreció las estatuas al gobierno británico, que compró su colección por 35000 libras y la envió al Museo Británico, donde aún hoy permanecen.
El friso del Partenón en el Museo Británico |
La adquisición de los mármoles griegos causó no poca controversia en su tiempo. Cuando se debatió su compra en el Parlamento inglés varios diputados se opusieron y cuestionaron la legalidad de la actuación de Elgin y si era aceptable que un embajador utilizara su posición para sus propios fines. Años más tarde, el poeta lord Byron, reconocido helenófilo, calificó a Elgin de "bárbaro" y "saqueador". Durante los siglos XIX y XX los griegos reclamaron de vez en cuando la devolución de los mármoles, sin éxito. La polémica se reavivó cuando en 1981 la actriz Melina Mercouri fue nombrada Ministra de Cultura griega y convirtió la reclamación de los mármoles de Elgin (y de otras piezas de la Acrópolis que también posee el Museo Británico) en uno de los leit-motiv de su ministerio. Y aunque no consiguió el tan ansiado retorno, si logró que se abriera un debate sobre la legalidad de la actuación de lord Elgin y de si sería más justo dejar los mármoles en Inglaterra o devolverlos a Grecia. Mientras el gobierno griego defiende el traslado de los mármoles al Museo de la Acrópolis para recuperar la integridad del friso, el Museo Británico sigue defendiendo su derecho a conservar las piezas.
Una de las metopas del Partenón |
De las 94 placas del friso original que se conservan, 56 están en el Museo Británico, 36 en el Museo de la Acrópolis, otra en el Louvre de París y diversos fragmentos están dispersos por museos de Viena, el Vaticano, Munich y Copenhague, entre otros.
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