Verba volant, scripta manent

viernes, 12 de junio de 2015

Vesalio, el padre de la anatomía moderna

Andries van Wesel/Andrés Vesalio/ Andreas Vesalius (1514-1564)

Andrés Vesalio, latinización de su nombre real, que era Andries van Wesel, fue un hombre adelantado a su tiempo. Un brillante investigador cuya búsqueda de conocimiento le llevó a cuestionar muchas de las creencias de sus coetáneos y que cambió el modo de entender la medicina, convirtiéndose en el padre de la moderna anatomía.
Vesalio nació en Bruselas el último día del año 1514. Su abuelo, Everard van Wesel, había sido médico del emperador Maximiliano I de Austria, y su padre, también llamado Andries, fue boticario del emperador y, a la muerte de éste, pasó a servir a su nieto, el emperador Carlos V. El joven emperador tenía en gran estima a Andries padre, hasta el punto de que en octubre de 1531 intervino para regularizar el estatus de su boticario, que era hijo ilegítimo de Everard. Con esta acción quedaba legitimado no sólo su boticario, sino también sus cuatro hijos (tres varones y una mujer) nacidos de su matrimonio con Isabel Crabbe. Una gracia que le valió el agradecimiento de por vida de la familia van Wesel.
El joven Vesalio estudió en la Escuela de los Hermanos de la Vida Común, donde aprendió latín, griego, árabe y hebreo. En 1528 entró en la Universidad de Lovaina para estudiar artes, pero en 1533 decidió seguir la tradición familiar y se trasladó a París para estudiar medicina. Desde muy pequeño le atraía la anatomía; de niño diseccionaba ratas y topos y observaba con curiosidad cómo se descomponían los cadáveres de los ajusticiados en Galgenberg, la colina donde eran ahorcados los criminales. En París acudía de cuando en cuando al Cimetière des Innocents, donde era enterrada la gente sin recursos, en busca de huesos para sus estudios.


Permaneció en París hasta 1536, año en que la guerra entre Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico le hizo cambiar de aires y regresar a Lovaina, donde completó sus estudios, y luego a la República de Venecia, donde en 1537 se doctoró en la Universidad de Padua. Su prestigio era ya tan grande que al día siguiente de su graduación fue nombrado explicator chirurgiae, algo así como catedrático de Anatomía, en la misma Universidad, y comenzó a dar clases, que impartía también ocasionalmente en las universidades de Bolonia y Pisa.
La llegada de Vesalio supuso un cambio radical en el modo de enseñanza habitual en la época. Generalmente, el profesor explicaba a los alumnos desde su púlpito los textos de un autor clásico (por lo común, del médico griego Galeno de Pérgamo) seguida de una disección de algún animal, que llevaba a cabo un barbero-cirujano siguiendo las instrucciones del catedrático. Vesalio, por el contrario, se ponía al mismo nivel que sus alumnos, hablaba con ellos y hacía en persona las disecciones a la vez que explicaba. También fue de los primeros en llevar a clase restos humanos, y solía completar sus explicaciones con dibujos y esquemas de su propia mano. Su fama creció de tal manera que a sus clases asistía una multitud de personas, no solo alumnos, sino también curiosos e incluso otros médicos.
En 1538 publicó una recopilación de los dibujos que empleaba en sus clases bajo el título Tabulae Anatomicae Sex. En 1539, un juez de Padua que admiraba su talento ordenó que le fueran entregados los cadáveres de los presos ejecutados, lo que le permitió avanzar en sus investigaciones; frente a la tradición medieval, que se basaba fundamentalmente en textos ya escritos, Vesalio era un ferviente defensor de la experimentación y de la observación directa como fuente de conocimiento. Sus estudios le llevaron a descubrir la vena ácigos mayor, que conecta la vena lumbar ascendente y la vena cava superior.


En 1539 la Giunta, una conocida casa editorial veneciana, le encargó revisar y corregir una edición de varias de las obras de Galeno. Esta revisión, llevada a cabo entre 1539 y 1541, le permitió conocer a fondo la obra de Galeno y descubrir que estaba llena de errores (decía, por ejemplo, que los vasos sanguíneos nacían en el hígado). No tardó en darse cuenta del motivo; en la antigua Roma estaban prohibidas las disecciones humanas, por lo que Galeno había tenido que trabajar con cerdos y monos. Esto le llevó a renunciar a usar las obras de Galeno en sus clases, lo que levantó no poca polémica en el círculo académico de Padua: Galeno era uno de los pilares del conocimiento médico en la Edad Media y nadie se había atrevido hasta entonces a poner en duda sus enseñanzas. Vesalio, ante las dudas de sus colegas, se comprometió entonces a publicar un libro de anatomía acorde con sus experiencias. Publicó una edición corregida de la Opera omnia de Galeno y, en 1543, vio la luz su obra magna: el Andreae Vesalii Bruxellensis, scholae medicorum Patauinae professoris, de Humani corporis fabrica Libri septem, llamado para abreviar De Humani corporis fabrica.
Este monumental tratado, en siete partes y con casi 700 páginas, es considerado con toda justicia el primer tratado moderno de anatomía y uno de los libros científicos más influyentes de la historia. Un libro esencial no sólo por la enorme cantidad de datos que aporta, sino por la claridad de sus exposiciones, la defensa del valor de la disección y la experimentación, y por refutar numerosos errores establecidos en la enseñanza médica. Destacan especialmente las mas de trescientas ilustraciones que incluye, de una precisión y detallismo extraordinarios, realizadas algunas por el propio Vesalio o por Domenico Campagnola, pero la mayor parte por discípulos del taller de Tiziano, principalmente Jan Stefan van Calcar. Las siete partes del tratado están dedicadas, respectivamente, a los huesos; a los músculos y ligamentos; al sistema circulatorio; a los nervios; al aparato digestivo y reproductor; al corazón y órganos aledaños; y al sistema nervioso central y los órganos de los sentidos. Vesalio costeó la impresión de su propio bolsillo, y no reparó en gastos para conseguir la mayor calidad en su obra; hizo que el libro fuera impreso en Basilea por Joannis Oporini, uno de los impresores más prestigiosos de Europa, y supervisó personalmente cada fase del proceso. A la vez que se publicaba del De Humani corporis fabrica, también se publicó el Andrea Vesalii suorum de Humani corporis fabrica librorum epitome, llamado comúnmente Epítome a secas, una versión resumida concebida para los estudiantes de medicina. La obra despertó una gran polémica entre los defensores más acérrimos de las tesis de Galeno, hasta el punto de que algunos (como Jacobo Silvio, que había sido su profesor en París) le dedicaron calificativos como ignorante, desvergonzado y calumniador.
Vesalio dedicó su libro al emperador Carlos V (y el Epítome a su hijo, el príncipe Felipe, futuro Felipe II), a quién regaló una copia de la obra, encuadernada en seda púrpura y con ilustraciones pintadas a mano. Tanto impresionó al rey la obra, que poco después lo nombró su médico personal. Vesalio se trasladó a Bruselas, donde se casó y siguió trabajando y experimentando, rebatiendo no sólo a Galeno, sino al mismísimo Aristóteles.


Tras la abdicación de Carlos V en 1556, Vesalio entró al servicio de su hijo Felipe II, trasladándose a Madrid en 1559. No estuvo cómodo, sin embargo; a la desconfianza de los muchos religiosos que rodeaban al rey por sus métodos y las malas relaciones con los demás médicos de la corte se unía la escasez de cadáveres con que experimentar y un desafortunado incidente relacionado con Carlos de Austria, el primogénito del rey. El príncipe se cayó por unas escaleras en 1562 y se fracturó el cráneo. Para tratar de salvar su vida, Vesalio le sometió a una arriesgada trepanación, que le dejó con ciertas secuelas psicológicas. Todo ello, y pese a que Felipe II le había nombrado conde palatino y le había concedido una pensión, llevó a Vesalio a dejar España en 1564 y, tras dejar a su mujer e hija en la Provenza, embarcarse en una peregrinación a Jerusalén. Una leyenda dice que lo hizo obligado por la Inquisición y el rey, como castigo por haber sido acusado de herejía y de haber realizado una disección a un cuerpo todavía vivo. No obstante, no hay ninguna prueba fehaciente de que tal leyenda sea cierta.


Estando en Jerusalén, Vesalio recibió un mensaje del senado veneciano ofreciéndole su antigua cátedra, vacante tras la muerte de su amigo y discípulo Gabriele Falloppio. Sin embargo, durante el viaje de vuelta, enfermó y murió en la isla griega de Zante, sin llegar a cumplir los cincuenta años.
La contribución de Vesalio al desarrollo de la anatomía y la medicina es enorme. No sólo contribuyó a refutar ideas erróneas que se habían considerado ciertas durante siglos, sino que estableció un nuevo modelo de aprendizaje basado en la experimentación y el estudio directo. Además, aportó una ingente cantidad de datos nuevos a lo que ya se conocía y demostró la enorme utilidad de las ilustraciones en la enseñanza médica. En su honor, llevan su nombre el agujero de Vesalio (una abertura en el lado interno del agujero oval del hueso esfenoides, tras las fosas nasales); la vena de Vesalio (que atraviesa el agujero de Vesalio); y el ligamento de Vesalio o Poupart, el borde inferior de la aponeurosis del oblicuo mayor, desde la espina ilíaca anterosuperior a la espina del pubis.

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