Verba volant, scripta manent

domingo, 25 de septiembre de 2016

Brenda Dean Paul

Brenda Irene Isabelle Frances Theresa Dean Paul (1907-1959)

Nació en una cuna privilegiada, rodeada de lujos y comodidades. Tenía dinero, fama, belleza, talento, inteligencia y una personalidad seductora. Pero en su vida se cruzó la heroína, llevándola a una continua caída que duraría hasta su final.
Brenda Irene Isabelle Frances Theresa Dean Paul, conocida habitualmente como Brenda Dean Paul, nació el 8 de mayo de 1907. Su padre era sir Aubrey Dean Paul, 5º baronet Paul, capitán del ejército británico y descendiente de John Churchill, primer duque de Marlborough; y su madre era Irene Régine Wieniawski, una reputada pianista y compositora belga que utilizaba el seudónimo Poldowski. Brenda, como era habitual en su círculo social, recibió una esmerada educación. Muy joven se despertó en ella el interés por la interpretación. Actuó en pequeños papeles en el teatro desde su adolescencia, y en 1927 viajó a Berlín a probar fortuna en el mundo del cine. Pero no tardó en quedar fascinada por la vibrante vida nocturna del Berlín de entreguerras. No consiguió el papel que buscaba, pero se divirtió de lo lindo frecuentando los cabarets berlineses.


A su vuelta a Gran Bretaña, Brenda se convirtió en uno de los rostros más conocidos de los llamados British Young Things, un grupo de jóvenes de familias acomodadas y aristocráticas, habituales de la crónica social por su estilo de vida bohemio y frívolo, entre los que se encontraban nombres que luego se harían célebres como el fotógrafo Cecil Beaton, los escritores Evelyn Waugh y Anthony Powell y el compositor William Walton. Brenda era una de las que más interés despertaba entre el público, que seguía con atención los relatos de sus andanzas. Su estilo a la hora de vestir era admirado e imitado por mujeres de todas las clases sociales, mientras ella vivía su despreocupada vida de fiestas y amoríos. Marcaba tendencias en cuanto a la moda femenina, convirtiéndose así en antecedente de lo que hoy se denomina una "it girl".


Pero todo cambió cuando entró en escena la heroína. Todo comenzó con un aborto (algunos dicen que provocado) que Brenda sufrió a finales de los años 20, que le dejó numerosas secuelas que la hicieron engancharse a la morfina, primero, y a la heroína, más tarde. Su adicción se agravó rápidamente, pese a los esfuerzos de su familia por ayudarla. Su comportamiento cada vez más errático acabó por provocarle problemas con la ley. En febrero de 1931 fue llevada ante un tribunal por primera vez, acusada de pagar con un cheque sin fondos. A esta acusación le seguirían otras como posesión de drogas peligrosas, obtención de bienes de manera fraudulenta e impagos, que acabarían llevándola a pasar una temporada en la cárcel de Holloway en 1932. Durante su encierro desarrolló un trastorno alimenticio que la llevó a pesar sólo 35 kilos, agravando más su salud.


Los siguientes años de su vida se convirtieron en una montaña rusa de subidas y bajones. Entraba y salía de clínicas de reposo, alternando periodos más o menos estables con otros de dejadez y consumo desaforado. En 1935 logró desintoxicarse y publicar su autobiografía, My First Life, anunciando su intención de retomar su carrera como actriz, pero no tardaría en recaer de su adicción. En 1939 fue desahuciada de su piso después de que su casero denunciara que solía ir desnuda por la casa e incluso abría la puerta de esa guisa. En 1940 volvió a los juzgados, acusada de efectuar compras en nombre de otras personas. Por supuesto, la prensa no perdía detalle de todos estos sucesos; las desventuras de la "drogadicta de la alta sociedad", como era llamada, ocupaban espacios importantes en las revistas de sucesos y cotilleos.
La misma tónica se siguió repitiendo año tras año. Periodos de lucidez intercalados entre otros de absoluto decaimiento. Todo tipo de rumores circulaban sobre ella: que había sido vista lavando una jeringuilla con el agua de los jarrones de un elegante restaurante de Londres, que ganaba dinero alquilándose para recibir palizas en sesiones de sadomasoquismo... En una entrevista concedida en 1951 afirmó estar curada y que pensaba abrir su propia clínica de rehabilitación, algo que nunca llevó a cabo. En 1952 consiguió un papel en el teatro como protagonista de la obra La princesa Zoubaroff, pero no tardaría en volver a las andadas.


En 1957 fue ingresada en un hospital psiquiátrico de Roma tras encontrársele en su poder un paquete con cocaína. Moriría en su piso de Londres el 26 de junio de 1959, por "causas naturales" (la causa real fue una sobredosis).

3 comentarios:

  1. Un precedente de lo que años mas tarde seria la "generación beatnik" en Estados Unidos.

    Es fascinante ver como alguien que lo tiene todo desde la cuna, es capáz de despeñarse a las simas mas profundas de la miseria.

    Un abrazo.

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    1. Quiso comerse el mundo y al final el mundo se la comió a ella. Un abrazo, Rodericus.

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