Verba volant, scripta manent

lunes, 9 de enero de 2017

El misterio del Kaz II


El 15 de abril de 2007 un pequeño catamarán de apenas 10 metros de eslora llamado Kaz II partía del puerto de Airlie Beach, en la costa noreste australiana, rumbo a Townsville, a unos 300 kilómetros al norte. A bordo iba el propietario del barco, Derek Batten, de 56 años, acompañado de dos amigos y vecinos suyos, los hermanos Peter (69) y James (63) Tunstead, todos ellos residentes en la ciudad de Perth. Batten había comprado el barco cosa de un año antes y no estaba del todo familiarizado con su manejo, por lo que había dispuesto un viaje de varias semanas bordeando la costa australiana, del cual la travesía hasta Townsville era su primera etapa.

De izquierda a derecha, James Tunstead, Derek Batten y Peter Tunstead
Tres días después, el 18, un helicóptero avistó al Kaz II navegando en las cercanías de la Gran Barrera de Coral. El barco navegaba de forma errática, como si fuese a la deriva. Intentaron comunicarse con su tripulación a través de la radio VHF pero, al no obtener respuesta, dieron aviso a las autoridades, temiendo que sus tripulantes pudieran tener algún problema. El día 20 los guardacostas australianos abordaron el barco, y lo encontraron completamente desierto. Todo a bordo parecía estar en orden: el motor seguía encendido, aunque en punto muerto, todos los sistemas funcionaban correctamente, incluidos el GPS y la radio, los chalecos salvavidas estaban en su sitio, incluso el bote salvavidas estaba asegurado correctamente. El único daño que mostraba el barco era un rasgón en una de sus velas. Nada parecía estar fuera de lugar, pero no había ni rastro de los tripulantes, ni indicio alguno de lo que podía haberles pasado.
El Kaz II fue remolcado hasta Townsville, donde el día 21 se procedió a realizar un examen a fondo, que no arrojó ninguna conclusión, salvo confirmar la absoluta falta de pistas sobre lo sucedido. En el interior del barco, todo estaba tal y como si sus tripulantes acabaran de irse. En una mesa había un ordenador portátil todavía encendido, en el fregadero había varios cubiertos sucios, sobre la litera de James Tunstead estaban sus gafas y su portafolios. Bajo la litera de Batten se encontró su pistola, guardada junto a su munición en una caja cerrada, sin indicios de haber sido utilizada. El único desorden eran una botella de vino y algunas revistas caídas en el suelo de la cocina; pero luego se confirmó que se habían caído mientras el Kaz II era remolcado.

El Kaz II en el puerto de Townsville
Dos elementos contribuyeron a aportar información sobre lo sucedido. Una cámara de video que se halló a bordo mostraba imágenes tomadas por la tripulación. La última grabación, efectuada por James Tunstead, databa del día 15, el día de la partida del barco, a las 10:05 de la mañana, y mostraba a Derek Batten al timón y a Peter Tunstead pescando sentado en la escalerilla de popa. El mar estaba algo picado, el barco navegaba con el motor apagado, y ninguno de ellos llevaba puesto el chaleco salvavidas. Por otro lado, el estudio de los datos del GPS mostraba cómo el barco había llevado un rumbo firme y estable hacia el noroeste, hasta la tarde del día 15, en el que su ruta se había vuelto errática, lo que parecía indicar que en ese momento era cuando el barco había quedado abandonado.
Por supuesto, tras descubrirse el barco a la deriva se lanzó una gran operación de búsqueda y rescate, en la que participaron la marina, guardacostas y voluntarios. Dos helicópteros y nueve aviones exploraron la ruta seguida por el barco. Se exploraron concienzudamente las aguas circundantes, se registró la costa y las islas cercanas, incluso un avión con un detector de infrarrojos escudriñó los arrecifes e islotes de la zona, por si pudieran estar allí. Pero no hubo éxito. No se halló ni el más mínimo vestigio de los desaparecidos. Finalmente, la búsqueda se suspendió el día 25.
El proceso oficial sobre el caso comenzó el 8 de agosto de 2008 en el Tribunal Forense de Townsville. 27 testigos fueron llamados a declarar. La esposa de Batten confirmó que su marido era un experto navegante, con décadas de experiencia, si bien con barcos a motor; el Kaz II era su primer velero, aunque tras haberlo comprado ambos habían seguido un curso de seis semanas para aprender a navegar buques a vela, y ya habían hecho pequeñas travesías con el catamarán. También que la intención original de Derek había sido viajar con ella; pero que, temiendo que sólo dos personas no fuese suficiente, había preferido invitar a sus amigos los Tunstead. Juntos habían planeado durante largo tiempo el viaje, estudiando distintas rutas, y habían decidido ser cautelosos, viajar cerca de la costa y nunca de noche. Habían estimado que la travesía durase de seis a ocho semanas. Igualmente confirmó que su marido había sufrido un ataque al corazón unos años antes, pero que en el momento de partir estaba bien de salud y en forma. Asimismo, también declararon Graeme Douglas, anterior propietario del barco, que confirmó que el Kaz II estaba en perfectas condiciones antes de partir, que había ayudado a Batten a decidir la ruta y que había visto a los tres hombres la noche anterior a la partida, sin que le mencionasen problema alguno. Gavin Howland, patrón del pesquero Jillian, confirmó haber visto al Kaz II el día 16, sin ver a nadie a bordo. No trató de ponerse en contacto con su tripulación, pero le extrañó ver a un velero en una zona de aguas poco profundas y arrecifes. Los agentes que habían participado en el rescate y el registro del barco declararon que no habían encontrado señal alguna de violencia a bordo, ni ningún indicio que les ayudase a averiguar lo ocurrido.


El informe final del tribunal concluía que, con las evidencias y los testimonios recabados, era imposible establecer con seguridad una causa de la desaparición y presumible muerte de los tres hombres. Eso si, proponía una hipótesis: uno de ellos (probablemente Peter Tunstead) habría caído al agua tratando de liberar un anzuelo que se encontró enganchado en el timón de babor del barco. Su hermano James se habría lanzado al agua para ayudarlo, mientras Derek Batten encendía el motor y viraba para recoger a ambos. Pero, al virar de repente, había provocado una trasluchada (la vela mayor había cambiado de banda siguiendo el movimiento del barco) y la botavara (la percha horizontal a la que va enganchada la vela) había golpeado a Batten (que no estaba familiarizado con los veleros) arrojándolo por la borda. Con el barco en movimiento, los tres tripulantes habían sido incapaces de volver a bordo antes de que el Kaz II los dejara atrás, quedando abandonados en mar abierto, donde habrían acabado por agotarse y ahogarse. El informe también descartaba que se hubiera producido una desaparición forzada o que hubieran intervenido otras personas, desestimando otras teorías como la piratería o el encallamiento en un banco de arena, tras el cual el barco habría quedado a la deriva cuando sus tripulantes se bajaron para tratar de liberarlo.
Los cuerpos de los tres tripulantes del Kaz II jamás se encontraron.

2 comentarios:

  1. Cualquier accidente en tierra tiene una trazabilidad razonable, pero cuando algo sucede en el mar, pasa a formar parte del misterio.

    De asuntos como este se nutren los promotores de fábulas como el triangulo de las Bermudas, aunque tengo que reconocer que lo del vuelo 19 tiene bastante miga.

    Un abrazo.

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    1. Sin testigos, sin indicios, sin rastros, lo único que se puede hacer es especular acerca de lo que realmente ocurrió a bordo.
      Un abrazo, Rodericus.

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