Verba volant, scripta manent

jueves, 7 de noviembre de 2013

Diez películas alucinantes y disparatadas (III): Santa And The Ice Cream Bunny (1972)



Como a estas alturas ya queda poco para que empiecen a colocarse los adornos, las lucecitas y toda la parafernalia navideña, hoy toca película navideña. Que como era de esperar, es empalagosa, cutre y tontorrona. He elegido Santa and the Ice Cream Bunny tras un gran combate interno para escoger entre ésta y Santa Claus Conquers the Martians (1964).
Todo empieza en un Polo Norte de pega, más falso que un billete con la imagen de Krusty el payaso. Unas imágenes, seguramente "tomadas prestadas" de algún documental que muestran a lo lejos un puñado de renos pastando tranquilamente en la tundra, sin asomo de nieve por ninguna parte (¿el cambio climático, quizá?). Y el taller de Santa Claus, que es en realidad una especie de garaje cutre con tres o cuatro niños disfrazados de elfos, sin duda por si aparece un inspector de Trabajo, para que no les multen por tener a niños empleados. ¿Y Santa Claus? De él ni rastro, porque ha salido a dar una vuelta con el trineo... ¡en pleno verano! (¿no se suponía que sólo sale en Navidad?). Con tan mala suerte de que el trineo se queda atascado en una playa de Florida. Lo cual nos lleva a pensar... ¿no se supone que el trineo vuela?¿Cómo demonios se ha podido quedar atascado en una playa? Bueno, a continuación los renos, seguramente cansados de la explotación laboral del gordo, salen huyendo, y Santa Claus, solo, se ve obligado a convocar telepáticamente a los niños de la zona para que le ayuden. O sea, algo a mitad de camino entre El resplandor y Los chicos del maíz, pero de buen rollo. Y mientras los niños se parten el espinazo para desatrancar el trineo, Santa se queda tranquilamente sentado sin dar un palo al agua, en camiseta (!) y contándoles a los niños la historia de Pulgarcita. Historia que es en realidad un mediometraje que el propio director, Barry Mahon, y el resto del equipo, habían rodado un par de años antes. Se ve que la historia no daba para mas y colaron la historia de Pulgarcita (¡con sus créditos incluidos!) para rellenar metraje (en realidad, dura más que las escenas con Santa Claus, supuesto protagonista del filme). En fin, que tras probar diversos animales para liberar el trineo (un perro, un caballo, una vaca, un cerdo y hasta un tipo disfrazado de gorila que pasaba por allí) finalmente Santa y su trineo, en un brillante y audaz giro argumental, son rescatados por un tipo con un inquietante disfraz de conejo y que conduce un camión de bomberos.
La azarosa vida del director merecería un capítulo aparte. Porque Barry Mahon, antes de dedicarse al cine, fue piloto de combate en la Segunda Guerra Mundial, estuvo preso de los alemanes, participó en la célebre fuga de Stalag Luft III (La gran evasión) y posteriormente sería piloto personal del actor Errol Flynn. Como director, empezó rodando películas pornográficas, para luego pasarse al cine infantil (quizá porque exigía argumentos menos complejos).

Aquí está el terrorífico conejo gigante. Nótese cómo sus ojos rezuman maldad y ansias homicidas. No quiero ni imaginarme lo que está haciendo la niñita rubia.

El truñ... quiero decir, la película completa:

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