Verba volant, scripta manent

martes, 16 de febrero de 2016

El uro


El antepasado de los bóvidos domésticos apareció en las estepas de Asia Central hace unos dos millones de años. Esta especie, denominada Bos acutifrons, no tardó en extenderse por Europa, África, Oriente Medio y la India, dando lugar a una nueva especie, Bos primigenius, conocida genéricamente como uro.
Los uros eran animales realmente imponentes. De morfología similar al ganado actual, pero de un tamaño considerablemente mayor. Los machos podían llegar a medir dos metros de altura a la cruz (las hembras, metro y medio) y pesar cerca de una tonelada. Los cuernos de los machos (muy apreciados en determinadas épocas para la fabricación de vasos) podían a llegar a medir un metro de largo. Tenían una característica "giba" en la espalda, provocada por las espinas de sus vértebras dorsales, muy alargadas. Su hábitat eran los bosques, vivían en manadas y se cree que tenían costumbres migratorias. Se apareaban a finales de verano y las crías nacían en mayo o junio. Además, las descripciones que se conservan hablan de ellos como animales rápidos y muy agresivos, tanto hacia el hombre como hacia otros animales. Sin duda, la aparición de uno de estos enormes animales cargando furioso debía de ser una visión aterradora.

Representación de un uro en las cuevas de Lascaux (Francia), datada aproximadamente en 20000 años
En algún momento, aproximadamente hace unos 10000 años, los humanos empezaron a domesticar uros de manera simultánea en varias partes del mundo: son el origen de todas las razas actuales de bóvidos domésticos, exceptuando quizás al yak tibetano (Bos mutus), cuyos orígenes aún son un tanto confusos. A los uros salvajes no les fue tan bien; cazados masivamente por su carne, también sufrieron la pérdida de muchos de los bosques en los que vivían, talados para obtener madera o para convertirlos en pastos o tierras de cultivo. Poco a poco, sus poblaciones, que habían llegado a ser de cientos de miles de ejemplares, fueron declinando y desapareciendo, hasta que los últimos uros salvajes murieron en el siglo XVII.

Distribución del uro europeo (rojo), africano (amarillo) e indio (naranja)
Dentro de los Bos primigenius se distinguen tres subespecies:
- El uro indio o Bos primigenius namadicus, que se extendía por todo el subcontinente indio, fue el primero en desaparecer, en torno al cuarto milenio antes de Cristo. No nos han llegado más que descripciones difusas y lejanas, así que lo que se sabe de él se debe fundamentalmente a las reconstrucciones de sus restos fósiles. Es el antepasado directo del cebú (Bos taurus indicus).
- El uro africano o Bos primigenius africanus, se encontraba por todo el norte de África y llegaba al sur hasta el actual Sudán. Las descripciones de griegos y romanos hablan de él como un animal de un tamaño que doblaba el del ganado doméstico, con un pelaje rojizo y ojos azul grisáceo, y destacan su agresividad. De él descienden buena parte de las especies africanas de ganado doméstico, y se sabe que fue introducido, domesticado, en la península Ibérica en el primer milenio a. C. a través del estrecho de Gibraltar, por lo que es posible que algunas de las razas autóctonas de la península también hayan heredado parte de su material genético. En la época romana ya estaba en retroceso y había desaparecido de las zonas más pobladas del norte de África. Acabaría por extinguirse antes de la Edad Media.
- El uro europeo o Bos primigenius primigenius, el más extendido, el más conocido y el último en extinguirse. Su ámbito abarcaba la mayor parte de Asia y Europa, desde la península de Corea en el este hasta la península Ibérica en el Oeste, incluyendo parte de China, el Cáucaso, Mesopotamia, Oriente Medio y Europa, (también en Gran Bretaña y numerosas islas del Mediterráneo). Su pelaje era oscuro y uniforme, como el de los actuales toros de lidia, salvo por una banda más clara a lo largo del dorso y una mancha en la frente.

Cebú (Bos taurus indicus)
La primera referencia escrita a la palabra "uro" para referirse a esta especie aparece en el De bello Gallico de Julio César, donde menciona que los germanos llamaban a estos animales "uri". En aquella época (siglo I a. C.) los uros ya habían desaparecido de buena parte de sus territorios, pero era aún frecuente en Europa, e incluso era habitual su presencia en los espectáculos circenses romanos. Pero su número siguió descendiendo poco a poco. No tardarían en desaparecer por completo de la Península Itálica, y a principios del siglo XIV desapareció de Gran Bretaña. En torno al siglo XV se hallaba reducido a algunos bosques del centro y el norte de Europa, y a finales de ese siglo la única manada conocida se hallaba en los bosques polacos de Jaktorów y Wiskitki (aunque algunas fuentes hablan de que hubo uros en Suecia hasta 1555). En 1476, ambos bosques pasaron a ser propiedad de la familia real polaca, con lo que cazar un uro se convirtió en un privilegio reservado solo para los reyes y sus parientes. El rey Segismundo I Jagellón el Viejo (1467-1548) y su hijo Segismundo II Augusto Jagellón (1520-1572), protegieron a la manada, colocando vigilantes en los bosques para evitar la caza furtiva y alimentándolos con heno durante los duros inviernos. Pero sus sucesores no tuvieron tantos miramientos y siguieron cazándolos, y su número siguió descendiendo. El censo de 1564 contabilizó 38 ejemplares; en 1566 ya sólo quedaban 24; y en 1602 sólo quedaban cinco ejemplares, cuatro machos que serían cazados en los siguientes años, y una hembra, que moriría de vieja en 1627, poniendo fin de manera oficial a la existencia del uro.
En fechas recientes ha habido proyectos para "resucitar" al uro. En los años 20, dos alemanes, Lutz y Heinz Heck, trataron de recrearlo cruzando distintas razas de ganado moderno con características propias del Bos primigenius, tratando de hacerlas resaltar. El resultado fue el llamado "bovino de Heck", una raza habitual en zoológicos y que incluso ha sido reintroducida en algunas reservas naturales de Holanda y Alemania. No obstante, la mayoría de los expertos niegan cualquier parecido entre esta raza y el uro original (muchos opinan que seguramente es el toro de lidia la raza actual que más se asemeja a sus antepasados) calificando al bovino de Heck de "simple curiosidad", "experimento fallido" o, directamente, "estafa científica". Actualmente, el proyecto TaurOS intenta recrear al uro basándose en datos genéticos y morfológicos, mediante el cruce de distintas razas de vacas europeas.

2 comentarios:

  1. Muy interesante. hace poco, pude ver un documental que retrataba el esfuerzo de algúnos biologos que bajo el régimen nazi trataron de clonar o "resucitar" la especie, la cuál era un animal "totem" para los chiflados de la mitología germánica-nazi de la organización "ahnenerbe".

    Parece ser que planeaban introducirlos en unas enormes reservas naturales en territorio polaco y bielorruso, y reproducir con ellos las antiguas cacerías de las tribus germánicas.

    Lo dicho, una pandilla de perturbados que estuvieron a punto de enviar a Europa dos mil años atrás en el tiempo.

    Un abrazo.

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    1. Hubo algunos intentos de lograr réplicas del uro mediante cruces, pero ni disponían de las técnicas adecuadas, ni se conocía la morfología y la genética del animal, así que los resultados se parecían más bien poco a lo que buscaban.
      Un abrazo, Rodericus.

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