Verba volant, scripta manent

viernes, 24 de marzo de 2017

Un árbol solitario

Encephalartos woodii

Un día de 1895 John Medley Wood caminaba por el bosque de Ngoya, en la provincia sudafricana de Zululandia. Wood, antiguo granjero y botánico autodidacta, que por aquel entonces era director del Jardín Botánico de la ciudad de Durban, era uno de los mayores expertos en la flora de la región de Natal, y solía recorrer los bosques de la región en busca de especímenes interesantes y nuevas especies de plantas desconocidas.
Aquel día, a Wood le llamó la atención un extraño árbol que se hallaba en el límite mismo del bosque, en la ladera de una colina. De lejos tenía cierto parecido con una palmera, pero al acercarse vio que se trataba de una cícada. Las cícadas (clase Cycadopsida) son un grupo muy antiguo de árboles, que vivieron su momento de esplendor hace unos 200 millones de años y que en la actualidad han quedado reducidos a grupos aislados, casi siempre en zonas tropicales. Wood no la identificó en un primer momento, así que decidió llevarse varios pequeños brotes basales que tenía la planta, enviando uno de ellos al Real Jardín Botánico de Kew, en Londres, donde fue trasplantado en la llamada Casa de las Palmeras (aunque no se trataba estrictamente de una auténtica palmera). Lejos estaba Wood de imaginar que no sólo había descubierto una especie nueva, sino que de hecho había dado con el único ejemplar conocido de dicha especie.
En un primer momento, Wood creyó que se trataba de una variedad de una cícada ya conocida, la cica espinosa (Encephalartos altensteinii) y así la nombró: E. altensteinii var. bispinna. Pero en 1908 el viverista alemán Henry Sander tras estudiar un ejemplar concluyó que se trataba de una especie nueva y la llamó Encephalartos woodii en honor de su descubridor.

John Medley Wood (1827-1915)
El Encephalartos woodii (o cícada de Wood, como también se la conoce) llega a alcanzar los seis metros de altura. El tronco es más grueso en su base y está coronado con una copa de entre 50 y 150 hojas, de un color verde oscuro y hasta 2'5 metros de largo. El ejemplar que halló Wood tenía cuatro tallos principales. Dos de ellos fueron retirados en 1907 por James Wylie, ayudante de Wood, y trasplantados en el Jardín Botánico de Durban, donde todavía hoy se conservan. Otro de los tallos murió entre 1907 y 1912, y el último fue retirado en 1916 y trasplantado en Pretoria, donde murió en 1964.
Todos los intentos por localizar otro ejemplar de E. woodii han sido infructuosos. El bosque de Ngoya ha sido registrado concienzudamente, y también otras masas boscosas cercanas, sin resultado, por lo que la especie se considera extinta en la naturaleza. En la actualidad hay numerosos ejemplares de esta especie en jardines botánicos de todo el mundo, pero todos son clones del árbol original hallado por Wood, cultivados a partir de los brotes que aparecen regularmente en la base de su tronco. La única cícada de Wood es incapaz de reproducirse por si misma, ya que las cícadas son dioicas: tienen sexos separados. El ejemplar conocido es un macho, por lo que necesitaría de un árbol hembra para reproducirse. Si se ha conseguido crear híbridos con hembras de otras cícadas, como el Encephalartos nataliensis o el Encephalartos  transvenosus, pero no dejan de ser cruces heterogéneos. "El organismo más solitario del mundo", lo llamó el biólogo y presentador de televisión Richard Fortey.


El ejemplar que se halla en el jardín de Kew fue trasladado en 1997 de la Casa de las Palmeras a otra zona del jardín dedicada a la flora sudafricana. Diez años después, en 2007, desarrolló un vistoso estróbilo (órgano sexual masculino) de color amarillo, por primera vez desde su llegada a Londres.
Un estudio de ADN llevado a cabo en 2006 reveló que el E. woodii tiene un parentesco muy próximo con el E. natalensis. Algunos botánicos sugieren que en realidad la cícada de Wood no es una especie en si misma, sino una mutación de la nataliensis, o bien un híbrido de ésta con otra cícada sudafricana, la Encephalartos ferox.
En la actualidad, la Encephalartos woodii se considera una especie en grave peligro de extinción. Figura en el Apéndice I del convenio CITES sobre el comercio de especies amenazadas, lo que prohíbe que se recolecten ejemplares salvajes y que todo el material cultivado artificialmente (ejemplares vivos, semillas, polen o fragmentos de la planta) que viaja de un país a otro necesite un permiso especial tanto del país de procedencia como del de destino.

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