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domingo, 4 de septiembre de 2022

Objetos misteriosos


En yacimientos romanos de toda Europa, desde Gales hasta Hungría y desde Alemania hasta España, se han encontrado unos extraños objetos huecos con forma de dodecaedro (doce caras pentagonales planas), con un agujero circular en cada cara. Están hechos de bronce o de piedra, de tamaños diversos, y se han encontrado hasta el momento más de un centenar de ellos, datados entre los siglos II y IV de nuestra era. Su uso es desconocido; no se han hallado referencias a ellos en la literatura o las pinturas de la época. Las teorías acerca de ellos son muy variadas: candelabros, dados, juguetes infantiles, herramientas de calibrado de tuberías, dispositivos para la medición de distancias, instrumentos para el cálculo de la fecha más adecuada para la siembra de las cosechas de invierno, e incluso objetos de carácter religioso o usados para la adivinación.



El arqueólogo británico Austen Henry Layard halló este curioso objeto en 1850 en Nimrud, la antigua capital del imperio asirio, entre las ruinas del palacio del emperador Asurnasirpal II. La Lente de Nimrud, como es conocida, es un trozo de cristal de roca, de 38 mm de diámetro y 6 de espesor, que ha sido cuidadosamente tallado y pulido, y ha sido datado en torno al siglo VIII a. C. La lente presenta unas propiedades ópticas similares a las de una lupa de tres aumentos, pero su verdadera función sigue provocando controversia. Una corriente defiende que esta capacidad de aumento era lo que se buscaba cuando se fabricó la lente, que habría sido utilizada por algún artesano para concluir los detalles más delicados de su labor, o para encender fuego concentrando los rayos solares, o incluso haber formado parte de un primitivo telescopio. Otra corriente opuesta defiende en cambio que se trata de un objeto puramente ornamental y que sus propiedades ópticas son simplemente un efecto secundario y no buscado de su proceso de fabricación.



Entre los años 1901 y 1902 pescadores de esponjas rescataron de un pecio cercano a la isla griega de Anticitera (al noroeste de Creta) los restos de un extraño y complejo artefacto. El conocido como Mecanismo de Anticitera está datado en el siglo II a. C. y estaba formado por al menos treinta engranajes de bronce, de los que se han recuperado 82 fragmentos (se cree que puede haber más en el pecio o en sus proximidades), y que iban en el interior de una caja de madera de unas dimensiones de 34x18x9 centímetros. El hecho de que el barco procediera, aparentemente, de la isla de Rodas, y de que varios fragmentos presentan inscripciones en una variedad del idioma griego llamada koiné hace suponer que el objeto era de fabricación griega y que era llevado a Roma, probablemente como botín. Durante bastante tiempo se especuló con su función, e incluso hubo quien puso en duda el hallazgo diciendo que era un mecanismo demasiado complejo para la época en la que se dató, pero hoy se sabe que se trata de una computadora analógica empleada para predecir posiciones astronómicas y eclipses. El hecho de que Marco Tulio Cicerón mencione en su obra De res publica la existencia de dos máquinas parecidas, diseñadas y construidas por Arquímedes, hace suponer que este mecanismo no era un ejemplar único sino el fruto de una larga tradición de máquinas complejas creadas por mecánicos griegos, una tecnología que luego se perdería, sin que se fabricase nada parecido en Europa hasta el siglo XIV.



En el siglo IV, el emperador Chandragupta IV (375-415) ordenó erigir en Delhi un pilar de hierro para agradecer al dios Vishnu su victoria en una batalla. Lo asombroso es que el pilar, que en la actualidad se encuentra en el llamado Complejo Qutb de Delhi, ha permanecido durante 1600 años a la intemperie sin mostrar signos de corrosión ni oxidación. Los diversos análisis a los que ha sido sometido han revelado los motivos, que dicen mucho acerca de los conocimientos y la habilidad de los herreros indios de la época: la elevada pureza del metal (un 98%), su elevado contenido en fósforo (seguramente conseguido usando en la fundición madera de árboles con un alto contenido en fósforo como el Senna auriculata) y la presencia de una capa protectora de un oxihidróxido de hierro conocido como misawita (d-FeOOH).



La conocida como Copa de Licurgo es un extraordinario objeto de origen romano del que se sabe muy poco. Se trata de una diatreta o copa en jaula (una copa adornada con relieves) que tiene la peculiaridad de estar fabricada con un cristal dicroico (cambia de color según la luz incida o no directamente sobre ella): la copa aparece roja si se ilumina desde atrás y verde si se ilumina desde el frente, un efecto que se consiguió añadiendo una pequeña cantidad de oro y plata en forma de nanopartículas (mil veces menores que un grano de sal) al vidrio. Es el único objeto romano fabricado con este tipo de cristal que ha llegado entero hasta la actualidad, y recibe el nombre de Copa de Licurgo porque en su relieve está representada la leyenda mitológica de Licurgo, rey de Tracia, que se granjeó la enemistad del dios Dionisio al tratar de asesinar a una de sus seguidoras, haciendo que el dios se vengara transformando a la joven en una vid que se aferró a Licurgo y acabó por asfixiarlo. Ha sido datada en torno a finales del siglo III o principios del IV, y se cree que pudo haberse fabricado en Roma o, quizá, en Alejandría. Aparte de eso, no se sabe nada acerca de su origen, fabricación o circunstancias; en la literatura romana se mencionan varias copas dicroicas, pero no se ha podido confirmar que sea ninguna de ellas. Por su buen estado, se cree que nunca estuvo enterrada, y dado que el pie de bronce de la copa fue añadido en torno al año 1800, se especula con que pudo ser saqueada del tesoro de alguna iglesia o monasterio durante la Revolución Francesa o las Guerras de Coalición (1792-1801). La primera referencia segura a la Copa data de 1845, cuando un escritor francés menciona haberla visto en posesión de un tal Monsieur Dubois. Poco después la compraría el barón Lionel de Rothschild, banquero y político inglés, permaneciendo en poder de la familia Rothschild durante más de un siglo, hasta que en 1958 uno de los descendientes de Lionel, el barón Victor Rothschild, la vendió al Museo Británico.


2 comentarios:

  1. Un buen compendio, como de costumbre.
    Acerca del pilar de acero de Delhi y su asombroso comportamiento a través de los siglos, hay que aclarar la maestría de los antiguos hindúes en la fundición y refinado del hierro.
    La clave del afamado "acero de Damasco" tan apreciado en la edad media, y que tantas víctimas causó en las tropas cristianas durante la reconquista y las cruzadas (el hierro europeo era bastante más quebradizo), hay que buscarlo en una aleación producida en la India partiendo de hierro local y fundido y aleado en crisoles herméticos: el acero "wootz", con un contenido alto en carbono y silicio. Producido en la India desde antiguo (hay referencias de que Alejandro Magno lo conoció), era exportado por via maritima en forma de lingotes hasta el califato de Damasco, donde era muy apreciado por los herreros para forjar las armas de los notables y los poderosos. Aparte de su flexibilidad y resistencia, si se trabajaba adecuadamente, se formaban en las hojas al templarlo unos elegantes dibujos.

    Hace muy poco que se consiguió averiguar el "secreto" de esas antiguas alfanjes, terror de la cristiandad.

    Un saludo

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    1. Es una historia fascinante la del acero de Damasco, y de hecho tenía pensado hablar de ella algún día.

      Un abrazo, Rodericus.

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