Verba volant, scripta manent

lunes, 3 de julio de 2023

Un fallo para la historia

 

Yasuke (2021)

Si sois aficionados al cine de acción japonés, ya sea de animación o con personajes reales, seguramente habréis visto con anterioridad alguna escena similar a la que abre este post: en una lucha con espadas, uno de los contendientes hiere a un rival, que deja escapar un desmesurado y antinatural chorro de sangre. Y curiosamente, este recurso, originario del cine japonés pero cuyo uso se ha extendido a otras cinematografías, tiene su fuente en un error sucedido en un rodaje hace más de sesenta años.

En los años 60 del pasado siglo Akira Kurosawa ya era considerado uno de los directores más prestigiosos del cine japonés. Poseedor de una ya extensa filmografía que abarcaba distintos géneros, habían sido sus películas jidaigeki (dramas de época), especialmente las protagonizadas por samurais, las que le habían valido el éxito popular y el reconocimiento de la crítica internacional. Películas como Rashomon (1950), León de Oro en el Festival de Venecia, o Los siete samurais (1954), siguen siendo consideradas hoy en día como obras fundamentales en la historia del cine y tuvieron una profunda influencia en el cine posterior.

En 1961 Kurosawa estrenó otra de sus obras maestras, Yojimbo, la historia de un samurai errante con un peculiar sentido de la justicia, que llega a un pueblo controlado por dos clanes que luchan entre sí por hacerse con el poder. La película fue un gran éxito de crítica y público, e impactó a cineastas como el italiano Sergio Leone, el cual no solo se inspiró en el protagonista para crear a su personaje El Hombre Sin Nombre, al que daría vida Clint Eastwood, sino que en 1964 estrenó Por un puñado de dólares, una versión libre de Yojimbo. De hecho, el parecido entre ambos filmes es tan notorio, que los productores de la película japonesa demandaron a Leone por plagio (el italiano siempre habló de "homenaje" al filme de Kurosawa). Al final, los tribunales fallaron en favor de los japoneses y Leone, además de cederles los derechos de distribución del filme en Japón, Taiwán y Corea del Sur, tuvo que entregarles el 15% de los beneficios de su filme. Y Kurosawa le envió al director italiano una célebre carta en la que le decía: "He visto tu película. Es una muy buena película. Desafortunadamente, es mi película".

El éxito de Yojimbo propició que al año siguiente se rodara una secuela, protagonizada por el mismo personaje (de nuevo interpretado por el actor Toshiro Mifune) y titulada Sanjuro. En la escena culminante de la película, un funcionario corrupto llamado Muroto Hanbei (al que da vida Tatsuya Nakadai), cuyos planes han sido desbaratados por el samurai, lo desafía a un duelo para restaurar su honor. Sanjuro, aunque en un principio trata de disuadir a Hanbei, acaba aceptando. El duelo en si es breve: aunque Hanbei logra empuñar su espada, la rapidez y habilidad de Sanjuro no tienen rival y su espada atraviesa el pecho de su rival como un relámpago. Teóricamente así debía de ser la escena: Sanjuro hiere a Hanbei, quien, sangrando por su herida, se desploma con cara de incredulidad sin decir ni una sola palabra. Sin embargo, a la hora de rodarla ocurrió esto:

El dispositivo de efectos especiales que Tatsuya Nakadai llevaba en el pecho, un pequeño tubo que debía liberar en el momento adecuado una pequeña cantidad de sirope de chocolate diluido en agua con gas (una receta habitual para la sangre falsa en películas rodadas en blanco y negro), falló de manera estrepitosa. En lugar de verter la cantidad prevista, el tubo estalló liberando de golpe toda la sangre falsa en un auténtico geiser. Hay que reconocerle a Nakadai su profesionalidad: a pesar de la sorpresa, y de que el estallido del dispositivo le causó una pequeña herida en el pecho, siguió en su papel y terminó la escena como estaba previsto.

¿Que pasó luego? A Kurosawa le gustó aquel efecto del torrente de sangre. Consideró que daba mayor dramatismo a la escena y destacaba aún más la fuerza y la habilidad de Sanjuro. Y decidió no repetir la escena y dejarla como estaba. 

Kill Bill: Vol. 1

Sanjuro se convirtió en la película japonesa más taquillera de 1962. A su éxito comercial se unió el unánime aplauso por parte de la crítica. A muchos directores que la vieron también les impresionó la escena de la muerte de Hanbei y empezaron a incluir escenas similares en sus películas, hasta que se convirtió en un recurso habitual del cine japonés. Más tarde, con el boom de las películas de artes marciales de los años 70, muchas películas de otros países también empezaron a usarla. Incluso Quentin Tarantino, gran admirador del cine oriental, la ha incluido como homenaje en algunos de sus filmes como Kill Bill.

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