Verba volant, scripta manent

sábado, 28 de diciembre de 2024

Especial Día de los Inocentes: Recopilación

1) Los dinosaurios invaden Chicago

El 1 de abril de 1906 el Chicago Tribune publicó la noticia de que "hordas de monstruos prehistóricos" habían invadido Chicago, e ilustraba el reportaje con fotografías de supuestos brontosaurios, tiranosaurios y pterodáctilos en algunos de los lugares y edificios más emblemáticos de la ciudad.

2) Tintin vs. Spirou

El 1 de abril de 1965 las revistas belgas Tintin y Spirou, tradicionales rivales, se publicaron con sus portadas "cambiadas": cada una imitaba el estilo y el diseño de la otra. Los principales dibujantes de ambas, Georges Remi "Hergé" (Tintin) y André Franquin (Spirou), quisieron incluso publicar una historieta protagonizada por los personajes que daban nombre a ambas revistas, aunque sus editoriales rechazaron llevar tan lejos la broma.

3) ¡Viva San Serriffe!

El April Fool's Day de 1977 el periódico británico The Guardian publicó un suplemento especial de siete páginas para conmemorar el décimo aniversario de la independencia del inexistente país de San Serriffe, una nación insular en mitad del Océano Índico, cerca del archipiélago de las Seychelles. El reportaje incluía una amplia descripción de los principales núcleos de población y lugares de interés. La mayoría de los nombres son juegos de palabras, como el mismo nombre del país, que se deriva del tipo de letra sans-serif.

4) Adiós a la ñ

El 1 de abril de 2013 la lingüista portorriqueña Aida Vergne escribió un artículo anunciando que la Real Academia Española había decidido eliminar la letra "ñ" de la ortografía del español y sustituirla por el dígrafo "nn" que se usaba en el español medieval. Dado que la RAE había retirado hacía poco la categoría de letra a los dígrafos "ch" y "ll" mucha gente se tomó en serio el artículo y finalmente la Real Academia tuvo que desmentir la noticia de manera oficial.

5) Adiós a los desnudos gratuitos

El April Fool's Day de 2016 la célebre revista National Geographic anunció que todo su grupo mediático (que incluye revistas, canales de televisión, editoriales de mapas y agencias de viajes) dejaría de publicar imágenes de animales sin ropa, por considerarlas degradantes para los animales.


miércoles, 25 de diciembre de 2024

Frases con historia: Roma no paga traidores

Monumento a Viriato en Viseu (Portugal)

A día de hoy es muy poco lo que sabemos sobre el caudillo lusitano Viriato (del céltico viria, "torque"). Solo los escasos datos que aparecen en las obras de historiadores romanos como Apiano, Diodoro de Sicilia o Tito Livio. Desconocemos cuando o donde nació (se han propuesto lugares como el territorio entre los cursos altos del Guadiana y el Guadalquivir o la portuguesa Serra da Estrela), o a que se dedicaba antes de levantarse contra los romanos (la versión más repetida es que era pastor). 

En el año 151 a. C. el gobernador de la Hispania Ulterior, Servio Sulpicio Galba, convocó a los lusitanos, que le habían causado muchos problemas y derrotado en varias ocasiones, prometiéndoles tierras fértiles en las que instalarse si cesaban las hostilidades y juraban lealtad a Roma. Más de treinta mil lusitanos, según las fuentes, acudieron a su llamada, pero Galba, tras exigirles que entregaran sus armas, lanzó contra ellos a sus soldados, que mataron a más de nueve mil lusitanos y capturaron a otros muchos, que fueron luego vendidos como esclavos. Más tarde el Senado llevó a juicio a Galba por esta acción y, aunque acabó absuelto, se aprobó una ley que ordenaba rescatar a los lusitanos esclavizados. Solo un puñado pudo escapar de la trampa de Galba, entre los cuales estaría Viriato, que a raíz de ello se puso al frente de los guerreros lusitanos y le declaró la guerra a los romanos.

En los siguientes años los lusitanos bajo el mando de Viriato hicieron la vida imposible a los romanos, logrando grandes victorias como la derrota de un ejército al mando del pretor Cayo Vetilio, donde murieron 4000 romanos, incluyendo a Vetilio, o el ataque a la ciudad prorromana de Segóbriga. Sabiendo la superioridad romana en combates en campo abierto, Viriato se decantó por una hábil estrategia de guerrillas tremendamente incómoda para los romanos. Los guerreros de Viriato emboscaban patrullas, atacaban posiciones aisladas, robaban víveres, en golpes rápidos y certeros, y luego se dispersaban y huían aprovechando su mejor conocimiento del terreno, haciendo casi imposible para los romanos perseguirlos. Pese a que le ofrecieron en varias ocasiones llegar a un acuerdo de paz, Viriato rechazó todas sus ofertas: después de la traición de Galba, desconfiaba de los romanos.

En el 143 a. C. llegó a Hispania un gran ejército al mando del cónsul Quinto Fabio Máximo Serviliano, pero él tampoco pudo derrotar a Viriato, e incluso sufrió una severa derrota mientras asediaba la ciudad de Erisana. Así que en el 140 a. C. Serviliano ofreció a Viriato un acuerdo de paz, refrendado luego por el Senado, en virtud del cual Roma reconocía a los lusitanos como dueños de las tierras que controlaban y a Viriato como su líder y "amigo del pueblo romano". El caudillo lusitano seguía sin fiarse de los romanos, pero después de años de combates los lusitanos ansiaban la paz.

Pero ese acuerdo fue visto con desagrado por un grupo de militares y políticos romanos, que lo consideraban una capitulación vergonzosa, y que consiguieron que el Senado se retractara y autorizara el reinicio de las hostilidades. Serviliano fue sustituido por su hermano Quinto Servilio Cepión, quien condujo su ejército en persecución de Viriato, tratando de atraparlo con la ayuda del ejército de Marco Popilio Lenas, gobernador de la Hispania Citerior. Viriato aceptó negociar un nuevo acuerdo de paz, pero las condiciones de los romanos le parecieron inaceptables y se retiró.

En el 139 a. C. Viriato quiso de nuevo llegar a un acuerdo con Cepión, enviando a su campamento como negociadores a tres de sus aliados turdetanos, Audax, Ditalco y Minuro. Y fue durante estas negociaciones donde surgió la idea de asesinar a Viriato a cambio de una gran suma de dinero. No se sabe si la propuesta surgió de Cepión, que ya había demostrado no tener demasiados escrúpulos, o de los turdetanos, pero lo cierto es que a su regreso los tres negociadores asesinaron a Viriato apuñalándolo mientras dormía. Pero cuando se presentaron en el campamento romano a reclamar su recompensa, Cepión se negó a pagarles; y habría sido entonces cuando pronunció la célebre frase Roma traditoribus non praemiat, "Roma no paga traidores".

¿Dijo de verdad Cepión esta frase? Lo cierto es que no está nada claro. Los historiadores que recogen el suceso no la mencionan, y no aparece citada hasta bastante después. Es probable que se trate de una cita apócrifa, un añadido posterior con el que los romanos trataban de justificar a Cepión; una especie de "lavado de cara" para dejar claro que Roma nunca habría aceptado algo tan deshonroso e indigno como librarse de un enemigo pagando a sus propios hombres para asesinarlo, aun cuando en este caso hubiera sido probablemente instigado por el propio general romano.

Tras la muerte de Viriato los lusitanos eligieron como su sucesor a un caudillo llamado Táutalo. Este trató de conquistar la ciudad de Sagunto, pero fue rechazado y tuvo que retirarse. Finalmente, aceptó negociar con los romanos, acordando rendir a su ejército y cesar las hostilidades a cambio de tierras donde los lusitanos pudieran asentarse.

En cuanto a Audax, Ditalco y Minuro, su destino no está claro. Varios historiadores afirman que fueron ejecutados por los propios romanos, aunque otros como Apiano cuentan que al final recibieron una recompensa (aunque no todo lo que les habían prometido) y fueron enviados a Roma.





domingo, 22 de diciembre de 2024

 La masacre del Boyd

La quema del Boyd (Walter Wright, 1908)

Construido en el año 1783 en los astilleros Hill de Limehouse (Londres), el Boyd era un bergantín de algo más de 33 metros de eslora y unas 400 toneladas de arqueo. Tuvo una vida un tanto agitada: destinado primero al comercio con las islas del Caribe, fue contratado en 1795 por la Compañía Británica de las Indias Orientales para un viaje a Calcuta. Sin embargo, a su regreso en 1797 fue capturado por los franceses y navegó bajo pabellón galo hasta que en 1803, al abrigo de la paz temporal sellada por el Tratado de Amiens, su propietario lo recompró y la dedicó de nuevo a comerciar con el Caribe. En 1804 volvió a ser capturado por un navío francés pero poco después la fragata HMS Galatea lo rescató y lo escoltó hasta la isla de Antigua.

Siguió comerciando con las colonias caribeñas hasta que en 1809 realizó su primer viaje con un tipo de carga totalmente diferente: el 10 de marzo partía del puerto irlandés de Cork bajo el mando del capitán John Thompson, llevando a bordo 139 presidiarios (de los cuales cinco murieron durante la travesía) con destino a la bahía de Sidney, donde debían cumplir sus penas, y a donde llegaron el 14 de agosto. Lejos estaban de imaginar que ese iba a ser su último viaje y que su trágico final haría famoso el nombre del Boyd.

Una vez entregado su "cargamento" el Boyd partió en octubre de la bahía de Sydney Cove de vuelta a Gran Bretaña. En este viaje iba a transportar una carga mucho menos comprometida: debían hacer escala en Whangaroa, en la costa de la Isla Norte de Nueva Zelanda, para cargar troncos de kauri (género Agathis, un género de árboles coníferas originario de Australasia y el Sudeste asiático cuyos troncos, rectos y anchos, y su madera, dura y resistente, los hacía muy apreciados para fabricar mástiles y vergas). Además, llevaban a bordo un grupo de pasajeros, en su mayor parte antiguos convictos que regresaban a sus hogares en Gran Bretaña tras cumplir sus penas. Entre los pasajeros iba un joven maorí llamado Te Ara, al que todos llamaban George, que tras más de un año embarcado como marinero en diversos buques ingleses (incluyendo una expedición para cazar focas en la Antártida) regresaba a su hogar en la bahía de Whangaroa. Te Ara había acordado con el capitán Thompson que se pagaría su pasaje trabajando, e iba a tener un papel capital en los sucesos que habrían de sucederle al barco y a sus ocupantes.

Sobre lo sucedido durante el viaje hay dos versiones. Según una, Te Ara se puso enfermo y no pudo o no quiso cumplir con las tareas que le asignaba Thompson. Según otra, el cocinero del buque había tirado accidentalmente al mar varias cucharillas mientras arrojaba los desperdicios por la borda, y para evitar ser castigado acusó al maorí de haberlas robado. Sea como fuere, el capitán decidió que Te Ara merecía un castigo, e hizo que le azotaran con el látigo de nueve colas y le privó de comida durante varios días.

Te Ara y Te Puhi (Samuel Seigh, 1823)

Era un castigo corriente a bordo de un barco para faltas menores. Pero Te Ara no era un maorí corriente. Era hijo de Te Puhi (o hermano, según otras fuentes), uno de los jefes de los maoríes de Whangaroa. Y para los maoríes, los jefes y sus familias eran intocables. Aquel correctivo, habitual para los británicos, suponía para Te Ara un ultraje inimaginable para él y para su familia, que exigía una contundente venganza. Pero, prudentemente, no dejó traslucir sus verdaderos sentimientos. Cuando el Boyd llegó a Whangaroa a principios de diciembre de 1809 a Te Ara le faltó tiempo para ir a ver a Te Puhi, contarle lo que había pasado y mostrarle las marcas aún frescas de los latigazos. Como era de esperar, Te Puhi se indignó con lo sucedido, igual que el resto de sus súbditos. Para Te Puhi no se trataba solo de un grave insulto a él y a su familia, sino que suponía una deshonra, una pérdida de su prestigio o "maná" que cuestionaba su autoridad frente a los suyos. Y para recuperarse de ese deshonor, se requería una vendetta, una represalia sangrienta y contundente. Así que Te Puhi llamó a su tribu al "utu" (venganza), pero advirtiéndoles que actuaran con normalidad para no poner sobre aviso a los británicos.

Durante tres días, los maoríes se mostraron afables y serviciales con los tripulantes del Boyd, quienes, lejos de sospechar nada, se dedicaban a comerciar y a hacer acopio de víveres para el inminente viaje de regreso a Europa. Al tercer día, Te Puhi en persona se ofreció a acompañar a Thompson al estuario del cercano río Kaeo, donde según él abundaban los kauri. El capitán aceptó el ofrecimiento y se llevó con él a su primer oficial y a otros tres marineros, sin imaginar que se encaminaban a una trampa. Porque apenas hubieron quedado fuera de la vista del Boyd, los maoríes los atacaron de improviso, matándolos a todos. Y a continuación, según sus costumbres rituales, llevaron los cuerpos a su aldea para devorarlos.

Esa noche un grupo de guerreros maoríes, vestidos con las ropas de los muertos, se acercó en una canoa al Boyd, fingiendo ser Thompson y sus acompañantes, que regresaban de su expedición, sin despertar sospechas entre los marineros que estaban de guardia. Rápidamente acabaron con ellos e hicieron señas a otras dos canoas llenas de guerreros, que abordaron el barco. Lo que vino a continuación fue una espantosa matanza. Los maoríes recorrieron el barco matando a todos los que se encontraban a su paso. Los pasajeros fueron llevados a cubierta y allí asesinados y descuartizados. Solo se salvaron cinco tripulantes, que en medio del caos consiguieron subirse al trinquete y esconderse en los aparejos; un grumete llamado Tom Davis o Davison, al que los atacantes encontraron escondido en la bodega, pero al que no mataron porque durante el viaje se había hecho amigo de Te Ara e incluso le había dado de comer a escondidas; y tres pasajeros, la señora Ann Morley y su bebé de pocos meses, y una niña de dos años llamada Elisabeth "Betsy" Broughton (cuya madre había sido una de las víctimas), a la que un jefe maorí tomó personalmente bajo su protección para que no sufriera daños.

Te Pahi

A la mañana siguiente apareció en la bahía una gran canoa. A bordo iba Te Pahi, el jefe maorí de la bahía de las Islas, a unos 60 kilómetros al suroeste de Whangaroa, que acudía a comerciar. Te Pahi era un buen amigo de los ingleses, a los que había tratado cordialmente e incluso había permitido que enviaran misioneros a sus dominios. Por eso, cuando vio a los supervivientes del Boyd pidiendo ayuda, acudió en su rescate pensando en ponerlos a salvo. Sin embargo, los maoríes de Whangaroa, al ver lo que intentaba, salieron en su persecución con varias canoas, profiriendo terribles amenazas si no se los entregaba. Te Pahi se asustó y desembarcó a los cinco marineros en la playa, donde no tardaron en ser cazados y asesinados uno a uno. Solo le perdonaron la vida al segundo oficial, con la condición de que les enseñara a fabricar anzuelos; pero como no quedaron satisfechos con sus habilidades, también él acabó muerto y devorado como sus compañeros. En total murieron a manos de los maoríes entre 67 y 70 personas.

Después de la matanza, los maoríes remolcaron el Boyd hacia su aldea hasta que encalló en unas marismas cerca de la isla de Motu Wai, donde empezaron a desvalijarlo: ropas, víveres, herramientas... En la bodega encontraron un cargamento de mosquetes y pólvora, y uno de los guerreros, un jefe llamado Pepio o Piopio, trató de cargar y disparar uno de ellos, como le había visto hacer a los británicos. La chispa del mosquete prendió la pólvora que los maoríes habían derramado mientras registraban el barco, haciéndola estallar. La explosión mató a diez maoríes, incluido Piopio, y desató un pavoroso incendio que, alimentado por varios barriles de aceite de ballena que llevaba en la bodega, no tardó en consumir la mayor parte del barco, quedando apenas el casco. A partir de entonces los maoríes consideraron los restos del Boyd como tapu (sagrado o prohibido).

Tres semanas después de la masacre aparecía en Whangaroa otro buque inglés, un mercante llamado City of Edinburgh (un antiguo buque español capturado por los ingleses), con Samuel Pattison como capitán y Alexander Berry (médico, comerciante y explorador de origen escocés), co-propiertario del barco, como sobrecargo. Estaban cargando kauri en la bahía de las Islas cuando supieron de la masacre a través de Te Pahi, y se apresuraron a dirigirse a Whangaroa con la esperanza de poder rescatar a los prisioneros. Lo primero que vieron al llegar a la bahía fue el casco quemado del Boyd y los huesos de sus infortunados tripulantes, apilados en varios montones a lo largo de la costa y con evidentes signos de canibalismo.

Berry se dispuso a negociar por los prisioneros de la manera que se hacían las negociaciones por aquel entonces: capturó a dos jefes maoríes que habían participado en el ataque y ofreció a Te Puhi intercambiarlos por los europeos cautivos, lo que fue aceptado. Una vez tuvo bajo su custodia a los prisioneros, Berry exigió que le entregaran también la documentación del Boyd, amenazando con llevarse a los jefes a Europa para ser juzgados. Cuando también esto fue aceptado, Berry puso en libertad a los jefes con la condición de que, como castigo, fueran despojados de su rango, aunque nunca esperó que los maoríes cumplieran con ello. Como explicaría más tarde en una carta a Lachlan Macquarie, gobernador de Nueva Gales del Sur, había renunciado a medidas más severas (como ejecutar a ambos jefes en represalia, como algunos le reclamaron más tarde) para no prolongar el enfrentamiento y evitar así que más europeos pudieran, en un futuro, ser víctimas de la ira de los maoríes.

Retrato de Elizabeth Broughton (Richard Read,1814)

El City of Edinburgh partió de Whangaroa llevando a los supervivientes, la documentación del Boyd, y también los huesos de sus tripulantes, para darles un entierro digno en el mar. Su plan original era regresar a Gran Bretaña bordeando el Cabo de Hornos, pero una serie de tormentas dañaron el buque y lo obligaron a dirigirse al puerto de Lima para reparar los daños sufridos. En Lima murió la señora Morley, quien nunca llegó a recuperarse por completo del shock provocado por los horrores de los que había sido testigo. Su hijo y la pequeña Betsy Broughton quedaron al cuidado de una familia española durante casi un año; a finales de 1811 Berry se los llevó a Rio de Janeiro, donde en marzo de 1812 los embarcó en un ballenero llamado Atalanta, que los llevó de regreso a Australia para reunirse con sus familias. Betsy se casaría más tarde con Charles Throsby, sobrino del célebre explorador del mismo nombre, con el que tuvo diecisiete hijos, y murió en Moss Vale (Nueva Gales del Sur) en 1891. En cuanto al grumete Davis, regresó a Inglaterra a bordo del mercante Archduke Charles y se hizo marinero. Moriría joven, en 1822, al ahogarse mientras exploraba la desembocadura del río Shoalhaven a las órdenes de Berry.

 Meses después de la masacre, las tripulaciones de seis balleneros británicos, el Atalanta (el mismo que un par de años más tarde habría de llevar a Betsy Broughton y al pequeño Morley de vuelta a Australia), el Inspector, el New Zealander, el Perserverance, el Speke y el Spring Grove, decidieron tomarse la justicia por su mano y lanzar un ataque contra los maoríes en venganza. Lamentablemente, se confundieron y en lugar de atacar Whangaroa atacaron la ensenada de Rangihoua, en la que se encontraba la aldea del jefe Te Pahi, al que creyeron responsable. Los balleneros provocaron una terrible matanza en la que perdieron la vida entre 50 y 60 maoríes y un marinero, y el propio Te Pahi resultó herido. Te Pahi, culpando a Te Puhi y a sus acciones de la tragedia sucedida en su aldea, lanzó un ataque contra él, un ataque que fracasó y en el que el propio Te Pahi perdió la vida. La enemistad entre ambas tribus se prolongaría durante años hasta que un misionero llamado Samuel Mardsen logró que hicieran las paces.

La masacre de los tripulantes del Boyd alcanzó gran resonancia en el Reino Unido, y según fuentes contemporáneas, redujo casi a cero el número de barcos británicos que se aventuró por aquellas costas en los siguientes tres años. También hizo cambiar de planes a un grupo de misioneros que tenían previsto desplazarse a aquellas tierras mas o menos por la misma época. 

La medalla de Te Pahi

Como curiosidad, la medalla que los ingleses habían otorgado a Te Pahi fue robada durante el saqueo de su aldea por parte de los balleneros ingleses. Tras dos siglos desaparecida, reapareció por sorpresa en 2014 en una casa de subastas de Sydney. Fue comprada a medias por el Museo de Nueva Zelanda Te Papa Tongarewa de Wellington y el Museo Memorial de Guerra Tāmaki Paenga Hira de Auckland.

domingo, 15 de diciembre de 2024

Los cuernos de oro de Gallehus

Las réplicas de los Cuernos de Gallehus que se exhiben en el Museo Nacional de Copenhague


El 20 de julio de 1639 una joven llamada Kirsten Svendsdatter encontraba cerca de la pequeña villa de Gallehus (al norte de la localidad de Møgeltønder, en el sur de la península de Jutlandia) un extraordinario cuerno de oro con numerosas figuras decorándolo. El cuerno estaba parcialmente enterrado y Kirsten lo descubrió al ver algo que sobresalía del suelo. La joven escribió una carta al rey Christian IV de Dinamarca ofreciéndole el cuerno, y el rey aceptó de buena gana el obsequio, enviándole como recompensa una falda. El rey entregó el cuerno a su hijo el príncipe Christian, el cual lo utilizó como vaso, tras añadirle un pomo dorado en su extremo más estrecho. 

Casi un siglo más tarde, el 21 de abril de 1734, un campesino llamado Erich Lassen encontró un segundo cuerno, similar al primero, a apenas veinte metros del lugar en el que había aparecido el otro. Lassen entregó el cuerno al gobernador de la zona, el conde de Schackenborg, el cual a su vez se lo envió al rey Christian VI, quien le entregó como agradecimiento 200 rigsdalers. Ambos cuernos pasaron entonces a custodiarse en la Real Cámara de Arte del palacio real de Christiansborg, en Copenhague.

Ambos cuernos eran obras excepcionales de similar factura. Habían sido construidos con una doble capa de láminas de oro, estando la capa interna hecha de oro de baja calidad, amalgamado con plata, mientras que la capa externa era de oro puro. Las capas exteriores estaban formadas por anillos decorados con numerosas figuras soldadas a ellos. Fueron datados en torno al año 400 d. C., en la Edad del Hierro germánica y aún se discute sobre si eran utilizados para beber en ellos (lo más probable) o bien como instrumentos musicales. 

El cuerno hallado en 1639 era el más largo de los dos. Medía, de acuerdo con las descripciones, 75'8 centímetros, con una apertura de 10'4 centímetros de diámetro y un peso de unos 3'2 kilos. Estaba formado por siete anillos profusamente decorados con figuras de personas y animales, seguidos de otros seis anillos sin decoración que probablemente habían sido añadidos poco después de su descubrimiento, cuando había sido restaurado (sin ellos, la longitud del cuerno era de 52 centímetros). En 1641 el médico y anticuario Ole Worm había publicado De aureo cornu, un tratado sobre el cuerno con una prolija descripción que incluía la primera representación gráfica del mismo, un grabado obra de Simon de Pas.

El segundo cuerno era más corto, aunque pesaba casi lo mismo. No se saben sus dimensiones exactas, pero estaba formado por seis anillos, cinco de ellos decorados y uno en el que figuraba una inscripción rúnica en alfabeto futhark antiguo e idioma protonórdico: ᛖᚲᚺᛚᛖᚹᚨᚷᚨᛊᛏᛁᛉᚺᛟᛚᛏᛁᛃᚨᛉᚺᛟᚱᚾᚨᛏᚨᚹᛁᛞᛟ, que se puede traducir como "Yo Hlewagastiz Holtijaz hice el cuerno". De este cuerno también se conserva un pequeño tratado con su descripción, escrito por el archivero Joachim Richard Paulli el mismo año en el que fue descubierto.

El grabado del primer cuerno, publicado en la obra de Ole Worm

Ambos cuernos permanecieron en Christianborg hasta una aciaga noche de 1802. La madrugada del 4 de mayo de ese año un orfebre y relojero llamado Niels Heidenreich, con antecedentes por falsificación y numerosas deudas, se coló en el palacio usando una llave maestra y se llevó los cuernos a su casa, donde lamentablemente los fundió para apropiarse del oro del que estaban hechos. Cuando se descubrió el robo, se ofreció una recompensa de 1000 rigsdalers para quien pudiera descubrir al culpable.

Heidenreich usó el oro para fabricar joyas y también pagodas (un tipo de monedas indias de oro, muy apreciadas en la época) falsas, que trató de vender a algunos de sus colegas orfebres. Pero el gran maestre del gremio de orfebres, Andreas Holm, se dio cuenta en seguida de que las monedas no solo eran falsas, sino que estaban hechas de oro de baja calidad mezclado con latón. Sospechando que Heidenreich tenía algo que ver con el robo de los cuernos, Holm y los demás orfebres lo sometieron a una discreta vigilancia y por fin alguien lo vio arrojando al foso de la ciudad varias planchas para la impresión de monedas. Holm lo denunció a las autoridades y el 27 de abril de 1803 fue arrestado. No tardó en confesar el robo y la destrucción de los cuernos, lo que generó una oleada de indignación popular. El 10 de julio de ese año fue enviado a prisión, donde permaneció 37 años, hasta que fue puesto en libertad en 1840, cuatro años antes de su muerte.

Perdidos para siempre los cuernos originales, quedaba la opción de fabricar réplicas. A finales del siglo XVIII se habían hecho sendos moldes de yeso de ambos cuernos, encargadas por un cardenal romano aficionado a la arqueología, pero lamentablemente los moldes se habían perdido al naufragar en las costas de Córcega el barco que los transportaba. Hubo que recurrir por lo tanto a los grabados y descripciones que se habían hecho de ellos. En 1860 se fabricaron dos réplicas que fueron expuestas en el Museo Nacional, pero en torno a 1940 nuevos estudios concluyeron que estas réplicas no eran fieles a los originales y en 1945 se construyeron nuevas réplicas. De estas copias, una pareja pertenece a la Casa Real danesa, que las conserva en su palacio de verano en Gråsten, y otro par se encuentra en el Museo de Malmö.

En 1979 se hizo un nuevo par de réplicas en oro que se exhibe en la actualidad en el Museo Nacional de Copenhague. También hay réplicas en el Museo Moesgaard de Aarhus, en el Museo Kongernes Jelling de Jelling y en el Museo de Arte de Tønder. Irónicamente, las copias del Moesgaard fueron robadas en 1993, aunque fueron encontradas poco después abandonadas en un bosque; y las del Kongernes en 2007, aunque fueron recuperadas solo un par de días después. Seguramente tuvo que ver con su recuperación el hecho de que ninguna de ellas es de oro; las del Moesgaard son de latón dorado y las del Kongernes, de plata con un baño de oro.

El supuesto mensaje cifrado oculto en uno de los cuernos de Gallehus

Los investigadores todavía siguen estudiando las inscripciones de los cuernos, buscando nuevas interpretaciones. El investigador alemán Willy Hartner propuso en 1969 que las figuras de ambos cuernos representan constelaciones y hacen referencia a un eclipse lunar ocurrido en el 412 y a un eclipse de sol del 413. Además, propuso que las 22 figuras del anillo superior del cuerno más largo son en realidad una especie de conjuro cifrado en lenguaje rúnico cifrado que se leería como "Luba horns ens helpa hjoho", o lo que es lo mismo, "Que yo, la poción en este cuerno, sea de ayuda al clan".

El único vestigio que queda de los cuernos originales es un par de pendientes que Heidenreich hizo con su oro, y que una bisnieta suya donó al Museo de Ringen.

domingo, 8 de diciembre de 2024

El piloto y la cantante

Harold Edward Dahl (1909-1956)


Nacido en Champaign (Illinois) el 29 de junio de 1909 e hijo de un inmigrante de origen danés, Harold Edward Dahl se graduó en  la escuela de vuelo de Kelly Field (San Antonio, Texas) en febrero de 1933 y poco después se alistó en el US Army Air Corps (el predecesor de las Fuerzas Aéreas del ejército norteamericano, USAAF) como subteniente. Solo estuvo allí tres años; en 1936 fue licenciado por motivos disciplinarios: su exagerada afición al juego le había llevado a tener más de un problema con la justicia. Pasó entonces a trabajar como piloto comercial, pero sus problemas con el juego continuaron hasta el punto de que se vio obligado a escapar a México, huyendo de una orden de arresto por haber firmado cheques sin fondos. Y en México conoció a Edith.

Edith y Harold

Edith Rodgers tenía 23 años, era de Seattle y estaba en México porque el espectáculo de variedades en el que trabajaba como cantante estaba de gira. Y era extraordinariamente guapa. Lo suyo con Harold fue un auténtico flechazo y se casaron apenas unas semanas después de conocerse. El problema era que ninguno de los dos tenía una economía demasiado boyante, y a Harold no le agradaba la idea de empezar una nueva vida con las manos vacías. Por aquel entonces trabajaba como piloto de aviones de carga y uno de los trabajos que hacía era transportar a Veracruz cargamentos de ayuda para la República española (por aquel entonces, en plena Guerra Civil, México era uno de los pocos países que todavía apoyaba abiertamente al bando republicano) que luego se enviaban en barco a España. Fue en uno de esos transportes cuando se enteró de que el gobierno republicano buscaba pilotos para sus fuerzas aéreas. La República tenía aviones, suministrados por los soviéticos, pero carecía de hombres con experiencia para pilotarlos. El sueldo ofrecido era bueno: 1500 dólares al mes, más un bonus de otros 1000 por cada avión enemigo derribado. Era la clase de oferta que un aventurero necesitado de dinero como Dahl estaba buscando, y no dudó en aceptarla. 

Así que Harold se alistó en el ejército republicano bajo el nombre de Hernando Díaz Evans (Evans era el apellido de soltera de su madre) y viajó con Edith a España a finales de 1936. Se instalaron en Valencia, pero ella, asustada por los bombardeos, se marchó poco después a Francia y se instaló en Cannes. Tras un periodo de entrenamiento en el aeródromo murciano de Los Alcázares Dahl pasó a formar parte de la llamada Patrulla Americana, un grupo formado exclusivamente por pilotos norteamericanos, casi todos mercenarios, a las órdenes del capitán Andrés García Calle, donde Harold era apodado "Whitey" ("Blanquito") por lo rubio que era. En su servicio como piloto de la República Dahl reclamó los derribos de nueve aviones enemigos, aunque solo le reconocieron cinco.

El 18 de febrero de 1937, en plena batalla del Jarama, el Polikarpov I-15 Chato de Dahl fue derribado por un Fiat C.R. 32 nacional, aunque el piloto logró saltar sobre territorio republicano y regresar con su unidad. En mayo de 1937 los escuadrones republicanos fueron reorganizados y los miembros de la Patrulla Americana fueron asignados a una nueva unidad junto a otros pilotos de distintas nacionalidades, lo que según ellos hacía tremendamente complicado poder coordinarse durante las misiones. Y el 13 de junio, en el frente de Brunete, Dahl volvía a ser derribado, aunque esta vez era capturado por el ejército nacional.

De izquierda a derecha, en la fila superior, Frank Glasgow Tinker (piloto americano), un mecánico sin identificar, José Riverola Grúas, Gerardo Gil Sánchez, Ramón Castañeda di Campo, el capitán Andrés García Calle y Joaquín Velasco Garro. En la fila inferior, José Bastida Porras, Dahl, José Chang Sellés y un piloto sin identificar.

Solo nueve días después de su derribo daba comienzo el juicio al que Dahl, junto a otros seis pilotos extranjeros de la República, fue sometido. En el expediente del juicio, que se conserva en el Archivo Histórico del Ejército del Aire, en Villaviciosa de Odón, se incluyen dos cartas escritas por Dahl a Edith en su cautiverio y que no llegaron a ser enviadas, en las que le pide perdón por haberse embarcado en una aventura tan peligrosa, y le aconseja que se apresure en reclamar a las autoridades republicanas el dinero que le adeudan (6500 dólares) porque tiene la intuición de que la guerra no durará mucho.

El juicio despertó gran interés a nivel internacional, en buena parte gracias a los esfuerzos de Edith para involucrar a las autoridades norteamericanas para que intercedieran en favor de Harold. En septiembre de 1937 envió una carta al general Franco pidiendo clemencia para su marido. Algunos periódicos republicanos publicaron que Edith había incluido en su misiva una foto suya en traje de baño, que era lo que realmente había "conmovido" al general y a su estado mayor. En realidad, la fotografía (que sería más tarde publicada en la revista Life) existía pero era mucho más recatada de lo que se decía y mostraba a Edith con un elegante traje de noche. La historia de Edith y Harold alcanzó gran popularidad en Estados Unidos, donde a ella la llamaban "la heroica esposa" o "la valiente y adorable rubia que desafió al fascismo" e incluso inspiró una película, Adelante, mi amor (1940), dirigida por Mitchell Leisen y con guión de Billy Wilder.


Lo cierto es que el bando nacional supo aprovechar toda esa publicidad en su beneficio. Los siete pilotos fueron condenados a muerte pero inmediatamente se les conmutó la pena por la de cadena perpetua, por orden directa de Franco, que quería mostrar así su "magnanimidad" pese a tratarse de pilotos extranjeros que habían venido "a matar españoles". Harold permaneció todavía varios años en la cárcel de Salamanca hasta que fue puesto en libertad el 22 de febrero de 1940 y pudo reunirse con Edith. Ambos regresarían poco después a EEUU.

Lamentablemente, la separación había hecho mella en su relación. La pareja se divorció poco después y Harold se marchó a Canada para unirse a la Fuerza Aérea canadiense (RCAF). Los canadienses habían declarado la guerra a Alemania poco después de que lo hubiera hecho el Reino Unido, y tenían una flota de aviones importante, pero pocos pilotos con experiencia real en combate. Harold se dedicó a entrenar a los pilotos canadienses en un aeródromo cerca de la ciudad de Belleville, donde en 1941 se casó por segunda vez con Eleanor Bone, una joven de la localidad hija de Jamieson Bone, un acaudalado empresario y antiguo alcalde de la ciudad. Después de la guerra, Dahl fue acusado de apropiarse de material militar retirado del servicio por la RCAF, y licenciado por ello.

Tras una breve estancia en Venezuela, en 1951 la familia Dahl se trasladó a Suiza porque Harold había conseguido un empleo como piloto de la compañía Swissair volando en la ruta Ginebra-Paris. Pero las viejas costumbres son difíciles de abandonar, y en 1953 Harold fue arrestado por la policía suiza acusado de robo y contrabando de oro, en una trama de la que era cómplice su amante, una azafata de su misma compañía. Fue condenado a dos años de cárcel y luego expulsado del país. A su esposa no le sentó nada bien lo del arresto y menos aún lo de la amante, así que abandonó a Harold y regresó a Belleville con sus hijos, aunque nunca llegó a formalizarse el divorcio. Harold también regresó a Canada y consiguió trabajo pilotando un avión DC-3 en vuelos no regulares con pasajeros y carga a zonas remotas y mal comunicadas del norte y el interior de Canada. El 14 de febrero de 1956 Harold Dahl moría al estrellarse su avión cerca del asentamiento indígena de Kuujjuaq (Quebec) a causa de las malas condiciones climatológicas.

Stephanie Graham Dahl, "Stevie Cameron" (1943-2024)

Harold y Eleanor tuvieron tres hijos: Jim, Stephanie y Chris. Stephanie, firmando con su apellido de casada como Stevie Cameron, llegó a ser una prestigiosa escritora y periodista de investigación.

domingo, 1 de diciembre de 2024

La desaparición de Frederick Valentich

Frederick Valentich (1958-1978?)

El 21 de octubre de 1978, a eso de las seis de la tarde, una avioneta Cessna 182L partía del aeropuerto de Moorabbin, un aeropuerto utilizado principalmente por aviones ligeros situado al sur de la ciudad australiana de Melbourne, pilotada por un joven llamado Frederick Valentich. Su plan de vuelo consistía en dirigirse al suroeste hasta el cabo Otway y desde allí virar al sur hasta la isla King, una pequeña isla en el estrecho de Bass, a mitad de camino entre Australia y Tasmania. Un trayecto para el que estaban calculados unos 41 minutos hasta el cabo y 21 de ahí hasta la isla. Lo que en apariencia era un vuelo absolutamente rutinario acabaría dando lugar a una misteriosa desaparición que haría correr ríos de tinta y generaría todo tipo de teorías.

Por aquel entonces Valentich, hijo de un inmigrante de origen croata, tenía veinte años. Era desde niño un apasionado de la aviación, había formado parte de los Australian Air Force Cadets (una organización juvenil para familiarizar a los jóvenes australianos en todo lo referente a los aviones y los protocolos de vuelo) y soñaba con ser piloto. Dos veces había tratado de alistarse en la Fuerza Aérea Australiana (RAAF) y las dos había sido rechazado, por su pobre expediente académico. También había intentado obtener el permiso de piloto comercial, pero había suspendido todos los exámenes requeridos, los últimos apenas un mes antes de aquel vuelo. Solo disponía de un permiso de cuarta clase, que le permitía pilotar avionetas ligeras como aquella Cessna, pero con restricciones (no podía volar de noche con malas condiciones meteorológicas). Además, acumulaba varios incidentes de vuelo; una vez había sobrevolado una zona de la ciudad de Sydney restringida al tráfico aéreo (lo que le había valido una advertencia) y en dos ocasiones había volado directamente hacia el interior de una nube (las autoridades estaban considerando abrirle un expediente por ello). Su experiencia de vuelo también era limitada, apenas 150 horas.

El vuelo parecía discurrir plácidamente y sin incidentes. El piloto se comunicaba con regularidad con los controladores aéreos de Melbourne para comunicar su posición. Pero a eso de las 19:06 Valentich informó de la presencia de un avión no identificado que le seguía a unos 1400 metros de distancia. Desde Melbourne le informaron de que no había ningún tráfico aéreo en la zona, pero Valentich insistió en la presencia del avión, aunque no pudo identificar el tipo, con cuatro brillantes luces de aterrizaje. En sucesivas comunicaciones Frederick relató como el avión desconocido, al que describió como dotado de una superficie metálica brillante y con un extraño brillo verde, le había sobrepasado a gran velocidad a apenas 300 metros por encima de él, para luego volver a acercarse desde el este y permanecer a su alrededor, como si el piloto estuviera deliberadamente jugando con él. Cuando el controlador le pidió más datos sobre el avión, Valentich respondió con una frase extraña: "Está flotando y no es un avión". Fueros sus últimas palabras. Después de eso, solo una comunicación de unos 17 segundos sin palabras, solo con ruido y estática de fondo, antes de que la comunicación se cortara definitivamente. Todo el incidente había durado apenas seis minutos.

Cessna 182L

Tras su desaparición se lanzó una operación de búsqueda que implicaba a un avión de vigilancia P-3 Orión, varios aviones civiles y avisos al tráfico marítimo de la zona. La búsqueda se suspendió en 25 de octubre sin resultados.

La investigación oficial llevada a cabo por el Departamento Australiano de Transporte concluyó que era imposible determinar la causa de la "presumiblemente fatal" desaparición de Valentich, aunque algunos de sus funcionarios propusieron la teoría de que el inexperto piloto se había desorientado y había acabado volando boca abajo sin darse cuenta hasta estrellarse; la supuesta aeronave desconocida no era sino el reflejo de su propia avioneta sobre la superficie del océano. Pero por supuesto esa explicación no satisfizo a muchos y surgieron todo tipo de teorías.

Por supuesto unos de los primeros en hacer públicas sus teoría fueron los seguidores del llamado "fenómeno OVNI". Según ellos, Valentich había sido derribado o secuestrado por un OVNI, porque esa noche varios testigos en la zona habían visto un supuesto resplandor verde en el cielo, que coincidiría con el brillo verde del que había hablado Valentich en sus transmisiones. Sin embargo, el observatorio astronómico del monte Stromlo puntualizó que esa noche había habido una lluvia de estrellas fugaces, que muy bien podrían haber sido el origen de dichos avistamientos. Aún así, la desaparición de Valentich sigue siendo mencionada a menudo como uno de los casos "clásicos" relacionados con supuestos avistamientos de OVNIs.

Otra teoría decía que en realidad Valentich había simulado su desaparición. Para empezar, nunca quedó claro el verdadero objetivo de su viaje. A las autoridades aeroportuarias les había dicho que pensaba recoger a dos amigos en la isla King, pero a sus allegados les había dicho que iba a comprar carne de cangrejo. Ninguna de las dos versiones resultó ser cierta. Además, Valentich no había informado al aeródromo de la isla King de su llegada, algo muy irregular. Dada la autonomía de la Cessna (más de 800 kilómetros) y que por volar bajo no aparecía en los radares de Melbourne, no había manera de saber si Valentich había tomado efectivamente el rumbo que había dicho. La policía de Melbourne también recibió la declaración de un testigo que supuestamente había visto a una avioneta desconocida aterrizar no lejos del cabo Otway aquella tarde.

También se especuló con un suicidio, pero su familia y amigos, así como los médicos que lo habían reconocido para obtener su licencia de vuelo, descartaron tal posibilidad.

Una teoría que surgió más tarde era que en realidad todo el incidente había sido un montaje orquestado por Valentich, bien como una broma o bien buscando hacerse famoso pretendiendo haber tenido un encuentro con una nave alienígena. Casualidad o no, Valentich era un gran aficionado a todo lo relacionado con los OVNIs, y solo una semana antes de su desaparición había estado discutiendo con su novia Rhonda Rushton la posibilidad de ser abducido. Además, se apuntó el parecido entre las comunicaciones del vuelo con el diálogo de una de las escenas de Encuentros en la Tercera Fase, de Steven Spielberg, una película sobre encuentros con OVNIs que se había estrenado menos de un año antes. Expertos como el escritor norteamericano Brian Dunning especulan con que Valentich había tratado de imitar aquella escena y accidentalmente se había estrellado en el océano.

La teoría más reciente fue propuesta en 2013 por el piloto retirado James McGaha y el escritor Joe Nickell. Según ellos, el inexperto Valentich había sufrido una ilusión sensorial durante su vuelo. Un falso horizonte, un fenómeno óptico que sufren a veces los pilotos novatos, le había hecho creer que volaba inclinado y le había llevado a intentar compensar esa inclinación, provocando lo que se conoce como "espiral del cementerio": su avioneta había entrado en una espiral descendente que le había llevado a descender tanto que no había podido rectificar y se había estrellado en el océano. Según esta teoría, las luces brillantes que había visto correspondían en realidad a los planetas Venus, Marte y Mercurio, y a la estrella Antares, cuya posición aquella noche coincidía con lo descrito por el piloto.

En 1983, cinco años después de la desaparición de Valentich y su avioneta, unas aletas de refrigeración del motor de una avioneta fueron arrastradas por la marea hasta la costa de la isla Flinders, una isla también del estrecho de Bass, aunque se encuentra en dirección opuesta a la isla King. La investigación concluyó que pertenecían a una Cessna 182 como la de Valentich, aunque sin poder asegurar al 100 % que fueran suyas, y que podían haber sido llevadas hasta allí por las corrientes del estrecho. 

domingo, 24 de noviembre de 2024

Mary Fields

Mary "Stagecoach Mary" Fields (1832?-1914)

De entre los numerosos personajes poco comunes que pulularon por el Salvaje Oeste uno de los más singulares fue Mary Fields. Una mujer que transgredió muchas de las convenciones de su época y se ganó la admiración, el respeto y el cariño de sus conciudadanos a pesar de las críticas que algunos hacían a su peculiar carácter.

Mary nació siendo esclava, y como la mayoría de los esclavos de su época, no hay constancia del momento y lugar exactos en los que vino al mundo, aunque la mayoría se inclinan por el condado de Hickman (Tennessee) en torno a 1832. Se sabe que fue propiedad de una familia apellidada Warner en Virginia Occidental hasta que fue emancipada al final de la Guerra Civil norteamericana, tras lo cual abandonó Virginia y acabó trabajando como camarera en el Robert E. Lee, uno de los muchos barcos de vapor que recorrían por aquel tiempo el río Mississippi. Fue allí donde conoció al que sería su siguiente empleador, un juez llamado Edmund Dunne, quien casualmente estaba casado con Josephine Warner, miembro de la familia que en tiempos había sido la propietaria de Mary.

Mary Fields se convirtió en criada de la familia Dunne, y cuando Josephine falleció de neumonía en 1883, el juez Dunne envió a sus cinco hijos, acompañados por Mary, a la ciudad de Toledo (Ohio), donde quedaron al cuidado de la hermana del juez, la madre Mary Amadeus del Corazón de Jesús (nacida Sarah Dunne), que era la superiora del convento de las monjas ursulinas en la ciudad. Mary Fields pasó a trabajar en el convento como criada y jardinera, aunque tuvo algún que otro problema con las monjas por su carácter "temperamental".

En 1884 la madre Mary Amadeus, acompañada de cinco de sus monjas, dejó el convento a petición de Jean-Baptiste Brondel, obispo de la diócesis de Helena (Montana), y viajó a la villa de Cascade (también en Montana) donde fundó un nuevo convento y ayudó a los jesuitas de la Misión de San Pedro a fundar una escuela para niñas, que aceptaba tanto a niñas blancas como a nativas americanas. En 1885, tras saber que Mary Amadeus estaba gravemente enferma, Mary Fields viajó a Montana para cuidar de ella.

Así fue como Fields llegó al Salvaje Oeste, donde muy pronto se encontró a sus anchas. Cuidó de Mary Amadeus hasta que se restableció y luego se quedó a trabajar en su convento, dedicándose a labores tales como cuidar del jardín, cultivar verduras y criar pollos, hacer reparaciones, encargarse de la lavandería y de reponer las existencias de la despensa, y en general, de todas las labores necesarias para el día a día del convento. No obstante, algunas de sus costumbres incomodaban no poco a la comunidad religiosa. En efecto, Mary era todo un personaje. De elevada estatura (superaba el metro ochenta) y con una fuerza física sobresaliente, a Mary le gustaba beber y fumar, y era terriblemente mal hablada. Solía frecuentar los saloons y charlar con hombres, vestía ropas masculinas y a menudo iba armada. La gota que colmó el vaso sucedió en 1894, cuando se enzarzó en una violenta discusión con uno de los empleados del convento en la que al parecer ambos acabaron exhibiendo sendas pistolas, aunque no llegaron a utilizarlas. Era más de lo que el obispo estaba dispuesto a aceptar, y ordenó a las monjas que echaran a Mary del convento.

Después de aquello, Mary se instaló en Cascade, donde ejerció diversos trabajos e incluso abrió un pequeño restaurante que tuvo que cerrar a los pocos meses, en buena parte debido a su generosidad, ya que daba de comer y de beber gratis a los que no podían permitirse pagarle. En 1895, ya pasados los sesenta años, Mary consiguió un trabajo como "star route carrier". Estos eran contratistas independientes a los que el servicio de Correos asignaba una ruta de reparto de correo por un tiempo determinado. Mary se convirtió en la segunda mujer (y la primera afroamericana) en ejercer como tal en los Estados Unidos, y según cuentan, consiguió el empleo porque de todos los aspirantes fue la más rápida en enganchar un tiro de seis caballos a una carreta.

Mary recogía el correo en la estación de tren y luego lo repartía utilizando una diligencia (comprada con la ayuda de la hermana Mary Amadeus); a veces lo hacía a caballo, o montada en una mula llamada Moses. "Stagecoach Mary" ("Mary Diligencia") o "Black Mary" ("Mary la Negra") como era apodada por los habitantes de Cascade (los nativos americanos la llamaban "Cuervo Blanco" porque decían que pese a tener la piel negra se comportaba como una persona blanca) se ganó muy pronto fama de intrépida y esforzada. Repartía el correo independientemente del tiempo y no faltó a su deber ni un solo día. En ocasiones, cuando había demasiado nieve para que los caballos pudieran caminar, Mary hacía el reparto a pie, con raquetas en los pies y la saca con el correo sobre los hombros. Eso si, siempre armada con un rifle y un revólver del calibre 38 bajo su delantal, para protegerse de bandidos y lobos. 

La noticia del funeral de Mary Fields en el Great Falls Tribune, 9 de diciembre de 1914

Mary Fields repartió el correo durante dos periodos consecutivos de cuatro años, de 1895 a 1899 y de 1899 a 1903. Después de eso, y notando ya el peso de los años, se retiró y se instaló en Cascade, donde se había ganado el aprecio y el cariño de sus habitantes por su generosidad y su amabilidad con los niños. Fundó un negocio de lavandería en su casa, donde también cuidaba de muchos de los niños de la ciudad mientras sus padres trabajaban. A pesar de su edad siguió frecuentando los saloons hasta que una ley del estado de Montana prohibió a las mujeres entrar en esa clase de establecimientos. El cariño que le tenían en Cascade era tan grande que después de que en 1912 su casa resultara destruida en un incendio fue reconstruida por completo gracias al trabajo de numerosos voluntarios. 

Mary Fields murió el 5 de diciembre de 1914 en el hospital de la ciudad de Great Falls a causa de un fallo hepático. La gente de Cascade reclamó su cuerpo para sepultarlo en el cementerio local, e incluso recaudó dinero para costear su entierro. Dicen que su funeral fue uno de los que contó con más asistentes en toda la historia de Cascade.

domingo, 17 de noviembre de 2024

El hijo de Saladino que quiso destruir las pirámides de Guiza

La pirámide de Micerino, con la cicatriz de los trabajos ordenados por Al-Aziz bien visible

Cuando el legendario sultán Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb, llamado por los europeos Saladino, murió en 1193 a causa del tifus, su inmenso imperio se repartió entre su numerosa prole, diecisiete hijos varones, y varios de sus hermanos. Al primogénito, Al-Afdal ibn Salah ad-Din, le correspondió Siria y Palestina, y el liderazgo de la dinastía iniciada por su padre, la ayubí. Su segundo hijo, Al-Malik Al-Aziz Osman bin Salahadin Yusuf, se convirtió en sultán de Egipto.

Al-Malik Al-Aziz Osman bin Salahadin Yusuf, llamado generalmente Al-Aziz Utman, había nacido en El Cairo en torno a 1171. Se desconoce cuál de las numerosas esposas y concubinas de su padre fue su madre; si se sabe que no fue su esposa favorita, Ismat ad-Din Khatun, con la que Saladino no llegó a tener hijos. Era un joven ambicioso que anhelaba gobernar todo el imperio que había sido de su padre. Y lo cierto es que su hermano mayor le puso las cosas fáciles. Al-Afdal era un gran general (había sido uno de los comandantes del ejército de Saladino) pero resultó ser un pésimo gobernante. Una de las decisiones que tomó fue la de deponer a todos los ministros de su padre, que huyeron a Egipto y aconsejaron a Al-Aziz declararle la guerra. Al-Aziz vio la oportunidad y atacó a Al-Afdal en 1194, aunque la intermediación de su tío Al-Adil, señor de Kerak, logró acordar una tregua entre ambos. Al año siguiente, Al-Aziz volvió a la carga, pero Al-Afdal logró derrotar a su ejército y hacerlo retroceder a Egipto.

Al-Nāsir Ṣalāḥ ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb, Saladino (1137-1193)

Pero en 1196 la situación cambió. Harto de las torpezas de Al-Afdal como gobernante, Al-Adil se alió con Al-Aziz y entre ambos derrotaron y depusieron a Al-Afdal, quien tuvo que exiliarse en la ciudad siria de Saljad. De este modo Al-Aziz quedó convertido en señor de Siria y Egipto (al menos en teoría, ya que Al-Adil era el que verdaderamente gobernaba Siria) y cabeza de la dinastía ayubí. Estaba en la cúspide de su poder y quiso demostrar su dominio con un gesto grandilocuente que dejara bien clara su autoridad: nada menos que demoler las tres pirámides de Guiza.

A diferencia de su padre Saladino, quien había sido un musulmán moderado y tolerante, Al-Aziz era mucho más riguroso y fanático. Veía a las pirámides como un vestigio del pasado pagano de Egipto y un desafío a la hegemonía del Islam. Y decretó que las pirámides fuesen desmontadas, piedra a piedra, para poder aprovechar más tarde ese material paras otras construcciones. Al menos, esa era su intención.

Porque la tarea de destruir las pirámides se reveló no menos colosal que su construcción. Empezaron por la más pequeña de las tres, la del faraón Menkaura (Mykerinos para los griegos, Micerino en su versión castellanizada), hijo de Kefrén y nieto de Keops. Los obreros contratados para la labor no tenían otra forma mejor de hacerlo que ir sacando las piedras de la pirámide una a una, usando cuñas y palancas, y luego arrastrándolas con cuerdas hasta dejarlas caer al suelo. Pero de esta manera las rocas se enterraban en la arena del desierto, siendo casi imposibles de mover, con lo que la única manera de retirarlas era hacerlas pedazos, con lo cual tampoco servían para usar en otras construcciones, como Al-Aziz había previsto. El trabajo era tan pesado y dificultoso que los obreros apenas eran capaces de retirar un par de piedras al día, a un ritmo exasperantemente lento.

Así que pasados ocho meses de trabajo, el único resultado era un costurón o hendidura en su cara norte, visible todavía hoy en día. Estaba claro que a ese ritmo desmantelar las tres pirámides tardaría décadas, con un coste desorbitado. Así que a Al-Aziz no le quedó otra que renunciar a su gran plan y ordenar que cesaran los trabajos. No tuvo demasiado tiempo para lamentarlo, porque apenas un año más tarde, en 1198, murió en un accidente de caza al caerse de su caballo. Lo sucedió su hijo Al-Mansur Nasir al-Din Muhammad, todavía un niño. Al-Afdal aprovechó para volver de su exilio, convertirse en regente de Egipto y declararle la guerra a su tío Al-Adil, el cual logró derrotar una vez más a Al-Afdal. Después de eso, Al-Adil, convertido en soberano de Siria y Egipto, exilió a Al-Afdal a la ciudad de Samósata (en la margen occidental del Éufrates) y depuso a Al-Mansur, enviándolo al exilio en Alepo bajo la custodia de otro de los hijos de Saladino, Al-Zahir Ghazi, donde moriría en una fecha desconocida.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Los Magyarabs, los húngaros de Nubia

Nubia

Corría el año 1935 y el aviador y explorador húngaro László Almásy (cuya figura se haría popular décadas después como protagonista de la novela y subsiguiente película El paciente inglés) se encontraba en Nubia, la región que se extiende por el sur de Egipto y el norte de Sudán, preparando nuevas expediciones. Iba con él uno de sus compañeros habituales, el ingeniero alemán Hansjoachim von der Esch. Un buen día Almásy charlaba con un comerciante local cuando mencionó que era húngaro. Debió llevarse una notoria sorpresa cuando aquel comerciante, cuyo aspecto no difería del de los demás nubios, se mostró encantado afirmando ser él mismo de origen húngaro. Ese fue el momento en el que los europeos supieron de la existencia de los magyarabs.

Hay que decir que, frente a lo que pudiera parecer, la palabra magyarab no procede de la unión de magyar (húngaro) y arab (árabe), sino de añadir el sufijo nubio -ab (tribu) a magyar, con lo que magyarab vendría a significar "la tribu de los húngaros". Según le contó aquel comerciante a Almásy, en el año 1517, una época en la que tanto una parte de Hungría como Nubia pertenecían al Imperio Otomano, había llegado a Nubia un destacamento de soldados cristianos húngaros, enviados por el sultán Selim I el Severo, al frente de los cuales iba un general al que los magyarabs llamaban Ibrahim el-Magyar, originario de la ciudad de Buda (una de las dos mitades de lo que hoy es Budapest). Con el tiempo, no todos aquellos soldados habían regresado a su país natal. Unos pocos se casaron con mujeres locales, formaron familias y decidieron instalarse en Nubia. También lo hizo Ibrahim el-Magyar, que se casó con una mujer nubia y tuvo un hijo, Alí, que a su vez tuvo cinco hijos varones: Selami, Mustafa, Djelal Eddin, Musa e Iksa. Sus descendientes dieron lugar a los magyarabs, que generación tras generación conservaron su ascendencia húngara como parte de su identidad como grupo, diferenciándolos de los demás nubios y de los árabes.

Fragmento de un mapa topográfico británico de 1958 en el que se puede ver la isla de los magyarabs (aquí nombrada como "Magarab I.") en el Nilo

La historia interesó a Almásy, aunque no lo suficiente para hacerlo cambiar de planes, ya que poco después se marchó junto a un par de aristócratas húngaros a una expedición de caza al Uadi Howar. Von der Esch en cambio si mostró un vivo deseo de conocer más sobre los magyarabs, hasta el punto de que viajó hasta su principal poblado, situado en una pequeña isla del Nilo cerca de la ciudad sudanesa de Wadi Halfa, y permaneció allí varias semanas, reuniendo información sobre ellos. Los ancianos de la tribu decían que sus antepasados habían llegado de un lugar llamado Nemsa (el nombre árabe de Austria) y que su comandante se llamaba Shenghal Sendjer, lo que Esch interpretó que originariamente era "general Sendjer". Además recopiló un pequeño vocabulario de palabras y expresiones que le parecieron que no correspondían con el idioma nubio, y que Almásy más tarde reconoció como similares a palabras húngaras.

Almásy hizo pública la existencia de los magyarabs a su regreso a Europa. Tanto las autoridades húngaras como los líderes de los magyarabs buscaron más tarde ponerse en contacto, pero el caos derivado del estallido de la Segunda Guerra Mundial frustró sus intentos. El siguiente contacto no se produciría hasta 1965, cuando una expedición dirigida por el reputado orientalista István Fodor llegó a Wadi Halfa. Para aquel entonces la isla en la que vivían los magyarabs había dejado de existir; la construcción de la monumental presa de Asuán y la consiguiente creación del lago Nasser, que inundó miles de kilómetros cuadrados, la habían dejado bajo las aguas. Asentamientos magyarabs como Ibrim, Qatta, Tuska, Aneba y Magyararti quedaron inundados, y los magyarabs se habían instalado en una serie de pequeñas localidades a lo largo del Nilo.

Magyarabs en Asuán (1965)

Fodor dirigió un extenso estudio sobre su historia, costumbres y cultura. Entre otras cosas, describió una serie de características físicas que diferenciaban a los magyarabs, y que él atribuía a su herencia europea, a pesar de los siglos transcurridos y de la mezcla con los nubios. Así, los magyarabs solían tener un tono de piel más claro, ojos más pequeños y eran habituales los individuos con el pelo rojizo. También, aunque no hablaban húngaro, si que conservaban numerosas palabras derivadas de ese idioma, e incluso usaban habitualmente refranes que aludían a sus orígenes, tales como Rá’sz el-mágyár zejj el-hágyár (La cabeza del húngaro es dura como una piedra), Ál-Mágyárí lá jisálli fíl-mezgyd (Los húngaros no rezan en las mezquitas, sin duda una referencia a la época en la que todavía eran cristianos) o El-mágyárí jilbisz burneta (Llevar el sombrero húngaro, es decir, no un turbante). Y pese al tiempo transcurrido mantenían costumbres típicamente húngaras como dibujar una cruz sobre el pan recién hecho, o hacer la señal de la cruz a un recién nacido (a pesar de que profesan el islamismo suní). En su estudio, Fodor concluía que "El color de la piel puede cambiar, la lengua materna puede perderse, pero el sentimiento de pertenencia a la nación húngara puede permanecer incluso en un entorno lejano y extranjero".

El propio Fodor  también descubrió en sus estudios una fuente documental que parece confirmar el relato de los magyarabs sobre su origen. En 1516 un monje franciscano húngaro llamado Gábor Pécsváradi viajó en peregrinación a Tierra Santa y reflejó sus vivencias en un libro titulado Viaje a Jerusalén. En él se incluía una carta que envió a János Bánffy, copero real del Reino de Hungría, en la que le cuenta cómo el último día de 1516 llegó a Jerusalén el ejército turco bajo el mando de Selim I que se dirigía a Egipto a combatir contra el sultanato mameluco, y que en él figuraba un destacamento de soldados húngaros con los que pudo hablar. Es muy posible que se tratara de los mismos que serían enviados a Nubia tras la derrota de los mamelucos en enero de 1517, con el objetivo de proteger la frontera sur del imperio y las rutas de caravanas que cruzaban aquel territorio.

László Adolf Ede György Mária Almásy de Zsadány et Törökszentmiklós (1895-1951)

Una teoría reciente especula con que los antepasados de los magyarabs no eran exclusivamente húngaros, sino que también podía haber entre ellos eslavos del sur, fundamentalmente bosnios. Como curiosidad, Fodor descubrió en sus investigaciones la existencia en la ciudad de Asuán de otra comunidad musulmana de origen húngaro, pero que no tenía nada que ver con los magyarabs. Se trataba de descendientes de húngaros convertidos al Islam durante la ocupación otomana, que se habían instalado en Egipto tras ser expulsados de Hungría a mediados del siglo XVIII, durante el reinado de María Teresa I de Austria (1717-1780).

En la actualidad, existen unos 7000 magyarabs que viven en pequeñas localidades en las cercanías de las ciudades de Asuán (Egipto) y Wadi Halfa (Sudán), cuyos nombres hacen referencia a su origen húngaro: Magyarab-irki, Magyararti, Magyariyya, Magyar-nirki o Hillit el-Magyarab. También hay una pequeña comunidad, de unos 500 individuos, instalada en El Cairo. Las relaciones con Hungría siguen siendo fluidas y desde 1992 forman parte de la Magyarok Világszövetsége. la Federación Mundial de Húngaros, una organización que reúne a las comunidades húngaras en todo el mundo y les ayuda a conservar su cultura y valores.

domingo, 3 de noviembre de 2024

La Carta Zinóviev



El año 1924 alumbró un escenario inédito en la política del Reino Unido. Las elecciones celebradas en diciembre de 1923 habían dejado al Partido Conservador como el más votado (258 escaños en el Parlamento), pero sin una mayoría suficiente como para formar un gobierno en solitario. El tercer partido más votado, el Liberal (158 escaños), se negó a apoyar a los conservadores como había hecho entre 1918 y 1922 y prefirió apoyar un gobierno en minoría del Partido Laborista (socialistas moderados, 198 escaños). No es que los liberales tuvieran una gran afinidad con los laboristas, simplemente creían que el más que probable fracaso de su gobierno provocaría que en las siguientes elecciones una parte sustancial de sus votantes pasaría a votarles a ellos. 

James Ramsay MacDonald (1866-1937)

Y así, en enero de 1924 por primera vez en su historia los laboristas formaban gobierno, encabezado por Ramsay MacDonald como primer ministro. Como era de esperar, fue un gobierno inestable al que los liberales mantenían pese a votar en contra de la mayoría de sus propuestas. Entre los pocos éxitos logrados por los laboristas estuvo el reconocimiento de la Unión Soviética y el inicio de negociaciones con ella para un tratado comercial, al que los conservadores se oponían tenazmente. Al final, el 8 de octubre, tras apenas 10 meses de gobierno, el gobierno laborista perdía una moción de censura presentada por los liberales con el apoyo de los conservadores. El detonante había sido la decisión del gobierno de paralizar el procesamiento de John Ross Campbell, editor y co-fundador del Partido Comunista británico, que había sido acusado en base a la Ley de Inducción al Amotinamiento de 1797 por haber publicado una carta en el semanario Worker's Weekly, medio oficial del Partido Comunista, en la que exhortaba a los soldados del ejército británico a que, en caso de una nueva guerra, no empuñasen sus armas contra sus camaradas trabajadores, sino que se unieran a ellos para combatir a los explotadores y capitalistas (el proceso se reanudaría más tarde y Campbell acabaría condenado a seis meses de cárcel). Como consecuencia, MacDonald presentaba su dimisión al rey Jorge V y convocaba unas nuevas elecciones para el día 29 de octubre. Unas elecciones atípicas, precedidas de una corta campaña electoral en la que jugaría un papel destacado un curioso documento, la Carta Zinóviev.

Grigory Zinoviev (1883-1936)

El 25 de octubre, solo cuatro días antes de las elecciones, el periódico conservador Daily Mail anunciaba haber descubierto una conspiración comunista y publicaba como prueba una carta, de la que enseguida se haría eco el resto de la prensa británica. La carta era un supuesto comunicado o directiva enviado por la Internacional Comunista, con sede en Moscú, al Comité Central del Partido Comunista británico, y estaba firmada por el presidente del Comité Ejecutivo de la Internacional, el soviético Grigori Zinóviev (de ahí que la carta acabara siendo conocida como la Carta Zinóviev); su secretario, el finlandés Otto Kuusinen; y por Arthur MacManus, representante británico en el Comité. En ella el Comité predecía que la continuidad de un gobierno laborista no solo contribuiría a normalizar las relaciones políticas y económicas entre el Reino Unido y la Unión Soviética, sino que crearía las condiciones adecuadas para la expansión de la influencia soviética y las ideas leninistas a lo largo del imperio británico, y a la larga, para el estallido de una revolución proletaria similar a la ocurrida en Rusia en 1917. Además, alentaba a los comunistas británicos a continuar su campaña de agitación entre la clase trabajadora británica (protestas, sabotajes).

Por supuesto, la idea de una revolución comunista en el Reino Unido despertaba el pánico en una parte sustancial del electorado y dejaba en muy mal lugar a los laboristas. MacDonald ya intuía que tenía pocas posibilidades de lograr un buen resultado en las elecciones, pero esas posibilidades se desvanecieron tras la publicación de la carta. El líder laborista trató inútilmente de rebatir la autenticidad de la carta en el escaso tiempo que quedaba antes de las elecciones; pero resultó una tarea imposible, dado que incluso dentro del Partido Laborista y de su propio gobierno había personas convencidas de su autenticidad. El mismo MacDonald llegó a decir que se sentía como "un hombre metido en un saco y arrojado al mar".

Como era previsible, el resultado de las elecciones fue altamente favorable para el Partido Conservador, que logró una holgada mayoría de 412 parlamentarios (más de 2/3 del total). La Carta Zinóviev había tenido un notable efecto sobre los votantes. No tanto sobre los laboristas, quienes pese a perder 40 parlamentarios habían obtenido un millón de votos más que en las anteriores elecciones, sino entre los más conservadores. El Partido Liberal había sufrido una debacle, perdiendo más de un millón de votantes y quedando reducido a apenas 40 parlamentarios. Y la mayoría de esos votos habían ido a parar a los conservadores.

¿Era auténtica la Carta Zinóviev, o era una falsificación? Aunque en su día hubo controversia, hoy en día está casi unánimemente aceptado que la carta era en realidad un hábil montaje hecho público para conseguir el efecto que finalmente tuvo: polarizar el voto moderado británico en torno al Partido Conservador, agitando el miedo al comunismo como catalizador para lograr ese apoyo masivo.

Tras formar gobierno, con Stanley Baldwin como primer ministro, los conservadores formaron un comité que determinó que la carta era auténtica, sin ir más lejos en sus averiguaciones, pese a las numerosas voces que pedían una investigación más profunda. Al mismo tiempo, el MI5, el servicio de inteligencia británico, hacía su propia investigación concluyendo que muy probablemente se trataba de una falsificación, aunque no hizo públicas sus conclusiones, que no salieron a la luz hasta muchos años después. Por su parte, tanto el gobierno soviético como la Internacional Comunista desmintieron tajantemente la autenticidad de la carta.

El propio Zinóviev emitió un comunicado el 27 de octubre (dos días antes de las elecciones) negando haber escrito la carta y calificándola de "impostura". Entre otras pruebas, alegaba que estaban incorrectamente escritos tanto el nombre de la organización ("Comité Ejecutivo de la Tercera Internacional Comunista" en lugar de "Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista") como el cargo de Zinóviev (mencionado como "Presidente del Presidium"). Además, la carta estaba fechada en Moscú en 15 de septiembre; y ese día Zinóviev estaba de vacaciones en Kislovodsk, a más de 1600 kilómetros de Moscú, con lo que no había podido firmar ni esa ni ninguna otra carta oficial. El comunicado de Zinóviev fue ignorado por la prensa británica y solo sería publicado en diciembre de 1924 por The Communist Review, una revista mensual editada por el Partido Comunista británico.


En 1967 tres periodistas del Sunday Times, Lewis Chester, Steven Fay y Hugo Young, publicaron una monografía sobre la Carta en la que afirmaban que en realidad había sido redactada en Berlín por miembros de la Hermandad de San Jorge, una organización de monárquicos rusos en el exilio. Aunque los supuestos autores habían muerto, contaban con la declaración de la viuda de uno de ellos que aseguraba haber visto como habían falsificado la Carta. Su objetivo último no era tanto provocar la derrota de los laboristas (algo por otra parte más que probable, incluso sin la Carta) sino sabotear las incipientes relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y la URSS. Y de hecho, una de las primeras acciones del gobierno conservador fue anular el tratado comercial (aún sin firmar) que habían negociado los laboristas. La Carta habría sido entregada a miembros del Foreign Office (el ministerio británico de Asuntos Exteriores) justo después de la moción de censura, y pese a las dudas sobre su autenticidad, funcionarios del Ministerio, de acuerdo con miembros del Partido Conservador, filtraron el documento a la prensa.

A raíz de la publicación de este libro, el Foreign Office encargó su propia investigación sobre el asunto a Milicent Bagot, una célebre agente del MI5, experta en temas soviéticos y que inspiró uno de los personajes del novelista John Le Carré. Durante tres años Bagot examinó los archivos del MI5 y se entrevistó con supervivientes del caso, para finalmente entregar un exhaustivo informe... que jamás vio la luz, porque incluía información "sensible" sobre personas y operaciones relacionadas con la agencia.

A principios de 1998 rumores sobre la publicación de un nuevo libro llevaron al entonces ministro de Asuntos Exteriores, Robin Cook, a encargar un informe oficial sobre el caso. La encargada fue Gill Bennett, historiadora jefa del ministerio, quien tuvo acceso no solo a los archivos del ministerio y del MI5 (incluido el informe de Milicent Bagot) y MI6, sino a los archivos del Partido Comunista soviético, de la Internacional Comunista y del Partido Comunista británico. El informe de Bennett (parte del cual fue censurado, una vez más, por contener información confidencial) señalaba que, si bien la Carta contenía conceptos mencionados por Zinóviev en otros documentos, la situación entre ambas naciones en aquellos momentos (con la URSS muy interesada en mejorar sus relaciones internacionales y conseguir el tratado comercial con los británicos) hacía que sus actividades propagandísticas en suelo británico fueran más discretas que de costumbre, por lo que resultaba improbable que se hubiera permitido el envío de aquella carta. A pesar de su extensa investigación, Bennett concluía que resultaba imposible saber a ciencia cierta quién había escrito la Carta Zinóviev, aunque su opinión personal era que había sido encargada por miembros del Movimiento Blanco (una amalgama de grupos nacionalistas y monárquicos rusos opuestos a los comunistas) a falsificadores en Berlín o en Riga, como parte de una campaña para impedir la firma del tratado anglo-soviético.

De acuerdo con el trabajo de Bennett, la Carta habría llegado posteriormente a manos de los servicios de inteligencia británicos, los cuales, pese a no estar seguros de su autenticidad, la habían filtrado a la prensa. Bennett señalaba dos nombres como principales sospechosos de la filtración: Desmond Morton, un agente del MI5 que más tarde se convertiría en asistente personal de Winston Churchill, y sir Joseph Ball, miembro del MI6 que años más tarde acabaría trabajando para el Partido Conservador. En 2018 Bennett publicó un libro sobre el caso, titulado La Carta Zinóviev: La conspiración que nunca muere, con los resultados de su investigación (los que se podían hacer públicos, al menos).

Grigory Zinóviev, el supuesto autor de la Carta, siguió desempeñando cargos importantes dentro del organigrama soviético hasta que a finales de 1934 fue arrestado como sospechoso de haber intervenido en el asesinato de Sergei Kirov, uno de los principales colaboradores de Josef Stalin, y sentenciado a diez años de cárcel. Más tarde, acusado de traición y de conspirar para asesinar al propio Stalin, fue condenado a muerte y fusilado en agosto de 1936.