Miroslav Tichý (1926-2011) |
Al final, Tichý acabó por volver a su ciudad natal de Kyjov, con una pequeña pensión de discapacidad al haber sido catalogado de "enfermo mental" y se dedicó a pintar y a dibujar, aunque sin intención de ganarse la vida con ello, sólo por su propio interés. Aunque no llamaba mucho la atención, el hecho de que las autoridades lo tuviesen por un disidente hacía que de vez en cuando (especialmente, con ocasión de la celebración de alguna fiesta importante, como el 1 de Mayo) la policía pasase por su casa y se lo llevase unos días al calabozo o a algún hospital psiquiátrico. En los años 60 Tichý empezó a cambiar su aspecto físico: se dejó barba y el pelo largo y vestía de forma descuidada, casi como un vagabundo. Por esta época empezó también a experimentar con la fotografía, utilizando cámaras caseras que construía con objetos recogidos de la basura.
Una de las cámaras construidas por Tichý |
Tichý construía sus cámaras casi con cualquier cosa: latas de conservas, tubos de cartón, gafas viejas e incluso trozos de plexiglás recortados y pulidos con ceniza y pasta de dientes. Recorría incansable la ciudad, haciendo decenas de retratos cada día.
Por las noches, Tichý revelaba las fotografías que sacaba por el día, empleando un rudimentario equipo de revelado que había construido con desperdicios, igual que había hecho con sus cámaras, en la humilde casa que habitaba. Imprimía cada negativo sólo una vez, utilizando los más variados soportes (trozos de cartón, pedazos de papel cortados, etc.). Como era de esperar, dado lo tosco de los materiales que empleaba, la mayor parte de aquellas fotografías eran defectuosas: dobles exposiciones, imágenes desenfocadas, manchas, rayas, zonas veladas... Pero a él no le importaba, al contrario, a menudo buscaba deliberadamente esos defectos: Un error. Eso es lo que crea la poesía. También le gustaba retocar aquellas imágenes que le llamaban la atención: las recortaba, las perfilaba con un bolígrafo o las decoraba con sencillos marcos de cartón o con dibujos hechos a mano en los bordes. Luego guardaba esas fotografías en su casa sin ningún tipo de orden ni numeración.
En 1981 regresó a Kyjov Roman Buxbaum, un amigo de la infancia de Miroslav que había pasado décadas viviendo en Suiza ejerciendo como psiquiatra. Cuando se reencontró con Tichý Buxbaum descubrió la actividad fotográfica de su antiguo amigo y quedó fascinado con sus retratos. Durante años, Buxbaum fue el único que pudo ver las fotografías de Tichý (muchas de las cuales estaban en pésimas condiciones debido al modo descuidado en el que habían sido guardadas). catalogándolas y documentándolas, aunque Tichý dejó de hacer fotografías en 1985 para volver a la pintura. Ante el interés de su amigo, Tichý le regaló un buen número de ellas. Buxbaum también filmó un pequeño documental en 2004 sobre la vida de Tichý y su peculiar forma de entender el arte, titulado Tarzán jubilado (esa era la respuesta de Tichý cuando alguien le preguntaba a qué se dedicaba).
A principios del siglo XXI, Buxbaum enseñó algunas de las obras de Tichý al crítico, historiador y comisario de arte suizo Harald Szeemann, quien quedó fascinado por las fotografías y por el personaje que las había tomado. No tardó en organizar una exposición con algunas de las fotografías propiedad de Buxbaum en la Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla (2004). A esa le siguieron otras exposiciones: Zurich, Pekín, Tokio, Frankfurt, París (en el centro Georges Pompidou), Nueva York (en el Centro Internacional de Fotografía)... El nombre de Tichý comenzó a sonar habitualmente en los círculos artísticos de todo el mundo y Buxbaum incluso creó una sociedad, la Tichý Oceán Foundation, dedicada a proteger y difundir su obra.
No obstante, a Tichý no pareció agradarle esta fama que le había sorprendido de golpe. En 2009 anunció públicamente que rompía relaciones con Buxbaum y su fundación, que él no había dado el consentimiento para difundir sus creaciones y que la explotación de su obra violaba sus derechos de autor, siendo sólo él, su abogado y su vecina Jana Hebnarová (que cuidaba habitualmente de él) los únicos con derecho a permitir dicha difusión.
Miroslav Tichý murió el 12 de abril de 2011, a los 84 años de edad. A su muerte se sucedieron homenajes, retrospectivas y más exhibiciones de su obra, lo cual no deja de ser irónico para un artista que nunca buscó la fama ni el reconocimiento.
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